EL AMOR A DIOS Y EL AMOR AL PROJIMO ES CARIDAD.

 

EL AMOR A DIOS Y EL AMOR AL PROJIMO ES CARIDAD.


LA CARIDAD ES EL AMOR DE DIOS DERRAMADO EN NUESTRO CORAZÓN JUNTAMENTE CON EL ESPÍRITU SANTO QUE ÉL NOS HA DADO. (Rm 5, 5)

 La Caridad unida a la fe y a la esperanza son dones que el Espíritu Santo infunde en las potencias del alma que está en gracia de Dios. La fe viene de la escucha de la Palabra de Dios (Rm 10, 17) Y por la fe somos justificados (Rm 5,1) La esperanza  nace y crece en un corazón pobre y sencillo, para luego desplegarse hacía la caridad. De las tres la más grande es la caridad (1 de Cor 13, 13) 

La pregunta del siglo: Maestro, ¿cuál es el principal mandamiento de la Ley? Él le dijo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Mt. 22, 37-39).

 

Jesús nos garantiza que estamos en Dios, es decir en Cristo: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn. 13, 35). El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.» Le dice Judas - no el Iscariote -: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?» Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. (Jn 14, 21- 23) La vida mundana, pagana y pecaminosa está al margen de poseer las virtudes teologales. 

Jesús nos garantiza de ser escuchados por Dios en nuestras oraciones: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre...” (Jn. 14, 15). El amor a Dios y al prójimo pide guardar los Mandamientos de la ley de Dios, para poder así guardar el Mandamiento regio de Jesús: “amar nos como él nos amó” (Jn 13, 34)

Para el que guarda los Mandamientos hay una Promesa: El que ha recibido mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama, y el que me ame será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él (Jn. 14, 21). Jesús se manifiesta en nuestra vida liberándonos, reconciliándonos, haciéndonos una Creación nueva y promoviéndonos para que sigamos sus pasos, como discípulos de él.


Con el mismo amor con que el Padre ama a su Hijo, con ese mismo amor Jesús ama a los suyos y estos, con ese mismo amor aman a Dios y se aman entre ellos: Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. El deseo de Jesús es que permanezcamos en su amor. ¿Cómo podemos hacerlo? En la obediencia y en la práctica de la justicia y del derecho, es decir en santidad. “Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo te he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Jn. 15, 9).


¿Quién puede guardar el Mandamiento Regio?
Es el Mandamiento de Jesús, para poder guardarlo hay que estar en comunión con él, hay que guardar los 10 Mandamientos de la Ley: hay que tener amor a Dios y al prójimo: “Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado (Jn 13, 34). Nadie puede guardar este Mandamiento si esta en pecado mortal, no tiene vida, está en la muerte. (cf Rm 6, 23)

 Hay que estar en gracia de Dios para poder dar vida a los demás: “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando” (Jn. 15, 12-14). Donde reina el pecado no hay amistad con el Señor. Por la caridad somos hijos y amigos de Dios, hermanos de Jesús y de los que son parte de la Comunidad de Cristo. Llamados amar a todos, a nuestros enemigos, en caso de que los tengamos.


No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer (Jn. 15, 15). El amor de Jesús a sus discípulos está lleno de confianza, de cariño y de ternura, no se guarda secretos, por eso pudo decirles: “Padre que reconozcan que los amas como me amas a mí” (Jn 17, 22)


Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno; yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y yo les he amado a ellos como tú me has amado a mí (Jn. 17, 22). San Juan nos dice que Dios es amor y todo el que ama permanece en Dios y Dios permanece en él.

Donde este Cristo está el amor. Yo les he dado a conocer tu nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos (Jn. 17, 26).Por eso Pablo dice que Cristo habite por la fe en sus corazones  para que, arraigados y cimentados en el amor,  podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios. (Ef 3, 17- 19) Es el amor con que Cristo ama a los hombres, a todos, los amó hasta el extremos (Jn 13, 1)

Recomendaciones de Jesús a los suyos para el amor al prójimo.  

 

Amar como Jesús nos amó, hasta el extremo, hasta el dolor, hasta el sufrimiento, hasta la muerte: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos: si os tenéis amor los unos a los otros (Jn. 13, 35). La señal que hemos pasado de la muerte a la vida, del pecado a la vida, es el Amor (1 de Jn 4, 7) La señal de que amamos a Jesús es el Amor: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (Jn. 14, 15).

Guardar los Mandamientos es obedecer la Ley de Dios. El que ha recibido mis mandamientos y los guarda ese es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él (Jn. 14, 21). Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor (Jn. 15, 9). Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza (1 Jn. 2, 10).

El Amor contra el Ego.

En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos de Diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, ni tampoco el que no ama a su hermano (1 Jn. 3, 10). Hacemos justicia a Dios cuando creemos en Jesús, su amado Hijo, y le hacemos justicia a los hombres reconociéndolos como iguales, aceptándolos como son y respetándolos, es decir amándolos.


El Amor ha de ser recíproco: “Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” (1 Jn. 4, 7). Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado a nosotros en su plenitud. (1 Jn. 4, 12).


Cuidado de vivir en la mentira: “Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (1 Jn. 4, 20)....Todo el que ama a Aquel que da el ser, ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos (1 Jn. 5, 1-2). Este es el mandamiento como lo habéis oído desde el comienzo; que viváis en el amor (2 Jn.1, 6).

La caridad nace y crece en una fe sincera, unida a un corazón limpio y a una conciencia recta (1 de Tim 15) Todo se hace por amor a Dios y al prójimo. Cuando la caridad desaparece de nuestra vida, también se van la fe y la esperanza, quedamos vacíos de Dios y de Amor.

 

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