A LOS QUE HONRAN MI NOMBRE LOS ILUMINARÁ UN SOL DE JUSTICIA

 



A LOS QUE HONRAN MI NOMBRE LOS ILUMINARÁ UN SOL DE JUSTICIA

A los que honran mi nombre los  iluminará un sol de justicia que lleva la salud en los rayos; vosotros saldréis brincando como terneros del establo —dice el Señor de los ejércitos—(Ml 4, 2)

¿Quiénes son los que honran el Nombre del Señor? Son aquellos que ponen en él su confianza. Los que lo obedecen y los que lo aman. Los que guardan sus Mandamientos y guardan su Palabra (Jn 14, 21. 23) Pueden honrar su Nombre aquellos que han sido liberados de las garras del pecado para hacer la Voluntad de Dios (Ga 5, 1. 13) Es la invitación que hace Jesús a los nuevos creyentes: "Al hablar así, muchos creyeron en él. Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.»"(Jn 8, 30, 32)

La delicia de Jesús era hacer la Voluntad de Dios. "Les dijo, pues, Jesús: «Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a él."(Jn 8, 28- 29) El gozo de Jesús era hacer la Obra de su Padre: Mostrar al mundo el rostro de amor, de perdón, de misericordia, de libertad y de santidad: "Entretanto, los discípulos le insistían diciendo: «Rabbí, come.» Pero él les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que vosotros no sabéis.» Los discípulos se decían unos a otros: «¿Le habrá traído alguien de comer?» Les dice Jesús: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra." (Jn 4, 31- 34)

¿Qué podemos hacer para honrar a Dios?

Si tus hijos guardan mi alianza y los mandatos que les enseño, también sus hijos, por siempre, se sentarán sobre tu trono.» (Salmo 132, 12) ¿Quiénes pueden guardar la alianza? Son aquellos que al creer en Jesús ponen sus ojos y su corazón en Él, y entonces podemos aceptar las Palabras de Dios: "Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal, adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso; sirviendo al Señor; con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis." (Rm 12, 9- 12)

La experiencia de Dios es el Motor de la vida nueva: "Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amo, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo - por gracia habéis sido salvados y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús,"(Ef 2, 4- 6) Para darnos la salvación Jesús se sentó en un trono de ignominia, de humildad y de miseria: La Cruz. Y muriendo en la Cruz se ofreció al Padre como hostia viva para dar Gloria al Único, al Glorioso, al Inmortal (1 de Tim 1, 16)

El Padre da testimonio de Jesús: "Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro, ni habita su palabra en vosotros, porque no creéis al que El ha enviado. «Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida. La gloria no la recibo de los hombres. Pero yo os conozco: no tenéis en vosotros el amor de Dios."(Jn 5, 36- 42)

Honra a Dios el que cree en Jesús y lo acepta como el Hijo de Dios, como su Enviado. Este es el camino para tener vida eterna y el amor de Dios en nuestros corazones (Jn 6, 40; Rm 5, 5) Dos textos de Pablo nos invitan a reflexionar sobre el sentarse en el Trono: "Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual. "(Rm 12,1) "Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu."(Ga 5, 24- 25) En el apocalipsis san Juan nos dice: "Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono." (Apoc. 3, 21)

Jesús desde la cruz es el Vencedor del Maligno, del Mundo y del Pecado. Él invita a sus discípulos a ser luchadores victoriosos, por eso nos invita: "Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del hombre,"(Lc 9, 23- 26) Jesús invitó a sus discípulos “a permanecer en su amor” (Jn 15, 9) ¿Cómo? Pablo nos diría: “No se bajen de la cruz” (cf Ga 5, 24)

Jesús invita a los suyos dos cosas: Ámame y sígueme.” Lo que implica a “Niégate a ti mismo.” Hay que morir para vivir, es el camino del grano de trigo: "En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto."(Jn 12, 24) El fruto es el amor para dar gloria a Dios: "La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos."(Jn 15, 8)

Escuchemos a Isaías: "Porque cuanto aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los vuestros y mis pensamientos a los vuestros. Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié."(Is 55, 9- 11) Jesús, Palabra hecha carne, dio fruto porque murió y con su muerte dio Gloria a su Padre. La Semilla hay que sembrarla, hay que espera que nazca. Después hay que cultivarla, hasta que de fruto en abundancia, no se trata de un día para otros. Por eso Santiago nos advierte:

“Aguardad con paciencia, hermanos, hasta la manifestación del Señor. Ved cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra. Lo va aguardando pacientemente, hasta que la tierra reciba las lluvias tempranas y las tardías. Aguardad también vosotros con toda paciencia, fortaleced vuestros corazones, porque la manifestación del Señor está ya cerca. Mirad que el juez está a las puertas.” (St 5, 7-8. 9) Tanto si sembramos o regamos la semilla y el agua es la Palabra de Dios, sin la cual no conoceremos el fruto. “Lo que se siembra es lo que se cosecha”

"Mirad: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia. Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia a fin de que teniendo, siempre y en todo, todo lo necesario, tengáis aún sobrante para toda obra buena." (2 de Cor 9, 6- 8) Y el que no siembra, no cosecha, “el que no trabaje que no coma” (2 de Ts 3, 10)

Los medios para cultivar la semilla y llevarla a dar fruto que es la Gloria de Dios. Son la escucha atenta de la Palabra de Dios. La Oración íntima y cálida. La Liturgia, especialmente los Sacramentos de la Confesión y la Eucaristía. La Comunidad cristiana, Madre y Maestra (Mt 18, 20) Las Obras de Misericordia y el Apostolado que tiene como alma el Amor.

El Señor está cerca y viene a salvarnos, esperémoslo con un corazón preparado.

 

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