FUIMOS CREADOS PARA LA FELICIDAD
OBJETIVO:
Mostrar
que Dios creó el hombre en armonía, para vivir; para la felicidad, ésta es don
y tarea, que puede ser alcanzada cuando se responde a la vida con
responsabilidad y libertad.
Iluminación. “Alégrate
hija de Sión porque tu Rey viene a ti, justo y victorioso” (Zac 9, 9). “Grita llena de gozo Sión, lanza clamores
Israel, celébralo alegre de todo corazón” (So 3, 14). “Pidan y recibirán para que su gozo sea colmado” (Jn 16, 24).
Creados para
ser felices. El hombre es un buscador; busca ser alguien, busca ser amado, busca
poseer algo. Lo que busca es ser feliz, y, lo que realmente busca es a Dios.
¿Dónde lo busca?, En el poder, en el tener y en el placer. En las diversiones,
en el trabajo, en el alcohol, en la droga, etc. En su búsqueda se hace idólatra
y esclavo de los ídolos. Los ídolos siempre serán opresores, nos privan de la
libertad, de la paz interior y de la verdadera alegría.
Víctor Frankl, afirmó que la
felicidad no se busca, quien la busque está condenado vivir sin encontrarla. La
Biblia nos dice: “Busca primero el Reino de Dios y lo demás te vendrá por añadidura”
(Mt 6, 33). La felicidad plena y verdadera no está expuesta a la
superficialidad y a la charlatanería. Es consecuencia de la “realización
personal” mediante el cultivo de ciertos valores como respuesta a la vida, para
no quedarse convertido en un simple bosquejo de persona humana. El hombre es
feliz en la medida que se realiza como persona, como hijo de Dios, como hermano
de los demás con quienes está llamado a compartir los dones de Dios.
El Mensaje
de Jesucristo. Jesucristo nos ha dicho: “Vengo
para que tengan vida, y vida en
abundancia” (Jn 10, 10). El Señor ha venido a traernos a Dios, nuestra
verdadera Felicidad. La felicidad es vida: Esta vida comienza en el cristiano
como un grano de mostaza, que al caer en un corazón disponible, nace y crece
hasta llegar a su madurez en Cristo. Esta vida divina se recibe como Gracia y
como Responsabilidad. Gracia que tenemos que proteger y cultivar. Urge por lo
tanto que tengamos una visión clara del Hombre.
El hombre está llamado a ser
feliz, a vivir en la alegría: “Estén siempre alegres en el Señor, se los
repito, estén siempre alegres en el Señor” (Fil 4, 4). La alegría del
cristiano es un arma poderosa para luchar contra las fuerzas del Mal. Para el
cristiano el Gozo del Señor es su fortaleza (cf Hab 3, 18- 19). “Revístanse
de alegría y estallen en gritos de júbilo”, grita el profeta Isaías a los de
corazón afligido” (cf Is 35,1-2). “Alégrate hija de Sión porque tu Rey viene a
ti, justo y victorioso” (Zac 9, 9). “Grita llena de gozo Sión, lanza
clamores Israel, celébralo alegre de todo corazón” (So 3, 14).
El clamor de
la Madre. En las Bodas de Caná: María dice a su Hijo: “No tienen vino”. Se trata
del vino de los tiempos mesiánicos: el don del Espíritu Santo que sólo Jesús
puede darnos. Hoy la Madre podría decir:
“No tienen alegría, ni paz, ni amor, no son felices”. Sus corazones están vacíos, llenos de
angustia, de agresividad, de soledad: son un caos y están llenos de tinieblas.
Por eso quiere darnos su evangelio.
De la boca de María brota su
evangelio como luz para todos nosotros: “Hagan lo que Él les diga” (Jn 2, 5).
El evangelio de María está en clave para alcanzar la verdadera felicidad. Como
si Ella nos dijera: ¿Quieren ser felices? “Hagan
lo que Él les diga”. Encuentro por lo menos cinco claves para entender el
evangelio de María: lo que Ella vive, es lo que Ella dice:
En clave de humildad. No hay lugar para los protagonismos: María
es sencillamente la “Esclava del Señor”. El Salvador y el Redentor de los
hombres es Jesús. La Humildad de María ha aplastado la cabeza del demonio de la
soberbia, el más grande de los enemigos de la fe.
En clave de obediencia. Se
trata de la obediencia de la fe: renunciar a toda forma de maldad para
sumergirse en la voluntad de Dios: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo
les digo” (Jn 15, 14). La amistad con Jesús es nuestra arma poderosa para
luchar contra el mundo. Sin obediencia no hay amistad con Jesús.
En clave de amor que se expresa en el
servicio. “Lávense los pies unos a los otros” (Jn 13, 14). Lavar los pies a
los hermanos es un mandamiento de Jesús, expresión del amor del discípulo a su
maestro: “Ustedes me aman si hacen lo que yo les digo” (cf Jn 14, 23). “El
mundo los odia porque ustedes me aman, si ustedes me odiaran el mundo los
amaría” (Jn 15, 19). Amar el mundo es amar el poder, el placer y el tener por
encima de Jesús o de las personas.
En clave de discipulado. “Permanezcan
en mi amor” (Jn 15,9). ¿Cómo permanecer en el amor de Cristo? Por un lado:
Permanecer siendo amados, recibiendo la ternura de Dios; siendo perdonados,
curados y sanados por Él, por otro lado: Permanecer amando: “Si ustedes guardan
mis Mandamientos, como yo guardo los Mandamientos de mi Padre, permanecerán en
mi amor” (Jn 15, 10).
En clave de pertenencia. El cristiano no se pertenece, es propiedad
exclusiva de su Señor que en la oración sacerdotal ora a su Padre diciendo: “He
manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado” (Jn 17, 6), somos
el regalo del Padre a su Hijo”, “Padre todo lo tuyo es mío, y todo lo mío es
tuyo” (Jn 17, 10). ¿Cuál es la señal de que somos de Cristo?, San Pablo
en la carta a los Gálatas nos da la respuesta: “pues los que son de Cristo Jesús
han crucificado la carne con sus pasiones y apetencias” (Gál 5, 24).
“Cristo es el Señor a quien servimos” (Col 3, 24).
María quiere que seamos de su
Hijo y como su Hijo en referencia al Padre, y digamos con Él: “Si Padre; si te
obedeceré… si te amaré y sí te serviré… Con esta triple afirmación Jesús venció
al demonio en el desierto, lo ató, para luego irse a liberar a los oprimidos
por el diablo.
¿Por qué
hemos de amar a Jesús? Porque esa
es la Voluntad del Padre que todo mundo crea y ame al Hijo de sus
complacencias. El Salmista nos dice: ¡Cuánto amo tu Voluntad! (Sal 118, 97).
Quien ama al Hijo ama también al Padre, y ama también a los hijos del Padre.
Sólo a la luz de la experiencia personal, iluminada por la Sagrada Escritura
podemos dar algunas respuestas que sean válidas.
Porque Él nos amó primero y se
entregó por nosotros (1 Jn 4, 10; Gál 2, 19; Ef 5, 1; 5, 25), para que también
nosotros nos entreguemos por Él y por su amada Iglesia.
Porque Él nos pide: ¡¡¡Ámame!!!
Amamos al Señor cuando guardamos sus Mandamientos cuando amamos a nuestros
hermanos, especialmente a los más débiles (Jn 14, 21).
Porque nos conviene para que Él
se manifieste en nuestras vidas y haga de nosotros su morada (Jn 14, 18- 21).
Porque no queremos ser excluidos
de su Reino de amor, de paz y de gozo, como tampoco de su Comunidad fraterna.
San Pablo nos ha dado la clave en sentido negativo: “El que no ame a Cristo sea
maldito” (1Cor 16, 22).
Más de la
enseñanza de Jesús sobre la felicidad. “Pidan y recibirán para que su gozo sea colmado” (Jn 16, 24). ¿Qué podemos pedir? Podemos pedir que el Espíritu Santo
nos abra la mente y nos explique el sentido de las palabras del Señor, Nuestro
Maestro y Pastor:
·
“Dichosos
más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la guardan” (Lc 11, 28).
·
“Dichosos
los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” (cf Lc 8, 21).
·
“Amad a sus
enemigos y rueguen por los que los persiguen” (Mt 5, 44).
·
“Hagan el
bien a los que los odien, bendigan a los que los maldigan y rueguen por los que
los difamen” (Lc 6, 27- 28).
·
“No juzguen
para no ser juzgados, perdonen para ser perdonados” (Mt 7,1-2).
·
“Sean
compasivos como su Padre celestial es compasivo” (Lc 6, 36).
·
“Pero,
dichosos sus ojos porque ven, y sus oídos, porque oyen” (Mt 13, 16).
¿Cuál es la fuente de la alegría de los
discípulos? “Estar con
el Señor, escuchar su Palabra, ser enviados por él y ver las maravillas que
hace entre los suyos. ¿Qué es lo que ellos ven? Ven el rostro de Dios en Jesús,
un rostro de amor, de ternura, de perdón, de libertad. Por eso dan testimonio
de lo que han visto, oído y tocado con nuestras manos, acerca de la Palabra de
vida” (1Jn 1, 2).
Para Jesús, nuestro Señor, la
clave de la felicidad no está en poseer cosas, dinero, fama, prestigio, en
poseer lujos o en llevar una vida cómoda
y sin preocupaciones, sino en abrazar la Voluntad de su amado Padre y ponerla
en práctica. Recordemos las palabras del Evangelio: “No todo el que me diga Señor,
Señor, entrará en la Casa de mi Padre” (Mt 7, 21). No basta con
realizar algunas obras buenas, como tampoco basta con rezar, nuestro Señor pide
justicia, misericordia, bondad y verdad: “Luchen por entrar por la puerta
estrecha, porque les digo que muchos pretenderán entrar y no podrán” (Lc 13,
24). Todo es don y responsabilidad: don y tarea.
Hablemos claro: El hombre no ha sido creado para llevar una
vida arrastrada, apagada, estrecha o constreñida, sino para vivir a sus anchas.
El hombre ha sido creado por amor y para amar, y sólo puede encontrar la
felicidad amando y siendo amado. Sólo el amor auténtico es capaz de colmar al
hombre. Amor auténtico es aquel que sólo puede proceder de la Libertad
interior. Con palabras del Apóstol: “El amor que procede de un corazón limpio,
de una fe sincera y de una pureza de intención” (1Tim 1, 5).
“Pasa siervo fiel a tomar parte
del gozo de tu Señor”. (Mt 25, 23)
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