LA FE Y VIDA ESTÁN UNIDAS A LA CONVERSIÓN CRISTIANA.


 LA FE Y VIDA ESTÁ UNIDA A LA CONVERSIÓN CRISTIANA.

Yo, Pablo, soy servidor de Dios y apóstol de Jesucristo, para conducir a los elegidos de Dios a la fe y al pleno conocimiento de la verdadera religión, que se apoya en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, había prometido esta vida desde tiempos remotos, y al llegar el momento oportuno, ha cumplido su palabra por medio de la predicación que se me encomendó por mandato de Dios, nuestro salvador.

 La fe viene de lo que se escucha (Rm 10, 17) La predicación de la Palabra nos lleva a la Verdad, y ésta nos lleva  a la Paz (Jn 8, 31. 32) La predicación nos ha de llevar al verdadero conocimiento de Dios y a la verdadera religión: Jesucristo en el cual Dios se ha manifestado en él: "Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza."(2 Cor 8, 9) "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz."(Flp 2, 6 - 8)

Y ¿Cuál es la verdadera religión? "Si alguno se cree religioso, pero no pone freno a su lengua, sino que engaña a su propio corazón, su religión es vana. La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo."(Snt 1, 26- 27) Las palabras de Santiago las habían dicho los profetas, como Isaías: "Y al extender vosotros vuestras palmas, me tapo los ojos por no veros. Aunque menudeéis la plegaria, yo no oigo. Vuestras manos están de sangre llenas: lavaos, limpiaos, quitad vuestras fechorías de delante de mi vista, desistid de hacer el mal, aprended a hacer el bien, buscad lo justo, dad sus derechos al oprimido, haced justicia al huérfano, abogad por la viuda."(Is 1, 15- 17)

Querido Tito, mi verdadero hijo en la fe que compartimos: te deseo la gracia y la paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, nuestro salvador. El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como te lo ordené. Han de ser irreprochables, casados una sola vez; y sus hijos han de ser creyentes y no acusados de mala conducta o de rebeldía

Por su parte, el obispo, como administrador de Dios, debe ser irreprochable; no debe ser arrogante, ni iracundo, ni bebedor, ni violento, ni dado a negocios sucios. Al contrario, debe ser hospitalario, amable, sensato, justo, piadoso, dueño de sí mismo, fielmente apegado a la fe enseñada, para que sea capaz de predicar una doctrina sana y de refutar a los adversarios. (Tito 1,1-9)

El proverbio dice: “Nadie da lo que no tiene.” Nadie puede dar fe sino la tiene. La fe es un don de Dios; es un poder, es una fuerza que viene de Dios. No se puede comprar ni se puede vender, es un don gratuito e inmerecido. Es Cristo que habita por la fe en nuestro corazón (Ef 3, 17) Tiene fe el que vive en la Luz (Jn 8, 12) Por eso no camina en tinieblas (Ef 5, 7) Las tinieblas son el pecado que puede apagar las velas encendidas para dejarnos en la obscuridad, En cambio la Luz nos deja “Bondad, Verdad y Justicia” (Ef 5, 9) La fe nos lleva a la esperanza y esta nos lleva al amor. Al amor a Dios y al prójimo. El que tiene fe, guarda los Mandamientos y aprende a caminar en la Verdad viviendo las Bienaventuranzas y practicando las Virtudes que son energía que viene de Dios. (Ef 6, 10)

La fe resucitada, aquella que ha pasado por la cruz de Jesús, ha pasado de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, de las tinieblas a la luz. Es la Gracia de Dios que nos lleva a estar muriendo al pecado para vivir para Dios (Rm 6, 11; Gál 5, 24) La fe verdadera nos hace vivir bajo la Gracia para poner nuestros miembros mortales al servicio de la justicia. Al servicio de Dios y de los pobres. Estos son los que pueden iluminar al mundo con la luz del Evangelio reflejada en su vida (cf Flp 2, 15- 16) Ese obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Esta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob. (Slm 23, 5- 6)

El relato evangélico:

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No es posible evitar que existan ocasiones de pecado, pero ¡ay de aquel que las provoca! Más le valdría ser arrojado al mar con una piedra de molino sujeta al cuello, que ser ocasión de pecado para la gente sencilla. Tengan, pues, cuidado. Si tu hermano te ofende, trata de corregirlo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si te ofende siete veces al día, y siete veces viene a ti para decirte que se arrepiente, perdónalo". Los apóstoles dijeron entonces al Señor: "Auméntanos la fe". El Señor les contestó: "Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', y los obedecería". (Lc 17, 1-6)

Frente a la fe verdadera, aquella que se enraíza en el corazón de los creyentes, está el pecado, y más allá la “ocasión de pecado para la gente sencilla.  En cada uno de los diez Mandamientos pueden surgir el escándalo de pecado. Por eso la Palabra nos recuerda: “No pequéis” "Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. "(1 de Jn 2, 1) La ocasión de pecar consiste en iniciar a otros, especialmente a los niños al pecado. Qué puede ser contra la familia, los padres hermanos hijos (4° Mandamiento), odio, agresividad, venganza (5° Mandamiento) Sexo, pornografía, pederastas (6° Mandamiento), fraude robo, apoderarse de lo ajeno, aún a quitarles la vida (7° Mandamiento) El que inicia uno de los pequeños más le valiera que lo arrojaran al mar con una piedra amarrada en el cuello.

Pero hay otra manera para ser ocasión de pecado. ¿Cuál es? La falsa enseñanza. Aquellos que están sentados en la cátedra de la enseñanza y son peor que los fariseos de los que Jesús dice: “hagan lo que ellos dicen, pero no hagan lo que ellos hacen” (Mt 23, 1ss) Predicadores que interpretan mal la Palabra de Dios. “Abaratan la Gracia de Dios” que fue comprada a precio de sangre (1 de Pe 1, 18- 20) Dan permisos para pecar, hacen lo que Dios no hace. “Deja a tu esposo y  agárrate otro.” “Comulga, Dios te ama, aunque no hayas recibido el perdón de tus pecados.”  Son predicadores que tienen su propio librito, que acomoda la Escritura a sus conveniencias y  a sus intereses. Siendo causa de que muchos pequen o se alejen de la Iglesia.

El clamor de los Apóstoles fue: “Auméntanos la fe” Ya la tenemos, hemos creído en ti, pero, danos un poco de crecimiento. ¿Para qué queremos tener una fe grande?  Para amar, seguir y servir a Jesús. Lo que de ahí sale, nos lleva al pecado de presunción, de poder, de vana gloria. La respuesta de Jesús es para apóstoles, discípulos y creyentes: : "Si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese árbol frondoso: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', y los obedecería".

Ser grande significa servir por amor a Dios y a los hombres. Plantar árboles en el mar equivale a cambiar la manera de pensar, de una manera mundana y pagana a una manera de pensar según la de Cristo (Flp 2, 5) "Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto. En virtud de la gracia que me fue dada, os digo a todos y a cada uno de vosotros: No os estiméis en más de lo que conviene; tened más bien una sobria estima según la medida de la fe que otorgó Dios a cada cual."(Rm 12, 2- 3)

"«No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"(Mt 7, 21- 23)


Con un humildad, inclinemos la cabeza ante el Señor, y digámosle: Señor Tú me conoces, te pido que me des fe, esperanza y caridad para que mis oraciones y acciones te sean agradables.

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