LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO ES HACER QUE LA
HUMANIDAD CREA EN JESÚS
"Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré: y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio;" (Jn 16, 7- 8)
Cuando venga
el otro Paráclito, es decir, que el primero que vino es Jesús, y luego viene, el otro, el Espíritu Santo. El primer Paráclito es
Jesús. Paráclito significa Maestro, Abogado y Consolador. San Irineo dijo que
los dos son la Manos de Dios para realizar la salvación. El primero realiza la
Obra de Dios en la historia con su muerte y con su resurrección, y el segundo,
actualiza la Obra de Dios en nuestra vida, hoy. Por eso Jesús dice a sus
discípulos “Conviene que yo me vaya para que él venga” Jesús con su muerte y con su resurrección nos
abra el camino para que el Espíritu Santo venga a nosotros y nosotros podamos
llegar a la Casa del Padre.
Antes
de su muerte Jesús era sólito, él enseñaba desde fuera, pero ahora al venir su
Espíritu ahora enseña desde dentro, es un Maestro interior, y está en muchos ya
que al creer en Jesús bebemos todos del mismo Espíritu (1 de Cor 12, 12) La
Obra del Espíritu Santo es hacer que la Humanidad crea en Jesús para que
creyendo se salve, pero, ¿qué sucede con el que no cree en Jesús? Comete el
pecado contra el Espíritu Santo al rechazar la acción amorosa y liberadora del
Espíritu. Él fortalece al hombre interior (Ef 3, 16): Transforma nuestra manera
de pensar para que comprendamos la voluntad de Dios y la pongamos en práctica. (Rm
12, 2) Nos guía y nos conduce a Cristo para que confiemos en él, lo obedezcamos
y lo amemos (Rm 8, 14) Es un espíritu de Amor, de Fortaleza y Dominio propio (2
Tim 1, 6) Él hace nacer en nuestro interior los buenos deseos y nos ayuda a
ponerlos en práctica (Flp 2, 13) Todo el bien que hacemos es con la ayuda del
Espíritu Santo, gracias a él podemos distinguir entre lo bueno y lo malo,
rechazar lo malo y hacer lo bueno (Rm 12, 9)
"Mucho
tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el
Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por
su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. El
me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo
que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo
anunciará a vosotros. «Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me
volveréis a ver.»" (Jn 16, 12- 16)
El
Espíritu Santo nos abre la mente y nos explica las Escrituras para que las
entendamos. Él hace oración en nuestro interior (Rm 8, 26) y nos habla al
corazón. ¿Qué nos dice? Nos habla, nos dice, nos recuerda las cuatro palabras
que Dios ha puesto en el corazón de todo hombre: “No hagas cosas malas, haz
cosas buenas, arrepiéntete y proyéctate.” Nunca nos llevará a un lugar donde
pongamos en peligro la Gracia de Dios, “Dios no quiere que pequemos” (1 de Jn
2, 1-2) Pero si pecamos porque somos débiles, nos llama con amor al
arrepentimiento y a seguir caminando. “Abogado tenemos ante el Padre, a
Jesucristo que se ofreció como oblación pura por los pecadores. Jesús es en el
cielo nuestro Abogado. ¿Qué sucede cuando el corazón del hombre se atrofia y ya
no escucha las palabras que Dios puso en nuestro corazón? Ahora el otro
Paráclito nos recuerda las Palabras de Jesús que están en la Biblia. Que no se
atrofien los oídos del corazón para poder escuchar al Espíritu Santo que nos
llama a creer en Jesús y a convertirnos a él.(Mc 1, 15)
¿Cómo se atrofian los oídos del corazón? La primera de Pedro nos dice: con la maldad, la
mentira, la envidia, la hipocresía y la maledicencia (1 de Pe. 2, 1) San Pablo
nos dice: "Por tanto, mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos
deseos y la codicia, que es una idolatría, todo lo cual atrae la cólera de Dios
sobre los rebeldes, y que también vosotros practicasteis en otro tiempo, cuando
vivíais entre ellas. Mas ahora, desechad también vosotros todo esto: cólera,
ira, maldad, maledicencia y palabras groseras, lejos de vuestra boca. No os
mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras," (Col
3, 5- 9)
Son las voces del hombre viejo, del Ego, que quiere ser el rey en nuestro corazón por medio del reinado de los vicios. Escuchemos al Espíritu Santo que nos invita a “guardar los Mandamientos y a poner en práctica la Palabra de Dios y a cultivar las virtudes cristianas que pertenecen a los terrenos del Amor, de la Verdad y de la Vida (Jn 14, 6; Ef 5, 9) Escuchemo
s al Espíritu Santo que nos recuerda a
poner nuestra mirada en las cosas de Dios: "Así pues, si habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad
a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra
vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra,
entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él." (Col 3, 1- 4)
Cristo
se aparece en nuestra vida, manifestándose en nuestros pensamientos, palabras y
acciones. Cristo aparece cuando él vive en nuestros corazones por la fe, la
esperanza y del amor (Ef 3, 17) Y desde dentro nos libera, nos reconcilia, hace
de nosotros una nueva creación y nos promueve (Jn 8, 31-32; 2 Cor 5, 17) Nos
hace hijos de Dios, hermanos y servidores, nos hace sus discípulos y sus
apóstoles. Todo lo anterior se da en nosotros cuando somos dóciles al Espíritu
Santo, que es el Espíritu de Cristo resucitado. Por eso nos dice: Por eso he
dicho: “Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros” Y ¿qué es lo que es de
Cristo? De Cristo es el amor, la paz, el gozo, el poder, la misión, el Espíritu
Santo y la reconciliación. (Jn 20, 19- 20) Cristo es nuestra salvación y
nuestra resurrección y la vida (Jn 11, 25) "De
él os viene que estéis en Cristo Jesús, al cual hizo Dios para nosotros
sabiduría de origen divino, justicia, santificación y redención,"
(1 de Cor 1, 30) Y todo eso es de nosotros si nosotros somos de Cristo Jesús: "Así
que, no se gloríe nadie en los hombres, pues todo es vuestro: ya sea Pablo,
Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es
vuestro; y vosotros, de Cristo y Cristo de Dios." (1 de Cor 3, 21-
23)
El
Espíritu Santo es el Don de Dios a Jesús el Cristo, se lo dio sin medida. Todo
lo que Jesús hizo y dijo fue por medio del Espíritu Santo, Dios estaba con él. (cf
Hch 10, 38) Después de su Resurrección Jesús da Espíritu Santo, es el Don de
Jesús a sus discípulos, a todos los que creen en él y lo obedecen. El mismo
Espíritu Santo es el Poder de Dios que actúa en nuestro corazón para
revestirnos de Cristo y transformarnos en hombres nuevos y con sus dones
penetrar en los misterios de Dios y ser “Rocas vivas del Templo del Señor” Es
él quien hace de nuestro interior una “Fuente de aguas vivas” (Jn 7, 38) Nos
ayuda a ser “Luz, sal y fermento de la masa” Por el Bautismo y la Confesión nos
hace ser “Miembros vivos del Cuerpo de Cristo e hijos de la Iglesia y templo
vivos del Espíritu Santo” (1 Cor 12, 12s; Ef 3, 27)
El
Espíritu Santo es el Amor que el Padre entrega a su Hijo y el Hijo entrega al
Padre. Es la Comunión entre el Padre y el Hijo, y ahora por la fe en
Jesucristo, con la Iglesia estamos en comunión con Dios. Las palabras de Pablo
lo confirma: “El Amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el
Espíritu Santo que él nos ha dado (Rm 5, 5) Ahora podemos amar a Dios, a los
hermanos, la creación y amarnos a nosotros mismos. Dios es Amor y todo el que
ama ha nacido de Dios (1 Jn 4, 7) Podemos amar, perdonar y reconciliarnos con
Dios, con los otros y con nosotros mismos.
"La
caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es
jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no
toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo
lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta." (1 de
Cor 13, 4- 7)
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