JESÚS ES EL
PRIMER ENVIADO QUE VIENE A REDIMIRNOS Y EL ESPÍRITU SANTO ES EL SEGUNDO QUE VIENE
A SANTIFICARNOS.
“Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y
todas sus blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca
tendrá perdón; será reo de un pecado eterno”. Jesús dijo esto, porque lo
acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo.” (Mc 3, 28- 30)
La Obra del
Espíritu Santo es hacer que el mundo crea en Jesucristo, para que creyendo se
salve. Jesús con su muerte y resurrección abre el camino para que el Espíritu
Santo venga a los hombres y a las mujeres que crean y se bauticen (Mc 16, 16)
El pecado que no se perdona es no creer en Jesús, ya que bajo las estrellas del
cielo sólo en Jesús hay salvación (Hch 4, 12) El que no cree en Jesús rechaza
la Obra del Espíritu Santo. ¿Quién podrá salvarlo?
Jesús realiza
en la Historia la Obra del Padre y el Espíritu Santo la actualiza en nuestra
vida, hoy. Jesús para realizar la Obra del Padre se inmola, se sacrifica en la
presencia de Dios. Se ofrece para ser víctima por los pecados de todos los
hombres (1 de Jn 2, 1) Por eso es el Cordero de Dios que con su sangre sella la
Nueva Alianza, para que aparezca un Pueblo Nuevo, una Nueva Creación, con una
Nueva Ley. La Ley del Amor. Llamada también la Ley del Espíritu Santo. Todos
los que crean en Jesús entra en la Nueva Alianza y se hacen hijos de Dios,
hermanos de Jesucristo y servidores del Pueblo de Dios. Tienen como Dueño,
Señor y Pastor a Jesús. Ahora le pertenecen, lo aman y lo sirven, son ministros
de la Nueva Alianza.
Los
Sacramentos y la Palabra de Dios son medios en los cuales el Espíritu Santo
actúa para santificar a los hombres y llevarlos al conocimiento de la verdad (1
de Tim 2, 4) Jesús lo dejó claro: "Pero yo os digo la verdad: Os conviene
que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si
me voy, os lo enviaré: y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente
al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo
referente al pecado, porque no creen en mí; en lo referente a la justicia porque
me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el
Príncipe de este mundo está juzgado. Mucho tengo todavía que deciros, pero
ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará
hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo
que oiga, y os anunciará lo que ha de venir."(Jn 16, 7- 13)
El Espíritu Santo muestra al
mundo todo lo referente al pecado, al juicio y a la rectitud. Antes del
encuentro con Jesús éramos tinieblas (Ef 5, 7) Después del encuentro somos luz
(Ef 5, 9) Y con esa Luz reconocemos nuestros pecados y nos convertimos en
candidatos para que en notros se
manifiesta el pode redentor de Cristo Jesús. La Obra del Espíritu Santo es
mostrarnos a Jesús para que creamos en él y creyendo nos salve. Nos descubre
nuestra pecaminosidad, para llevarnos al juicio: la muerte y la resurrección de
Jesucristo para perdonar nuestros pecados, echar fuera a Satanás, y para darnos
vida eterna (Rm 4, 25) Para luego sigamos a Cristo por los caminos de la
Rectitud, los Caminos de Dios. “Los Mandamientos, las Bienaventuranzas y las
Virtudes” Conducidos por la Palabra de Dios que es fuerza, vigor y poder de
Dios. Y el que nos guía es el Espíritu Santo (Rm 8, 14)
La importancia de creer en
Jesús.
"Porque
tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en
él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo
al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él."(Jn
3, 16- 17) “La Palabra se hizo hombre y puso su morada entre nosotros” (Jn 1,
14) La Encarnación es la Obra perfectísima del Espíritu Santo en el vientre de
María. El Espíritu es Luz que ilumina nuestras tinieblas y es Fuego que quema
pero, no destruye, tan sólo purifica, para poder santificarnos. En esta Obra se
requiere de la Gracia de Dios y nuestros esfuerzos. En la comunión de Dios y
hombre, juntos trabajamos para nuestra liberación, salvación y santificación.
Dos textos de san Pablo nos dice el trabajo de los dos: Dios y hombre:
De la misma manera, el
Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues no sabemos pedir como
conviene; y el Espíritu mismo aboga por nosotros con gemidos que no pueden ser
expresados en palabras. (Rm 8, 26) El primer Paráclito es Jesús, vino sacarnos
del pozo de la muerte y nos llevo al reino de la Luz (Col 1, 13- 14) De la
misma manera ahora el segundo Paráclito viene en nuestra ayuda para nuestra
liberación, salvación y santificación.
Dios es quien nos confirma
en Cristo a nosotros junto con vosotros. (a judíos y a gentiles) Él nos ha
ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya,
el Espíritu. (2Co 1, 21-22) El Espíritu que es Amor, Perdón, Libertad y
Santidad, Vida, Verdad, Luz y Justicia. Que trabaja en nosotros para que
reproduzcamos la Imagen de Jesús (Rm 8, 29) Y lleguemos a ser con el Hijo,
hijos de Dios y servidores de Cristo Jesús. Y formemos la comunidad cristiana,
fraterna, solidaria y servicial.
El Espíritu hace nacer en
nosotros los deseos de conocer, amar y servir a Cristo. Ora e intercede con
gemidos y transforma nuestra manera de pensar para que conozcamos la voluntad
de Dios manifestada en Cristo Jesús (cf Rm 12, 2) Nos guía y nos conduce a la
salvación y a la perfección cristiana que se alcanza por Amor (cf 2 de Tim
3,14- 17) Para poseer al Espíritu Santo hay que primero recibir a Jesús y creer
en él, que es ya Gracia del Espíritu. El actualiza la Obra de Dios en nosotros:
Nos libera, nos reconcilia, nos hace Familia y nos promueve para ser servidores
de la Nueva Alianza.
San Pablo dice a su
Discípulo: "Pues evoco el recuerdo de la fe
sincera que tú tienes, (Unida a un corazón limpio y a una conciencia recta (1
de Tim 1, 5) fe que arraigó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y
sé que también ha arraigado en ti. (una fe que tiene raíces) Por esto te
recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de
mis manos. Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de
fortaleza, de caridad y de templanza. No te avergüences, pues, ni del
testimonio que has de dar de nuestro Señor, ni de mí, su prisionero; sino, al
contrario, soporta conmigo los sufrimientos por el Evangelio, ayudado por la
fuerza de Dios, que nos ha salvado y nos ha llamado con una vocación santa, no
por nuestras obras, sino por su propia determinación y por su gracia que nos
dio desde toda la eternidad en Cristo Jesús,"(2 de Tim 1, 5- 9)
El Espíritu
Santo es la Fuerza de Pablo para que realice la Obra que Cristo le ha
encomendado: "El Señor le contestó: «Vete, pues éste me es un instrumento
de elección que lleve mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de
Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre.»"
(Hch 9,15- 16) Elegido para predicar el Evangelio de Cristo con la ayuda del
Espíritu Santo que hizo decir al apóstol: “Para mí la vida es Cristo y la
muerte es ganancia” (Flp 2, 21)
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