NO LLEGUÉIS A PECAR; QUE LA PUESTA DEL SOL NO OS SORPRENDA EN VUESTRO ENOJO. NO DEJÉIS LUGAR AL DIABLO.

 

NO LLEGUÉIS A PECAR; QUE LA PUESTA DEL SOL NO OS SORPRENDA EN VUESTRO ENOJO. NO DEJÉIS LUGAR AL DIABLO.

"Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor, poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz." (Ef 4, 1- 3) 

¿De qué vocación se trata? Es la vocación al amor, a la verdad, a la justicia y a la santidad (Ef 4, 24; 5, 9) Vocación que viene de Dios a cada bautizado, sin acepción de personas. Todos somos invitados por la Gracia de Dios a participar de la herencia de Dios (Rm 8, 17). Para eso hemos sido justificados, reconciliados, salvados, santificados y glorificados (Rm 8, 29-30) La manera digna es vivir como Jesús vivió, se pasó la vida haciendo el bien y liberando demonios porque Dios estaba con Él (Hch 10, 38)

Jesús resucitado habita por la fe en nuestros corazones ( Ef 3, 17), pero no nos quita nuestra libertad, tenemos un “libre albedrío,” podemos caer y pecar, somos humanos. Ante esta verdad Jesús nos alerta al decirnos: “Vigilad y Orad para no caer en tentación” (Mt 26, 41) Así también lo dice en el Padre Nuestro para que invoquemos a Dios en nuestras debilidades: “No nos dejes caer en tentación” (Mt 6, 13). Las tentaciones no son pecados, son una invitación a caer, a pecar. Hay luchas, hay pruebas y hay tentaciones, escuchemos a san Pablo decir: "Y por eso, para que no me engría con la sublimidad de esas revelaciones, fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de Satanás que me abofetea para que no me engría. Por este motivo tres veces rogué al Señor que se alejase de mí. Pero él me dijo: «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte." (2 Cor 12, 7- 10)

¿Cómo poder fortalecernos en la lucha contra nuestros propios pecados? "Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo, manteneros firmes." (Ef 6, 10- 13) 

¿Cuál es la energía de su Poder? ¿Cuáles la armadura de Dios? Son las mismas armas de Luz, las virtudes de las que nos habla el Apóstol: la humildad, la mansedumbre, la paciencia, (Col 3, 12) la bondad, la verdad, la justicia (Ef 5, 9) La justicia y la santidad. (EF 4, 24) Y muchas más…

"Por tanto, desechando la mentira, hablad con verdad cada cual con su prójimo, pues somos miembros los unos de los otros. Si os airáis, no pequéis; no se ponga el sol mientras estéis airados, ni deis ocasión al Diablo." (Ef 4, 25- 27) La mentira genera la envidia, ésta nos lleva al odio y éste al homicidio, es el pecado contra el octavo mandamiento de la Ley de Dios. Por eso mentiras ni pequeñitas, hablemos siempre la verdad. Somos humanos y podemos enojarnos y el enojo nos lleva a la ira.

Podemos recorrer a un vocabulario sucio, inmoral, hiriente, ofensivo, sin control y sin dominio propio. Podemos echar lodo en el rostro de nuestros seres queridos, por eso el Apóstol nos dice: “Enójense, pero no lleguen a pecar” “Reconciliaos” antes de que se ponga el sol, antes de irse a la cama, porque están dando lugar a que el Diablo los divida, los enferme y los oprima con el rencor y la venganza.

Que sus palabras sean amables, limpias y veraces, nada de groserías o palabras fuera de tono, sucias e hirientes: "No salga de vuestra boca palabra dañosa, sino la que sea conveniente para edificar según la necesidad y hacer el bien a los que os escuchen. No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención. Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de entre vosotros." (Ef 4, 29- 31) Recurran a las armas de Dios que son las armas de luz: el perdón, la bondad, la misericordia: "Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó Dios en Cristo." (Ef 4, 32)

Vigilad vuestras relaciones. Conócete a ti mismo; conoce tus debilidades. Por eso tan importante estar preparados, con las lámparas encendidas y la túnica puesta (Lc 12, 35) En los momentos de enojo es muy bueno recordar a san Pablo que invocó a Dios para pedir ayuda, Dios dice al Pecador: “Mi Gracia te basta” “Mi amor es todo lo que necesitas” Y el peligro pasa, el caos desaparece para dar lugar al universo ordenado, a la paz y al orden. Y que los esposos no peleen delante de sus hijos, no los enfermen, no los hagan neuróticos. Una familia que ora unida, permanecerá siempre unida.

No basta conocerse, hay que desprenderse de toda actitud negativa y hay que revestirse con el vestido de la Gracia para poder siempre estar preparados ante cualquier trampa que se nos acerque, y siempre dispuestos a luchar, pero, usando la armadura de Dios. Hablamos de la lucha entre el Ego y el Amor: Entre los vicios contra las virtudes. ¿Quién ganará? Gana aquel a quien le entreguemos el corazón, al que alimentamos para que sea fuerte y tenga poder para vencer. La Lucha es entre el bien y el mal.

La oración cristiana es in arma poderosa, usémosla siempre, sin desfallecer, el que ora vence.

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