SERVIDORES ENFERMOS LLAMADOS A
SER SANADOS.
“Atribulados en
todo, mas no angustiados, en apuros mas no desesperados” (2 Cor 4, 8) Cristiano
es aquel que camina con los pies sobre la tierra, valora su dignidad y la
cultiva; sabe que en su caminar diario las cosas no siempre salen como
quisiera, pero no se aflige, puede encontrarle sentido aún a las cosas
negativas. Tiene siempre presente las palabras del Señor Jesús: “Vengo para que
tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10)
No habrá vida en
abundancia, mientras no cultivemos el dominio propio, aprendamos a poner la
mirada, la mente y la voluntad en nuestro corazón para vivir de encuentros con
Jesús y tengamos una vida equilibrada, en la cual seamos amos y señores de
nuestras emociones y de nuestros sentimientos.
Esa debe ser la
meta de todos y cada uno de nosotros: el dominio de nosotros mismos. Dueños de
nuestros pensamientos, palabras y obras. Este es como el motor de una vida
saludable. Mientras tanto, nos damos cuenta, que aún sabiendo que podemos hacer
el bien, no podemos, es el mal el que nos domina, nos arrastra y nos esclaviza
(Rm 7, 14ss). No somos los únicos, hay una multitud de enfermos, pero, sin
buscar la voluntad de Dios que quiere sanar a todo los hombres” (2 Tim 2,4).
Descubramos el
origen de algunas enfermedades que agobian y oprimen a muchos de nosotros.
1.
El pozo de la depresión.
Hablar de “pozo de
la muerte” es hablar de las profundidades de la “depresión”. La palabra
depresión no se encuentra en
De los “picos de
los emocionalismos” pasamos a los
“valles del abatimiento”, de la tristeza y de la angustia. Una vida sin
control, con una voluntad anémica; con una espiritualidad marcada por el mal
genio. Nuestro corazón aparece entonces como una “caja vacía”. Hombres y
mujeres inconstantes; seres manipulados por los sentimientos, por los impulsos,
por la emociones. Podemos hablar de los aliados de la depresión.
a)
La desesperación. Es la pérdida total de la
esperanza. Es alteración extrema del ánimo debido a la ira, al despecho, a la
frustración. La persona desesperada no sabe que hacer. No encuentra y no ve
salida a su problema por ninguna parte: No puede pensar, se siente bloqueada y
vacía.
Mi salida es Jesús
camino, verdad y vida (Jn 14, 6) En su Palabra encontramos una promesa para
todos nosotros y para cada situación concreta de nuestra vida: “El Señor
me guardará y me llevará a la victoria” ( Heb 13, 5).
b) La
desilusión. Aparece cuando el hombre ha conocido el
fracaso económico o sentimental. Cuando no se alcanzan las metas propuestas.
Cuando la esperanza no se vuelve realidad. Cuando las cosas no salen como las habías
pensado. La desilusión. Cuando los otros no responden a nuestras expectativas. La desilusión nos trae despecho, desánimo,
desgano y desaliento. Una verdadera anemia espiritual.
¿Qué nos dice la Escritura?
“Dichosos los que no pierdan su esperanza en mí” “Yo sé en quien he puesto en
mi confianza; quien ponga su confianza en Él no queda defraudado” (1 Tim1, 12)
c) La
destrucción o desmoramiento. La destrucción de la
familia; el desmoramiento de la estructura espiritual, de los ideales. Cuando
todo comienza a venirse abajo se abren grandes gritas por las cuales se escapa
el buen olor de Cristo y entran otros olores. Aparecen enfermedades
espirituales como la mediocridad, la tibieza, la superficialidad: los ciegos,
los cojos, los sordos, los mudos. Personas atrofiadas, incapaces de responder a
la vida con entusiasmo, dinamismo y alegría. Fracaso total, se desmorona
nuestro mundo; es destruido por los demás o por nosotros mismos.
¿Qué nos dice
d) La
división. Puede ser de dos clases: una interior y otra
exterior. Sentirse divididos es
experimentar, es alejarse de la
realidad; es lejanía, es sentirse en otro país. Es experimentar sentimientos de
envidia y dejarse gobernar por ella. ¿De dónde vienen las divisiones? (1Pe 2,
1) De las discordias, de la falta de armonía, de los desacuerdos y las contiendas.
La división surge cuando me dejo llevar por la “carne” y no por "Espíritu
Santo”.
¿Qué nos dice
e) Las
deudas. ¿Por qué nos endeudamos? Porque no tenemos
control de nuestras emociones. Por que intentamos vivir más allá de nuestras
posibilidades. Porque compramos cosas por puro placer, sin realmente
necesitarlas. Para darnos prestigio y para impresionar a los demás. Nos
endeudamos además por la falta de prudencia y de sabiduría. Porque nos
arrastran los deseos carnales que vienen
de las emociones humanas.
¿Qué nos dice
f) La
enfermedad y la angustia. La enfermedad es malestar, es sentirse mal. En el terreno de la
espiritualidad, la enfermedad es muerte. Es ausencia de armonía interior. La
angustia nos trae aflicción, congoja, ansiedad, aprietos, sofoco, dolor, miedos
opresivos, sufrimiento.
¿Qué nos dice
2.
Las causas de la depresión.
Podemos enumerar
algunos demonios que vienen a ser los mejores aliados de la depresión:
1)
El complejo de culpa. El complejo
de culpa es fuente de alteraciones de tanto en la mente como en los estados de
ánimo.
2)
El complejo de inferioridad.
Sentirse menos que los demás. Sentir que no se está a la altura de los otros.
Pensar que no valemos, que no sabemos y
que nada podemos hacer.
3)
El miedo o temor. El miedo se mama
en casa, especialmente en los primeros años de la vida. Los padres en vez de
dar confianza y seguridad a sus niños dan gritos, se pelean… y en niño al igual
que una esponja recoge todo lo que escucha y lo que ve hacer a otros. Estamos
tocando al más grande de los enemigos de la paz interior. El miedo genera otras
enfermedades que atrofia a los seres humanos. Miedo al que dirán; miedo a la
autoridad, al fracaso, a la pobreza, a
la muerte.
4)
El odio o desamor que se puede
mamar en los primeros años de la vida por el mal trato familiar, los rechazos,
el abandono, las preferencias en las familias por alguno de sus miembros- Es
odio que se recibe en las distintas etapas de la vida. No sentirse o saberse
amado es una de las causas más grandes de la depresión, de desánimo y de la
destrucción. El hombre solo se realiza dando y recibiendo amor.
5)
Los cambios hormonales, tanto en
la mujer como en el hombre pueden llevar a la depresión. Existen otros tipos de
cambios como dejar de trabajar para jubilarse. Dar por termina una relación de
amistad, familiar, y otras.
6)
Problemas espirituales que son
verdaderas cargas de conciencia. Adulterios, engaños, fraudes, mentiras, alcoholismo,
etc. Toda experiencia, buena o mala se lleva consigo.
7)
La pérdida del sentido de la vida,
a la cual se llega por la no proyección o por el desvío hacia estilos de vida
que no realizan, como son el hedonismo, el conformismo, el totalitarismo. La no
proyección es la madre del vacío existencial de la cual brota el aburrimiento,
la angustia, la agresividad, el aislamiento; realidades que desembocan en la
muerte espiritual.
- Los efectos de la depresión.
Una profunda
tristeza. Deseos de morirse. Falta de sueño. Cansancio físico, mental y
espiritual. Mal genio y una autoestima baja. La ansiedad, aflicción y
tribulación. (1 Macabeos 6, 1- 13) Aburrimiento, abatimiento, agresividad y
aislamiento. Saúl frente al éxito de David se llenó de envidia y ésta le intoxicó
su alma; frente a su fracaso político y
al abandono de Dios, exclama: “Estoy en
grande angustia”. Se encuentra lleno de tristeza,
sin hambre y sin sueño. (1 de Samuel 28, 15ss) En Judas, el “remordimiento”
llenó su alma y fue y se ahorcó. (Mt 27, 3ss)
- ¿Qué hacer?
Frente a nosotros
tenemos dos opciones, una es de vida otra es de muerte. El destino nosotros lo
decidimos, del camino que tomemos somos responsables: Las dos opciones:
- Tirarlo todo por la borda, abandonar
la empresa, la familia, el grupo, como Judas que fue y se ahorcó.
- Buscar y sentir la mirada de Jesús
con un corazón arrepentido, como Pedro después de negar a su Maestro. Seguir
adelante y no darse por vencido.
1.
La primera opción me lleva a vivir
de manera
2.
desdichado,
lleno de angustia o muerte espiritual.
3.
Mientras que la segunda opción me
lleva a vivir lleno de esperanza y de gozo. Si elegimos la segunda opción
escuchemos que nos dice
·
Génesis 13, 14. Dios dice a
Abraham: “Levanta tus ojos”. Busca al Señor y espera en sus promesas. El es
fiel y no fallará.
·
Hebreos 12, 12. El cristiano
espera en el Señor: “Dios me protegerá, me guardará…”. Dios es mi Roca y
Salvación.
·
1 Tim 2, 8. Dios nos invita a
orar: “Que los hombres levantes sus manos…”. Esto me lleva al conocimiento del
amor que nace de un corazón limpio, una fe sincera y una recta intención (1 Tim
1, 5).
¿Qué
sigue…? Podemos dar los siguientes pasos:
a) Hacer
frente a la depresión. Identificar al
enemigo. Reconocer la enfermedad, bajar los conocimientos al corazón para que
sean redimidos por Jesús, el Señor.
b) Caminar
en la verdad, en la piedad y en la justicia. Salmo 45, 5; Abrirse a la acción
de Dios y esperar en su bondad.
c) Revestirse
de alegría del Señor. (Is 61, 3) Arréglate, vístete, ponte bonita, has tu
quehacer con gusto. Busca un grupo de oración, escucha alabanzas y enseñanzas
bíblicas. Trabaja por el Señor con entusiasmo, predica
c) Recuerda al Señor dee día y de noche,
en las buenas y en las malas. Salmo 40,6
d) Canta, ora, alaba al Señor en cualquier
situación con ganas o sin ellas.
e) A
vencer y a levantarse. Salmo 143, 3-4.5-8; 144, 1-2. La fuerza está en
nosotros. ¿Cómo apropiarse de ella?
·
Recordar los días antiguos cuando
el Señor me sacó adelante en mil batallas. Recordar es volver al primer amor.
·
Meditar las obras del Señor. Las
maravillas que ha hecho en mi vida.
·
Reflexionar lo que Dios ha hecho
conmigo y de mí.
·
Extender las manos hacia Dios para
agradecerle, alabarle y darle gracias. Levantar la mente, la mirada, el corazón
y las manos es buscar a Dios con toda el
alma.
f) Clama y
suplica al Señor. Oración, súplica, acción de gracias y alabanza. No importa
cuanto tiempo sea necesario, permaneced firmes que el Señor no abandona a los
suyos. (Fil 4,4ss)
g) Busca la
tierra de la rectitud. Salmo 143, 9-12. Tres gritos desgarradores del rey David
nos darán el triunfo contra nuestros enemigos:
·
Líbrame, Señor de las manos de mis
enemigos.
·
Enséñame Señor tus caminos. Dadme
a conocer tu voluntad.
·
Guíame por tus caminos de
justicia. Condúceme a la tierra de la rectitud.
La tierra de
rectitud es una vida emocional equilibrada. Es una tierra firme. Yo soy roca
firme cuando:
·
Se quien soy. Persona, hermano,
sacerdote…
·
Se de dónde vengo. Salí de las
manos de Dios con un destino a seguir.
·
Se para que estoy aquí: para
conocer, amar y servir a Dios en los demás.
·
Se a quien le pertenezco. Soy propiedad
exclusiva del Señor Jesús.
·
Se en quien pongo mi confianza.
“No quedaré defraudado”.
¿Qué hacer? Escuchemos
al Sanador de nuestras heridas decirnos: “Extiende tu brazo seco” (Lc 6, 6- 11),
es decir comparte tus dones con los demás. “Toma tu camilla y vete a casa” (Mc
2, 11) Es una invitación y un mandato de Jesús a ser responsables de uno mismo
y de los demás. “Lava los pies a tus hermanos” (Jn 13, 14) No hay duda, en la
obediencia a
·
Mediante una acción. No dejes que
te gobierne la parálisis. Haz algo, pon tus capacidades al servicio de los
demás. Ponle sabor a la vida. Preocúpate por los demás.
·
Mediante un sentimiento. Enamórate
de un ideal: Ama. A ¿Quién? tu familia, tu trabajo, el deporte, tus estudios,
·
Encontrando el sentido al
sufrimiento. En medida que puedas
quítatelo, pero, sino se va, encuéntrale el sentido. El sufrimiento nos ayuda a
madurar. El sentido es oblativo, podemos sufrir con amor por algo o por
alguien.
- Vigilad y orad.
Vigilad
y orad (mt 26, 41)Un mandato del Señor Jesús a los suyos que nos pide cuatro
actitudes que son esenciales para mantener la salud espiritual y emocional, y a
la misma vez erradicar de nuestras vidas una tríada de demonios que buscan
destruir “la obra de Dios”: la confusión, la frustración y la parálisis. Ánimo
y adelante, no estás sólo el Señor está con nosotros. Vigilad significa:
- Conocerse a sí mismo, tal cual soy,
con mis defectos y con mis debilidades, vicios y virtudes.
- Disponibilidad para despojarse de
toda realidad negativa.
- Disponibilidad para revestirse de
toda virtud mediante el cultivo de nuevos hábitos.
- Disponibilidad para luchar contra
todo aquello que quiera robarnos la paz.
- Disponibilidad para seguir al
Espíritu Santo que hace la unidad
interior y la unidad exterior.
6. ¿Cuál es el camino?
El camino para
salir del pozo de la depresión es Jesús, el Hijo amado del Padre. En el Antiguo
Testamento encontramos cuatro pasos que nos llevan a la salud que Dios nos
ofrece.
Eclesiástico 38, 9.
“Orad a Dios en medio de la enfermedad”. Dirijamos a Dios nuestros
pensamientos. Invoquemos su presencia en medio de nosotros. El siempre está
disponible para escucharnos. (v. 10) “Purificad vuestros corazones de toda
maldad”. Dios es misericordioso, podemos decir que no hay pecado que Dios no
perdone, cuando hay arrepentimiento y se pide perdón. (v. 11). “Ofreced a Dios
ofrendas generosas de acuerdo a tus posibilidades”. Ayudas a los pobres, al
Templo, y de manera especial, ofrece tu cuerpo al Señor como hostia viva, santa
y agradable a Dios. (cfr Rom 12, 1) (v.
12) “Buscad al médico.
Quiero
recomendarles al médico de cuerpos y almas: Jesús, Nuestro Salvador. Él es el
sanador de mi persona…su método: dar vida eterna en abundancia a quien se la pida de todo
corazón… liberar al hombre de toda opresión…romper ataduras…cargar con nuestras
debilidades…reconciliar a los hombres con Dios y entre ellos…iluminar la mente
y la mirada con su luz y con su verdad…Hacer resplandecer su Rostros de amor,
de paz, de alegría, de humildad, de mansedumbre, de esperanza sobre nuestras
personas…nos bendice, nos protege, nos guía…fortalecer nuestra voluntad y
nuestras rodillas vacilantes…nos da un corazón grande para amar.
La clave para ser
sanados es llenarse de Cristo. Cuando así es, los demonios son atados y
expulsados de nuestra vida; desaparecen las angustias; a las depresiones no las
volvemos a ver; el pecado deja de dominarnos; podemos hacer el bien que antes
no podíamos realizar. En pocas palabras conocemos la libertad de Cristo. Pero,
sí un día, dejamos de llenarnos de Cristo y nos vaciamos de él, sea por la
razón que sea, entonces la lepra vuelve a aparecer, y ahora con mucha más furia
que antes. ¿Cómo llenarnos de Cristo? Lo primero es creer en Jesús y luego
tomar la firme determinación de seguirlo; viviendo de encuentros con él,
haciendo una oración íntima, continua y ferviente, escuchando y leyendo su
Palabra, por medio de la liturgia, especialmente la Eucaristía y la Confesión,
por el ejercicio de las buenas obras y del apostolado.
Pbro. Uriel Medina Romero.
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