EN LA LUCHA DEL EGO CONTRA EL AMOR.





En la lucha del Ego contra el Amor.

Cristiano es aquel que es portador del Amor que ha sido encendido en su corazón para irradiarlo en el rostro de otros seres humanos para ayudarlos a ponerse en pie y ponerse en su camino de realización. “Levántate, tú que duermes y Cristo será tu Luz (cf Ef 5, 14) La Luz de Cristo nos convierte en “líderes” en guías de otros. Recordemos el texto de san Juan “Yo soy la luz del mundo; la persona que me siga no caminará en  la obscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” (jn 8, 12). Mateo nos dice: “Cuando un ciego guía a otro ciego los dos caerán en el hoyo” (cf Mt 15, 14) Caer en el  hoyo es caer en cualquier situación de desgracia, de opresión, de explotación, de muerte; situación de no salvación y que no es querida por Dios. Ciego es aquella persona que no reconoce su dignidad, sus valores, sus talentos, su pecaminosidad; se piensa que vale por lo que tiene, o por lo que hace o por lo que sabe. La Verdad me dice que la persona vale por lo que es, persona, valiosa en sí misma y no por las cosas.

Cuando hablamos del “Ego” estamos haciendo referencia al “Yo”. Cuando el “Yo” se niega a ser “nosotros”; cuando el “mío” se niega a ser “nuestro”, es cuando entonces Se desfigura nuestra rostro. Ni razonamos correctamente, se nos inflama el corazón, es decir el “yo” se  llena de orgullo, de egoísmo, de codicia, de lujuria, de ira, de envidia, de gula, de pereza, rompemos la comunión con los demás y nos gusta estar sobre los otros e imponerle nuestros criterios o principios, instrumentalizar, manipular y desecharlos. El “Ego” desfigurado lleva al “individualismo, al relativismo, al fariseísmo, a ser opresores y explotadores de los otros. El “Ego” es la causa de las guerras, de los secuestros, de los divorcios, del los abortos y de toda división en la familias, comunidades, pueblos y naciones. Cuando el corazón se encuentra vacío de amor, de valores y de virtudes, la razón es porque el “Ego” se encuentra inflado de manteca o de cebo de cebones tal como lo explica el profeta: «¿A mí qué vuestros sacrificios? —dice Yahvé—. Harto estoy de holocaustos de carneros, de sebo de cebones; no me agrada la sangre de novillos, de corderos y machos cabríos” (Is 1, 11) Una religión sin fe que no agradable a Dios. La cabeza toda está enferma, todo el corazón debilitado (Is 1, 5).
Encender el fuego del Amor.                       
                                          
“He venido a traer vida (Jn 10, 10) Vengo a sanar los corazón heridos por la opresión y por la maldad (cf Lc 4, 18) “!He venido a arrojar un fuego sobre la tierra, ¡y cuánto desearía que ya hubiera prendido!!” (Lc 12, 49). Cristo ha venido al mundo como Luz (cf Jn 8, 12) para encender los corazones de los hombres con la “Luz y con la Verdad (cf Jn 1, 9. 17). La luz de la fe se enciende por la escucha de la Palabra de Dios (cf Rom 10, 17); Palabra que es luz que ilumina las tinieblas de nuestras vidas, es luz en nuestro camino (cf Slm 119, 105) Quien escucha la Palabra y cree en Cristo Jesús es ahora portador de la Luz. Palabra que nos convence de que Dios nos ama (cf Jn 3, 16); nos convence de somos personas importantes (cf Is 43, 1- 5); también nos convence que somos pecadores (Rom 3, 24) necesitados de ayuda al no poder salvarnos a nosotros mismos y nos lleva a la salvación por la fe en Cristo Jesús (cf 2 Tim 3, 14ss) “Sólo en Cristo hay salvación” (Hech 4, 12). Cuando el pecador se deja encontrar por Cristo, de ese encuentro sale ardiendo en llamas de amor. El creyente que no viva de encuentros con Cristo será una llama apagada, sin luz, sin vida, sin amor, sin el poder de Dios.

Los lugares de encuentro con el Señor Jesús

El Señor Jesús como buen Pastor busca a las ovejas perdidas, y éstas a la vez buscan a Jesús, aunque a veces inconscientemente. Buscan sentirse bien o buscan ser felices: Muchas veces lo buscan en las diversiones, en el alcohol, en la droga, lo buscan al margen de Dios y por ende, al margen de su realización personal, cayendo en situaciones de deshumanización o despersonalización. Pensemos en el hijo pródigo que buscó la felicidad viviendo como un libertino  en un país lejano de la “casa de su Padre” (cf Lc 15, 11ss) Cuando el hombre es conducido por sus instintos o por sus impulsos engorda su “Ego” y va entrando en su proceso que lleva a la muerte: «Entrad por la entrada estrecha, porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición; y son muchos los que entran por ella. En cambio, ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida! Y pocos son los que lo encuentran. (Mt 7, 13- 14) Los lugares para encontrarse con el Señor, son a la vez los me4dios para hacer crecer la luz de la fe.

V  El primer lugar es la Palabra de Dios. Quien la escuche y la obedezca le abre las puertas de su corazón a Cristo Jesús y se hace su discípulo (Apoc 3, 20). Cuando el “don de Dios” entra en nuestra vida, viene como Luz, Vida, Amor, Verdad y Poder (cf Jn 8, 12; Jn 10, 10; Jn 11, 25; Jn 14, 6) Es entonces cuando por las fe entramos en “comunión con Él” para realizar juntos las obras del Padre (cf Jn 4, 34; Ef 2, 10)

V  Ahora entramos en el lugar de encuentro con Jesús en la “oración” íntima, cálida y extensa. Que nos de labios para fuera (cf Is 29, 13)    Que sea acompañada por el amor a Dios y a los hombres (1 Jn 4, 20- 21)para que no sea como la fe sin obras (cf Snt 2, 14) El que no guarda los Mandamientos de Dios, su oración se encuentra vacía (cf Jn 14, 2. 31) Una fe sin oración se debilita, entra en agonía y muerte. Se apagó la luz, la lámpara se quedó sin aceite (cf Mt 25, 1- 13).

V  La Liturgia de la Iglesia: los Sacramentos, especialmente, el Bautismo,  la Confesión y la Eucaristía. Lugares por excelencia para encontrarse con Cristo, y medios específicos para crecer en la fe y por irradiar la Luz de Cristo por los caminos de la vida.

V  Otro lugar se encuentras en el encuentro con los pobres. “La Obras de Misericordia” que nos recuerdan la Palabra: “Misericordia quiero y no sacrificios” (cf Os 6, 6-7; Mt 9, 10- 13) Amor a los menos favorecidos, nos lleva al encuentro con el Señor de toda Misericordia y nos ayuda a crecer en la fe, la esperanza y la caridad para que nuestras lámparas estén encendidas (cf Mt 25, 1- 13).

V  Otro lugar de encuentro es la “Pequeña Comunidad” en la que se cumple la Palabra: “Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, yo estoy en medio “ (cf Mt 18, 20). Sin una comunidad cristiana, no permanecemos por mucho tiempo en el camino del amor, necesitamos de los demás y ellos necesitan de nosotros (cf Gn 2, 18) para poder crecer intercambiando los dones y los servicios que nos llevan a ser Comunidad fraterna, solidaria, misionera y servicial.

V  Otro lugar es “el Apostolado” animado por el Amor. El Poder de la fe se manifiesta siempre en el servicio para que se cumpla la palabra de Jesús: y el que quiera ser el primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre, que no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (mt 20, 27- 28;) “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? “Vosotros me llamáis ‘el Maestro’ y ‘el Señor’, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis lo que acabo de hacer con vosotros” (Jn 13, 13. 15)

No apaguen el fuego o la luz de Cristo.

“No extingáis el Espíritu; no despreciéis las profecías; examinadlo todo y quedaos con lo bueno. Absteneos de todo género de mal” (1 Ts 5, 19- 21-22). ¿Cómo apagar la “vela de la fe” “La lámpara del amor?”. La lámpara se apaga cuando se le acaba el aceite o la vela se apaga con soplo, con un viento que no viene de la fe. Apagamos la lámpara de la fe y del amor, rompiendo la Alianza con Dios, quebrantando los Mandamientos, haciendo el mal o dejando de hacer el bien (Cf Rom 12, 9;1 Pe 2, 1; Snt 4, 18) Cuando el cristiano da la espalda a Dios, abandona la oración, no vive de encuentros con Jesús entra en una agonía espiritual que lo lleva a la muerte (cf Rom 6, 23) Es salir de los terrenos de Dios: El amor, la verdad, la libertad, la justicia endureciendo el corazón a la Palabra liberadora (cf Jn 8, 32) para desviarse por caminos que lo pierden: “el conformismo, el totalitarismo, el individualismo, entre otros”.

¿Qué propone Jesús a los creyentes?

V  Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.» (Jn 8, 31-32)
V  Como el Padre me amó, yo también os he amado; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor” (Jn 15, 9, 10)

V  Como el Padre me amó, yo también os he amado; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor,

V  Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, la salvará. Pues ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina? Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles (Lc 9, 24- 26). Lo que realmente significan estas palabras de Jesús sería: “No se bajen de la Cruz” “Niéguense a sí mismos”. Es decir el arma poderosa para vencer el “Ego” es la “humildad de Cristo: “Es preciso que él crezca y que yo disminuya. El que viene de arriba está por encima de todos; el que es de la tierra habla de la tierra. El que viene del cielo (Jn 3, 30- 31)

V  La primera carta de Juan nos invita a romper con el pecado, a guardar los Mandamientos, romper con el mundo y a practicar las virtudes para poder vencer al “Ego” y darle la victoria al amor (1 Jn 1. 8-10; 1 Jn 2, 3-4; 1 Jn 2, 15ss; 1 Jn 3, 18).

¿Quién será el vencedor entre el Ego y el Amor?

El Ego se alimenta por los sentidos en cambio el amor se alimenta por medio de decisiones libres y consientes. Yo decido abandonar el mal para hacer el bien. Yo decido amar, negándome a mí mismo. Lo que pide esfuerzos renuncias y sacrificios para que el amor se haga fuerte con la energía del Señor (cf Ef 6, 10)

V  El vencedor será aquél a quien se le alimente. Ese será fuerte echará fuera a su enemigo. San Pablo nos exhorta a “despojarse del hombre viejo y a revestirse del hombre nuevo” (Ef 4, 23) Abandonar el alimento chatarra que nos presentan los Medios que presentan pornografía, violencia, modas y comportamientos que llevan al pozo de la muerte. Busquemos el alimento  que nutre y transforma en hombres originales, responsables, libres y capaces de amar.

V  “Despojarse de tinieblas y revestirse de luz, con la armadura de Dios, revestirse de Jesucristo (Rom 13, 13).

V  “Así que, como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre y paciencia” ( Col 3, 12).


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