JESUCRISTO VERDADERAMENTE HA RESUCITADO. ALELUYA

 


JESUCRISTO VERDADERAMENTE HA RESUCITADO. ALELUYA

 

Con su resurrección Jesucristo ha vencido al pecado y a la muerte. Es el Vencedor y es el Buen Pastor que busca a las ovejas perdidas, y las busca hasta encontrarlas. Él se hace el encontradizo para que vivamos con Dios. Encuentro liberador porque Él nos quita las cargas. Encuentro gozoso por que nos hace participar de su resurrección. Encuentro reconciliador por que nos reconcilia con Dios y con los hombres. Encuentro glorioso porque nos hace participar de su Pasión. Todo lo que es de Cristo, es nuestro, si, nosotros somos de Él. (cf Cor 3, 21)

 

¿Dónde podemos encontrarnos con Cristo, el Hijo de Dios? Vayamos al Evangelio de san Lucas y encontraremos algunos lugares en los que Cristo se hace el encontradizo. El primer camino es:  “Por los caminos de la vida.”

 

Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. El les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?»El les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.» (Lc 24, 13, 24)

 

Dos discípulos de Jesus iban por el camino de Jerusalén a Emaús. Iban tristes derrotados, en crisis de fe, su Líder les había fallado. Creían en un Mesas político, militar, poderoso, que los libraría de las manos de sus enemigos, los romanos. Estaban equivocados. El les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?»El les dijo: «¿Qué cosas?» Y les habló de Jesús de Nazaret: Un hombre, un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y delante de los hombres. Nuestros sacerdotes y magistrados lo mataron por medio de gente malvada. Nosotros esperábamos que él sería nuestro liberador. Escuchamos sus palabras, palabras poderosas, lo vimos hacer milagros, resucitar muertos, dar vista los ciegos, caminar a los cojos; lo vimos multiplicar los panes para darle de comer a miles con cinco panes y dos peces. Algunas de las mujeres de nuestro grupo fueron muy temprano al sepulcro, lo encontraron vacío, pero a él no lo vieron. Tres años con él, y ¿para qué? Habían abandonado Jerusalén y volvían a Emaús, su tierra, volvían a lo de antes.

 

El segundo lugar de encuentro con Jesús resucitado es la Palabra de Dios y de Cristo: El les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?» (Los sacude con su Palabra) Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. (Lc 24, 25- 27) Les dio un curso de Cristología. Mientras ellos escuchaban las palabras de Jesús resucitado, a ellos les volvía el color a sus rostros, recobraban el ánimo. Algo en su interior les estaba pasando. La alegría de la resurrección estaba aflorando a sus vidas, el caos se convertía en un universo ordenado.

 

El tercer lugar para encontrarse con Jesús resucitado es la: Hospitalidad que es una de las “Obras de la Misericordia:”  Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y entró a quedarse con ellos. (Lc 24, 27, 29) La Hospitalidad es abrir el corazón a los pobres, ser hospitalarios es abrir nuestros corazones a los demás.

 

El cuarto lugar para encontrarse con el Resucitado es la Comunidad: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mt 18, 20) La alegría de Jesús es estar con los suyos, es su Promesa: “Yo estaré con ustedes hasta el final (Mt 28, 20) Por eso acepta la invitación de quedarse y entró para quedarse: Quédate con nosotros, es la invitación más hermosa que debe de haber en nuestros corazones: “El deseo de Dios.”

 

El quinto lugar para encontrarse con el Resucitado es la “Fracción del Pan:” Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. (Lc 24, 30- 31) Desaparece pero no se va, se queda en el pan. La fracción del pan es el primer nombre que se le da a la Misa.

 

El sexto lugar para encontrarse con el Resucitado es el Apostolado. De esa primera Misa, nace la Iglesia Misionera: Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan. (Lc 24, 32- ss)


El séptimo lugar para encontrarnos con el Resucitado es con su Familia: Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como véis que yo tengo.» Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. (Lc 24, 36- 40) Jesús resucitado busca la Unidad de los suyos, por eso donde dos o tres están reunidos en mi Nombre yo estoy entre ellos y ahora también puede estar dentro de nosotros Para amarnos, perdonarnos y conducirnos: Estoy contigo porque te amo y para conducirte.

 

Los encuentros con Jesús resucitado son liberadores, están llenos de sentido: nos abre la mente y nos explica las Escrituras. Si nos pasamos la vida leyendo la Biblia y no la entendemos, ¿no será porque Cristo no ha resucitado en nuestros corazones? O ¿Porqué la entendemos mal? La podemos aprender de memoria y no entenderla. La señal es que ni aceptamos la Divinidad de Jesús y no creemos en la VIDA ETERNA. O tal vez porque no hemos tomado la firme determinación de seguir a Cristo que nos busca, nos llama, nos atrae hacia él con cuerdas de ternura y con cuerdas de Misericordia. Nos llama a estar con él para intercambiar con él nuestras miserias con su Misericordia; nos llama a ser sus discípulos para un día enviarnos como sus apóstoles, revestidos con la fuerza de su Espíritu Santo a predicar su Palabra que es luz en nuestro Camino (Slm 119, 105)

 

 

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