LA VIDA NUEVA NACE DE LA FE EN CRISTO JESÚS

 LA VIDA NUEVA NAC DE DE LA FE EN CRISTO JESÚS



Decid a los inquietos: «Sed fuertes, no temáis. ¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite, la retribución de Dios. Viene en persona y os salvará». Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán; entonces saltará el cojo como un ciervo y cantará la lengua del mudo, porque han brotado aguas en el desierto y corrientes en la estepa. El páramo se convertirá en estanque, el suelo sediento en manantial». (Isaías 35, 4-7ª)

Yo hago las cosas nuevas, dice el Señor (Apoc 21, 5) Los ciegos, los sordos, los mudos y los cojos, somos nosotros cuando nos dejamos atrofiar por el pecado: Teniendo ojos no vemos; teniendo oídos no escuchamos; teniendo boca no hablamos y teniendo pies no caminamos. Pudiendo hacer el bien no podemos, es el mal lo que nos gobierna, nos oprime y nos esclaviza (cf Rm 7) Jesús viene a sacarnos del pozo de la muerte y a llevarnos a nuestro suelo: cambia nuestro corazón de piedra por un corazón de carne y nos da su Espíritu Santo (Ez 37, 12) Para que podamos hacer la Voluntad de Dios:  Rechazar el mal y hacer el bien (Rm 12, 9)

Jesús viene a restaurar nuestra casa, a purificarla y a poner las cosas en orden Cambia nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar. Nos saca de los terrenos del hombre viejo que nos daba una mente embotada, un corazón endurecido y vacío de amor, juntamente con una vida arrastrada ( Ef 4, 17- 18) El hombre viejo tiene su propio vocabulario: divide, confunde, engaña, sofoca y mata. La boca habla lo que lleva en su corazón (Lc 6, 45)

Nos saca del reino de las tinieblas y nos lleva al reino de la Luz para conocer sus frutos: La bondad, la verdad y la justicia (Ef 5, 9) Con una fe sincera, un corazón limpio y una conciencia recta (1 de Tim 1, 5) podemos ver las maravillas de Dios; podemos escuchar el clamor de los hombres y y el clamor de Dios; podemos caminar en la verdad y guardar los Mandamientos; podemos hablar las lenguas nuevas que animan, exhortan consuelan, salvan y corrigen con amor (cf Mc 16, 18)

La vida nueva nos da la Mirada de Dios.

Pero el Señor dijo a Samuel: No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón. (2 de Sm 16, 7) Dios no te valora por lo que tienes ni por lo que haces, te valora por lo que eres: una persona valiosa. Importante y digna, seas hombre o mujer, pobre o rico. Dios no hace acepción de personas (Rm 2, 11) Ama a todos; y sí creemos en él nos perdona, nos salva y nos da Espíritu Santo. La acepción de personas nos lleva al pecado religioso del cual nos habla el apóstol Santiago :

Hermanos míos, no mezcléis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas.
Suponed que en vuestra asamblea entra un hombre con sortija de oro y traje lujoso, y entra también un pobre con traje mugriento; si vosotros atendéis al que lleva el traje de lujo y le decís: «Tú siéntate aquí cómodamente», y al pobre le decís: «Tú quédate ahí de pie» o «siéntate en el suelo, a mis pies», (Snt 2, 1- 3) Lo que equivale a postrarse ante el oro y el poder, ante los ricos y los poderosos. Es ser hipócrita, lo que significa hacer payasadas

 El relato evangélico.

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano.
Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua- Y mirando al cielo, suspiró y le dijo:

«Effetá» (esto es, «ábrete»). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían:
«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
(Marcos 7, 31-37)

Jesús saca al hombre enfermos de entre la gente, pareciera que no quiere ser visto por pura simple curiosidad o por charlatanería. Le impone las manos, le mete los dedos en los oídos y masajea la lengua con saliva, parce un curandero más, lo que está es preparando el corazón del hombre. Luego levanta sus ojos y ora a su Padre que le da la luz verdad para que haga el milagro. Lo hace con su Palabra Poderosa. Y le dice al enfermo: Effata, que quiere decir ábrete.

Ábrete al amor de Dios, al perdón, a la Palabra, a la acción del Espíritu Santo, al servicio, como diciéndole: hazte responsable, libre y sé capaz de amar para que puedas lavar pies a los demás.

Jesús todo lo hace muy bien. Sus milagros son señales que el reino del mal se acaba para empezar la Vida Nueva, el r<reino de Dios (Col 1, 13) Hoy día Jesús sigue haciendo milagros. Nos cambia de copias y títeres en hombres nuevos: originales, responsables y libres para que amemos y sirvamos a todos, sin acepción de personas. El hombre nuevo que vive de encuentros con Jesús, puede ver, escuchar, caminar y hablar, por que Jesús lo ha sacado del individualismo, del totalitarismo y del conformismo, pues ha recibido un espíritu de Amor, Fortaleza y Dominio propio (2 de Tim 1. 6-7) Olvidando lo que dejó atrás, se lanza hacia adelante hasta alcanzar a Cristo que ya le dio alcance (Flp 3, 7)

Ánimo y sé valiente: abre tu boca para rezar, para cantar. Predicar, corregir y no te desvíes ni a izquierda ni derecha, todo hacia adelante con tus ojos puestos en Jesús (1 de Tes 1, 9) Pa atrás ni pa agarrar impulso (cf Lc 9, 62)

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