PARA SER REALMENTE LIBRES CRISTO MURIÓ POR NOSOTROS.

 


PARA SER REALMENTE LIBRES CRISTO MURIÓ POR NOSOTROS.

Introducción: Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto. (Cfr Lc 8, 15)

En aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en él: “Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderamente discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres”. Ellos replicaron: “Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: ‘Serán libres’?” Jesús les contestó: “Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo del pecado y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo, tratan de matarme, porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que he visto en casa de mi Padre: ustedes hacen lo que han oído en casa de su padre”. Ellos le respondieron: “Nuestro padre es Abraham”. Jesús les dijo: “Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham. Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre”. Le respondieron: “Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos más padre que a Dios”. Jesús les dijo entonces: “Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque yo salí de Dios y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino enviado por él”. (Jn 8, 31-42)

¿Qué hace para ser discípulos de Cristo Jesús? “Permanecer en su Palabra,” escuchándola y obedeciéndola, lo que equivale a construir la  casa sobre roca, sobre lo firme, lo estable y lo seguro, es decir, construir sobre el único fundamento que es Cristo (Mt 7, 24; 1 de Cor 3, 11) El que escucha la Palabra de Cristo y la obedece, ese es el que lo ama y lo sigue. Es un verdadero discípulo que le pertenece a Cristo y a los Doce. Jesús es la Luz, y el que lo sigue, no camina en tinieblas (Jn 8, 12) El discípulo por estar en la Luz, se hace luz porque está en comunión con Cristo y se convierte en luz del mundo al igual que su Maestro (cf Mt 5, 13- 14)

El discípulo conoce la verdad que es Cristo (Jn 14, 6) La verdad os hará libres. ¿Libres de qué? y ¿Libres para qué? Libres de la idolatría del pecado, libres de la carga (Mt 11, 28) Y libres para amar y para servir. Por eso Dios no hace alianza con esclavos, primero los libera, los reconcilia y los promueve. Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres. Con la libertad de los hijos de Dios (Gál 5, 1) Pero no confundas la libertad con el libertinaje (Gál 5, 13) El libertinaje esclaviza, oprime y lleva a la muerte (cf Rm 6, 23) La libertad nos pone de pie y nos hace caminar, es decir nos capacita para amar y para servir. Sólo los que son libres pueden amar, al estilo de Jesús.

“Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: ‘Serán libres’?” Los hijos de Abraham fueron esclavos de Egipto, de Asiria, de Babilonia, de los Griegos y de los Romanos. Que fueron figura de la verdadera esclavitud, la del pecado. Jesús les contestó: “Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo del pecado y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. El pecado es dar la espalda a Dios. Es una ofensa porque hacemos daño a los que Dios ama. Es lejanía, es separación de Dios (Is 59, 1- 2) El pecado es salir de la Casa del Padre para irse a un país lejano, el mundo (Lc 15, 11- 12) Por el pecado cambiamos de Casa para convertirnos en cueva de ladrones (Mt 21, 13) Cambiamos de padre, de tener a Dios como Padre pasamos a ser hijos de las tinieblas, y tener al Diablo como Padre. "Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Este era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira."(Jn 8, 44)

El que camina en la verdad, sigue y ama a Cristo. Guarda sus mandamientos y guarda su Palabra. (cf 1 de Jn 2, 3; Jn 14, 21. 23) El que peca vive en la mentira, piensa y hace la mentira y la verdad no está en él. La verdad en la que nosotros creemos es que Dios nos ama y nos ha entregado a su Hijo, y Jesús entregó su vida por nosotros y por toda la humanidad ( 1 de Jn 2, 1- 2; Gál 2, 19: Ef 5, 1- 2) Sólo por la fe seremos realmente libres, al ser perdonados de nuestros pecados y recibir el don del Espíritu Santo (Rm 5, 1; Gál 2, 16) La fe viene de lo que se escucha, la Palabra de Cristo (Rm 10, 17) Palabra que es Luz, fuerza y misericordia.

Con la luz nos muestra de dónde venimos, para que estamos aquí y para dónde vamos. La luz ilumina nuestras tinieblas y nos lleva al reconocimiento de nuestros pecados, no somos Dios, somos pecadores, creaturas necesitadas de la fuerza y del amor de Dios. La fuerza es el vigor, el poder de Dios para levantarnos del suelo y romper con la esclavitud del pecado. Tan sólo nos pide reconocer nuestra verdad: somos pecadores. Volvamos al Señor con un corazón contrito y arrepentido reconociendo  lo que somos (Slm 51, 19) San Juan nos dice: "Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos: «No hemos pecado», le hacemos mentiroso y su Palabra no está en nosotros."(1 de Jn 1, 8- 10)

Jesús nos dirige la misma recomendación que le hizo a la mujer adultera: "Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.»"(Jn 8, 10- 11) "Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. El es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero."(1 de Jn 2, 1- 2)

La verdad es que Dios nos ama, aún siendo nosotros pecadores. "Es cierta y digna de ser aceptada por todos esta afirmación: Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; y el primero de ellos soy yo."(1 de Tim 1, 15) Mi verdad es que soy pecador, y, que no valgo por lo que tengo, sino por lo que soy: un hijo de Dios, una persona creada a imagen y semejanza de Dios. Recordemos la verdad de Dios: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros." (1 de Jn 4, 10- 11)

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