EL ESPÍRITU SANTO EN JESÚS Y EN LA IGLESIA.



EL ESPÍRITU SANTO EN JESÚS Y EN LA IGLESIA.


Jesús es el Señor que posee el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo se mueve en Jesús como en su propia casa. Jesús es el hombre que camina y actúa en el Espíritu.

Jesús es el Mesías prometido;

 "Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh. Y le inspirará en el temor de Yahveh. No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra. Herirá al hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado. Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos". (Is 11, 1-5)

 

Jesús en la sinagoga de Nazaret.

"Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.»" (Lc 4, 16- 17. 20- 21) Todo el Evangelio confirma las palabras de Jesús pronunciadas en la sinagoga de Nazaret.

 

La vida humana de Jesús es fruto de de la acción del Espíritu Santo:

La Encarnación es la obra perfectísima del Espíritu santo. "La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»"(Mt 1, 18- 21; Lc 1, 26- 38)

 

El Bautismo de Jesús.

"Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: «Tú eres mi hijo; yo hoy te he engendrado.»"(Lc 3, 21)

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"Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.»"(Mc 1, 9- 11)

 

".Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?» Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia.» Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.»"(Mt 3, 13- 17)

 

"Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: "Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo." (Jn 1, 32- 33)

 

Jesús tiene conciencia de su misión

"A aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: "Yo soy Hijo de Dios"? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis;"(Jn 10, 36- 37)

 

Jesús es llevado al desierto.

"A continuación, el Espíritu le empuja al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían."(Mc 1, 12- 13)

 

"Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. El iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos."(Lc 4, 14-15)

 

La Misión de Jesús

"Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región. El iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos."(Lc 4, 14- 15)

 

Jesús destruye las obras del Diablo

"Cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él;” (Hech 10, 38)

 

"Creció como un retoño delante de él, como raíz de tierra árida. No tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos estimar. Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados."(Is 53,5,ss)

 

"Quien fue entregado por nuestros pecados, y fue resucitado para nuestra salvación  (Rm 4, 25)

 

 "A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él." (2 de Cor 5, 21).

 

"Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre."(Fil 2, 7- 9)

 

Muerte y Resurrección se deben a la acción del Espíritu Santo.

"¡Cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas de nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo!" (Heb 9, 14)

 

"Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros." (Rm 8; 11)

 

El Espíritu Santo santifica la Humanidad de Jesús. Cristo es “el santo de Dios” (Lc 1:24), santificado desde su concepción por la unión de la divinidad con la humanidad (Lc 1:35). Todo el sentido de la mediación de Cristo consiste en conseguir la unión de los hombres con Dios; es decir, su santificación.

 

Da testimonio de que Cristo es el enviado del Padre. "Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»" (Mt 28. 18-20)


Lo consagra como Sacerdote eterno

“Él, en los días de su vida en la tierra, ofreció con gran clamor y lágrimas oraciones y súplicas al que podía salvarle de la muerte, y fue escuchado por su piedad filial, y, aun siendo Hijo, aprendió por los padecimientos la obediencia. Y, llegado a la perfección, se ha hecho causa de salvación eterna para todos los que le obedecen, ya que fue proclamado por Dios Sumo Sacerdote “según el orden de Melquisedec”. (Heb 5, 7-10)

 

Ha de recibir una vocación divina para cumplir esa misión: “Y nadie se atribuye este honor, sino el que es llamado por Dios. De igual modo, Cristo no se apropió la gloria de ser Sumo Sacerdote, sino que se la otorgó el que le dijo: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy” (Heb 5: 4-5).

 

Restaura en Jesús la obra maestra de la creación.

"pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la Plenitud, y reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos." (Col 1, 19- 20)

 

Jesús da el Espíritu Santo

"Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia." (Jn 1, 16)

 

"porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado."(Rm 5, 5)

 

"Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: "Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo."(Jn 1, 33)

 

"Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho.(Jn 14, 26)

 

 "y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros."
(Jn 14, 16- 17)

 

"El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, gritó: «Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí», como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado."(Jn 7, 37- 39)

 

"Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí." (Jn 15, 26)

 

"Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré: y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio;" (Jn 16, 7- 8)

 

El Espíritu Santo viene a la Iglesia como fruto de la muerte de Jesús

"Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido.» E inclinando la cabeza entregó el espíritu." (Jn 19, 30)

 

"Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo."  (Jn 20, , 21- 22)

 

Jesús el Apóstol del Padre en vida promete el Espíritu Santo

"Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí." "Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio" (Jn 15, 26- 27)

 

"Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré: y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio; en lo referente al pecado, porque no creen en mí; 10.en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis; en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado. Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver.»" (Jn 16, 7- 15) Después de su Resurrección El señor Jesús es el que dá el Espíritu Santo a quienes crean en Él y lo obedezcan: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn 20, 21- 23)

 

El Espíritu Santo en la Iglesia.

En Pentecostés Jesús bautizo a la Iglesia con Espíritu Santo y con Fuego. "«He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!"(Lc 12, 49) "Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse."(Hch 2, 1- 4)

 

El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia.

“Sin el Espíritu Santo, Dios está lejos, Cristo permanece en el pasado, el evangelio es letra muerta, la Iglesia es una pura organización, la autoridad es tiranía, la misión es propaganda, la liturgia es simple recuerdo, y la vida cristiana es una moral de esclavos. Pero en el Espíritu, y en una sinergia indisociable, el cosmos es liberado y gime en el alumbramiento del Reino, el hombre lucha contra el egoísmo, Cristo resucitado está aquí, el evangelio es una fuerza vivificadora, la Iglesia significa la comunión trinitaria, la autoridad es un Pentecostés, la liturgia es memorial y anticipación, y la acción humana lo diviniza todo”(Patriarca de Antioquia 1968)

 

Jesús vino a instaurar el Reino de Dios en el corazón de los hombres.

Jesús vino a este mundo a establecer el Reino de Dios entre los hombres. Su predicación comienza con estas palabras: “Conviértanse y crean en el Evangelio porqué está cerca el reino de Dios. (Mc, 1, 15)

Jesús, por medio de parábolas explica las características del Reino de Dios o de los Cielos: Es como una semilla depositada en la tierra "Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga.»" (Mt 13, 3 9.18.23)

 

Crece con su propio poder como el grano

"También decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; 27.duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. 28.La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. 29.Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega.»" (Mc 4, 26- 29)

 

Es como el grano de mostaza… "Otra parábola les propuso: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.»" (Mt 13, 31_ 32)

 

Fermentará al mundo como la levadura fermenta a la masa: "Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.»" (Mt 13, 33)

 

Crece entremezclado con el reino del mal: "Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: "Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?" El les contestó: "Algún enemigo ha hecho esto." Dícenle los siervos: "¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?" Díceles: "No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero."»" (Mt 13, 24- 30)

 

El Reino de Dios predicado por Jesús está abierto a todos: "Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos,"(Mt 8, 11).

 

Para que el Reino de Dios llegue a todos los hombres Jesús establece la Iglesia como “sacramento de salvación”, como la presencia  en este mundo de la verdad divina (2 Tim 3, 15) y como signo de la presencia salvadora de Dios: "Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!" (2 cor 5, 18- 20)

 

La Iglesia descansa sobre el fundamento de los apóstoles (Ef 2, 20) Siendo el mismo Cristo la piedra angular que da consistencia a todo el edificio (Mc 12, 10; Lc 20, 17- 18)

Jesús entrega a sus Apóstoles de la misma manera que el Padre se los entregó a Él: “Todo poder se me ha dado en los cielos y en la tierra” (Jn 20, 21- 23). Los instruye en las cosas del Reino (Hech 1, 3) y los envié a predicar  con la promesa de estar con ellos todos los días hasta la consumación de los siglos (Mt 28, 18- 20)

 

La presencia de Jesús en la Iglesia se realiza mediante la donación del Espíritu Santo, quien es llamado “El alma de la Iglesia”, en cuanto que Él: Convoca a entrar en ella, la construye o estructura, la santifica y la conduce.

 

El Espíritu Santo convoca a la Iglesia.

La predicación de Pedro. Hech 2, 14- 40; 3, 12- 26.

El diácono Esteban un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo. Hech 6, 8- 10)

El Espíritu Santo impulsa al diácono Felipe a explicar las escrituras al Etiope (hech 8, 27- 39)

Pablo con la fuerza del Espíritu Santo predica en las sinagogas diciendo que Jesús es el Hijo de Dios (Hech 9, 26- 29)

Pedro con la fuerza del Espíritu predica en la casa de Cornelio para que se abrana las puertas de la fe al mundo pagano. (Hech 10- 11).

 

Hombres y mujeres movidos por el Espíritu Santo eran impulsados a predicar la Palabra de Dios. También hoy, el Espíritu Santo actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por Él.

 

La Iglesia crece gracias al apoyo del Espíritu Santo. El es el alma de la Iglesia.

 

El Espíritu Santo construye  la Iglesia.

La cabeza de la Iglesia es Cristo (Ef 1, 22; 4, 15; Col 1, 18) y el alma que le da la trabazón y la unidad es el Espíritu Santo quien distribuye en la Iglesia distintos dones y ministerios para la construcción de la Iglesia ( Ef 4 ; 1 Cor 12, 27- 28; 13; Rm 12, 5- 8)

 

El Espíritu Santo santifica a la Iglesia.

 

El concepto santo es de origen bíblico y se atribuye, en primer lugar a Dios. La santidad en Dios es su misma esencia. A las otras realidades, ya sean personas o cosas, se les puede atribuir el calificativo santo en medida que dicen relación a Dios, procede de Él, le pertenecen o le están consagradas, por esta razón el pueblo de Dios es santo y constituye una nación santa (Ex 19. 6) Todo lo que es de Dios y es para Dios es santo: los mandamientos, el templo Jerusalén, la ciudad santa,  los sacerdotes. Lo que hace referencia al culto, asamblea santa (Ex 12, 16)

 

Jesús es el Santo de Dios: "«¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.»" "Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.»" (Mc 1, 24; 3, 11) En Él se revela la santidad de Dios a plenitud,. El es el Templo donde habita Dios y en donde nosotros lo encontramos: "Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.» 20.Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»" (Jn 2, 19- 21) La santidad de Jesús es idéntica a la de Dios, su Padre. Íntimamente liga a su filiación divina y a la presencia del Espíritu santo en él.

 

En referencia a Cristo recibimos de él la “Gracia y la Verdad” en Cristo y por él la Iglesia, pueblo formado por los que creen en él, llega a ser una “templo santo”, una “nación santa”, un “sacerdocio santo” (1 de Pe. 2, 9) y a los miembros de la Iglesia en repetidas ocasiones se les llama “santos:” "A la Iglesia de Dios que está en Corinto: a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro, de nosotros y de ellos" (1 de Cor 1, 2)

 

Hablar de la santidad de Dios, no es para referirse solamente a su trascendencia, incluye todo lo que Dios posee y lo que Dios es: Amor, misericordia, libertad, perdón. Podemos decir que la santidad de Jesús posee las mismas características de su Padre. Por eso el apóstol Pedro dice: “Se pasó la vida haciendo el bien y liberando a los oprimidos por el Diablo porque Dios estaba con Él” (Hech 10, 38).

 

De manera que la santidad de la Iglesia y de los cristianos no puede reducirse a actos externos, que son necesarios, pero también se ha de imitar la santidad de Dios: “Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso” “"Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.»" “"La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo." (Lc 6, 36; Jn 13, 34, St 1, 27)

 

El agente santificador de la Iglesia es el Espíritu Santo:

El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha sido dado” (Rm 5, 5). El Espíritu Santo embellece a la Iglesia con diversos dones jerárquicos y carismáticos dirige y enriquece con sus frutos a la Iglesia. (1 de Cor 12, 4- 11). “La guía a la verdad plena” (Jn 16, 13) La presenta al Padre como una “hostia viva, santa y consagrada” por los méritos de Cristo y por la acción del Espíritu Santo. La rejuvenece y la renueva constantemente y la conduce a unión consumada con su Esposo. “pues el Espíritu y la esposa dicen: “Ven” (LG 4; Apoc 22, 17)

 

La acción de Cristo y la acción del Espíritu Santo son inseparables y no se está unido a Cristo sin la presencia y posesión del Espíritu; por el que el culto en Cristo, es también, culto en el Espíritu. La adoración en espíritu y en verdad consiste en adorar a Dios en Cristo por el Espíritu Santo.

 

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