JESÚS VIO A UN HOMBRE LLAMADO MATEO, SENTADO A SU MESA DE RECAUDADOR DE
IMPUESTOS, Y LE DIJO: "SÍGUEME".
En aquel tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, sentado a su mesa
de recaudador de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él se levantó y lo
siguió.
Después, cuando estaba a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y
pecadores se sentaron también a comer con Jesús y sus discípulos. Viendo esto,
los fariseos preguntaron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con
publicanos y pecadores?" Jesús los oyó y les dijo: "No son los sanos
los que necesitan de médico, sino los enfermos. Vayan, pues, y aprendan lo que
significa: Yo quiero misericordia y no
sacrificios. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores".
(Mt 9, 9-13)
Jesús nos enseñó con parábolas, pero su vida
misma es una parábola. Se sienta a la mesa con publicanos y se hace amigo
de ellos para enseñarlos que ellos son
llamados a sentarse a la Mesa con el Padre celestial y hacerse amigos de Él.
Mateo, un pecador público, un recaudador de
impuestos, un hombre impuro, es llamado
a ser discípulo y apóstol de Jesús. El el Reino de Cristo Jesús caben todos,
todos, todos, buenos y malos, justos y malvados, lo único que no cabe es el
pecado.
En la doctrina de Pablo encontramos esta hermosa
verdad: ¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios?
¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los
borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios. Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero
habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el
nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios. (de Cor 6, 9-
11)
Todos,
todos, todos los que se arrepientan y se conviertan entran en el Reino de Dios. Son
justificados por la fe en Jesucristo (Rm 5, 1) Cristo murió por todos, y los
que se arrepientan de sus pecados son justificados. Son perdonados de sus
pecados y recién el Espíritu Santo. Así lo dice el Apóstol:
El
encuentro con Cristo es la diferencia. La
fornicación, y toda impureza o codicia, ni siquiera se mencione entre vosotros,
como conviene a los santos. Lo mismo de la grosería, las necedades o las
chocarrerías, cosas que no están bien; sino más bien, acciones de gracias. Porque
tened entendido que ningún fornicario o impuro o codicioso - que es ser
idólatra - participará en la herencia del Reino de Cristo y de Dios. Que nadie
os engañe con vanas razones, pues por eso viene le cólera de Dios sobre los
rebeldes. No tengáis parte con ellos.. (Ef 5, 4- 7)
“Porque
en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como
hijos de la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y
verdad. Examinad qué es lo que agrada al Señor”. (Ef 5, 8-
10)
Mateo es
figura de todos nosotros que somos pecadores, unos más que otros, pero todos
los hombres lo somos, (Menos la Virgen María que fue concebida en sin pecado)
Pero después de ella, todos, todos, todos:
“Pero
ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado,
atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en
Jesucristo, para todos los que creen - pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y están privados de la gloria
de Dios - y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la
redención realizada en Cristo Jesús, a quien exhibió Dios como instrumento de
propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia,
habiendo pasado por alto los pecados cometidos anteriormente” (Rm 3, 21- 25)
La
conversión pide reconocer nuestros pecados, arrepentirnos y pedir perdón por ellos: Es
entonces cuando nos apropiamos de los frutos de la redención de Cristo: el
perdón y el don del Espíritu Santo, la paz y la resurrección, pasar de la
muerte a la vida, de las tinieblas a la luz, del pecado a la gracia, hasta
alcanzar la estatura del hombre Cristo Jesús y ser como él (Ef 4, 13)
“Vengan a
mí los pecadores y los enfermos, tráiganme su carga, y yo los aliviaré” “Acepten
mi yugo” para que tengan misericordia, amor, bondad y justicia, humildad y mansedumbre
Para que tengan descanso en sus corazones (cf Mt 11, 28- 30) Nuestro Descanso
es Cristo: Es nuestra Luz, nuestro Poder y nuestra Misericordia. Es nuestro
Camino, la Verdad y la Vida ( Jn 14, 6) Es nuestra Salud, “Dónde abundó el
pecado, sobre abunda la Misericordia de Dios (cf Rm 5, 20) Dios ama a los pecadores,
pero, rechaza el pecado.
La prueba
de que Dios nos ama, es que Cristo, siendo nosotros pecadores, murió por
nosotros. (Rm 5, 6s) “Nos amó y se entregó por nosotros”
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