SIN CONFIANZA NO HAY FE, NO HAY AMOR Y NO HAY AMISTAD.

 


SIN CONFIANZA NO HAY FE Y NO HAY AMOR.

Queridos hijos: La confianza que tenemos en Dios consiste en que, si le pedimos algo conforme a su voluntad, él nos escucha. Si estamos seguros de que escucha nuestras peticiones, también lo estamos de poseer ya lo que le pedimos.

La confianza es hija de la fe y de la amistad con Dios. La amistad es amor, sin amistad no hay confianza. La amistad pide dos dimensiones: de aquí para allá y de allá para acá. El amor puede tener una sola dimensión: Dios nos ama y basta. La amistad pide que también nosotros lo amemos. Dos amores, dos voluntades que se buscan y se encuentran, como la justicia y la paz se abrazan. Donde hay fe y amor hay confianza, nuestra oración es grata y agradable a Dios (cf Heb 11, 6) Pide lo que quieras dentro de la Voluntad de Dios y él que escucha responde con prontitud a nuestras peticiones. De otra manera Jesús nos ha dicho: "«No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!" (Mt 7, 21- 23) Fe, Confianza, Amor y Amistad son inseparables.

Si alguno ve que su hermano comete un pecado de los que no llevan a la muerte, que pida por él y le obtendrá la vida. Esto vale para los que cometen pecados que no llevan a la muerte, porque hay un pecado que sí lleva a la muerte (por ése no digo que se pida). Toda mala acción es pecado, pero, hay pecados que no llevan a la muerte.

Hay pecados veniales y hay pecados mortales. Pecado moral es el que lleva a la muerte. Muerte espiritual, vacío de Dios y vacío de amor. El pecado es esclavitud, es enemistad y su salario es la muerte (Rm, 6- 20- 23) Es separación y es lejanía de Dios (Is 59, 1) Es idolatría. Según lo dice Jeremías: "Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen."(Jer 2, 13) Es salir de la Casa del Padre para irse a un país lejano, el Mundo para deshumanizarse y despersonalizarse (Lc 15, 11- 13) Rompe la comunión con Dios y se pierde la Gracia para entrar en la enemistad con Dios y con los hombres.

Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Hijo de Dios lo protege, y no lo toca el demonio. Sabemos que somos de Dios, mientras que el mundo entero yace en poder del demonio. También sabemos que el Hijo de Dios ha venido ya y que nos ha dado inteligencia para conocer al Dios verdadero. Nosotros permanecemos fieles al único verdadero, porque permanecemos en su Hijo Jesucristo. Él es el verdadero Dios y la vida eterna. Hijos míos, no adoren a los ídolos. (1 Jn 5, 14-21)

El que ama ha nacido de Dios y no peca porque Dios lo protege. Jesús había prometido: Yo estaré contigo para defenderte y para salvarte (Mt 28, 20) Somos de Dios si lo amamos, si guardamos sus mandamientos, guardamos su Palabra y practicamos las Bienaventuranzas. (Jn 14, 21. 23: Mt 5, 2- 11) La señal de que Jesús ha venido a nuestra vida es el discernimiento espiritual: saber distinguir entre lo bueno y lo malo. El que hace lo malo se hace esclavo del mal y le pertenece. En cambio el que hace el bien, se hace generoso y se hace hijo de Dios. Para pertenecer a Jesucristo hay que ser fieles al Evangelio, al Amor, a la Palabra. “Con los lomos ceñidos y con las lámparas encendidas” (Lc 12, 35) “Vigilando y orando para no caer en tentación” (Mt 26, 41)

Hijos míos, no adoren a los ídolos. Ídolo es todo aquello que ponemos en nuestro corazón en lugar de Cristo. Ideologías, cosas, lujos, personas, el poder, el tener, el placer. No le sirvamos a los vicios que son ídolos. Amemos al Señor Jesús que es verdadero Dios y es Vida eterna: No amemos al mundo para no ser esclavos del pecado (1 de Jn 2, 15)

Vivamos la espiritualidad cristiana, llamada también bíblica.

Rompamos con el pecado (1 de Jn 1, 8) Huyamos de las pasiones de la juventud (2 de Tim 2, 22). Guardamos los mandamientos para no caer en la mentira (1 de Jn 2, 3) Guardémonos del mundo y sus ídolos (1 de Jn 2, 15) Y guardémonos de los falsos profetas que no nos engañen (1 de Jn 2, 18) Mantengamos la unidad en la fe, creciendo en el conocimiento verdadero de Dios, hasta alcanzar la estatura del hombre perfecto, Jesucristo (Ef 4, 13) "Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce engañosamente al error, antes bien, siendo sinceros en el amor, crezcamos en todo hasta Aquel que es la Cabeza, Cristo, "(Ef 4, 14-15)

Hagamos el Bien y rechacemos el Mal. ¿Cómo? "Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes. ¡En pie!, pues; ceñida vuestra cintura con la Verdad y revestidos de la Justicia como coraza, calzados los pies con el Celo por el Evangelio de la paz, embrazando siempre el escudo de la Fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos dardos del Maligno. (Ef 6, 10- 16)

Con palabras de Jesús: "La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor." (Jn 15, 8- 10)

Con palabras de Pablo: "Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu."(Gál 5, 24- 25)

¿De quién queremos ser? ¿A quién queremos pertenecer? Si queremos ser de Cristo, seamos sus amigos, sus discípulos sus hermanos. (Jn 15, 13)

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