EL BAUTISMO DE JUAN, DE JESÚS Y EL NUESTRO ES DE DIOS O DE LOS HOMBRES?.

 

EL BAUTISMO DE JUAN, DE JESÚS Y EL NUESTRO ES DE DIOS O DE LOS HOMBRES?.

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron de nuevo a Jerusalén, y mientras Jesús caminaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le preguntaron: “¿Con qué autoridad haces todo esto? ¿Quién te ha dado autoridad para actuar así?”

Jesús les respondió: “Les voy a hacer una pregunta. Si me la contestan yo les diré con qué autoridad hago todo esto. El bautismo de Juan, ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contéstenme”.

Ellos se pusieron a razonar entre sí: “Si le decimos que de Dios, nos dirá: ‘Entonces ¿por qué no le creyeron?’, y ¿si le decimos que de los hombres…?” Pero, como le tenían miedo a la multitud, pues todos consideraban a Juan como verdadero profeta, le respondieron a Jesús: “No lo sabemos”. Entonces Jesús les replicó: “Pues tampoco yo les diré con qué autoridad hago todo esto”. (Mc 11, 27-33)

Dos preguntas hacen a Jesús: ¿Con qué autoridad haces esto? Jesús les responde con toda sabiduría. Si no creyeron en Juan, menos me van a creer en mí. La segunda pregunta: ¿Quién te ha dado autoridad para actuar así?” Las dos respuestas hacen referencia a lo mismo: “Todo viene de lo que Jesús recibió en su Bautismo, el que fue Ungido con el Espíritu Santo,” todo viene de Dios. Jesús es verdadero Dios, pero, también es verdadero Hombre. Ungido para ser el Mesías, el Cristo de Dios. Para realizar la Obra del Padre (Jn 4, 34).

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.” (Lc 4, 18- 19)

La pregunta de Jesús a los jefes de la religión judía, no es respondida porque tenían miedo. ¿Juan es de Dios o es de los hombres? No tenían fe y tenían miedo a los hombres que si habían creído en Juan. La respuesta es negativa: no lo sabemos. Jesús les responde: tampoco yo les digo que soy el Mesías, el Enviado, el Ungido con el Espíritu Santo para que hable las Palabras de Dios y realice sus Obras.

Todo lo que Jesús dijo e hizo lo hace por el Espíritu Santo que estaba en él como en su propia casa, donde Jesús se mueve a sus anchas, desde su Encarnación hasta su muerte y resurrección, todo lo hace bajo la moción del Espíritu Santo y sin él no hace nada. El Gran acontecimiento en la vida de Jesús fue su Bautismo, su vida queda dividida en dos, en un antes y en un después. Antes de su Bautismo su vida privada y después, su vida pública que comenzó en el desierto, llevado por el Espíritu Santo, donde se preparó para su Misión. Al final de su desierto luchó contra el Maligno lo venció y lo ató para luego irse a invadir los terrenos del Diablo para liberarlos de todas sus opresiones (Hch 10, 38)

“Cuando el Espíritu Santo venga ustedes recibirán el Poder de lo Alto” para que sean mis testigos (Hch 1, 8) Recibirán Luz, Fuerza, Amor y Dominio propio (2 de Tim 1, 6) para que continúen la Obra que yo he comenzado.

Jesús anuncia el Reino de su Padre. Un Reino de amor, de paz y de justicia, para entrar en él, hay que creer y convertirse (Mc 1, 15; Mt 4, 17) Porque nada de lo que es carne y sangre entra en el Reino de Dios (1 de Cor 15, 50) La fe que viene de la escucha de la Palabra es confianza, obediencia y pertenencia al Señor, es amor y servicio. Las primeras gentes que escucharon a los Apóstoles el día de Pentecostés le respondieron: ¿Hermanos que tenemos que hacer?

La respuesta de los Apóstoles: Pedro les contestó: “Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hch 2, 38) Promesa que es también para nosotros. Cuando el Espíritu Santo venga a nosotros por la escucha de la Palabra, recibiremos la Luz que ilumina nuestras tinieblas para que reconozcamos nuestros pecados. Vayamos a un juicio con un corazón contrito y arrepentido, esto lo podemos hacer con el Poder del Espíritu Santo que nos lleva a Cristo para que recibamos el Amor, el perdón de nuestros pecados y el don del Espíritu Santo. Entonces recibimos los frutos de la Redención de Jesús y nacemos de Dios. Para luego ser conducidos por los Caminos de la rectitud por el Espíritu de Cristo (cf Jn 16, 8ss)

La teología de san Pablo: En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados. Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros. (Rm 8, 14- 18).

El mismo Espíritu que estaba en Jesús, estaba con los Apóstoles, los Mártires y con los Santos de la Iglesia de todos los siglos, está también en nosotros, esperando que le permitamos conducirnos y transformarnos en Hijos de Dios, en hermanos yservidores de los demás.

 

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