JESÚS PALABRA DE DIOS ES PROMESA Y CUMPLIMIENTO
En aquel tiempo,
Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: “¿Eres tú el que ha de
venir o tenemos que esperar a otro?” Cuando llegaron a donde estaba Jesús, le
dijeron: “Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si eres tú el que ha de
venir o tenemos que esperar a otro”.
En aquel momento, Jesús curó a muchos de varias enfermedades y dolencias y de espíritus malignos, y a muchos ciegos les concedió la vista. Después contestó a los enviados: “Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso el que no se escandalice de mí”. Lc 7, 19-23
La Promesa:
"El
espíritu del Señor Yahveh está sobre mí, por cuanto que me ha ungido Yahveh. A
anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones
rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a
proclamar un año de gracia del Señor, un día de venganza para nuestro Dios. A
consolar a todos los afligidos, a dar a todos los afligidos de Sión una diadema
en lugar de ceniza, perfume de alegría en lugar del vestido de luto, alabanza
en lugar de espíritu abatido. Se les llamará encinas de justicia, plantación
del Señor para su gloria."(Is 61, 1- 3)
El
Acontecimiento:
"El
Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la
Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista
a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia
del Señor. Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la
sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta
Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.»"(Lc 4, 18- 21)
En la acción de
la Misión:
En aquel momento,
Jesús curó a muchos de varias enfermedades y dolencias y de espíritus malignos,
y a muchos ciegos les concedió la vista. Después contestó a los enviados:
“Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos
andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a
los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso el que no se escandalice de
mí”. (Lc 7, 21ss) Señales todas de la presencia del Reino de Dios entre los
hombres.
Jesús es el Misionero del Padre:
"El
ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan
vida y la tengan en abundancia."(Jn 10, 10) Jesús es el Verbo del
Padre que se hizo hombre (Jn 1, 14) Nos trae la Palabra del Padre, Él es esa
Palabra. Palabra que es Amor, Verdad y Vida (Jn 14, 6) Es Justicia y Santidad (Ef
4, 24) Jesús tiene autoridad para hablar porque en él había integridad de vida,
habla lo que él hace y hace lo que él es. "Bajó a Cafarnaúm, ciudad de
Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque
hablaba con autoridad."(Lc 4, 31-32)
Su Palabra es liberadora y sanadora:
"Había
en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso
a gritar a grandes voces: «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de
Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.» Jesús
entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él.» Y el demonio, arrojándole
en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se
decían unos a otros: «¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus
inmundos y salen.» Y su fama se extendió por todos los lugares de la región"(Lc
4, 33- 37)
Jesús sana a un leproso: "Se le acerca un leproso suplicándole y,
puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme.» Compadecido de él,
extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio.» Y al instante, le
desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole
severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y
haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de
testimonio.»"(Mc 1, 40- 44)
Jesús sana a un tartamudo: "Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por
Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Le presentan un sordo que,
además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. El,
apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su
saliva le tocó la lengua. 34.Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y
le dijo: «Effatá», que quiere decir: «¡Abrete!» Se abrieron sus oídos y, al
instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. Jesús les
mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más
ellos lo publicaban."(Mc 7, 31- 36)
La Palabra de Jesús
reconcilia y salva:
"Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en
la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora
pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco
de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a
llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza
se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume. Al verlo el fariseo
que le había invitado, se decía para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y
qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora.» Jesús le
respondió: «Simón, tengo algo que decirte.» El dijo: «Di, maestro.» Un acreedor
tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no
tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?» Respondió
Simón: «Supongo que aquel a quien perdonó más.» El le dijo: «Has juzgado bien»,
y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu
casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con
lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde
que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite.
Ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus
muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco
amor muestra.» Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados.» Los
comensales empezaron a decirse para sí: «¿Quién es éste que hasta perdona los
pecados?» Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz.»"
(Lc 7, 36- 50)
La Palabra de Jesús sana, salva y libera:
"Entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había
corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante
la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra. Y le vienen a traer a
un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la
multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la
abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo
Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.»Estaban
allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: «¿Por qué éste
habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?» Pero,
al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su
interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? ¿Qué es más
fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o decir:
"Levántate, toma tu camilla y anda?" Pues para que sepáis que el Hijo
del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice al paralítico -:
"A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa."» Se
levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo
que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos
cosa parecida.»" (Mc 2, 1- 11)
La Palabra de Jesús enseña el arte de servir y
el arte de amar:
"No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera
llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser
el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo
del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como
rescate por muchos.»"(Mt 20, 26- 28)
"Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme
a mí los pies?» Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora:
lo comprenderás más tarde.» e dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús
le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.» Le dice Simón Pedro:
«Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.» Jesús le dice: «El
que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis
limpios, aunque no todos.» Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No
estáis limpios todos.» Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió
a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me
llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo
soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también
debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que
también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros. " (Jn 13, 6-
15).
La Palabra de Jesús nos consagra y nos
santifica:
"Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos
en la verdad: tu Palabra es verdad. Como tú me has enviado al mundo, yo también
los he enviado al mundo. Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos
también sean santificados en la verdad."(Jn 17, 16- 19).
La Palabra de Jesús nos guía a la salvación y a
la perfección.
"Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo
que creíste, teniendo presente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces
las Sagradas Letras, que pueden darte la sabiduría que lleva a la salvación mediante
la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para
enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre
de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena."(2
de Tim 3, 14- 17)
La Palabra de Dios nos corrige:
"Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo:
«¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!» Pero él, volviéndose,
dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque
tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres! Entonces dijo
Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame."(Mt 16, 22- 24)
La Palabra de Dios nos reviste con autoridad:
"Al atardecer de aquel día, el primero de la semana,
estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se
encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La
paz con vosotros.» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los
discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con
vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre
ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados,
les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»"(Jn
20, 19- 23)
La Palabra de Dios nos envía para continuar su Obra redentora:
"Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido
dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a
todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo
estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»"(Mt 28,
18- 20)
La Palabra contiene una promesa y un
acontecimiento: “Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo.” Jesús Palabra de Dios que se hizo hombre para amarnos con un corazón de
hombre, cumple y lleva a cabo lo que promete.
Publicar un comentario