JESUCRISTO DIJO
ROTUNDAMENTE NO AL ADULTERIO Y NO AL
DIVORCIO.
No he venido abolir la Ley, sino a darle Plenitud.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído ustedes que se
dijo a los antiguos: No cometerás adulterio; pero yo les digo que quien mire
con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Jesús viene a perfeccionar la Ley de Moisés. Hoy habla contra el sexto
Mandamiento: “No cometerás adulterio”. Pecado grave que le podemos llamar un
crimen, porque lleva a la muerte espiritual (Rm 6, 23). Mata el amor y mata a
la familia, hiere y lastima hasta lo más profundo del corazón. Además es un
sacrilegio porque profana a la familia que es terreno sagrado, es una iglesia
doméstica. Y es un fraude por que atenta contra lo ajeno. Lo que no es tuyo y
que tiene dueño.
El adulterio pertenece a los terrenos del hombre viejo, al que pertenece
la lujuria, un vicio en el que no hay continencia, ni castidad ni templanza ni
dominio propio, Más bien nos lleva al desenfreno de las pasiones (2 de Tim 2,
22) Y atenta contra la dignidad humana, hace del otro un algo, un instrumento
de placer. Para vencer la lujuria, padre del adulterio, de la fornificación, de
la pornografía, y de otros mas, Jesús propuso el negarse a sí mismo
Niégate a ti mismo
para vencer el placer y tus emociones.
Por eso, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y
tíralo lejos, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él
sea arrojado al lugar de castigo. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de
pecado, córtatela y arrójala lejos de ti, porque más te vale perder una parte
de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo. (Mt 5, )
El ojo es la lámpara del cuerpo, si tu ojo está sucio, ¿Cómo estará tu
cuerpo? Tu mente y tu corazón estás sucios y tu voluntad está como vendida al
poder del pecado. Educar la mirada s tarea para toda la vida, es la manera para
no mirar con ojos lujuriosos a toda mujer o a todo hombre. Arráncate el ojo y tíralo
lejos, equivale a negarse a sí mismo. “Niégate al desenfreno de tus pasiones,
niégate al placer”.
Lo mismo lo dice Jesús sobre la mano: Sí te hace pecar córtatela y
tírala lejos de ti. “Niégale a tu mano el placer de complacerte”. Con la mano
oprimes, explotas, cometes fraude, golpeas a tu prójimo y agarras lo ajeno.
Pecados contra el quinto, sexto, séptimo, noveno y décimo mandamientos. El
pecado embota la mente, endurece el corazón, pierde la moral y nos arrastra por
el camino de las pasiones desordenadas (Ef 4, 17- 18) Entonces decimos con
Pablo: “Pudiendo hacer el bien no podemos” (Rm 7, 19)
Jesucristo dijo rotundamente NO al adulterio y NO al divorcio.
También se dijo antes: El
que se divorcie, que le dé a su mujer un certificado de divorcio; pero yo les
digo que el que se divorcia, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima,
expone a su mujer al adulterio, y el que se casa con una divorciada comete
adulterio’’. (Mt 5, 27-32)
Tanto, el adulterio como el divorcio viene del “Vacío
existencial”. Vacío de Dios y vacío de Amor y vacío de los otros valores del
reino de Dios. Lo que hoy se le puede llamar ausencia de fe de la que viene la “Inversión
de valores”, madre del vacío existencial. El hombre inmaduro o la mujer
inmadura, no pasan del enamoramiento, pero, nunca llegan al amor. El
enamoramiento se fija en detalles, es aspectos, físicos, intelectuales
materiales que dicen me conviene, me en útil. Mientras que el amor no se fija
en aspectos, sino en la totalidad de la persona, como es con sus valores y con sus
deficiencias. El enamoramiento cambia y se termina, el amor no cambia, se
cultiva, madura y transforma.
El amor de los esposos se debe de cultivar y protegerse (Gn 2, 15).
Esposos cristianos no son los que viven juntos, sino,
los que viven el uno para el otro. Si son verdaderos creyentes “vigilen y oren
para no caer en tentación” (Mt 26, 41), de separarse o de buscar otra u otro.
El cuerpo bonito, la ropa elegante o el dinero, no te dan tu valor. Tú valor lo
llevas dentro de Ti: “Vales por lo que eres y no por lo que tienes.” Vivir en
la mentira es llenar el vacío de cosas, de lujos, de vinos, de sexo o de
pleitos. “Vivan siempre en la verdad” (Ef 4, 25)
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