Los Rostros de Dios
OBJETIVO: Ayudar a remover las falsas
concepciones de Dios y a tener claridad sobre el verdadero rostro de Dios para
poder tener un conocimiento y una comunión auténticas con Él, consigo mismo,
con los demás y con la naturaleza.
1
Imágenes falsas de Dios.
¿Podemos tener un dios a nuestra medida? Quien
tenga una falsa imagen de Dios, no dudamos en afirmar que también tiene una
falsa imagen del hombre y una falsa imagen de la vida. Piensa con criterios
torcidos, invierte el orden de las cosas, ignora el sentido de su existencia,
no sabe vivir. Escuchemos a algunas
personas decir: diosito te va a
castigar; mostrando una imagen dicen
a un niño: este es diosito; diosito
ama los buenos pero castiga a los malos. Muchísimas son las personas que tiene una falsa idea de Dios. Para
ellas Dios es:
1. un dios autoritario, juez implacable,
castigador que espera que los pecadores mueran para mandarlos al infierno. Para
estas personas cualquier cosa negativa que les sucede es un castigo de Dios.
2. Un dios policía que se pasa el tiempo buscando
a quien cometa un pecado para castigarlo o mandarlo a la cárcel.
3. Un dios abuelito, bonachón y paternalista que
nos quiere mucho y nos da todo lo que le pidamos, nunca nos niega nada.
4. Un dios farmacéutico, que solo lo buscamos en
tiempo de crisis, cuando llega la enfermedad, los problemas, etc. Cuando nos va
bien ni siquiera nos acordamos de él.
5. Dios tapa huecos,
Empecemos recordando la frase:
“A Dios nadie lo ha visto” (cf. Jn 1,1-18). En un momento esencial de su
desarrollo,
2 ¿Podemos
los hombres conocer a Dios?
Cuando Pedro confiesa que Jesús
es el Hijo de Dios vivo, el Cristo de Dios, Jesús le dice: “Dichoso tu, Simón
hijo de Juan, porque eso no te lo ha revelado la carne, sino mi Padre que está
en los cielos” (Mt. 16, 16ss). La afirmación de Jesús nos dice que es posible
conocer a Dios. El mismo se nos da a conocer, se nos revela y se nos
manifiesta.Decir que Dios tiene rostro es decir que Dios existe, que Dios es, y
es decir que Dios actúa. Nosotros por la Revelación sabemos cuál es el objetivo
para nuestra vida: Conocer, amar y
servir a Dios en esta vida, y después, la Gloria. Este conocimiento de Dios
brota de la gracia que nos da la certeza de que Dios nos ama y nos transforma
para que nosotros también lo amemos, es decir, lo veamos con los ojos del amor
que nos ha dado Jesucristo mediante el don de su Espíritu. El Espíritu Santo nos
da la certeza de que Dios es un Padre misericordioso; es Amor y Perdón. Pero
vayamos al Evangelio y leamos una de las tres parábolas de la misericordia
divina que nos presenta el Evangelio de Lucas. (Lc 15, 11ss) A luz de esta
Escritura podemos descubrir los Rostros de Dios.
3
Los Rostros del
Dios de
Padre es el Nombre personal de Dios
que Jesús nos ha revelado en el Nuevo Testamento: “Padre,
les he revelado tu Nombre” (Jn. 17, 6). Dios es Padre porque es Creador y
fuente de vida. “Escucha Israel, el Señor que te creo te dice: no tengas miedo,
yo te conozco y te llamo por tu nombre…” (Is. 43, 1-5) San Pablo en la carta a
los Efesios nos dice: “Me pongo de rodillas delante del Padre de quien recibe
su nombre todo familia, tanto en el cielo como en la tierra” (Ef. 3, 14). Dios
es nuestro Padre porque nos ha llamado a cada uno por su nombre, es decir, nos
llamó, movido por su amor, a la
existencia: “Me formó en el seno materno”; pero el texto que mejor nos explica
la paternidad de Dios nos dice de un amor muy viejo: “Desde antes de la
creación del mundo Dios nos eligió en Cristo para estar en su presencia, santos
e inmaculados en el amor”; “y nos destinó
a ser adoptados como hijos suyos mediante Jesucristo” (Ef. 1, 4-5). En
la carta a los Gálatas nos dice la Sagrada Escritura: “Dios ha enviado a
nuestros corazones el Espíritu que clama en nosotros: “ABBA PADRE”. (cfr. Gál.
4, 6). El Mismo Jesús Nuestro Señor nos
dice: “Todos ustedes son hermanos” (Mt. 23, 8). Ese es el Gran Deseo de Dios
tener una familia en la cual todos se sientan sus hijos, se reconozcan como
hermanos; familia en la que ha de haber una solicitud mutua, una reconciliación
continua y un compartir sin límites.
Dios es Amor. (1 de Jn. 4,16) No se
trata de confundir a Dios con un amor cualquiera, sino de identificarlo con
aquel Amor que hemos descubierto en Jesús y que nos llevó a entregar la vida
por sus hermanos. (1Jn. 4, 7-20). “Dios es amor, y
conocer a Dios es amarnos los unos a los otros. Pues todo el que ama ha nacido
de Dios y conoce a Dios” (1 de Jn. 2,29). El amor es una gracia que nos
antecede, no la hemos inventado nosotros, sino don del mismo Dios de gracia. El
amor no es algo que nosotros hacemos, no podemos crear el amor. El amor es
limpio, puro y divino. El amor de nuestro Padre celestial es además, incansable e incondicional, está siempre disponible a salir en busca de todos,
de buenos y de malos. En la Parábola del hijo pródigo vemos que el Padre toma
la iniciativa para salir al encuentro del hijo menor que regresa, y hace una
fiesta en su honor, pero también, su amor de padre bueno, lo hace salir en
busca del hermano mayor que lleno de celos se niega a entrar en la casa y
encontrarse con su hermano que ha vuelto a Casa. “Hijo mío, todo lo mío es tuyo”. (Lc. 15,
31) Lo que cuenta no es saber que Dios
es amor y nos ama, sino el de tener experiencia de su amor. Esta experiencia de
encuentro con Dios nos lleva a una doble certeza: la certeza de que Dios nos
ama y la certeza de que también nosotros lo amamos, porque el Mandamiento nos
dice: “Amar al prójimo es amar a Dios” (1 Jn 4,11-12) “Y el que ama a Dios que
ame también a su prójimo”.
Para Dios perdonar es amar.
Es crearnos de nuevo. Dios nos perdona porque es misericordioso y tiene
misericordia para con todos los pecadores. Dios nos perdona porque nos ama. En
el Padre Nuestro nos invita a dar perdón a quienes nos hayan ofendido. Jesús en
la cruz oró por quienes lo crucificaban por ello nos había enseñado a amar aún
a los enemigos: “Ama a tu enemigo y ora por quien te persigue” (Mt 5, 44)
Frente
al pecado del hombre Dios manifiesta su Poder perdonando, dando de su
misericordia a los pecadores que se decidan a volver a la “Casa del Padre”. No
hay pecado que Dios no perdone cuando existe el arrepentimiento. Escuchemos a
Dios hablarnos en la Sagrada Escritura. Dios perdona al pecado que se acusa: “Reconocí
mi pecado y no te oculté mi culpa; me dije: «Confesaré a Yahvé mis rebeldías».
Y tú absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado”. (Sal.
32, 5)
Es
un Padre que perdona todo a sus hijos: Yahvé es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y lleno de amor; no se querella eternamente, ni para siempre
guarda rencor; no nos trata según nuestros yerros, ni nos paga según nuestras
culpas. Como se alzan sobre la tierra los cielos, igual de grande es su amor
con sus adeptos; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros
nuestros crímenes. Como un padre se encariña con sus hijos, así de tierno es
Yahvé con sus adeptos; que él conoce de qué estamos hechos, sabe bien que sólo
somos polvo. (Sal. 103, 8-14) Es el Dios de los perdones: Pero tú
eres el Dios que perdonas, clemente y misericordioso, tardo a la cólera y rico
en bondad. ¡No los desamparaste! (Neh. 9, 17)
Es el Dios de las misericordias:
El Señor nuestro Dios es compasivo y misericordioso, aunque nos hayamos
rebelado contra él y no hayamos escuchado la voz de Yahvé nuestro Dios ni
seguido las leyes que nos dio por medio de sus siervos los profetas. (Dn.
9,9) Por otro lado el mismo Señor nos enseña en la oración del Padre Nuestro
que Dios no puede perdonar al que no perdona, y que para implorar el perdón de
Dios hay que perdonar al propio hermano. (Lc. 11, 4)
La Libertad es el Rostro de Dios
que más nos cuesta comprender. Dios es el Totalmente
libre. Libre para llamarnos a la existencia, libre para enviarnos a su Hijo,
libre para redimirnos, libre para darnos el don de su Espíritu. Libre para
darnos la herencia y dejarnos ir a derrocharla. Libre para ir busca de los
hijos pródigos, acogerlos en Casa y hacerles una fiesta. Dios es Libertad y
fuente de toda verdadera libertad y filiación. “No habéis recibido un espíritu
de esclavitud para volver otra vez al temor, sino un espíritu de filiación, por
el cual clamamos: Abbá, Padre”. (Rom. 8, 12-17)
Dios
es Libertad, así lo comprende san Pablo cuando nos dice: “Donde está el
Espíritu del Señor allí está la libertad”
(2 Cor. 3, 17). No confundamos la libertad con el libertinaje; éste
deshumaniza y despersonaliza. El Espíritu Santo, no es espíritu de esclavitud,
sino de libertad, de valentía que nos hace amar a Dios y acercarnos a todos los
hombres para con valentía anunciarles el Evangelio de Cristo. “Hermanos, habéis
sido llamados a la libertad”. Esa es nuestra vocación. Para ser libres nos
liberó Cristo de la esclavitud del pecado: “Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sed esclavos
unos de otros por amor” ... (Gál. 5,1.13). San Juan en su
Evangelio nos muestra el camino de la libertad; dice a los que han abrazado la
fe: “Permanezcan unidos a mi Palabra y serán mis discípulos, conoceréis la
verdad y la verdad os hará libres” (Jn. 8, 31-32).
Libres
¿de qué? Libres de la esclavitud del pecado
que nos hace llevar una vida arrastrada
y tener un corazón doble del que mana la hipocresía (1 de Pe 2,1). El Creyente
es libre en cuanto que en Cristo ha recibido ya el perdón y el poder de vivir
en la intimidad del Padre sin las ataduras del pecado, de la muerte y de la
ley. Libres ¿para qué? Libres para conocer la verdad, para servir al Señor y
amar a los hermanos. Libres para ser amos y señores de las cosas, de nosotros
mismos; para caminar con los pies sobre la tierra, con dominio propio, con dignidad.
El hombre fue creado por Dios por amor, con amor y para amar…pero la verdad es
que solo, y en la medida que seamos libres, podemos conocer, manifestar y dar
el amor de Dios a los demás. La experiencia del amor de Dios es el motor de
arranque de la vida cristiana y de la vida familiar. Solo el amor llena los
vacíos del corazón humano y orienta nuestra vida hacia
¿Cómo es el Amor de Dios? Dios
siempre nos ama y llena nuestra vida de manifestaciones amorosas, liberadoras y
gozosas. Todo lo bueno que tenemos y que hacemos nos habla del amor
incondicional de Dios para cada una de sus criaturas. Nada ni nadie queda fuera
del amor que Dios nos tiene. Él, nos manifiesta su bondad por medio de nuestros
seres queridos, de nuestros amigos, familiares y por medio de acontecimientos.
Por lo tanto, nos hace instrumentos de su amor, y como si fuéramos canales de
su gracia, por nuestro medio Dios ama a los enfermos, a los pobres, a los
débiles…
El amor nos construye. En Dios el amor es donación,
entrega, promoción, servicio… para que el hombre al tener de lo suyo se
realice, dándose y entregándose a los demás para ayudarlos a realizarse como
personas importantes y valiosas. Para entender como es el amor de Dios tenemos
que abandonar criterios rancios y torcidos sobre Dios, sobre el hombre y sobre
la vida. La experiencia de Dios en nuestra existencia nos da una nueva mirada y
una nueva comprensión de la realidad: Vernos y pensarnos como Él nos ve y nos
piensa; valorarnos y aceptarnos como Él nos valora y nos acepta para que
podamos amarnos como Él nos ama.
La
experiencia de Dios nos dice como es el amor que Dios nos tiene. a)
Personal y universal a la misma vez. Ama cada uno de nosotros y ama todos los
hombres. Nadie es excluido del amor de Dios. Cristo vino y murió por todos,
buenos y malos, pobres y ricos, negros y blancos, hombres y mujeres. B)
Es Incansable
e incondicional: Dios no se cansa de amarnos como tampoco nos pone condiciones.
Con amor paciente busca sin cansarse a las ovejas perdidas, y las busca hasta
encontrarlas. Los amores humanos son condicionados, utilitaristas y
pragmáticos, en Dios en cambio, su amor es incondicional. Nos ama, a pesar de
que hagamos cosas malas, y, aún sabiendo que lo vamos a rechazar. c) Eterno e
infinito: no tiene límites y no cambia, nos ama siempre y hasta siempre. El
corazón de Dios es como un mar inmenso de amor. No podemos abarcarlo ni tocar
fondo, pero su voluntad es que los hombres nos sumerjamos en el mar de su amor,
nademos en él y nos empapemos con su gracia.
Dios quiere
dar al hombre un corazón grande en el cual habite la bondad, la justicia, la
paz, el gozo…Solo cuando Dios ensancha nuestro corazón podemos salir de
nosotros mismos para ir al encuentro del amor…aceptando que somos dones de Dios
para el Mundo, para la Iglesia, para la Sociedad…El hombre se realiza en la
medida que camine en la vida con un corazón lleno de amor, como fuerza que lo
hace darse y entregarse como don de Dios para los demás. ¿Será suficiente con
saber que Dios es amor y nos ama? ¿Perdona el Señor nuestros pecados, aún a
pesar de nuestra voluntad? ¿Qué es lo que impide que experimentemos el amor que
Dios nos tiene?
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