JESÚS SANADOR DE MI PERSONA. UN CAMINO A SEGUIR

 

 

JESÚS SANADOR DE MI PERSONA

 

 

 

1.     La profecía de Ezequiel.

Así dice el Señor Yahvé: “Voy abrir las tumbas de ustedes, los haré salir de sus tumbas, pueblo mío, y los llevaré de nuevo al suelo de Israel. Infundiré mi Espíritu en ustedes y vivirán; los estableceré en su suelo, y sabrán que yo Yahvé, lo digo y lo hago” (Ez 37, 12-14) 

 

“Voy abrir las tumbas de ustedes” “Os haré salir de vuestras tumbas” “Os llevaré a vuestro suelo” “Infundiré mi Espíritu en vosotros, y vivirán” “Dios cumple lo que promete”

 

 

¿Qué significa abrir las tumbas? De la misma manera que Dios abrió el Mar Rojo en dos para que pasara su pueblo hacia la libertad, hoy, abre nuestras sepulturas para que reconozcamos que somos pecadores y pecamos. Abrir las tumbas significa remover la “cloaca” de nuestra vida para que reconozcamos nuestros huesos secos. Es quitarnos la venda de los ojos. Es quitar la piedra de nuestra sepultura para que nos miremos por dentro y reconozcamos el vacío, el caos, la muerte de la cual somos portadores.

 

2.     ¿Qué hace Dios para cumplir esta profecía portadora de tres hermosas verdades?

a)     La Encarnación: Dios envía a su Hijo.

  • Lucas 1, 26- 38. El Verbo de Dios se hizo hombre para salvar a los hombres.
  • Gálatas 4, 4. “Llegada la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido bajo la ley, Para liberarnos de la esclavitud de la Ley y para que recibiéramos la condición de hijos”
  • Mateo 1, 21. “El salvará a su pueblo de sus pecados”
  • Juan 3, 16. “Tanto amó Dios al mundo”. El amor de Dios al hombre es la única razón por la que Jesús se hace hombre

 

b)    La Vida pública de Jesús que viene a instaurar el Reino de su Padre.

  • Con su Palabra poderosa. “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca” (Mc 1, 15) Jesús, el Predicador del Padre ha venido a instaurar en la tierra un Reino de amor, de paz, y de justicia en el Espíritu Santo. (Rom 14, 17)”Ha venido a sacarnos del pozo de la muerte (Ef 2, 1-8) “Ha venido en encender nuestros corazones con el fuego de sus Espíritu” (Lc 12, 49)
  • Con sus milagros. Hace oír a los sordos, hablar a los mudos, caminar a los cojos, da vida a los muertos. (Lc 7, 21- 23) Veamos algo de esto.
    • La suegra de Pedro. Es sanada de la fiebre para ponerse a servir a Jesús.
    • El hombre de la mano tullida. Ponte en medio y extiende tu mano. (Mc 3, 11- 6) Extender la mano significa poner el don que tienes al servicio de los demás. Los dones de Dios que no se usan se oxidan.
    • El ciego hijo de Timeo. De pordiosero que llevaba una vida arrastrada, se convierte en seguidor y discípulo de Jesús. Bartimeo, significa el hijo de lo impuro. (Mc 10, 46ss) “Donde abundó el pecado, sobre abunda la gracia”
  • Los Encuentros de Jesús. Con la samaritana, la mujer adúltera, la hemorroisa.

Ø  La samaritana. (Jn 4,1ss)

Ø  La mujer adúltera (Jn 8, 1- 11)

Ø  La hemorroisa (Lc 8, 43)

  • Con sus exorcismos. Libera a los oprimidos por el Diablo. Marcos nos narra un encuentro entre Jesús, el Señor y un hombre poseído por malos espíritus. Jesús convierte a este hilacho humano, de un simple bosquejo de persona en el primer misionero en tierra de paganos. Un hombre nuevo con su dignidad recuperada, valioso e importante: sentado, vestido y en sano juicio, un hombre con armonía interior y disponible para servir a la causa del Reino. (cfr Mc 5, 1ss) Regalo de Jesús, no sólo para su familia, sino, y también para toda la región de la Decápolis.
  • Jesús evangeliza con su estilo de vida. Viviendo en la obediencia incondicional a su Padre y en la donación y entrega a los pobres, a los enfermos, a los publicanos y pecadores, Jesús siembra el Reino en el corazón de los hombres. La gente llena de estupor dice: “Jesús todo lo hizo bien (cfr Mc 7, 37) A los suyos los amó hasta el extremo (Jn 13, 1) “Se pasó la vida haciendo el bien y liberando a los oprimidos por el mal” (Hech 10, 38)

 

c)     Jesús nos redime del pecado.

  • Con su muerte. Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron, lo entregaron en manos de gente malvada, le dieron muerte de Cruz. Con su muerte nos ha redimido: murió para nuestros pecados fueran perdonados (Rom 5, 25) Ha dado su sangre, limpia y pura, por nuestra salvación. Murió para rescatarnos de las tinieblas y llevarnos al Reino de la Luz y de la Justicia (Cfr Col 1, 13) Jesús con su muerte, anuló, al que controlaba la muerte, al diablo, y ha liberado a los que por miedo a la muerte, pasan la vida como esclavos” (Heb 2, 14- 15).
  • Con su resurrección. Le faltaba por vencer al último de sus enemigos: la muerte. Hemos llegado al corazón de nuestra fe: “Dios ha resucitado a Jesús para nuestra justificación” (Rom 4, 25) El imperio de la muerte ha sido vencido. Ahora podemos decirnos las palabras de la carta a los Hebreos: “En virtud de la sangre de Cristo tenemos libre acceso al santuario” (Heb 10,19) Jesús a removido las piedras del camino para que el Espíritu Santo venga a nosotros, y “Nosotros podamos volver al Paraíso y comer los frutos del Árbol de la Vida” (Apoc. 2,7)

 

3.     Los frutos del árbol de la vida son dones del Resucitado a su Iglesia. (Jn 20, 21)

  • El perdón de nuestros pecados y el don de la paz.
  • La resurrección y el don del Espíritu.
  • Jesús comparte la Misión de dar la vida por su Iglesia.

 

  1. Jesús Resucitado es el Buen Pastor.

Es el Señor quien toma la iniciativa: “Busca a la oveja perdida, y la busca hasta encontrarla” (Lc 15, 1-4) La busca en los lugares lóbregos donde se ha ido, buscando razones para ser feliz (bares, cantinas, etc). Sólo cuando el corazón del hombre ha sido tocado por la acción amorosa del Padre, comienza la búsqueda de Dios, por parte del hombre. No es el pecador el que busca a Jesús, es el Señor el que busca a los pecadores para mostrarles que están equivocados y para invitarlos a volver al Camino que lleva a la Casa del Padre.

 

  1. El Encuentro con Jesús Resucitado.

El Encuentro con Jesús es liberador y es gozoso. Liberador por que nos quita las cargas y gozoso porque experimentamos el triunfo de la Resurrección (Mt 11, 28; Lc 19,1ss). El encuentro es posible, si nos dejamos encontrar por él. Dejarse encontrar significa:

  • Reconocer que no sé es feliz. Reconocer el vacío existencial, la vida convertida en Caos.
  • Reconocer que se ha equivocado. No culpo a nadie, yo lo hice, soy culpable de todo el daño que me hecho a mí mismo y a otros.
  • Reconocer que estoy necesitado de ayuda; yo no puedo salvarme a mí mismo; yo con mis solas fuerzas no puedo llegar a la Casa paterna. No puedo salvarme, ni salvar a otros.
  • Reconocer que esa ayuda que necesito, no está lejos, está aquí, es Jesús que ha irrumpido en mi vida de pecado y me pregunta: “Qué necesitas de  mí” “Qué quieres que haga por ti”.
  • Reconocer la necesidad de un cambio de vida, de mente, de corazón: Quiero cambiar y no puedo” “Quiero dejar de pecar y no puedo”.

 

  1. Los lugares para encontrarse con Jesús. (a la luz de mi experiencia personal)
  • Jesús me encontró por el camino de la vida, y allá me deje encontrar por él. Antes que yo leyera la Biblia, cuando era un desertor, antes que entrará en la Iglesia; siento todo un incrédulo que había perdido la fe, además un perverso y pervertidor, Jesús irrumpió en mi vida de pecado en un momento que me encontraba lleno de ira y de odio. Fue un encuentro con la Palabra: “Dios te ama”, impreso en una calcomanía pegada en la ventana trasera de un vehículo con más propaganda religiosa. Mi primera respuesta estuvo llena de soberbia: me dije: tengo buena vista; la segunda fue de odio. Me dije: gente fanática; la tercera fue experimentar lo que nunca había sentido, algo bello, nunca he tenido las palabras para explicarlo. Con aquel sentimiento hermoso, vinieron a mi mente estas palabras: “Dios te ama a ti así como eres, pero por la vida que llevas no puedes experimentar su amor”. Pasó por mi mente mi vida de vicios,de crímenes. ¿Así me ama Dios? Entonces, “todavía tengo remedio”. Experiencia inolvidable. Allí recibí  mi primer exorcismo: la liberación de una manera equivocada de ver Dios, al hombre y a la vida. Hasta ese día, yo creía en un Dios castigador que amaba a los buenos, pero odiaba a los malos, y como yo era malo, a mí Él no me amaba. La gran mentira de Satanás. Allí comenzó mi regreso a casa.

 

El encuentro con Jesús me puso en camino.

 

  • Por ese tiempo comencé la lectura de literatura religiosa y después, de la Biblia. Comencé a tomar conciencia de mi pecaminosidad. La Palabra de Dios no la entendía, pero la seguí leyendo, cuando menos acordé me di cuenta que tenía sed de Dios y que su Palabra encontraba la orientación correcta para mi vida; me orientaba hacia Dios y, hacia la Iglesia.
  • No sabía orar, sólo rezaba tres aves Marías, veces borracho, otras bajo el influjo de la marihuana. Una noche antes de rezarlas, como alguien me decía: “Rézale también a ni Hijo” comprendí que la Madre me estaba pidiendo algo más y comencé a rezar el Padre Nuestro, no pude, se me había olvidado.  Otro día busque un libro y comencé a rezar tres padre nuestros con tres aves Marías y tres Glorias. Creo que el que hace oración se convierte. (no importa que sea pobre y débil). Comencé a ver cambios en mi vida. Sobre la mujer, los pobres y en mi manera de hablar.
  • El día más bello y grande de mi vida fue el día que regresé a la Iglesia y lo viví en el Sacramento de la Reconciliación. Allí fue mi Encuentro con Jesús Resucitado: Encuentro liberador, gozoso, luminoso y conmovedor. Allí viví mi experiencia de resurrección; mi experiencia de Dios; allí recibí mi bautismo en el Espíritu.
  • Fruto del encuentro con Cristo es el “hombre nuevo”. Portador de una nueva Presencia. Fuerza de Dios para destruir los ídolos y romper las cadenas del pecado, entrando el proceso liberador en el que el Espíritu Santo es el Agente principal, está conducido la vida.

 

 

  1. ¿Qué sucedió después del Encuentro?

Ahora si es posible la conversión del corazón; ahora si podemos dar frutos de vida eterna; ahora si podemos comprender la palabras del Apóstol: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil 4, 13) Encontré la fuerza para renunciar a  mis malos hábitos. En cada renuncia había una ofrenda… cada renuncia era una manifestación de amor. Mi primera renuncia fue al cigarro y a la marihuana, después al alcohol, a la fornicación, a los antros o centros nocturnos.

  • Ofrecer a Dios un sacrificio de acción de gracias: No a la droga y al alcohol, la experiencia personal me hacen decir que son un camino que empobrece, embrutece y prostituye.
  • Ofrecer a Dios un sacrifico de alabanza. “Heme aquí oh Dios para hacer tu voluntad” (Heb 10, 7) Hice conscientemente una primera alianza con Jesús: guardar sus Mandamientos, renunciando al adulterio. (Eclo 35 1- 5)
  • Por aquellos días me incorporé a un grupo de oración en la Parroquia, fue en don del Señor. Ese grupo me enseñó a leer la Biblia y a orar, a dar testimonio y a servir. Toda era como si estuviera viviendo una luna de miel.
  • Un tiempo después del regreso a casa, hice mi primer servicio en la Comunidad en un retiro de iniciación cristiana, como servidor. Como fruto de este servicio vino mi primera crisis espiritual. Mi primera reacción fue dejar la Iglesia. La enseñanza que me dejó fue comprender que había infancia espiritual, tentaciones y pruebas. Dios estaba cambiando mis planes…Puedo decir que al final fue una experiencia bellísima. Terminé diciendo al salir de Misa: Señor, Tú tienes poder para darme lo que yo necesite y más…la prueba había pasado… había nacido un misionero…
  • En un momento de encuentro con la Palabra (leyendo el capítulo 6 de Juan) me rendí incondicionalmente a la voluntad de Dios para mi vida, puse mi historia en sus manos y acepté la invitación que el Señor me hacía al sacerdocio. Yo no quería ser sacerdote, quería tener mi propia familia, pero me atrevo a decir con el Profeta: “Me sedujiste Señor y me dejé seducir” (Jer 20, 7).
  • Todo lo anterior era acompañado por una intensa oración y lectura de la Palabra de Dios. Había en mí hambre y sed de oración y de Palabra de Dios.

 

El Grito de Jesús Resucitado:“Effatá” es la respuesta al clamor del corazón de un sordo y tartamudo: una persona atrofiada incapaz de comunicarse con los suyos; un ser encerrado en sí mismo.  “Ábrete”. Al instante se le abrieron los oídos y se le soltó la lengua. Apertura y soltura.

 

·       Ábrete al amor de Aquel que murió y resucitó por ti; ábrete a la acción del Espíritu, a la Palabra de Vida.

·       Abre tu entendimiento para que puedas recibir la luz y la verdad de Jesús.

·       Abre tu corazón al Amor : Guarda sus Mandamientos

·       Abre tus manos al servicio a los más débiles, para que el Señor las colme de bendiciones y puedas servir a los demás.

·       Soltarse es abandonarse en las manos de Dios. Poner en él la confianza.

·       Soltarse es dejarse conducir por el Espíritu por los Caminos de Dios.

·       Soltarse es ser dócil a las mociones del Espíritu Santo.

 

  1. Haciendo memoria

“Hijo mío te has decidido servir al Señor, prepárate para la prueba”(Eclo 2, 2) Todo comenzó cuando un gran amigo fue a invitarme a ir a un centro nocturno. Me negué mil veces, pero al final acepté. Llegamos aquel lugar, era el día 14 de Febrero día del “amor y la amistad”. Tenía algo más de tres meses que no iba, (desde mi encuentro con el Señor) al llegar, me dieron una gran bienvenida, primero fue el mesero que me decía: “Ya llegó el que andaba ausente” y me servía una gran copa de cogñac, diciéndome: “La casa paga”. Después vino la mesera que me ofreció mesa donde no había lugar por tanta gente, me sentí popular, importante, querido… vino un amigo de parranda y me llena de halagos, las viejas amistades estaban presentes y me invitaban a sentarse en sus mesas.

 

Me aparte de la gente hacia un lugar solitario junto al fuego de la chimenea, con la copa en la mano, pensé: así andaba yo antes, vacío, comprando amistades y comprando amores. Comencé entonces a musitar una oración: “Gracias Señor porque he probado lo bueno que tú eres”. “Te prometo no volver a tomar bebidas alcohólicas”. Su respuesta me quedó clara: fue un no, quería algo más, entonces dije. Te prometo Señor no volver a pisar un centro nocturno”. Sentí como si en lo profundo de mi ser alguien me abrazara y aplaudiera… mi oferta había sido aceptada. Acababa de hacer mi opción radical por Cristo y por su Reino. Salí de aquel lugar dejando atrás al “mundo” y rompiendo mi antigua amistad con él. Al llegar a casa, cerca de la media noche, tomé la Biblia, la abrí, y encontré esta verdad evangélica: “El mundo los odia, porque ustedes me aman, si ustedes me odiaran el mundo los amaría” (Jn 15, 18- 20). Fue el 14 de Febrero, día del amor y de la amistad, con un acto de amor había sellado mi Alianza con el Señor, había tomado la “firme determinación de seguir a Cristo”.

 

Otro día todo sería diferente en la Comunidad de oración. Todo había sido como una luna de miel, hasta el día que hice mi opción por Cristo y acepté la invitación de servir al Señor en la Comunidad. Comencé a ver caras en la Comunidad, escuchaba murmullos: dicen que Uriel viene por que busca mujer; había insinuaciones a que me retirará de la comunidad…había comenzado la lucha. ¿Contra quién? No lo sabía, me dije a mí mismo: antes cuando tenía problemas con alguien lo discutíamos y hasta peleaba, pero, ahora, en la Iglesia, me parecía que era peor que afuera.  Había comenzado la experiencia del desierto.

 

Lo fuerte comenzó cuando dije que al Grupo de oración le faltaba enseñanza… ¿Para qué lo dije? Me convertí en enemigo de alguno. Decían que lo mío era soberbia, me faltaba humildad…mi presencia molestaba. Experimenté el desaliento y quise dejarlo todo, ir a buscar a otra parte. Por aquellos días venía este pensamiento, como si el Señor me hablara: “Lo que tú ves, es lo que tengo. Si quieres una Iglesia de perfectos, vete y fúndala, pero, esa será tu iglesia no será la mía”. Escuché decir a alguien: “Si por una puerta de la Iglesia, me corren, entro por la otra. Comprendí el mensaje, y me quedé. Me quedé por que amaba a la Iglesia, pero había que aceptarla en su realidad. En ella hay pecadores y santos, enfermos y sanos, débiles y fuertes. (Cfr 2 Tim 2, 20)

 

Eran mis primeras crisis espirituales…me creía inocente…víctima…la verdad es que estaba equivocado, sólo Dios es Justo…lo acepté como una enseñanza… para no hacer el día de mañana con otros, lo que estaban haciendo conmigo. Todavía me faltaba mucho, un servidor del Señor, sólo se templa y adquiere rostro de profeta viviendo en el desierto; es el tiempo de preparación para la misión, no se pueden quemar etapas.

 

Creo que ya desde entonces entendí el Mensaje, el Don, el Carisma que el Señor me daba: "Defender la Iglesia, y dentro de ella, especialmente a los más débiles. A los que podían defenderse, a los que tienen voz y fuerza. La falta de enseñanza se manifiesta en la "ignorancia religiosa" en "la manipulación de las conciencias" y en "la ausencia de un espíritu crítico". Realidades que tristemente se manifiestan en la promiscuidad sexual, en la opresión, en la explotación, en el instrumentalismo, en la violencia familiar.....

 

El llamado es a ser libres, con la libertad de los hijos de Dios (Gál 5, 1.13),  para ayudar a otros a liberarse de los yugos de la servidumbre. La liberación que Jesús nos ofrece es integral: Nos libera del Mal; de la esclavitud de los apegos a las cosas, a las personas y de la esclavitud de la Ley. Trabajo que exige cercanía, escucha, diálogo, caridad pastoral, celo apostólico, gastarse por la liberación de los más pobres. El camino es el mismo que Jesús recorrió... el Camino de la Pascua,,, de la donación, de la entrega y del servicio.

 

 

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