UN PUBLICANO ES LLAMADO A SER APÓSTOL DE JESUCRISTO.

 


UN PUBLICANO ES LLAMADO A SER APÓSTOL DE JESUCRISTO.

 

El publicano es un pecador público. Es un alguien alejado de la sinagoga, un ser no querido por los hombres de la religión. Es un mundano, un pagano, un hombre que es visto como “un maldito” que no conoce la Ley. Es también un buscador. ¿Qué busca? Busca ser feliz, busca sentirse bien, lo que realmente busca, aunque no lo sepa, busca a Dios. Hoy se deja encontrar por él que se le acera como Buen Pastor y le hace la invitación amorosa de cambiar de dueño, de oficio, de reino, de estrato social. Escuchemos el evangelio:

En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?» Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.» (Mateo 9, 9-13)

 

La invitación viene de Jesús que siempre toma la iniciativa. Una invitación amorosa: “Sígueme” Palabra que conlleva otras dos palabras: “Cree en mí y ámame” El se levantó y lo siguió. La mirada de Jesús y su Palabra penetran hasta el corazón del publicano que se sintió tocado en todo su ser, se sintió amado por Jesús. Escuchó su Palabra, se levantó y lo siguió, son las tres acciones de la fe. Escuchar la Palabra, levantarse y seguir a Jesús., dejando atrás todo lo que implicaba su realidad: trabajo, dinero, amigos, ambiente inicuo, y más. Lo deja todo.

Mateo era un adinerado, organiza una fiesta para despedir a sus amigos, a sus compañeros de trabajo, pecadores públicos y pecadores.  Jesús y sus discípulos también son invitados. Todos comparten la mesa con Jesús. Esto para los judíos era un escándalo. La mesa sólo se comparte con la familia o con amigos muy íntimos. Sentarse a la mesa con pecadores era hacerse impuros, y sentarse a la mesa con pecadores públicos era hacerse malditos como ellos.

Jesús nos enseña su doctrina con parábolas, pero su misma vida es una parábola, se sienta a la mesa con pecadores y come con ellos, para decirnos que los pecadores son invitados a sentarse a la mesa con el Padre celestial. Se hace amigo de ellos para luego ayudarles hacerse amigos de su Padre celestial. Esto no lo saben ni lo entienden los hombres de la religión. Por eso murmuran y critican a Jesús y a sus discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?» Y con esto les dice: ¿Qué clase de profeta y de maestro es el vuestro? No conoce y no obedece las tradiciones de nuestros padres.

 

Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.» Jesús vino a buscar a la ovejas perdidas de la casa de Israel (Lc 19, 11) Pablo, el apóstol, nos dice: "Es cierta y digna de ser aceptada por todos esta afirmación: Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; y el primero de ellos soy yo."(1 de Tim 1. 15) Cristo murió por todos, buenos y malos, pero para aceptar su muerte y su resurrección hay que reconocerse pecadores, para que podamos decir: “Me amo y se entregó por mí” (Gál 2, 29-20)

 

Mateo es elegido por amor, no por méritos personales para ser discípulo de Cristo Jesús. Para estar con él, para después ser enviado como apóstol, con otros a llevar el evangelio de Jesús para hacer muchos discípulos, para bautizar los y para enseñar toda la enseñanza de Jesús (cf Mt 28, 19-20) Tres palabras encierran el Mensaje de Jesús: El Anuncio, el Culto y la Moral.

Los apóstoles y los profetas son los pilares de la Iglesia que están puestos sobre la piedra angular que es Cristo (Ef 2, 20) La Iglesia es apostólica porque recibió de los Apóstoles su enseñanza que a su vez habían recibido de Jesús. ¿Qué les enseñó Jesús a sus discípulos? Jesús les dijo: “Mi enseñanza no es mía, sino del Padre que me envió” (Jn 7, 16) Con tres lecciones podemos hablar de la enseñanza de Jesús: “El arte de amar” “el arte de servir” y “el arte de compartir” En estas tres lecciones están implícitas el Anuncio, el Culto y la Moral. Tres realidades que son inseparables.


La enseñanza de los Apóstoles, Pablo la da conocer en sus cartas: “Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz”

Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo.

Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. (Ef 4,1-7.11-13)

Un solo Dios, un solo Padre, un solo Señor, un solo Espíritu, una sola fe, una sola esperanza, un solo cuerpo, un solo bautismo y una sola Iglesia porque uno solo es el cuerpo. Y para edificar la Iglesia, Dios, el Señor, el Espíritu, ha constituido ha derramado su gracia según la medida del don de Cristo. Apóstoles, profetas, pastores, maestros, evangelizadores, todo para la edificación del cuerpo de Cristo, la Iglesia. (No dividamos la Iglesia)

Hasta que lleguemos a la unidad en la fe. Sin fe nadie le agrada a Dios (Heb 11, 6) Sin fe no podemos dar fruto, el fruto es el amor (Jn 15, 1- 5) En la unidad en la fe encontramos la unidad del Anuncio, el Culto y la Moral. (La fe se vive, se celebra y se anuncia)

Hasta llegar al conocimiento de Dios: por la guarda de los Mandamientos, la guarda de la Palabra (Os 2, 21; Jn 14, 21. 23) Y mediante la práctica de las virtudes podemos alcanzar la fidelidad y el conocimiento de Dios. (cf 1 de Jn 2, 3) (La unidad de la Palabra, el Sacramento y la Moral)

Hasta alcanzar la estatura del hombre perfecto Cristo Jesús. Lo que equivale a estar crucificado con Cristo, según la enseñanza del Apóstol Pablo: Estoy crucificado con Cristo (Gál 2, 19) “Todo el que es de Cristo está crucificado con él, muriendo al pecado y viviendo para Dios” (Gál 5, 24) (Confirma la Alianza Nueva para ser Creación Nueva)

Apóstol es el que ha sido enviado con Poder para llevar la Buena Noticia a los hombres, pero nunca deja de ser discípulo de Jesús para que siga aprendiendo de su Maestro. Camina uncido con él con el mismo yugo, el yugo del amor para que aprenda de Jesús el arte de trabajar para el Reino de Dios. Para que aprenda el arte de servir a Dios y los hombres. Aprenda el arte de compartir su vida con Dios y con los hombres al estilo de su Maestro que invita a ser como él: Mansos y humildes de corazón (Mt 11, 29)

La humildad y la mansedumbre unidas al amor nos hacen llevar una vida íntegra como la de Jesús.





 

 

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