JESUCRISTO Y EL BAUTISMO
Iluminación. “Por el Bautismo fuimos
revestidos de Cristo; morimos con él, fuimos sepultados con él y resucitamos
con él a una nueva vida” (Rm 6, 4ss)
DESARROLLO DEL TEMA
¿Qué sabemos
de Jesús? ¿Quién es Jesucristo para
nosotros? No podemos
hablar de Bautismo al margen de Jesús, sería una vergüenza que los cristianos que
no conozcamos en quien somos bautizados. Sólo en Cristo podemos comprender el
sentido de cada uno de los Sacramentos de la Iglesia, razón por la cual he
querido comenzar esta reflexión haciendo referencia a la persona de Jesús de
Nazareth, “su ser”, “su obrar” y luego “la vida cristiana”.
1. EL SER DE
JESÚS.
La pregunta
sobre Jesús. Viniendo Jesús a la
región de Cesárea de Filipo, preguntó a sus discípulos: “¿Quién dicen los
hombres que es el Hijo del hombre?” Ellos contestaron: “Unos, que Juan el
Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías u otro de los profetas.” Y El
les dijo: Y vosotros: “¿Quién decís que soy yo?” Tomando la palabra Simón
Pedro, dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. (Mt. 16, 13-16) La
respuesta de Pedro es la única respuesta que tiene la Iglesia, es la respuesta
de la fe cristiana.
JESUCRISTO
es Dios verdadero y es a la vez hombre verdadero. No es un hombre que se hizo Dios. El es DIOS desde
la eternidad: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba en Dios y
la Palabra era Dios. (Jn 1, 1) Ella estaba en el principio con Dios. Todo se
hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe, Jesucristo es Dios
que se hizo hombre, ésta es nuestra fe cristiana.
JESUCRISTO
es el Verbo del Padre. “El Verbo se hizo carne y
habitó entre nosotros”. (Jn 1,1-3.14) “En el principio es un término de la
lengua semítica que significa: “cuando nada existía, cuando nada había sido
creado”. Jesús es la Palabra encarnada.
JESUCRISTO
es Jesús de Nazaret. Un hombre histórico, que
vino de junto al Padre y nació de la Virgen María (Mt 1, 16; Gál 4,4), nació en
Belén de Judá en tiempo del rey Herodes (Mt 2, 1-6). Que fue “Ungido” con el Espíritu Santo como
Sacerdote Profeta y Rey para realizar la “Misión” que el Padre le encomendó (Mt
3,13-16; Mc.1,9-11; Lc. 3,21-22). El libro de los Hechos nos dice que fue un
hombre aprobado por Dios, palabras y señales poderosas; que murió como hombre
en manos de gente malvada, pero que Dios lo resucitó por medio del Espíritu
Santo” (Hech. 2, 21ss)
JESUCRISTO es “Señor y Cristo.” “Sepa con certeza toda la casa
de Israel que Dios ha constituido “Señor y Cristo” a este Jesús a quien
vosotros habéis crucificado” (Hech 2, 36). Señor, es el nombre que los judíos
daban a Dios
JESUCRISTO
es “Principio y Fin; “Alfa y Omega”. “Cabeza” de la Iglesia y de lo todo lo creado:
“Bajo sus pies sometió Dios todas las cosas y le constituyó Cabeza suprema de
la Iglesia, que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo llena todo en todo” (Ef 1,
22-23)
JESUCRISTO
es para
quienes hemos tenido la experiencia de encontrarnos con él, es el Don de Dios a
los hombres, Es el Hijo de Dios hecho hombre. Es nuestro Redentor y Salvador,
es Maestro y Señor de nuestras vidas. Es nuestra fuerza en la lucha contra el
pecado y es nuestra Paz. (Jn 3, 16; Mc 1, 1; Gál 2,20; Ef 5, 1- 2; 1 Cor 1, 30)
JESUCRISTO es el Pan de Vida, Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de vida. El que venga a
mí no tendrá hambre, y el que crea en mí no tendrá nunca sed.” (Jn 6, 35) Él es
el alimento que Dios ha dado alos hombres: Su Palabra es comida y bebida y la
Eucaristía es Presencia real de Jesucristo, Banquete y Sacrifico vivo, santo y
agradable a Dios.
¿QUIÉN ES
JESUCRISTO? Jesucristo es el Hijo de Dios hecho hombre, que nació de la Virgen María
para nuestra salvación. Él es, “El Don de Dios a los hombres”. Ungido por el Padre con el Espíritu Santo para
ser Mesías redentor y salvador.
¿QUÉ
SIGNIFICA JESUCRISTO? Jesús significa “Salvador” y Cristo significa “Ungido”,
“Consagrado”. En el Credo decimos: “Creo en Jesucristo”, con esto decimos que
creemos que “Él es Dios con Nosotros”, el Dios que se hizo hombre. Jesús
significa salvación (Mt 1, 21)
¿PARA QUÉ
SE HIZO HOMBRE EL HIJO DE DIOS?
El Hijo de
Dios se hizo hombre para “redimirnos del pecado” y darnos el “don del
Espíritu”, la Gracia de Dios. (Gál. 4, 4-5) “Vengo para que tengan vida en
abundancia2 (Jn 10, 10) “He venido a encender el fuego del Espíritu en el
corazón de los hombres redimidos” (cf Lc 12, 49)
¿POR QUÉ
PODEMOS LLAMARNOS HIJOS DE DIOS?
Por la obra Redentora de Jesucristo nosotros somos
hijos de Dios por “adopción” (Ef 1, 5; 1 de Jn 3,1ss), es decir, por “participación”;
Jesucristo es el Hijo“natural” de Dios,
por recibir de Él su naturaleza, como el hijo de un hombre, es hombre. Nosotros
somos hijos por adopción, lo que significa que el Padre nos comunica su gracia,
su esencia su naturalaza (2 de Pedro 1, 4) y nos hace hijos suyos (Gál. 4, 5).
En el Sacramento del Bautismo nos apropiamos de los frutos de la Redención.
¿CÓMO
PODEMOS ENTENDER ESTA VERDAD? Esto lo podemos entender mejor cuando leemos en la
Biblia: “Subo a Mi Padre y vuestro Padre;
a mi Dios y vuestro Dios” (Jn 20, 17) Vuestro Padre y vuestro Dios;
Jesús nos dice que lo que nosotros somos en referencia a Dios es por
comunicación, por participación, y esto es posible por medio de la fe y el
Bautismo. Jesucristo por razón de su divinidad es igual al Padre, y menor que
el Padre por razón de su humanidad (Jn 14, 28; 10, 30) En Jesucristo hay dos
nacimientos, uno es eterno: “Nacido del Padre antes de todos los siglos”, el
otro es temporal, nacido en el tiempo de la Virgen María.
¿POR QUÉ SE
HIZO HOMBRE JESUCRISTO? La única razón que podemos encontrar es el Amor: Por
Amor El Padre envió a su Hijo (Jn 3, 16). El Amor de Dios se ha manifestado en
que siendo nosotros pecadores Cristo murió por nosotros” (Ef. 5, 6). Jesús lo
había dicho: “No hay mayor amor que la de aquel que da la vida por sus amigos”
(Jn. 10, 10ss).
2.
EL QUEHACER DEL SEÑOR JESÚS.
JESUCRISTO es el “Enviado”. Es enviado por
su Padre a este mundo con una misión
concreta; la salvación de los hombres; con sus mismas palabras nos dice: “vengo
para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). Es la vida de la
Gracia, la vida Trinitaria, vida de
Dios. Para darnos este hermoso don, Jesús inventó los Sacramentos.
JESUCRISTO
es el “Ungido” para ser Sacerdote, Profeta y Pastor. Se pasaba horas y días enseñando su Palabra a
los hombres. Les enseñaba a vivir como hijos de Dios, como hermanos unos de los
otros y como servidores de todos. (Jn 13, 15) Enseñaba con su palabra y con su
testimonio de vida que Dios ama a buenos y malos (Mt. 5, 45
JESUCRISTO
es el Salvador y el Redentor: “Amó a los suyos
hasta el extremo” (Jn 13, 12-14) Amó a todos y murió por todos los hombres (cfr.
Ef. 5, 1); nos amó entregando su vida para redimirnos y darnos el perdón de los
pecados (Ef. 1, 7) y trasladarnos del Reino de las tinieblas al Reino de la Luz, Reino de Dios
(Col. 1, 12).
JESUCRISTO
es Liberador del Mal y Dador del Espíritu Santo; Vivió entre los hombres, “puso
su morada entre nosotros”, “igual a nosotros en todo menos en el pecado” (Heb.
5, 15) San Pablo nos dice que vino a liberar a los esclavos de la ley y a
traernos el “don del Espíritu que nos hace hijos de Dios (Gál. 4, 4-6).
JESUCRISTO
es Fundador de la Iglesia y a la vez es su Fundamento. Durante su vida mortal llamó a
un grupo de hombres que creyeron en Él, los llamó a ser sus discípulos `y luego
los llamó Apóstoles (Mc. 3, 12-14) A uno de ellos, Pedro, lo nombró su
representante (Mt. 16, 18), y después de su Resurrección confirma lo que en
vida había prometido (Jn 21,15ss).
JESUCRISTO
es el Sanador: Es el sanador del hombre integral, no obstante, tuvo sus predilectos: los
enfermos, los pobres y los pecadores, acoge a todos, pobres y ricos; se entregó
por ellos, perdonó sus pecados, los sanó de sus enfermedades y los alimentó con
su Palabra de verdad.
¿CÓMO VIVIÓ
JESÚS, EN REFERENCIA A SU PADRE Y EN REFERENCIA A LOS HOMBRES? En referencia a su Padre el Evangelio de san Juan nos
dice: “Su alimento favorito fue hacer la voluntad de Dios en todos los momentos
de su vida. (cfr Jn. 4, 34) Vivió en
todo sometido a su Padre. En referencia a los hombres vivió como
Dios quiso: “Se pasó la vida haciendo el bien y liberando a los oprimidos por
el Diablo”. Hch 1’, 38) Vivió con toda
sencillez y pobre entre los pobres hasta el grado que “no tenía donde reclinar
su cabeza”. (Lc. 9, 58)
¿CÓMO NOS
AMÓ JESÚS? Amó hasta el extremo (Jn
13, 1), sin límites ni condiciones a todos los hombres y mujeres, sin medir
riesgos. En Jesús el amor es donación, es entrega, es servicio, es perdón, es
defensa de los más débiles, etc. Lo vemos amando a personas ricas como Zaqueo,
Nicodemo, Lázaro y sus hermanas entre otros. Los pobres, son sus favoritos, se
sienta a la mesa con ellos. Con los pecadores hace amistad y se deja querer por
ellos. A sus discípulos que eligió de entre el pueblo, los ama con predilección
y los forma para el apostolado (Mc. 3, 12-19).
¿POR QUÉ
DECIMOS QUE JESÚS ES MAESTRO? Jesús
no solamente ama, sino que además nos enseñó a amar y a servir a los hermanos (Jn.
13, 12-14. 34). Su enseñanza no sólo fue de palabra, sino, y sobre, todo con su
propia vida. Jesús vive lo que enseña, por eso puede ser llamado un Maestro que
enseña con autoridad. En él todo lo que hace y dice es expresión del amor que
llena su corazón, razón por la que puede decir:"Ámense como yo los he
amado". Podemos asegurar que la manera de enseñar de Jesús es única, El
enseñaba con su palabra, milagros, expulsión de demonios y con su propia vida,
por ello que su enseñanza tenía tanto poder.
¿CUÁL ES LA
VERDAD ENSEÑADA POR JESÚS, EL CRISTO DE DIOS? Jesús también proclamó la verdad sobre Dios y sobre el hombre. (Jn 8,
31- 32). La verdad sobre Dios es que él
es un Padre que ama y perdona a todos y sin distinción de personas. La verdad
es que Dios ama a los hombres hasta darles a su Único Hijo como salvador y
liberador del pecado (cf Jn 3, 16).
1)
La verdad sobre Jesucristo creída y anunciada por la
Iglesia, él es Emmanuel, Dios con
nosotros, entre nosotros y a favor de nosotros (Mt 1, 23)
2)
La verdad de Jesucristo es que nadie puede salvarse a
sí mismo, sólo Cristo es el Salvador
(Lc 9 , 24- 25; Jn 15, 1-4; Hch 4, 12) “Todo poder se me ha dado…” (Jn 20, 19-
23)
3)
La verdad sobre Jesucristo que él la Luz del mundo (Jn 8, 12) “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14, 6) “Es la
Resurrección y la vida” (Jn 11, 25)
4)
La verdad sobre Jesucristo es que él es el Revelador
del Padre y del hombre. El que ama al
Padre ama al hijo… (Jn 14, 7)
5)
La Verdad sobre Jesucristo es que él es Emmanuel Dios
con nosotros (Mt 1, 23) Es el don de
Dios a los hombres (Jn 3, 16) Es el Cristo, el Hijo de Dios vivo (Mt 16, 16)
Salvador, Maestro y Señor (Mt 23, 8-9)
6)
La verdad es que sólo Cristo puede dar el Espíritu Santo
y Fuego a los hombres (Lc 3, 16) Porque él es el único que ha muerto por el
pecado de los hombres y ha resucitado para dar vida eterna (Rm 4, 25)
7)
La verdad es que el Hombre tiene una dignidad que se
funda en que es imagen y semejanza de su Creador. (Gn , 26- 27) El sábado fue creado para el hombre (Mc
2, 27)
8)
La verdad es que todo hombre tiene la tarea en la vida
de amar y servir a sus semejantes con el mismo amor con el que Dios lo ama a
él. (Jn 13, 13. 34; Rm 5, 5)
9)
La verdad es que el hombre tiene un valor que solo puede
descubrirse a la luz de la redención de Cristo que con su vida pagó a cada uno
de los seres humanos. Valemos la
sangre de Cristo, el precio con el cual fuimos comprados. (1 Pe 1, 18- 22)
10)
La verdad es que Dios creó los bienes de la tierra para beneficio de
todos los hombres. Todo fue creado
para todos los hombres, los que se apropian de las cosas sin tener en cuenta a
los demás se alejan del sentido que expresa el sacramento del Bautismo
¿POR QUÉ ES
JESÚS EL VENCEDOR DEL PECADO? Jesús
combatió el pecado. Estuvo en lucha contra las fuerzas del Mal a lo largo de
toda su vida, tal como lo muestran las tentaciones en el desierto. (Mt 4, 1ss)
Combatió la injusticia, la falsedad, la mentira, el divorcio, la autosuficiencia, etc. (Mt. 23, 13- 15) Jesús
es el defensor y el promotor de la mujer (Jn 8, 1- 11; Mc 5, 21- 43; Jn 20, 11-
18) Jesús nunca se hizo cómplice de ninguna situación de pecado. Al final de su
vida con su muerte venció definitivamente al Maligno y al pecado. Los hombros de
Jesús son los hombros de Dios, él cargó todas nuestras debilidades. Por haber
amado, enseñado y proclamado la verdad, fue perseguido por los grandes de la religión
de los judíos, por las autoridades civiles y por los “grandes”. Fue preso, le
pusieron sobre sus hombros una cruz que abrazó con amor y en la cual fue
clavado y levantado en alto, como cualquier malhechor. (Lc. 23, 2- 5; 14, 20)
LA RESPUESTA
DE DIOS A SU HIJO AMADO. Dios
responde a la confianza y al abandono de su Hijo: “En tus manos abandonó mi
espíritu”. La Resurrección, es “El AMEN” del Padre a Jesús que fue obediente
hasta la muerte (Flp 2, 8). Por la Resurrección el Padre dice: “respaldo todo
lo que mi Hijo, enseñó y realizó a lo largo de su vida terrenal”. “Pero el
poder de Dios lo resucitó de entre los muertos” La resurrección de Jesús es su
triunfo sobre la muerte. Jesús resucita para darnos vida en abundancia, para
que seamos libres y podamos realizar las obras y las maravillas de Dios (cf 1
Cor 15, 3-4; Flp 2, 9-11).
3.
LA VIDA CRISTIANA.
Nuestra
respuesta a Dios, y en él a Cristo. “Creer
en Jesús, es confiar en él y obedecerlo, amarlo y servirlo:” “abrirle las puertas de nuestro corazón,”
(Apoc 3, 20) Abrirle la puerta del corazón a Cristo significa hacerse sus
discípulos. “Si confiesas con tus labios que Jesús es Señor y crees en tu
corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el
corazón se cree para conseguir la justicia, y con la boca se confiesa para
conseguir la salvación”. (cf Rm 10, 9-11) Creer en la resurrección de Cristo y
confesar a Jesús como Señor de nuestras vidas
nos pone en el camino del “Seguimiento”. El que quiera seguir a Jesús, y
vivir como El vivió, tiene que correr peligros como él los corrió. Pero también
resucitará. También vencerá.
¿Qué
relación existe entre Jesús, su Obra y el Bautismo? El bautismo es el Sacramento de la fe, y nos incorpora
a la persona de Cristo y a su Misterio Pascual; nos inicia con el rito del
Sacramento, pero nunca termina, se realiza, se renueva, se celebra y se vive
todos los días y en situaciones especiales que nos ponen de frente a las
palabras de Jesús: "Conmigo o contra mí, el que no junta desparrama"
(Mt12, 30). Desparramar equivale a tirar
a la basura o echar a los cerdos la "Perla preciosa de la Gracia de
Dios" recibida en el Sacramento como semilla que ha de fructificar, en un
irse llenando de Cristo o dejándose transformar en su imagen por la acción del
Espíritu. (cf Rm 8, 29)
Aplicación a
nuestra vida. Hacer un alto en mi
vida, darme un tiempecito para recogerme interiormente y preguntarme: ¿Quién
soy?, ¿De dónde vengo? ¿Para qué estoy aquí? ¿Cuál es el plan que Dios tiene
para mí? ¿Cómo está mi sentido de familia, de Parroquia, de Iglesia? La fe
viene de lo que se escucha, la Palabra de Dios; la enseñanza de la Iglesia;
entonces a buscar la renovación de la fe mediante el Encuentro con Jesucristo
en el Sacramento de la Reconciliación. Buscar la capacitación que me permita
crecer en la fe, mediante la
incorporación en una pequeña “comunidad de vida” dentro de mi Parroquia. Preguntar con un sentido de disponibilidad
sobre las diferentes actividades y trabajos que se realizan en la Comunidad
Parroquial. Es un ir buscando nuestro lugar en el Cuerpo de Cristo. Disponibilidad
para “salir” e “ir” al encuentro de mi”realidad” como cristiano, hijo de la
Iglesia y miembro de una Sociedad. “Como un hombre de Iglesia en el “Mundo” y
como un hombre de mundo en el corazón de la Iglesia” (EN)
2.
EL BAUTISMO Y LA
“BENDICIÓN DE SER HIJOS DE DIOS”.
Objetivo: redescubrir el origen de todo don perfecto, del inicio
de la historia de salvación de todo bautizado y el momento para apropiarse de
los frutos de la Redención de Jesucristo.
Iluminación. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, pues, por estar unidos a Cristo, nos ha colmado de toda clase
de bendiciones espirituales, en los cielos. Dios nos ha elegido en él antes de
la fundación del mundo, para que vivamos ante él santamente y sin defecto
alguno, en el amor.
1. EL PLAN
DIVINO DE LA SALVACIÓN.
Dios tiene un Plan de Salvación para ti, y para
cada hombre. “La Historia de la salvación comienza el día de nuestro bautismo.
El día que Dios eligió para que nos apropiáramos de sus bendiciones por medio
del Bautismo. El día del Bautismo es el principio de la nueva creación, en el
que se da el cumplimiento a todas las promesas y el nuevo hijo de la Iglesia se
apropia de las bendiciones espirituales que Dios ha prometido para todo el que
por la fe y el Bautismo se incorpore a su Hijo (cf Mc 16, 15).
Nos ha elegido de antemano para ser sus
hijos adoptivos por medio de Jesucristo, porque así lo quiso voluntariamente,
para que alabemos su gloriosa benevolencia, con la que nos agració en el Amado.
Por medio de su sangre conseguimos la redención, el perdón de los delitos,
gracias a la inmensa benevolencia que ha
prodigado sobre nosotros, concediéndonos todo tipo de sabiduría y conocimiento.
En efecto, nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad, conforme al
benévolo proyecto que se había propuesto de antemano, con el fin de realizarlo
en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por cabeza, lo que
está en los cielos y lo que está en la tierra. A él, por quien somos herederos,
elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a
la decisión de su voluntad, para que alabemos su gloria los que ya antes
esperábamos en Cristo. En él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la
verdad, la buena nueva de vuestra salvación, y haber creído también en él,
fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1, 3-10).
¿Qué se
entiende por bendecir? El término bendición tiene dos dimensiones, una hacia
arriba y otra hacia abajo. Hacia abajo significa que Dios nos hace partícipes
de lo que Él es, y de lo que Él tiene. Y hacia arriba significa que nosotros le
damos gracias por toda su bondad recibida. Jesús es nuestra Bendición”, en él,
somos benditos, y somos una “bendición.”
¿De qué
bendiciones hablamos? Existen
bendiciones naturales como el sol que sale para todos, la lluvia, el viento que
sopla para todos; los bienes y capacidades naturales como la razón, la belleza, etc. “Nada tenemos que
no lo hayamos recibido de lo Alto” (1 Cor 4, 7) El término “en los cielos, en
Cristo”, nos dice que estas bendiciones no son naturales, sino espirituales,
también son para todos, pero, “en Cristo”.
2. ¿CUÁLES SON ESTAS BENDICIONES ESPIRITUALES?
La primera
bendición es la elección divina. “Por cuanto nos ha elegido en Él antes de la creación
del mundo.” (v.4) Se trata de una elección gratuita, es decir hemos sido
elegidos por amor, sin mérito personal. Esta elección está ahí, hay que
descubrirla, apropiarse de ella y realizarla. Además es una elección funcional,
hemos sido elegidos para algo, hay una tarea, una misión para realizar. Elegidos en Cristo, ¿Para qué? Dios
Padre, nos ha llamado a la existencia, a la vida como primera bendición para:
“ser santos e inmaculados en el amor”. La vocación de todo bautizado es la
“santidad”. Esa es la voluntad de Dios: “vuestra santificación”. ( 1 Tes 4, 3)
La santidad de Dios que nos da el “ser de hijos” la recibimos por medio de los
Sacramentos.
La segunda
bendición es “la Filiación”. “Eligiéndonos de ante mano para ser sus hijos adoptivos
por medio de Jesucristo” (v.5) Nuevamente, en Cristo somos benditos, por Él y
en Él somos lo que somos, hijos de Dios. Ese es el destino glorioso que Dios
pensó desde la eternidad para todos los hombres, sin excepción. Por el bautismo
nos revestimos de Cristo y nos incorporamos a él (cf Gál 3, 26- 27) “En efecto, todos los que se dejan guiar por el
Espíritu de Dios son hijos de Dios. 15 Y vosotros no habéis recibido un
espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, habéis recibido un
espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! 16 El Espíritu
mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios.
17 Y, si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos
de Cristo, si compartimos sus sufrimientos, para ser también con él
glorificados.” (Rm 8, 14- 17)
La tercera
bendición es la Redención. “En Él tenemos por medio de su sangre la redención, el
perdón de los pecados, según la riqueza de su gracia”. (v.7) Somos pecadores
redimidos, comprados a precio de sangre. El
saber esta hermosa verdad deja en nosotros
una esperanza, la esperanza que Dios nos ama, nos perdona, nos salva y
nos da el don de su Espíritu, que clama en nosotros “Abba”, Padre. (Gál. 4,
6) San Pablo en la carta a los Romanos nos dice: “Pues a los que de antemano
conoció también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para
que fuera Él el primogénito entre muchos hermanos, y a los que predestinó, esos
también los justificó, y a los que justificó , a ésos también los glorificó.”
(Rom. 8, 29) Los frutos de la Redención son el perdón y la paz, la resurrección
y el don del Espíritu. Analicemos un poco más el término Redención. Nos
justificó, es decir nos hace justos, gratos a Él (Rm 5, 1; Gál 2, 16). Se
complace en nuestras oraciones, en nuestros trabajos y en nuestras buenas
obras, la razón, es que las hacemos en el Nombre de su Hijo y en comunión con
Él. Jesús nos lo había dicho:”Solamente unidos a mí podéis dar fruto, sin mí,
nada podéis hacer”. (Jn 15, 5-7)
¿Qué es la
redención? La Redención es la obra que Dios
realiza en Cristo y por Cristo a favor de los hombres para rescatarlos del
poder de las tinieblas (cf Col 1, 13) En virtud de la sangre de Cristo, pagada
como rescate, nuestros pecados son perdonados (Ef 1, 7). El término
redimir tiene por lo menos tres significados: Rescatar o sacar de
esclavitud al cautivo mediante el pago de un precio. Vencer el mal en todas sus formas. Jesucristo es el
Vencedor del Mal. Cancelar la
deuda. Dejar libre algo hipotecado, empeñado o sujeto a otro gravamen u
obligación.
“La Redención”
se relaciona directamente con pagar un precio. Nadie es capaz de pagar su
propia redención y seguir viviendo. “Porque la redención de su vida es de gran
precio, y no se logrará jamás” (Salmos 49, 8). Nuestra redención, la hemos
recibido gratuitamente por gracia, tuvo un precio muy alto: la sangre de
Cristo. Es muy importante comprender que
el precio que Jesucristo pagó por nuestros pecados no fue pagado al diablo,
sino a Dios, pues, a Él era a quién habíamos ofendido. Por eso Dios se hace
hombre en Jesús para cumplir la Ley de Dios y ofrecerse a sí mismo como
sustituto por nosotros. De esta forma, en Cristo, Dios mismo es el iniciador de
nuestra redención (cf Heb 12, 2). Él es nuestra redención y nuestro Redentor,
es nuestra salvación y es nuestro Redentor (cf 1 Cor 1, 30).
La cuarta
bendición es el don del Espíritu Santo: “Que ha prodigado sobre nosotros
en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el “Misterio de su
Voluntad” (v. 8). Conocer el “designio savífico de Dios”: la salvación de los
hombres, judíos y gentiles, por revelación del Espíritu Santo. “Según el
benévolo designio que Él se propuso de ante mano para realizarlo en la Plenitud
de los tiempos hacer que todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en el
cielo y lo que está en la tierra.” (cf Col 2, 9) El designio de Dios es que
lleguemos, judíos y gentiles, a ser “alabanza de su gloria” por nuestra
incorporación al Cuerpo de Cristo, en quien tenemos nuestra redención. Dios ama
a todos los hombres, es una verdad, pero también es una verdad, que Dios nos
salva en Cristo y por Cristo; “El es el Plan de Dios”. El dicho común de la
gente: “Cualquier religión es buena”, no puede ser tomada como una verdad de
fe. Sólo en Cristo encontramos la salvación (Hech 4, 12). Salvación que nos da
a través de su Iglesia, por medio de los Sacramentos, de los cuales el Bautismo es la “Puerta” para
entrar Ella. Lo grande, lo bello, lo bueno no es tanto el saber que somos
benditos, sino el vivir esas bendiciones; que nos apropiemos de la riqueza, de
la herencia que Cristo, el Hijo, comparte con nosotros sus hermanos. (cf Rm 8,
14- 17)
La quinta bendición es consecuencia de las bendiciones anteriores, Cristo nos hace
partícipes de su triple ministerio: sacerdote, profeta y rey, para que hagamos
las obras del Hijo; para que seamos colaboradores de Dios en la obra de la
salvación. “El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de
que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de dios y coherederos
de Cristo, ya que sufrimos con Él, para ser también con Él glorificados”. (Rom
8, 16-17)
3.
APLICACIÓN A NUESTRA
VIDA.
V Dedicar tiempo para
bendecir alabar y dar gracias a Dios por el Plan de Salvación y crecer en la
fe, la esperanza y la caridad (cf Col 3, 1- 4).
V Profundizar en la
vocación de bautizados, llamados a la santidad para con la ayuda del Espíritu
Santo ser testigos del amor de dios manifestado en Cristo Jesús. (cf Hech 1, 8)
V Con la ayuda de Dios,
luchar más ardientemente para vencer nuestras propias debilidades. Fortaleciéndose
con la energía del Señor (cf Ef 6, 10)
V Estar más disponible para
dar a conocer las bendiciones espirituales que Dios gratuitamente ha derramado
en Cristo para todos los hombres. (cf Mt 28, 19-20)
V Vivir el compromiso
bautismal, para todos trabajar en la edificación de la Iglesia y en la
construcción del reino de Dios.
V Guardar los mandamientos
de la Iglesia.
1. El Bautismo es el
Sacramento de la Fe
Objetivo: Purificar los
conceptos, criterios y dudas que se tengan acerca del Bautismo y de la fe para
facilitar el entendimiento y el compromiso de la fe.
Iluminación.
“El
hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley” (Rom. 1,5; 3, 28)
Significa que la salvación es un don gratuito e inmerecido; nunca es algo
debido, sino una gracia de Dios acogida por la fe. De esta manera el creyente
nunca puede gloriarse de sus obras o de su propia justicia ni apoyarse en sus
obras como lo hacía Pablo el fariseo” (Fl, 3, 4- 9)
DESARROLLO DEL TEMA
¿Es el Bautismo
necesario para la salvación? La fe
es la exigencia esencial para salvarse, para conocer, amar y servir al Señor.
Jesús en el Evangelio de Juan pide a sus discípulos creer en Él. “Creen en
Dios, crean también en mí”. (Jn. 14, 1)
En Mateo y Marcos, el Señor Jesús, ordena a sus Apóstoles bautizar a los que
crean en su Palabra (cf Mt 28, 20; Mc 16, 15) Por el Bautismo pasamos de la
muerte a la vida (cf Jn 3, 1- 5) “Todos
ustedes estaban muertos a causa…”. Dios, el Padre de toda misericordia nos ha
dado vida juntamente con Cristo…y esto no es por méritos personales, sino por
la fe…por la obediencia de Cristo al Padre, y por al amor de Cristo a los
hombres”. (Efesios 2, 1-8.) Cristo después de su Resurrección dice a sus
discípulos: “Y les dijo: “Vayan opor todo el mundo y prediquen la Buena Nueva. El que crea y se bautice se salvará. El
que no crea se condenará” (Mc. 16, 15-16) Por el bautismo somos incorporados al
Cuero de Cristo y revestidos de él. (Gál 3, 26- 27)
El Origen de la fe. Por lo tanto, la fe
viene por la predicación, y la predicación,
por la Palabra de Cristo” (Rom. 10, 17) La escucha de la Palabra, nos
lleva a la confianza en Dios que se revela, a la obediencia de la fe y al
compromiso cristiano. Por la fe, el
hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su
ser, el hombre da su consentimiento a Dios que se revela; esta respuesta, del hombre a Dios es llamada:
La obediencia de la fe”. (Catic. 143) La Sagrada Escritura nos presenta varios
modelos de la Fe.
Abraham,
el Padre de la fe. La
Escritura llama a Abraham el padre de todos los creyente. Dios pide al
patriarca que deje cuanto le pertenece: tierra, patria y familia para que pueda
ser una bendición para los demás (Gn 12,3b) Por la fe Abraham obedeció y salió
para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba”
(Heb. 11,8; Cf Gn. 12, 1-4). Abraham cree en lo imposible, y el misterio inicia
su historia. “Creyó Abraham en Dios y le fue reputado como justicia” (Rom. 4,3;
cf Gn 15, 6) Gracias a esa fe poderosa vino Abraham a ser el Padre de lso
creyentes.
María, la
Madre de la fe. María,
por ser modelo de fe es llamada por la iglesia: “Madre de todos los creyentes.”
Dios pide a María una fe que va mucho más allá del abandono de la tierra y de
la familia; le pide el abandono de sí misma; todas sus ilusiones como mujer
quedan truncadas ante la presencia del Ángel. Ella desea ser madre y tiene que
seguir siendo virgen…para ser madre. Ella realiza de manera más perfecta la
obediencia de la fe, creyendo que nada es imposible para Dios y responde dando
su asentimiento: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra”
(Lc. 1, 38) Isabel la saludó:”Dichosa la que ha creído que se cumplirían las
cosas que le fueron dichas de parte del Señor” (Lc. 1,45) Por esta fe todas las
generaciones te proclamarán bienaventurada. (cf Lc. 1, 48)
Pablo de
Tarso, pilar de la fe. “Yo sé en quien he puesto mi confianza” (2 Tim 1, 12). La fe es ante todo “la adhesión personal del
hombre a Dios y a toda la verdad por Él revelada., es decir, la “voluntad del
Padre es que todo aquel que crea en el que Él ha enviado tenga vida eterna” (Jn
6, 39-40). Creer en su “Hijo amado” en quien Él tiene todas sus complacencias
(cf Mc. 1,11). No podemos creer en
Jesucristo y no creer en el Espíritu Santo. Es Él quien revela y quien actúa en los hombres para llevarlos a
la fe en Jesucristo: Nadie pude decir: “Jesús es Señor, sino es bajo la acción
del Espíritu Santo” (1 de Cor. 12, 1-3). El “Creer” , no es solamente un acto
personal, es también un acto eclesial. Porque la fe, no es algo subjetivo, nos
precede, existía desde antes que cada uno de nosotros fuera bautizado. Es la fe
de la Iglesia que nos precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe. “La
Iglesia es la Madre de todos los creyente. “Nadie puede tener a Dios por Padre
si no tiene a la Iglesia por Madre” (San Cipriano)
¿Qué es
entonces la fe? Para comprender lo que
es la fe, miremos a Jesús, el Autor y Consumador de nuestra fe (cf Hb 12, 2).Jesús,
el Siervo emprende el camino hacia Jerusalén para obedecer hasta la muerte. Aceptando
su muerte lleva la fe a su perfección mostrando una confianza absoluta en el
que podía salvarlo de la muerte (Heb. 5,7) Para Jesús la fe es obediencia a su
Padre, confianza ilimitada; abandono en las manos del Padre y vida entregada a
favor de todos los hombres especialmente los menos favorecidos a quienes amó
con predilección.
Para
nosotros…digamos primero lo que no es la fe: La fe no es un algo: un objeto, una cosa
que podemos medir, pesar y abarcar. La
fe no es un sentimiento. Los sentimientos humanos son neutros, es decir, ni
buenos ni malos, depende la orientación que se les quiera dar. La fe no es una teoría como la de
Darwin. Toda teoría es la manifestación de impresiones subjetivas. La fe no es un conjunto de normas que
tengamos que obedecer para salvarnos. Caeríamos en un fariseísmo legalista,
rigorista y perfeccionista. Hombres y mujeres sin misericordia
Ahora
digamos lo que sí es la fe. Es la respuesta que el hombre da al amor de
Dios, a la Palabra que Él le dirige. Es la decisión de confiar y abandonarse en
Jesús: Es una convicción que sólo en Cristo hay salvación…(Hechos 4, 12) Fuera
de Él todo es muerte. La fe es un don y respuesta: “He sido yo quien los
eligió a Ustedes” (cfr. Jn. 6, 70), nos ha dicho Jesús. La fe no se puede
comprar. La fe es un poder. Poder “para vencer el mal y para
hacer el bien”, fuerza de Dios para cambiar la manera de pensar y los criterios
mundanos y torcidos. La
fe es una vida: “El Padre nos ha dado vida, esa vida está en Cristo, quien
tiene a Cristo tiene vida”. (1 de Jn 5, 14ss) Jesús mismo nos dice quien es El:
“Yo soy el camino, la verdad y la vida”. (Jn 14, 6) “Yo soy la Resurrección y
la vida”. (Jn 11, 35) La fe es un
“Alguien” que habita por la fe el corazón del creyente (cf Ef. 3, 17). Una
persona divina que ha tomado rostro humano: Jesús. El Don de Dios a los
hombres, La Palabra hecha carne mediante la cual fueron creados los mundos; la
Vida que el Padre nos da para que tengamos vida en abundancia. La
fe es el camino para apropiarnos de los frutos de la Redención y de todo lo que
Dios en su divina gracia nos ha querido compartir. Sólo por el camino de la fe
podemos conocer a Dios, penetrar sus Misterios y recibir sus bendiciones espirituales
(Ef. 1, 3-10) Por la fe sabemos que
en el nombre de Jesús, y por sus méritos, los pecados son perdonados; los
demonios son expulsados, los enfermos se curan y por él y en él somos hijos de
Dios.
¿Qué
implica creer en Jesús? Aceptarlo como nuestro único Salvador personal: “me amó y
se entregó por mí”. (Gál 2, 20) Es mi Redentor: con su sangre me ha comprado
para Dios: “nos ha sacado del reino de tinieblas y nos ha llevado al reino de
la luz” (Col. 1, 13). “Bajo las estrellas del cielo, solo en el nombre de
Cristo Jesús podemos ser salvos”.(Hech. 4, 12) Creer en Jesús es adherirse a su persona: hacerse uno con él,
buscando su rostro, su mirada, tener sus pensamientos, sus sentimientos, sus
intereses, sus preocupaciones, sus luchas, (cf Flp 2, 5-8) para hacer nuestras
las promesas y bendiciones del Padre que encontramos en la Biblia. Creer en es
aceptar su Palabra como “Norma” para nuestra vida: Vivir según el Evangelio
(Fil. 1, 29), es vivir como hijo de Dios, hermano de los hombres y servidor de
los demás. Creer en Jesús es aceptar a Dios como Padre que nos ama, que nos
perdona, que nos salva y que nos da su Espíritu Santo.
Lo que
exige el creer en Jesús. El Catecismo de la Iglesia nos dice que la fe es la
adhesión personal a Dios que se revela en Cristo. Implica la inteligencia y la
voluntad del hombre que acepta la Revelación que Dios hace de sí mismo mediante
sus obras y sus palabras. (Catic 176)
V Confianza infinita en
Dios que se nos ha manifestado en Cristo Jesús. Se abandonó incondicional en las
manos del Padre. “Yo sé en quien he puesto mi confianza”. “Quien pone su
confianza en Él, no queda defraudado”. (2Ti. 1,12)
V Obediencia a su
Palabra: “Haced lo que os diga” (Jn. 2, 5) Sin obediencia a la Palabra de Dios
no hay salvación.
V Disponibilidad para
servirle, aunque no te dejen: “No he venido a ser servido, sino a servir” (Mt
20, 28)
V Sentido de pertenencia:
somos del Señor, de Aquel que nos ha redimido, que ha pagado el precio por
nosotros. (1 de Cor. 3, 21)
¿Dónde no
hay fe? No
hay fe donde hay orgullo. La soberbia es el peor enemigo de la fe: presunción,
machismo, vanidad, etc. No hay fe
donde hay avaricia: ambición desmedida por las riquezas, fraudes, opresión y
explotación a los demás. No hay fe
donde hay lujuria: adulterio, fornicación, pornografía, etc. No
hay fe donde hay envidia: chismes, críticas, calumnias, falsos testimonios. No hay fe donde reina el pecado. No
hay fe, aunque recemos y prendamos velas, mientras se oprima a los demás. Pablo VI Habló de una fe que no salva,
la fe objetiva: creer en los dogmas de la Iglesia pero sin vivirlos. La fe que
sí salva, la fe subjetiva: vivir lo que se cree: es la obediencia de la fe. Es
la fe sincera, que brota de un corazón reconciliado y justificado por el
sacrificio redentor de Cristo.
Los frutos
de la fe. Hemos
dicho que nadie se salva sin la fe; pero de la misma manera hemos de decir, que
nadie se salva sin las obras. Obras que han de ser manifestación de la fe, de
la presencia de Cristo en el corazón (cf Snt 2, 14). Los frutos de la fe son
las Obras de Misericordia y los frutos del Espíritu: El amor, la paz, la justicia, etc. (Gál. 5,
22) Todo lo anterior nos lleva a decir
que el Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana; es la puerta
para entrar a la Iglesia y nos abre el acceso a los demás sacramentos y a la
vida según el Espíritu, la vida en Cristo. Digamos entonces que el Bautismo es:
Es don y tarea; es llamada y compromiso.
Nos bautizamos para ser cristianos, es decir,
para recibir la “Gracia de Dios” que se nos da en Cristo. En Él somos hijos de
Dios, y en Él, recibimos la salvación. Nos
bautizamos para vivir en Cristo y ser conducidos por su Espíritu que nos
transforma y nos capacita para entregar nuestra vida al estilo de Jesús. Su
muerte y su Resurrección dan sentido a nuestra vida.
Una mirada a María, la Madre del Salvador, nos
ayudará a comprender lo que es la fe. Para la Madre la fe es “don de Dios”, “es
confianza y abandono en la manos de Dios” “es apertura a la acción divina”, “es
acogida de la voluntad de Dios”, es
“entrega y servicio a su Pueblo.” Podemos de esta misma manera comprender
porque la Iglesia llama a María “la hija predilecta del Padre” y “la Madre de
los creyentes” (Lc 1, 38. 46- 55)
REDIMIDOS
Y JUSTIFICADOS POR LA FE DE JESUCRISTOCRISTO.
Iluminación. Pero ahora,
independientemente de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios de la que
hablaron la ley y los profetas. Se trata de la justicia que Dios, mediante la
fe en Jesucristo, otorga a todos los que creen —pues no hay diferencia; todos pecaron y están privados de la gloria
de Dios—. Éstos son justificados por Él gratuitamente, en virtud de la
redención realizada en Cristo Jesús
(Rm 3, 21- 24)
¿Qué
significa ser criatura nueva? Ser “criatura nueva”
significa haber sido transformados, es decir: ser redimidos (Ef 1, 7),
justificados para ser reconciliados con Dios y con los demás en Cristo;( cf Rm
5,1) lavados con su sangre (Hb 9, 14); significa ser perdonados y ser
revestidos de Cristo (Gál 3, 26-27). El bautizado recibe un don y una tarea.
Por un lado recibe la gracia santificante y por otro lado recibe el compromiso
de vivir según el don recibido. San Alberto Magno decía: “cristiano vive según
la dignidad que has recibido”. Vive tu dignidad de hijo de Dios; experiméntala,
acreciéntala y desarróllala. Ser
“criatura nueva” significa reconocer que ya no nos pertenecemos, somos
propiedad de exclusiva de Cristo que nos hace servidores de la Iglesia: somos
de los demás y hemos de vivir para los demás. (cf Rm 14, 8) En otras palabras,
somos un don para la iglesia y para el mundo con una tarea recibida del mismo
Jesús: “ser sal y luz para la humanidad” (Mt. 5, 13-14) Por el Bautismo, el hombre es convertido en “criatura nueva” (2 de
Cor. 5, 17), y por lo tanto en hijo de Dios (Gál. 4, 5ss), partícipe de la
naturaleza divina (2 Pe. 1,4), miembro de Cristo (1 de Cor. 6, 15), coheredero
con El (Rom. 8, 17) y templo del Espíritu Santo (1 de Cor. 6, 19). En el
Bautismo Dios da al bautizado la “gracia santificante” o gracia de la justificación.
Para que pueda creer, esperar y amar a Dios mediante el ejercicio de las
virtudes teologales.(cf Col 3, 1-4) El hombre al ser bautizado es justificado
por la fe mediante el Sacrificio Redentor de Cristo, y por lo tanto, al ser
justificado es hecho grato a Dios. Qué hermoso es ser hombre nuevo, hijo de
Dios e hijo de la iglesia.
¿Cuáles
son las virtudes teologales? Son
gracias de Dios recibidas en el Bautismo. El bautizado recibe estas gracias
para que pueda vivir como hijo, movido y conducido por el Espíritu Santo que
guía a los hijos de Dios. (Rom 8, 14) De esta manera el bautizado recibe además
la capacidad para realizar toda obra buena mediante la práctica de las virtudes
morales. San Pablo describe esta hermosísima realidad diciendo: “Dios nos sacó
del reino de las tinieblas y nos trasladó al Reino del Hijo de su Amor”
(Col. 2, 13). Lo que nos enseña que
Dios, no solamente perdona, sino que también nos da el “don” de su Espíritu,
(cf Gál 4, 4-6) nos da su Paz, su Gozo, su Santidad, frutos de la fe, de la
esperanza y de la caridad.(Gál 5, 22)
¿Cuáles
son los deberes de todo bautizado?
(Catic. 1269) El sagrado deber de ser instruido con el “depósito de la fe”
Con las verdades que la Iglesia ha recibido de su Fundador. Juntamente con el deber de someterse
a los demás (Ef. 5, 21; 1 Cor. 16, 15-16)
Es un servidor de sus hermanos en la comunión de la Iglesia.(cf. Jn 13,
12-15) Está llamado a ser dócil y
obediente a los Pastores de la Iglesia (Hb. 13, 17) Debe considerar a sus Pastores con respeto y afecto (1 de Tes. 5,
12- 13)
¿Cuáles
son los derechos de todo bautizado?
(Catic. 1269) Recibir los Sacramentos. Ser alimentado con la Palabra de Dios. Ser sostenido por los otros auxilios espirituales de la Iglesia
(LG 37; CIC c. 208-223)
3. ¿Cuál es el compromiso cristiano? (Catic 1270) Confesar y dar
testimonio de la fe. Los Bautizados por su nuevo nacimiento como hijos de Dios
están obligados a confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios
por medio dela Iglesia (LG 11) y de participar en la actividad apostólica y misionera del pueblo de Dios (
LG 17; AG 7, 23 Constructores de la unidad y de la paz. El catecismo nos dice
que el Bautismo es el vínculo sacramental de la unidad entre todos los
cristianos, e incluso con los que todavía no están en plena comunión con la
Iglesia Católica. (Catic. 1271) Amar
y defender el Sacramento. El Bautismo imprime en el bautizado carácter; un sello espiritual que
manifiesta su pertenencia a Cristo como miembro de su Cuerpo. Sello que no
puede ser borrado, ni siquiera por el pecado y por lo mismo el Bautismo no
puede ser repetido. (Catic. 1272) Vivir
el bautismo. El sello bautismal capacita y compromete a los cristianos a servir
a Dios mediante una participación viva el la Liturgia y en la misión de la Iglesia:
Todo bautizado participa de la triple misión de Cristo: sacerdote, profeta y
rey. (cf. Catic. 1273) La fidelidad
al Espíritu. El sello del Señor, es el sello del Espíritu con el que el Señor
nos ha marcado para el día de la redención (Ef. 4, 30), es el sello de la vida
eterna, quien sea fiel a las exigencias de su bautismo podrá morir con el signo de la fe. (Catic. 1274)
¿Cuál
es la fuente de todas las desgracias? Guerras, divorcios, fraudes, abortos, niños y
ancianos abandonados, desviaciones sexuales, hambre y miserias, crímenes
narcotráfico, racismos, indiferencias frente a las necesidades de otros,
divisiones dentro y fuera de la Iglesia, y más. La respuesta es clara y
precisa: “porque los bautizados no viven su bautismo”: No viven como hijos de Dios,
hermanos de los hombres y servidores de ellos. Hombres y mujeres que no viven
el compromiso del Bautismo. La vida de los creyentes está dominada por el
espíritu mundano; espíritu pagano, vida de pecado. Veces se reza, se participa
en el “Culto” pero solo de cuerpo, no de corazón. San Pablo tenía razón cuando
nos dijo: “El misterio de la impiedad anda suelto”. (2 Ts 7-8)
¿Qué son los Sacramentos? Los
Sacramentos son la “Herencia”, el “Legado” de Cristo a su Iglesia; La Iglesia es el Sacramento querido e instituido por
Cristo para bendecir a los hombres, y hacer de cada uno de los hijos una
“Bendición para la Humanidad”. Nada se pierde para el que está en Cristo, todo
es bendición; todo es don que hace bien a los que aman a Dios. Es también importante que digamos que todas
las bendiciones de Dios son nuestras si nosotros somos de Cristo, por la fe,
por que habita en nosotros y porque lo amamos (1 Cor. 3, 21).
Llamados a ser hombres y mujeres
comprometidos
con la Obra del Señor
Objetivo: Iluminar a los creyentes para que valoren la
importancia del compromiso cristiano y dediquen tiempo y energías a buscar su
lugar en el Cuerpo de Cristo para ser colaborados de Cristo.
DESARROLLO DEL TEMA:
Del Encuentro con Jesucristo al
compromiso cristiano. “Salió de nuevo
por la orilla del mar. Toda la gente
acudía a él, y él les enseñaba. Al
pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le
dijo: «Sígueme.» Él se levantó y le siguió. (Mc 2, 13- 14) Dios llama a los
suyos para estar con él y para enviarlos a predicar su Evangelio de amor a
todos los hombres.
1. “Cum pro missio” “Enviados con otros, en favor
de otros”
Todo compromiso implica cierto grado de
madurez, de experiencia, de vida. Podemos afirmar que el compromiso cristiano hunde
sus raíces en la experiencia de encuentro con Jesús, resucitado, experiencia
que se encarna, que deja huella, y que es como el motor de la vida cristiana.
Creemos por eso que el compromiso nace de una doble certeza: La certeza de que
Dios me ama y que yo también lo amo a
Él. El término compromiso significa: “Enviados con otros, en favor de otros” Para
ayudar a otros a ser persona y más persona; para ayudar hacerse humano y
cristiano. Comprometerse para ayudar a otros a vivir con más dignidad El compromiso es con el Señor, que elige llama
y envía. Pero también con la Iglesia que busca, llama y envía en el nombre del
Señor Jesús.
“Yo estaré con ustedes hasta el fin de
los siglos.” El compromiso cristiano
es fruto de una libertad afectiva que va encarnando una doble certeza: La
certeza de ser amado por Dios. Saber que mi Padre me ama, me perdona, me salva
y me ha dado el don de su Espíritu. Y la certeza de que también yo lo amo, hago
su voluntad y guardo sus Mandamientos. Cuando así es entonces puedo tomar la
firme determinación de seguir a Cristo, de servirle y dar mi vida por Él y por
los Él que ama. Ahora me comprometo con
otros y a favor de otros, y acepto todo
lo que eso implica. Decimos con el profeta Isaías: “Heme aquí, envíame a
mí Señor”. (Is 6, 9)
2.
Las leyes del compromiso.
“Además, los que son de Cristo Jesús han
crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias.” (Gál 5, 24) La clave es “Ser de Cristo”. Todo el que es de Cristo es
una nueva creación (1 Cor 5, 17) Por lo tanto ama a Cristo y acepta el
evangelio como “norma de vida para su vida”: “vivir según el Evangelio de
Nuestro Señor Jesucristo.[1] Esto implica tres cosas: “En guerra santa
contra mi pecado. Ejercitarse en Obediencia santa a la palabra de Dios. En la
práctica de toda clase de obras buenas. (cf Ef 4, 13) El compromiso evangélico
ha de estar libre de egoísmos, envidias, deseos de venganzas, odios, etc.. sin
violencia y libre de toda opresión. Cuando somos de Cristo encarnamos la
disponibilidad para, en su nombre desprendernos de personas, de cosas o de
otros apegos que no nos dejan realizar nuestras vidas a la luz del Plan de
Dios. (cf Ef 1, 3- 8)
El sentido del compromiso es la
pertenencia a Cristo. Es el reconocer
que soy propiedad exclusiva de Cristo, miembro de su cuerpo me hace pensar que
también soy propiedad de la Iglesia, y
por o tanto también de mi comunidad parroquial. La regla de oro de la vida
cristiana es “Ser de Cristo”. (cf Gál 5, 24)
Ser su propiedad particular: es vivir para el, que me amo y se entregó a
la muerte por mi[2], es vivir en su voluntad teniendo el Evangelio como
norma de la vida, recordando siempre el evangelio de María: “hacer lo que el
nos diga”[3],
solamente entonces podemos decir que todo lo de Cristo es nuestro, y nosotros
somos de él.[4] Para ser libres nos liberó Cristo (Gál , 1.
13). Somos libres en la medida que nuestra vida se fundamenta en la Verdad y en
el Amor para que seamos capaces de amar sin que nos cuesten tantos esfuerzos
La ley del compromiso es el Amor. El amar a los hermanos al estilo de Jesús[5].
La Ley del compromiso me sumerge en la vida nueva, rompiendo siempre con
esclavitudes: saliendo del pecado y viviendo para Cristo en el Espíritu Santo.
Guardar el Mandamiento Nuevo exige estar muriendo a uno mismo y viviendo para
los demás en Cristo Jesús. El que ama a Cristo guarda sus Mandamientos y sus
palabras (cf Jn 14, 21. 23) y ama a su prójimo, de manera que ya cumple la Ley
y los profetas,
El camino del compromiso es el servicio.
El
estilo de vida, estilo único que implica:
“Un ser para los demás.” Un regalo para la humanidad. Esto exige, entre otras
cosas: No vivir solo para sí mismo, eso es egocentrismo, es individualismo, es
inmadurez humana. Lo que exige: “Un culto más auténtico” “Una devoción más fervorosa” “Un sacrificio más global” “Una
vinculación más estrecha” “Una vida más entregada” como lo pide el
Señor Jesús: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis
‘el Maestro’ y ‘el Señor’, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y
el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies
unos a otros. Os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis lo que acabo
de hacer con vosotros. (Jn 13, 13- 15)
3.
La llamada a servir
Que cada cual ponga al servicio de los
demás los dones que haya recibido, como buenos administradores de las diversas
gracias de Dios (1 Pe 4, 10). Dios
nos llama, y sí Dios nos llama ¿Cómo debe de ser nuestra respuesta? Tiene que
ser inmediata. Dios nos llama a ser sus colaboradores en la reconstrucción del
universo y de la Iglesia, el camino exige doblegar nuestra voluntades, para
tomarnos de la mano de Jesús y de los hombres, si nos soltamos de la mano del
hombre, nos damos cuenta que nos estamos soltando de la mano de Jesús y no
tendremos fuerzas para caminar juntos de nuevo en nuestro recorrido hasta la
presencia de Dios. El camino también implica que vayamos desapareciendo (Jn 3,
30), vaciándonos de nosotros mimos, aprendiendo a ser invisibles para no
realizar actos religiosos con el fin que nos vea la gente, de quedar bien, o de
que nos vaya bien (Mt 6, 1ss), recordando siempre que somos colaboradores de
Cristo y que a él le estamos sirviendo (1Ccor 4, 1; 3,9) “Que cada cual ponga
al servicio de los demás los dones que haya recibido, como buenos
administradores de las diversas gracias de Dios.” (1 Pe 4, 10)
Finalidad del compromiso es la gloria,
la honra a Dios y el amor y el servicio a los hombres. “Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de
vanagloria; se trata más bien de un deber que me incumbe. ¡Ay de mí si no
predico el Evangelio!” Efectivamente, a
pesar de sentirme libre respecto de todos, me he hecho esclavo de todos para
ganar a los más que pueda.” (1 Cor 9, 16. 23) El objetivo no es otro, que la
construcción de la Comunidad Cristiana. Comunidad fraterna, solidaria y servicial, en la cual
se recibe la vida trinitaria; se vive y se comparte con los hermanos la
salvación de Dios manifestada en Cristo Jesús (cf Rm 3, 21). Este objetivo,
implica una doble mirada, a Dios y a la comunidad, queremos que el pueblo
florezca. Con el impulso del Espíritu, entre otras cosas: Buscamos fortalecer
los vínculos de la comunidad, Ayudamos a recordar que nadie puede resistir
solos contra el mal, Anunciamos que ya estamos reconciliados con Dios en la
Cruz de Jesús. Abrimos campos de acción para que nadie esté inactivo. Tratamos
de alentar a tener un corazón nuevo a los que nos rodean,
4.
El fundamento de la comunidad cristiana.
“Pues
nadie puede poner otros cimientos que los ya puestos: Jesucristo.” ( 1 Cor 3, 11) La comunidad cristiana ha de tener
como fundamento a Cristo, o no es cristiana, es decir, no es comunidad
fraterna. En esta comunidad se ha de cultivar la Civilización del Amor. La
construcción de esta Comunidad implica
cultivar, entre otras cosas: un sentido de igualdad fundamental, vivir en la
verdad, practicar la justicia y la libertad interior. Las bases de la comunidad
cristiana son cuatro: El amor, que hecha fuera el odio. La verdad que hecha
fuera la mentira. La vida que hecha fuera a la muerte. La libertad, que hecha
fuera la esclavitud.
Las
bases de la Comunidad Cristiana son los valores del Reino que el Papa Juan
XX111 recomienda a la Iglesia y a la humanidad para lograr tener unas
relaciones armoniosas y pacificas entre los hombres. Pero que, a la misma vez
responden a la acción del Espíritu en los cristianos para respondan a la
vocación original de configurarse con Cristo (Fil. 2, 5) y reproducir su Imagen
(Rom. 6, 29). Las bases son el fundamento del edificio espiritual, realidad que
es posible con el Poder de Dios y con nuestras decisiones personales; es un
camino de conversión que permite expulsar los demonios de nuestro interior y de
nuestra comunidad de acuerdo a las palabras del Evangelista Lucas (cnf. Lc 16,
16).
5.
Los frutos de la Comunidad Cristiana.
Se mantenían constantes en la enseñanza
de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. (cf Hech 2, 42- 47) Los frutos nacen del Apostolado, es decir, de la Evangelización
son innumerables, de acuerdo a las necesidades de la Comunidad, sin embargo
podemos resaltar algunos frutos que resultan de las tres vertientes de la
acción pastoral: Pastoral profética (cf Mt (28, 19- 20) La Pastoral litúrgica: Celebrar
la fe (cf 1 Cor 11, 25) La Pastoral de la caridad (Jn 13, 13. 34) Una Pastoral
al estilo del Buen Pastor (Lc 15, 1ss) Lo que implica: La alegría del Anuncio
(1 9, 16) Para salir fuera a llevar la Buena Nueva. (Mc 16, 15) Para sanar de
miedos, traumas, heridas de la vida (Mt 10, 8s) Para llevar a los hombres a la reconciliación
e integración de comunidades. (Ef 4,1ss) Los frutos de la fe son los valores
del Reino: El compartir, la dignidad, la solidaridad y los servicios El fruto de la Pastoral de la Comunidad el
hombre nuevo y las comunidades nuevas. El fruto puede ser de dos dimensiones;
en la parte espiritual y en la parte material.
En la parte espiritual tenemos las virtudes, los valores del Reino, los
frutos y los dones del Espíritu Santo (Is 11, 2). Esto es a lo que Pablo llama
la riqueza de la Palabra (Col. 3, 16); en otras palabras, la parte espiritual
es la “Santidad” sin la cual nadie verá al Señor. La parte material implica los
lugares apropiados para realizar “los apostolados”, los medios de
evangelización: libros, Biblia, la
radio, la televisión, el periódico, etc. Y esto cuesta, razón por la que todo
católico debe ser co-responsable del Apostolado de la Iglesia.
“Jesucristo, siendo rico se hizo pobre
para enriquecernos con su pobreza” (2 Cor 8,9) “Así pues,
queridos míos, de la misma manera que habéis obedecido siempre —no sólo cuando
estaba presente, sino mucho más ahora que estoy ausente—, trabajad con sumo
cuidado por vuestra salvación, pues es Dios quien, por su benevolencia, realiza
en vosotros el querer y el obrar.” (Flp 2, 12- 13) No hagamos de la salvación
nuestro negocio, pues la salvación es un don gratuito e inmerecido, pero no
barato. Don de Dios pagado a precio de Sangre. Cristo Jesús murió para el
perdón de nuestros pecados y resucitó para darnos vida eterna. (Rm 4, 25) Los
que predican y enseñan sobre la “teología de la prosperidad” no han entendido
el Evangelio de Jesucristo. “Que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos
con su pobreza” (2 Cor 8, 9) Hacer del Evangelio nuestra fuente de negocios o
riquezas, no es grato a Dios, es una abominación, es “vomito” según lo dice la
Escritura (Apoc 3, 15) “Efectivamente,
los que viven según la carne desean lo que es propio de la carne; mas los
que viven según el espíritu buscan lo espiritual. Ahora bien, las tendencias de la carne desembocan en la muerte, mas
las del espíritu conducen a la vida y la paz, ya que las tendencias de la carne llevan al odio de Dios: no se someten
a la ley de Dios, ni siquiera pueden.
6.
Así que los que viven según la carne no pueden agradar
a Dios.
Mas
vosotros no vivís según la carne, sino según el espíritu, ya que el Espíritu de
Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no le pertenece”
(Rm 8, 5- 9) Recordemos Cristo Jesús, el siervo de los pobres que nos invita a
ser como él: pobre, humild y mans de corazón (Flp 2, 5- 8; Mt 11, 29) Pablo, el siervo de Jesucristo nos invita a
enriquecer a otros con nuestra pobreza. “A nadie damos ocasión alguna de
tropiezo, para que nadie se mofe del ministerio; antes bien, nos manifestamos en todo como
ministros de Dios, soportando con frecuencia tribulaciones, necesidades y
angustias; azotes, cárceles y algaradas;
fatigas, desvelos y ayunos. Y lo hacemos
con nobleza, ciencia, paciencia y bondad, con la ayuda del Espíritu Santo y
apoyándonos en una caridad sincera; ofreciendo un mensaje veraz y contando con
el poder de Dios; usando las armas de la justicia a diestra y siniestra.” Nuestra
vida discurre entre el honor y el agravio, entre la calumnia y la buena fama.
Nos tienen por impostores, aunque somos veraces; por desconocidos, aunque nos
conocen bien; por moribundos, aunque estamos vivos; por castigados, aunque no
condenados a muerte; por gente triste, aunque estamos siempre alegres; por pobres, aunque enriquecemos a muchos.
En fin, creen que no tenemos nada, aunque todo lo poseemos. (2 Cor 6, 3- 10)
1.
LOS QUE NO VIVEN COMO CRISTIANOS, NO VIVEN SU
BAUTISMO.
Objetivo: Iluminar para que se pueda comprender que el
Sacramento del Bautismo es tan solo el inicio de una nueva vida que ha de
desarrollarse a los largo de nuestra historia.
Iluminación. “Todos vosotros sois hijos de Dios; todos vosotros
sois miembros unos de los otros; todos vosotros sois comunión”
DESARROLLO
DEL TEMA
Todos decimos que somos cristianos porque fuimos bautizados. Podemos afirmar que
“muchísimos son los bautizados, muchos son los que creen, pocos son los que
practican lo que creen y poquísimos son los que viven el compromiso de su
Bautismo”. A la luz del Bautismo podemos decir que las obras de la fe dicen
sobre la realidad de nuestro Padre. Si la obras son las “obras de la fe”, Dios
Padre de Jesucristo es nuestro Padre. “Si nuestras obras son las obras de la
carne,” nuestro padre sería entonces el diablo (cfr Jn 8,41).
1.
¿Quiénes no viven su Bautismo?
2.
Los que sólo
viven en razón del dinero: "No se pueden servir a Dios y al dinero"
(Mt. 6,24); pero eso explotan y oprimen a los trabajadores, les roban sus
salarios; prestan dinero a usura, etc. Tampoco viven su bautismo los que roban
en las tiendas o atracan a sus semejantes.
3.
Los que sólo viven en razón del poder: quieren
vivir por encima de los demás; sólo les preocupa la fama, el prestigio, que se
les rinda culto.
4.
Los que viven en
razón del placer, se entregan a la bebida, a la inmoralidad y a la confusión.
Hombres que se dedican a la venta de drogas y de carne humana. (Tratantes de
blancas). No les importa dejar a sus familias con hambre y en la miseria.
5.
Los que se creen
los amos y dueños del mundo y piensan que la tierra sólo fue hecha para ellos.
No se dan cuenta que en el cristianismo lo que vale son los hechos y no las
palabras (Mt. 7, 21- 22) (Stg. 2, 14- 17).
6.
Los que no se
preocupan por el desarrollo de sus familias, la escuela, la salud, la
comunidad. Aquellos que se ahogan en el conformismo que atrofia a las personas
y a las familias.
7.
Los que nunca
prestan un servicio a la comunidad en favor de los demás. Personas
individualistas que sólo buscan su propio interés. (Mt. 25, 31- 45).
8.
Los que
traicionan a los compañeros, a los amigos y a la familia por dinero. Personas
ambiciosas, esclavas de Mamón (el dios dinero).
9.
Las personas
individualistas que nunca se preocupan por los demás. (1 de Jn. 3, 10- 18) “En
el Reino de Dios nadie vive para sí mismo”. (Rm 14, 8)
10.
Los que luchan
por los demás, pero, al margen del Evangelio: siembran violencia, odios, matan
y destruyen. La primera carta de Juan
nos dice que “todo el que odia a su hermano es un asesino, y ningún
asesino tiene vida en sí mismo”. (1 de Jn 3, 15
2. ¿Qué implica
el ser cristiano?
1.
Ser cristiano de verdad es tener fe en la persona de
Jesucristo y dejarse conducir por el Espíritu Santo (Rm 8, 14). Es seguirlo a a
Cristo, caminar a su lado. Nacer de nuevo y vivir como Jesús vivió:"Amando
hasta el extremo" "Haciendo el bien" "Enseñando a los
hombres con la propia vida el camino que los lleva a la Casa del Padre":
1.
¿Puedo vivir solo la vida cristiana?
Nadie se realiza solo. (cf Gn 2, 18)
Tengo que aprender a vivir con otros la vida de la fe en Jesús, junto con hermanos
cristianos, formando con ellos la Comunidad que tiene a Jesús como centro, como
principio y fin: Alfa y Omega. Los cristianos juntos forman la comunidad de la
Iglesia, la fraternidad de los cristianos, en la cual todos se saben y
reconocen hijos de Dios, hermanos en Cristo.
2.
Por eso trabajan y luchan juntos,
y juntos alaban a Dios en una misma
Liturgia, y rezan a un mismo Padre. Juntos agradecen y ofrecen a Dios la vida.
Se interesan por la vida de la Iglesia y juntos edifican la comunidad
cristiana: comunidad de fe, culto y caridad. El individualismo y el aislamiento
frustran el sentido del Bautismo.
3.
¿Cómo vivían su bautismo los cristianos de la
“comunidad primitiva?
El libro de los hechos de los Apóstoles
nos presenta cuatro características que deben reunir los que han sido
bautizados: "reciben la enseñaza de los Apóstoles", "viven
intensamente la comunión fraterna", "celebran en culto en la
"fracción del Pan" y llevan una vida de oración comunitaria y
personal "(Hech. 2, 42).
4.
Luchar por el derecho de ser libres.
Trabajar por la justicia social buscando
la participación del bien común. Dios es Padre de todos; por eso todos somos
iguales. Ser libres exige el desprendimiento de todo aquello que impide
realizarse como personas: la ignorancia, la pereza, los vicios o cualquier otra
forma de opresión.
5.
¿Cuál es el compromiso del Bautismo?
El Bautismo me implica en el compromiso
de la fe: anunciarla, propagarla y defenderla; es compromiso con el Señor y con
el Mundo, en la Iglesia y desde la Iglesia. También me compromete en la defensa
de los más débiles, la familia y la vida. La lucha por un mejor bienestar para
la comunidad y para la sociedad. Esta lucha exige ponerme al servicio de los
demás, compartiendo con ellos lo que tengo, lo que sé y lo que soy. No se trata nada más de hablar, sino de
actuar conforme a los designios de Dios y nunca según los planes hombres.
Los secretos de Dios no están a la vista de cualquiera (cf Sab. 2, 22)
6.
¿Qué significa renovar el Bautismo?
Renovar diariamente nuestro Bautismo es
volver a las “Fuentes”: La Palabra de Dios, la Oración, los Sacramentos, las
Buenas Obras; para sumergirnos diariamente en la Pascua de Cristo: “Muerte,
sepultura y resurrección de Cristo, y
crecer en el conocimiento de su Creador (Col. 3, 10), llenarse de los mismos sentimientos de Cristo
(Fil 2, 5), hasta alcanzar la estatura del "Hombre Perfecto" (Ef. 4,
13) y, así ofrecerse como hostia viva, santa y agradable al Padre (Rom 12, 1),
según el estilo de Jesús.
3.
Vivir el Bautismo implica el camino del
"Discipulado".
¿Basta con
decir que Jesús es mi Salvador? “No
todo el que me diga Señor, Señor, entrará en la Casa de mi Padre” (Mt 7, 21) Jesús quiere que los que hemos creído en Él, lo
aceptemos también como nuestro Maestro y como Señor de nuestra vida.
¿En qué nos
implica el “Discipulado? Lo primero
sería escuchar el llamado que nos hace Jesús a estar con Él para aprender de
todo lo referente a su Persona, su estilo de vida, su doctrina, su misión y su
destino. El camino del discipulado es el modo ordinario para seguir a Jesús, y
conocer el amor de Dios. “El que quiera
ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga”. (Lc 9, 23) Discípulo es aquel que tiene a Jesús como
Maestro y como Señor (cf Jn 13, 13)
¿Qué hay
después del discipulado? Al discipulado sigue el “Apostolado”. El Señor
Jesús fue muy claro cuando dio el mandato a sus discípulos de ir a predicar su
Evangelio a toda criatura: "Enseñad todo lo que os he enseñado". (Mt
28, 20) Enseñad a vivir como vivía Jesús es hacer discípulos, para que un día
lleguen a ser apóstoles. El apóstol nunca debe dejar de ser discípulo…nunca
debe dejar de aprender de su Maestro que todo lo hizo por amor. “Bástale el
discípulo ser como su Maestro” (Mt 10, 25)
¿Cuál es el
alma del apostolado? “Discípulo es
aquel que escucha la Palabra de Cristo y la obedece” para entrar en comunión
con su Maestro y aceptar libre y conscientemente pertenecer a Cristo y a su Grupo (cf Mc 3, 13-14) Para Jesús y los
suyos, el alma de todo apostolado es el “Amor” sin el cual, todo queda vacío:
“Al desembarcar, vio tanta gente que sintió compasión de ellos, pues estaban
como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas” (Mc 6,
34) Para Jesús, la compasión es compadecerse de, sentir con… hacer suyos los
problemas y necesidades de los pobres, de los enfermos. Es meterse en sus
zapatos para sufrir con ellos.... Es
sentirse responsables de ellos y hacerse
solidarios.
LA IGLESIA DE CRISTO
Objetivo: Obtener
un conocimiento mas profundo del Misterio de la Iglesia, el Plan de Dios sobre
ella y sobre su quehacer r en el mundo que nos lleve a amarla y servirla .
DESARROLLO DEL TEMA.
La Iglesia como Cuerpo místico de Cristo nos hace
comprender que todos los cristianos estamos unidos entre nosotros y con Cristo
por la caridad y el Espíritu Santo; que el Señor dio diversas funciones en su
Iglesia y que cada quien debe cumplir su función para el bien de toda la
Iglesia.
1.
La Iglesia: La Asamblea de Dios.
La Iglesia debe entenderse como una asamblea convocada
por el Padre, que camina para volver a Él (cf LG 1). La palabra “Iglesia”
significa “convocación,” “Asamblea de los elegidos que han creído en Cristo y
se han hecho bautizar.(Catic 751) La Iglesia es el pueblo que Dios reúne en el
mundo entero. La Iglesia de Dios existe
en las comunidades locales. La Iglesia vive de la Palabra y del Cuerpo de
Cristo. (Catic 752) La Iglesia como comunidad visible sigue las huellas de
Cristo, vive y se nutre de Él cumpliendo su mandato de trasmitir la salvación a
todos los hombres y en todo tiempo hasta su vuelta. El Concilio nos descubre la
voluntad de Dios acerca de la Iglesia: “Fue voluntad de Dios el santificar y el
salvar a los hombres, no aisladamente sin conexión alguna de unos con otros,
sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera
santamente (LG 9)
a.
La Iglesia Misterio de
Comunión
La Iglesia se confiesa a sí misma como un “Misterio de
Comunión en tensión misionera”. Con la Palabra Misterio quiere decir que es a
la vez una realidad visible y una realidad espiritual: que está en la historia,
pero que al mismo tiempo la trasciende. Visible y a la vez invisible,
realidades que solo pueden ser vistas con los ojos de la fe. Las dos dimensiones de la Iglesia
pueden ser expresadas con dos palabras íntimamente relacionadas: Comunión y
comunidad. La comunión es la participación en la misma vida Trinitaria, y por
lo tanto, don gratuito que nos da Cristo a través del Espíritu Santo La comunión no es perceptible pero se
manifiesta creando comunidad. Comunidad fraterna donde nos acogemos mutuamente
como hermanos, nos sentimos responsables unos de los otros, compartimos los
bienes espirituales y materiales que hemos recibido de Dios. Razón por la que
decimos que la Iglesia es la “comunidad en la que recibimos, vivimos y
compartimos el don de la “comunión.” La “comunión es el alma de la “comunidad”
y la “Comunidad” es la manifestación de la “Comunión”.
2.
La Iglesia Pueblo de Dios.
Como Iglesia
somos el pueblo consagrado a Dios. Distingamos siempre esto: cuando decimos el
pueblo de Dios no aludimos al pueblo en general. Es una pretensión de los
grupos humanos quererse constituirse en intérpretes del pueblo. El pueblo es
muy autónomo, muy variado, muy pluriforme. Nadie puede arrogarse: "Yo soy
la voz del Pueblo". Por eso, el pueblo de Dios es el grupo de los
seguidores de Dios, es el grupo de los hombres y mujeres que inspirados en la
fe en Jesucristo, celebran los sacramentos de la Iglesia e inspiran en la
palabra divina su conducta; para hacerse más agradables a Dios y, desde su
unión con Dios, ser un pueblo que sea luz, sal y fermento para el pueblo en
general. Esto es la Iglesia. El Catecismo de la Iglesia, haciéndose eco del Concilia Vaticano, dice que
el pueblo de Dios tiene características que lo distinguen de los otros pueblos:
1.
Es el pueblo de Dios; Dios no pertenece en propiedad a ningún pueblo. Pero
El ha adquirido para sí pueblo de aquellos que antes no eran pueblo: “una raza
elegida, un sacerdocio real, una nación santa” (1 Pe 2, 9)
2.
Se llega a ser miembro de esta cuerpo, no por el nacimiento físico, sino
por “el nacimiento de arriba”, “del agua y del Espíritu” (Jn 3,3-5). Por la fe
en Cristo y el Bautismo.
3.
Este Pueblo tiene por Cabeza a Jesús el Cristo. “la unción de Cristo,
Cabeza fluye de la cabeza al Cuerpo, es el “pueblo Mesiánico”.
4.
La identidad de este Pueblo, es la dignidad y la libertad de los hijos de
Dios en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo”.
5.
“Su Ley, es el Mandamiento Nuevo:” Amar como el mismo Cristo nos amó (Jn
13, 34) Esta es la Ley nueva del espíritu” (Rom 8,2)
6.
Su misión es ser luz, sal y fermento del mundo (cf Mt 5,13-14)
7.
“Su destino es el reino de Dios. Que él mismo comenzó en este mundo, que ha
de ser extendido hasta que él mismo lo lleve a su perfección” (LG 9; CATIC 782)
3.
El origen de la Iglesia.
La Iglesia se siente asamblea convocada por el Padre, que
camina para volver a Él (LG 2) Dios envió a su Hijo a salvar a todos los
hombres, ese es su deseo:”Que todos los hombres lleguen a la salvación y
al conocimiento de la verdad (cf 2 Tim
2, 4). La Iglesia es el sacramento de unidad en la que Dios se une íntimamente
a los hombres y realiza la unidad de todo el género humano (LG 1) Vino el Hijo
enviado por el Padre e instauró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló
su misterio y con su obediencia reveló nuestra redención. Nuestro Señor
Jesucristo con la predicación de la Buena Nueva, milagros y exorcismos comenzó
la fundación de su Iglesia. Siguiendo la
voluntad de su Padre llamó a sus
discípulos: “Venid en pos de mí, seguidme, les dice…que os haré pescadores de
hombres. (Lc 5,10) De entre el grupo de discípulos eligió a los Doce (Mt 10,5-7; Mc 3, 13ss; Lc.
6,12-16). Los Doce han sido llamados, elegidos, investidos de autoridad y poder
y enviados expresamente por Jesús a predicar el Evangelio, a curar a los
enfermos y a expulsar a los demonios.
Jesús de entre los Doce eligió a Simón a quien llamó Pedro como cabeza visible de su
Iglesia, y le dijo: “Te eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y
los poderes del Mal no prevalecerán sobre ella” (Mt 16, 17). El Apóstol Juan ve
en la muerte de Jesús, al ser traspasado su corazón por la lanza del soldado,
el nacimiento de la Iglesia: “Y al instante salió sangre y agua” (Jn 19,34)
Muchos de los Padres de la Iglesia han visto en el agua el símbolo el Bautismo
y en la sangre la Eucaristía, y en estos dos sacramentos, el signo de la
Iglesia, nueva Eva, que nace del nuevo Adán. Jesús muere, y con su sangre compra
para Dios su Padre un Pueblo de su propiedad; con su Resurrección Jesús
comienza un “estado nuevo”, que ya no conoce la muerte; El acontecimiento de la
Resurrección de Jesús de entre los muertos; es “el centro de nuestra fe” y
representa además, la máxima revelación de Dios; la Resurrección de Jesús
establece la comunidad apostólica como fundamento y norma de la Iglesia para
todas la épocas. En la Resurrección nace el “Hombre Nuevo”, El Cristo total:
Cabeza y Cuerpo
Después de la muerte-resurrección y ascensión del Señor
Jesús, la Iglesia se reúne al alrededor de la María, la Madre de Jesús; estaban
los Doce, algunas mujeres, y algunos familiares de Jesús, el número de los
reunidos era de unos 120 personas (Hech 1, 12.15) El libro de los Hechos de los
Apóstoles nos narra el “Cumplimiento de la Promesa” “Dentro de pocos días
recibiréis el Poder de lo Alto (cf Hech 1, 8): En Pentecostés, Jesús bautiza a
su Iglesia con el Espíritu Santo, “Y así toda la Iglesia aparece como un pueblo
reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”(LG
4). En Pentecostés, con la Fuerza del Espíritu comienza el crecimiento de la
Iglesia.
4.
El Gran Envío
Jesús durante su vida terrena llama a sus discípulos, les
revela las palabras de su Padre; les llama “pequeño rebaño”, al final da su
vida por ellos y en la última cena pone en sus manos el “El Mandato de
continuar en la historia “su Pascua, la Eucaristía.” Después de su Resurrección
confirma lo que en vida había prometido. Jesús pregunta a Pedro: “Simón, hijo
de Juan, ¿Me amas más que estos?” Le dice él: “Señor tu sabes que te quiero”.
Le dice Jesús apacienta mis corderos. Vuelve a decirle por segunda vez: “Simón
hijo de Juan, ¿Me amas?” Le dice él: “Señor tu sabes que te quiero” Le dice
Jesús apacienta mis ovejas”. Le dice por tercera vez:”Simón hijo de Juan, ¿me
quieres? Y le dijo:”Señor, tu lo sabes todo; tu sabes que te quiero” Le dice
Jesús: apacienta mis ovejas.” (Jn 21, 15ss)
“Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la
tierra. Id pues haced discípulos a todas las gentes bautizándolas
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a todo lo
que yo os he mandado” (Mt 28, 19-20) “Id por todo el mundo y proclamad la Buena
Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea,
se condenará” (Mc. 16, 15) “Todo poder se me ha dado en el cielo y en la
tierra, así cómo el padre me envió, Yo los envió a ustedes. Dicho esto sopló
sobre ellos y les dijo “Recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los
pecados les quedaran perdonados… ” (Jn 20,21ss) Razón suficiente para decir que la Iglesia
hunde sus raíces en la eternidad: El Padre fuente de todo envío, es
también la fuente del origen de la Iglesia.
5.
Imágenes de la Iglesia (LG 7;
Catic 753-757)
1.
La Iglesia redil, cuya única y obligada puerta
es Cristo (Jn 10, 1-10). Es también una grey, de la que el mismo Dios se
profetizó pastor. (Ez 34, 11ss)
2.
La Iglesia es labranza o arada de Dios (cf 1 Cor. 3,
9) En ese campo crece el árbol de olivo, cuya raíz santa fueron los patriarcas,
y en la cual se realizó y se concluirá la reconciliación de los judíos y de los
gentiles (cf Rom 11, 13-26). El Dueño de la “viña” la plantó como “viña
escogida” de la cual Cristo es la Vid verdadera, que comunica vida y fecundidad
a los sarmientos que somos nosotros, que
permanecemos en Él por medio de la Iglesia, y sin Él nada podemos hacer. (Jn
15, 1-5)
3.
La Iglesia construcción y
edificación de Dios. (1 de Cor 3, 9) Los Apóstoles y los profetas construyen la Iglesia sobre
el “fundamento” que es Cristo (cf 1 de Cor 3, 11; Ef 2, 20). Nosotros entramos
como piedras vivas de esa construcción por
nuestro bautismo (1 de Pe 2, 5). La “Construcción”, Edificio espiritual
cimentado en los Profetas y en los
Apóstoles tiene siempre como fundamento Cristo, la “La Piedra Angular”.
a. Casa de
Dios fundamento de la verdad (1 de Tim 3, 15)
b. Familia
habitación de Dios en el Espíritu (Ef 2, 19-22)
c.
Templo santo, representado en los
templos de piedra. Templo que no fue
construido por la mano del hombre, sino, por la acción poderosa de Dios.
d.
La Iglesia la Jerusalén de arriba y madre nuestra (Gal 4, 26cf Apoc.
12,17) San Juan en el Apocalipsis
describe a la Iglesia como la esposa inmaculada del Cordero Inmaculado (Apoc.
19, 7; 21, 2-9) “Cristo, la amó y se entregó por ella para santificarla” (Ef.
5,25-26); se unió a ella en alianza indisoluble, “la alimenta y la cuida (Ef.
5, 29) y la cuida sin cesar” (LG 6)
6.
Las Propiedades de la Iglesia
De la Iglesia
de Cristo que acabamos de describir, afirmamos en el Credo que es Una, Santa,
Católica y Apostólica. Se trata de cuatro cualidades o atributos que le concede
el mismo Cristo por el Espíritu Santo y que nos permiten profundizar aún más en
su naturaleza y misión.
a)
La Iglesia es una. La Iglesia de Cristo
aunque reúne a diferentes pueblos y culturas, y presenta en sus miembros una
gran diversidad en dones, cargos, condiciones y modos de vida, es una y única.
Escuchemos a san Pablo decirnos que la Iglesia tiene un solo Señor, confiesa una
sola, nace de un solo Bautismo, forma un solo Cuerpo, vivificado por un solo
Espíritu, y está orientada hacia una única esperanza (cf Ef. 4, 3-5). Podemos
explicitar lo que afirma el Apóstol a través de tres afirmaciones.
1. La Iglesia es una por su origen: nace y está hecha a imagen del único
Dios, tiene un único Fundador, Cristo, y está animada por el único Espíritu.
2. La Iglesia es una por el principio interior que la mueve: el amor, que
tiende a superar todas las divisiones.
a) La Iglesia es una por los vínculos visibles, que
la convierten en comunidad única: Por la
profesión de una misma fe recibida de los Apóstoles Por la celebración común
del culto divino y por la sucesión apostólica de los pastores, que conservan la
concordia de toda la familia de Dios.
b)
La Iglesia es santa. Es evidente que todos los miembros de la Iglesia
somos pecadores, por lo que, desde este punto de vista, la Iglesia está
necesitada siempre de purificación y conversión. A pesar de ello, confesamos
que la Iglesia es santa. ¿En qué sentido?
La Iglesia es santa porque, unida a Cristo, está santificada por El a
través del Espíritu. La Iglesia es santa
porque, por Cristo y con Cristo, es santificadora, es decir, posee los medios
por los que Dios nos santifica: el depósito de la fe, los sacramentos, los
ministerios. La Iglesia es santa porque produce frutos de santidad, aunque se
trate de una santidad que todavía no ha llegado a la perfección, excepto en
María, en quien la Iglesia es ya enteramente santa.
c). Iglesia es
católica. La palabra católica, que significa universal o total, tiene también un
doble sentido: La Iglesia es
católica porque posee la plenitud de los medios de salvación que le dado
Cristo: confesión de la fe recta y completa, vida sacramental integra y
ministerio ordenado en la sucesión apostólica. La Iglesia es católica porque ha sido enviada por Cristo a la
totalidad del género humano.
d).
La Iglesia es apostólica: Con esto queremos decir
que está fundada sobre los Apóstoles, en un triple sentido: Ha sido y permanece edificada sobre el fundamento de los testigos
escogidos y enviados por el
mismo Cristo. Guardar y trasmite con
fidelidad la enseñanza de los apóstoles.
Sigue siendo enseñada, santificada y dirigida por los Apóstoles, a través
de aquellos que les suceden en el ministerio pastoral: el colegio de los
obispos, a quienes ayudan los presbíteros, con el sucesor de Pedro, que es el
supremo pastor de la Iglesia.
e) La
Iglesia es perseguida
Esta es la quinta nota de la Iglesia de Cristo, ya
que si recorremos la historia nos damos cuenta que las persecuciones y los
sufrimientos son la herencia que Cristo legó a su Iglesia. “Si a mí me han
perseguido a ustedes también los perseguirán” (Jn 15,20) “Os envío como
corderos en medio de lobos…,os entregaran a los tribunales y en las sinagogas
os azotarán” (Mt 10, 16-18) “Entonces os entregarán a los tormentos y os
matarán y seréis aborrecidos de todos los pueblos a causa de mi nombre” (Mt 24,
9) “En el mundo habéis de tener tribulaciones, pero confiad: Yo he vencido al
mundo” (Jn 16, 23) “Todos los que quieran vivir virtuosamente en Cristo Jesús
sufrirán persecuciones” (2 Tim 3, 12) mi causa os azotarán
Si la Iglesia nunca fuera perseguida dejaría de
identificarse con la Iglesia de Cristo. El Señor nos salvó por el camino de la
cruz; desde su misma infancia el rey Herodes arremetió contra el Niño para
darle muerte; de grande durante su vida pública fue rechazado por los suyos; al
final de sus días le dieron muerte, y muerte de cruz. No obstante Pedro y los
discípulos no lo entendieron Cristo Resucitado les abrió la mente y les explicó
las Escrituras: “¿No era preciso que el Mesías padeciese esto y entrara en su
Gloria, según el vaticinio de los profetas” (Lc 22, 25-26) Después de
Pentecostés, apenas acaba la Iglesia de nacer y ya es perseguida: APpedro y
Juan se les mete en la cárcel (Hech 4)
La dispersión de la comunidad primitiva
(Hech 5, 18); Degollación de Santiago el Mayor (Hech 12,1ss) Las persecuciones
en Roma contra la Iglesia a partir del año 64 con el emperador Nerón y que
culminaron con Juliano el Apóstata dieron a la Iglesia miles y miles de
mártires. No hay duda los sufrimientos son pruebas enviadas por Cristo a su
Iglesia, pero es bueno también recordar las palabras que Señor dio a
su Iglesia por medio del apóstol Pablo: “Los padecimientos del tiempo
presente no son nada en comparación con la gloria que ha de manifestarse en
nosotros” (Rom 8,18)
7.
La Misión de la Iglesia
La misión
esencial de la Iglesia es evangelizar, es decir, hacer que los hombres
participen en la comunión (Vida Trinitaria). Pero, ¿cómo se hace esto? ¿Qué
tareas o acciones necesita llevar a cabo la Iglesia para evangelizar? Leamos el
Catecismo de la Iglesia católica que resume la enseñaza del Concilio en la
Constitución Lumen Gentium, afirma:
Jesucristo es Aquel a quien el Padre ha constituido Sacerdote, Profeta y Rey.
Todo el pueblo de Dios participa de estas tres funciones de Cristo y tiene las
responsabilidades de misión y de servicio que se derivan de ellas. (Catic. 733)
El segundo planteamiento se fija más en las distintas etapas o pasos que ha de
recorrer el hombre para ser evangelizado.. Veamos cómo se encuentra la acción
de la Iglesia desde cada uno de estos planteamientos.
Las tres funciones. El libro de los Hechos de los Apóstoles, al hablar de la primera
comunidad cristiana que surge después de Pentecostés, dice: “Perseveraban en
oír la enseñanza de los Apóstoles, en la Comunión, en la fracción del Pan y en
la oración.” [6]
Aquí se apuntan las tres grandes funciones que la Iglesia ha de realizar, tanto
para mantener la cohesión interna como para conseguir nuevos adeptos:
a). La función profética: escuchar y proclamar la palabra de Dios. Esta primera función da lugar
a actividades diferentes según sean los destinatarios o las ocasiones en que se
tenga que realizar: primer anuncio, catequesis, predicación, reflexión
teológica, etc.
b). Función sacerdotal: celebrar la pre4sencia salvadora de Cristo en la Liturgia y en la
oración: Eucaristía, Sacramentos, año litúrgico, fiestas, oración, comunitaria
y personal devociones…
c). la función real: vivir el amor como servicio, tanto con los hermanos en la fe como con
los que aún no pertenecen a la comunidad: vivir la fraternidad, compartir los
bienes, atender a los pobres, hacer inmundo más justo y hermano.
“Cuando terminó de lavarles los pies y se volvió y se volvió a poner el
manto, se sentó a la mesa y dijo: ¿Entienden lo que he hecho con Ustedes?
Ustedes me llaman: Maestro y Señor. Y dicen verdad, pues lo soy: Si yo, siendo
el Señor y el Maestro les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los
pies unos a otros. Les he dado ejemplo, Para que hagan lo mismo que yo hice con
ustedes…” (Jn 13, 25-28)
La Iglesia existe para servir. En el seno de la Iglesia nadie vive para
sí mismo. Se vive para el Señor, es decir, la Iglesia es el Sacramento desde
donde Cristo santifica, guía, reconcilia y unifica a los hombres, con Dios y
entre ellos mismos. La tarea es de toda la Iglesia, de todo bautizado.
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