ELEGIDOS POR AMOR PARA SER APÓSTOLES DEL RESUCITADO.

 

ELEGIDOS POR AMOR PARA SER APÓSTOLES DEL RESUCITADO.

Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó. (Mc 3, 13- 19),

Los eligió por amor, los hizo sus discípulos para luego ponerles el nombre de apóstoles que significa enviados. Los eligió, los llamó y los formó para que después que él se fuera, ellos siguieran con su Obra redentora. “A donde yo, ustedes no pueden ir, después irán” (cf Jn 13, 33) Ahora tengo que ir solo y puro para dar mi vida por muchos, por los cercanos y los lejanos, por mis amigos y por mis enemigos (Hch 2, 39; Lc 23, 34).

Jesús les había avisado de lo que iba a pasar: Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. (Mt 16, 21)

Los apóstoles tenían miedo seguirlo, pero en cierto momento Tomás les dijo a todos: Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él.» (Jn 11, 16) Algo que será posible después de la resurrección. Los apóstoles se convertirán y serán capaces de dar la vida por Jesús, serán testigos de la resurrección. “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida”. (1 de Jn 1, 1) A un Cristo resucitado.

 

La experiencia de la resurrección:

Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.» (Jn 20, 18- 23)

Los dones del Resucitado a su Iglesia: el perdón, la paz, el gozo, la misión, el don del Espíritu Santo, el ministerio de la reconciliación y la experiencia de la resurrección. Para edificar la Iglesia, los hace sacerdotes, profetas y reyes (1 de Pe 2, 9)

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.» (Jn 20, 24- 25)

Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: “La paz con vosotros.” Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.» Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.» Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.»  (Jn 20, 26- 29)

Tomás el hombre de la duda, el incrédulo, es ahora, testigo de la resurrección de Jesús y hace la bella confesión de la divinidad de Jesús, las palabras más bellas y veraces de la Biblia sobre Jesús: “Mi Señor y mi Dios”. Jesús le responde: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.»

Muchas veces nosotros hemos visto las maravillas del Señor en nuestra vida, damos testimonio de Cristo con cierta presunción, pero Jesús nos dice: “Dichosos los que no han visto y han creído”. ¿Qué es lo que hemos visto? Nos ha liberado, nos ha reconciliado, nos ha hecho una nueva creación, nos ha hecho milagros y nos ha promovido, y aun así lo negamos. Hasta rechazamos su señorío y su divinidad. Las palabras de Juan son actuales: “Vino a los suyos y no lo recibieron”. (Jn 1, 11) Pero a los que encarnan la experiencia de la resurrección los hace ser hijos de Dios y los llena con su Gracia.

La esencial de nuestra fe es experimentar la fuerza de la resurrección: “Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios, apoyada en la fe, y conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte” (Flp 3, 7- 10)

La señal es el Amor a Cristo a su Palabra, a la oración y a su Iglesia. Señal que se manifiesta en el Servicio a Cristo y a los suyos.

 

 

 

Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search