FAMILIA SÉ LO QUE ERES: “MADRE Y MAESTRA”.

 

FAMILIA SÉ LO QUE ERES: “MADRE Y MAESTRA”.

 

Madre porque engendras para la vida y Maestra porque enseñas a vivir. El Papa Juan Pablo llamó a la Familia: “Escuela del más rico humanismo”. En la Familia se educa para la vida, y no simplemente para pasar un examen. La educación familiar puede ser en dos campos que se complementan y se apoyan mutuamente uno en el otro: La educación en los valores humanos y la educación en la fe.

 

De frente a la tarea de toda familia hemos de mencionar: “el gran problema” de muchos: no saber distinguir entre lo bueno  y malo, a lo bueno le llaman malo y a lo malo le llaman bueno. Malo es todo lo que impide nuestra realización personal y comunitaria; bueno es todo aquello que nos ayuda a realizarnos como lo que somos. Esta realidad genera entre nosotros la llamada “Inversión de Valores”, el hombre de fin en sí mismo es reducido a medio o a instrumento de placer o de trabajo.

 

1.     El Diálogo familiar.

 

Un diálogo es intercambio de ideas, palabras, experiencias, vida. Para que sea diálogo tiene que ser entre dos o más personas, lo contrario sería monólogo. Uno es el que habla y los demás escuchan y obedecen.

 

Todo diálogo tiene como exigencia fundamental la madurez humana, o al menos alguna madurez, sin la cual, todo queda reducido al campo de lo utópico. Esta madurez humana nos permite reconocer la dignidad de todo ser humano, valor no reductible que brilla en el rostro de todo hombre. Pero además exige, entre otras cosas:

 

¨      La igualdad fundamental, en la familia, todos son importantes, incluyendo a los más pequeños.

¨      La apertura, abrirse a los demás, con la necesidad de ser escuchados.

¨      La acogida, recibir al otro. Cuando el otro habla hacerlo centro de nuestra atención.

¨      Respetar la libertad de los otros, no podemos obligar a los demás a que digan lo que nos gustaría saber. El otro siempre será un misterio.

¨      Generar un diálogo positivo, en la medida de lo posible. Solo después de varias sesiones de diálogo positivo, se ha de recurrir a un diálogo negativo.

 

2.     El método de la enseñanza familiar

 

Tres son los elementos que dan consistencia la enseñanza dentro de la familia:

¨      L testimonio de vida, enseñar con obras. Los buenos o malos comportamientos son la mejor y más rápida manera de enseñar a los demás. “las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”, decía san Agustín.

¨      La palabra, enseñar con palabras que lleven la huella de lo humano, que sean amables, limpias y veraces. Palabras optimistas y positivas, revestidas de vida, llenan el inconsciente y el corazón de los niños. El proverbio popular dice: “Nadie da lo que no tiene”, mientras que la Biblia dice: “La boca habla de lo que hay en el corazón”.

¨      El tercer camino de la enseñanza en la familia es la amistad. Cuando fallan el testimonio y las palabras lo único que os queda es la amistad. Hágase amigo de sus hijos y usted no tendrá mucho problema para comunicarse con ellos y ellos no tendrán ningún problema en escuchar al amigo, obedecerlo e intercambiar con usted sus puntos de vista, sin agresividad, sin violencia.

 

 

3.     La dinámica del Amor Familiar.

 

La Familia como primera escuela nos educa para la vida, por lo que creo necesario resaltar algunos elementos que conforman el “Decálogo Familiar”:

1)      El reconocimiento personal mutuo.

2)      La aceptación personal de todos, tal y como son y no como nos gustaría que fueran.

3)      La igualdad fundamental de todos.

4)      El respeto personal mutuo.

5)      El perdón incondicional de todos para con todos.

6)      El principio de la Dignidad Humana.

7)      El principio de subsidiaridad.

8)      El principio de solidaridad de todos para con todos.

9)      El principio del Bien Común, todo es de todos y todo es para todos.

10)  El diálogo familiar en el cual se resalta la importancia de todos. Diálogo liberador que genera conocimiento, identidad familiar y unidad entre los miembros de la familia.

 

4.     La familia: Comunidad de vida y de amor.

 

En la medida que se comparta la vida; que vivan unos para los otros, tomando cada uno su responsabilidad. En esta familia, todo es de todos: sentimientos, dinero, dolor, preocupaciones, responsabilidades, vida, amor, alegrías, todo... Todo es para todos, para hombres y mujeres. Que ninguno se apropie de lo que corresponde a los demás-Aprendamos a hacer Comunidad fraterna y solidaria.

 

1)      La entrega y aceptación mutua. De novios todos es fácil y bonito, lo difícil viene después. No existe, ni el hombre ideal ni la mujer ideal.

2)      De forma personal y total. El amor es donación, es entrega, y ésta, nunca puede ser a medias. “El refrán que reza: ni todo el amor ni todo el dinero”, no es cristiano.

3)      Nadie vive para sí mismo; se vive para los demás o la familia corre el peligro destruirse a sí misma. El individualismo es el peor de los enemigos de la familia.

4)      Todos son importantes. Niños y grandes, hombres y mujeres. La discriminación no hace la familia. El relativismo es un enemigo de la realización en familia.

5)      El amor, la verdad y la vida son la base toda familia cristiana. El odio, la mentira y la muerte son elementos que deben salir fuera de la familia comunidad de vida y comunidad de amor.

 

 

5. El valor del respeto dentro de la familia.

 

¿Qué es un valor? En sentido humanista, se entiende por valor lo que hace que un hombre sea tal, sin lo cual perdería la humanidad o parte de ella. El valor se refiere a una excelencia o a una perfección. Un valor es todo aquello que hace sea lo que debe ser; lo que le permite realizarse como persona o como familia. Mientras que el anti valor es todo aquello que impide que el hombre se realice o que la familia sea “Familia”, comunidad de vida y comunidad de amor.

 

El valor del respeto dentro de la familia está cimentado en tres valores fundamentales, tan estrechamente vinculados que le dan firmeza a toda vida familiar: La verdad, la justicia y el amor.

 

  1. La verdad.

 

La verdad es que los miembros de la familia son personas con una igualdad fundamental, no vale más el hombre que la mujer ni la mujer que el hombre. Lo contrario a la verdad es la falsedad, el engaño y la mentira. Cuando en la familia se vive en la mentira, se cae en la inversión de valores: la persona es valorada por lo que tiene, lo que sabe o lo que hace. Todo valor tiene un anti valor. La verdad se contrapone a la mentira.

 

A la luz de la verdad podemos hablar de los enemigos del respeto familiar: la indiferencia, es decir, reducir al otro a la nada. La cosificación, reducir al otro a cosa;. La instrumentalización: hacer del otro un instrumento de trabajo o de placer. Valorar al esposo por lo que gana o a la esposa por el cuerpo o por el placer que pueda dar. La manipulación, la peor de todas las faltas de respeto.

 

Honrar la verdad es reconocer la dignidad personal de cada uno de los miembros de la familia. Quien vive en la verdad honra a su familia. Podemos recordar el mandamiento familiar. “Honra a tu padre y a tu madre”. Un mandamiento que se extiende a todos en la familia. Que los esposos se respeten mutuamente. Que los padres honren y respeten a sus hijos. Que los hermanos honren y respeten a sus hermanos.

 

  1. La justicia.

 

Hay  justicia cuando se piensa al otro de manera correcta. Hacer justicia es reconocer la dignidad y la importancia de cada uno de los miembros de la familia. En la familia todos son importantes. Los hijos hacen justicia a sus padres cuando les honran, les respetan, les obedecen. Cuando no se les exige lo que no pueden darles.

 

Hay justicia cuando se administra los bienes que entran a casa de manera correcta.

Cuando se valora a la persona de manera apropiada y existe el respeto mutuo.  Cuando se acepta a los otros de manera adecuada y se ama de manera correcta, es decir, sin llegar al desprecio de los demás.

 

La práctica de la justicia exige:

 

El reconocimiento personal mutuo. El otro es un alguien, no es un algo. Un alguien que piensa, que siente, que es capaz de expresarse y capaz de amar. Los gritos, los golpes o los insultos, pueden atentar contra el respeto familiar.

 

La aceptación personal mutua. No quieras que el otro sea como tú quieres; no lo quieras hacer a tus kilos, lo echarías a perder. Ella o El. Son únicos, irrepetibles por que cada uno es original.

 

El respeto personal mutuo. Todos los miembros de la familia son importantes, y por lo tanto, tienen el mismo valor fundamental. El respeto tiene que ser de pensamiento, palabra y obra. Pide el reconocimiento de la dignidad de la persona. Hablarle con palabras limpias, amables y veraces.  “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Respetamos al otro cuando se le reconoce lo realmente es: una persona valiosa, un fin en sí mismo.

 

3.    Vivir en el amor.

 

Donde hay amor hay respeto. Hay admiración, hay reconocimiento de los valores de la otra persona y hay promoción humana. Se busca el bien del otro; se le ayuda a realizarse como lo que es. Cuando el respeto nace del amor, nos capacita para una buena comunicación.


La buena comunicación tiene algunas características que todos conocemos: escuchar con atención, no acaparar la palabra, evitar interrumpir, utilizar un lenguaje propio y moderado, lo cual demuestra educación y trato delicado hacia las personas. Pero este valor tiene elementos fundamentales e indispensables para lograr una verdadera comunicación:


Interés por la persona. Cuántas veces nuestra atención total está reservada para unas cuantas personas, nos mostramos atentos y ávidos de escuchar cada una de sus palabras. Por otra parte, los menos afortunados se ven discriminados porque consideramos su charla como superficial, de poco interés o de mínima importancia. Pensemos en los subordinados, los hijos o los alumnos ¿Realmente nos interesamos por sus cosas, sus problemas y conversaciones?


Saber preguntar. A pesar del esfuerzo por expresar las cosas con claridad no siempre se toman en el sentido correcto (y no hablamos de malas intenciones o indisposición) Recordemos con una sonrisa en los labios, como después de una breve discusión llegamos al consenso de estar hablando de lo mismo pero en diferentes términos. Las causas son diversas: falta de conocimiento y convivencia con las personas, distracción, cansancio...

 
Aprender a ceder. Existen personas obstinadas en pensar que poseen la mejor opinión debido a su experiencia, estatus o conocimientos; de antemano están dispuestos a convencer, u obligar si es necesario, a que las personas se identifiquen con su modo de pensar y de parecer, restando valor a la opinión y juicio de los demás. No es extraño en ellos la inconformidad, la crítica y el despotismo, inmersos en conflictos, críticas y finalmente convertidos en las últimas personas con quien se desea tratar.


Sinceridad ante todo. Expresar lo que pensamos, sobre todo si sabemos que es lo correcto (en temas que afecten a la moral, las buenas costumbres y los hábitos), no debe detenernos para mostrar desacuerdo, superando el temor a quedar mal con un grupo y a la postre vernos relegados. Tampoco es justificable callar para no herir a alguien (al compañero que hace mal su trabajo; al hijo que carece de facultades para el deporte pero tiene habilidad para la pintura; etc.), si deseamos el bien de los demás, procuraremos decir las cosas con delicadeza y claridad para que descubran y entiendan nuestra rectitud de intención.


Además de los elementos esenciales, es preciso cuidar otros pequeños detalles que nos ayudarán a perfeccionar y a hacer más eficaz nuestra comunicación:


Comprende los sentimientos de los demás. Evita hacer burlas, criticas o comentarios jocosos respecto a lo que expresan, si es necesario corrige, pero nunca los hagas sentir mal.


No interpretes equivocadamente los gestos, movimientos o entonación con que se dicen las cosas, hay personas que hacen demasiado énfasis al hablar. Primero pregunta y aclara antes de formarte un juicio equivocado


Observa el estado de ánimo de las personas cuando se acercan a ti. Todos nos expresamos diferente cuando estamos exaltados o tristes. Así sabrás qué decir y cómo actuar evitando malos entendidos.


Aprende a ser cortés. Si no tienes tiempo para atender a las personas, acuerda otro momento para charlar. Es de muy mal gusto mostrar prisa por terminar.

 

En la Familia se aprende el arte de amar, de servir y de compartir, el camino para realizarnos como Familia y como personas, todas valiosas, importantes y dignas.

 

“FAMILIA ERES ESCUELA DEL MÁS RICO HUMANISMO”

 

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