Aprendiendo a orar en el Espíritu Santo
Iluminación: “De igual manera, el
Espíritu viene también en ayuda de nuestra flaqueza. Como nosotros no sabemos
pedir como conviene, el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indescriptibles. Y el que examina el interior de las personas ya sabe lo que
anhela el Espíritu, y que, cuando intercede en favor de los santos, lo hace
conforme a la voluntad de Dios” (Rm 8, 26- 27).
1. Fortaleza
en la debilidad
Ciertamente, fue crucificado en razón de su
debilidad, pero está vivo por la fuerza de Dios. Así también nosotros: somos
débiles en él, pero viviremos con él por la fuerza de Dios” (2 Cor 13, 4) El orante nunca se presenta ante Dios como
alguien fuerte y autosuficiente, al estilo del fariseo: “El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios!
Te doy gracias porque no soy como los demás hombres: rapaz, injusto y adúltero;
ni tampoco como este publicano. “Ayuno dos veces por semana y doy el diezmo de
todas mis ganancias (Lc 18, 11- 12) En san Pablo en quien encontremos la
importancia de saberse débiles ante el Señor: «Mi gracia te basta, pues mi
fuerza se realiza en la debilidad». Por tanto, con sumo gusto seguiré
vanagloriándome, sobre todo en mi debilidad, para que se manifieste en mí la
fuerza de Cristo (2 Cor 12, 9) Sólo los humildes reconocen la necesidad de
Dios.
2.
Condiciones Internas para la Oración.
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La limpieza de corazón. “Bienaventurados
los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (Mt. 5,3) El limpio de
corazón no se esconde, se presenta Dios con todas sus miserias, pero con la
verdad.
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La pobreza espiritual. El Reino de los
Cielos está formado por los pobres que invocan el nombre de Jesús: “Jesús. Hijo
de David, ten compasión de mí” (Mc. 10, 47). Sin pobreza espiritual no hay auténtica
oración. Podemos decir, que solo los pobres saben oran; pobre es aquel que nada
tiene por eso puede poner su confianza en Dios, necesita de Dios y necesita
de sus hermanos.
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La perseverancia. La perseverancia genera
constancia, seguridad, firmeza. La virtud de la constancia es como la gota de
agua que ce en una gruta y produce la estalactita y la estalagmita. El agua se
convierte en roca dura. Solo la oración perseverante puede hacer de nosotros
hombres nuevos, llenos de consistencia y de fortaleza espiritual. La oración
nos hace “ser en Cristo”, “para vivir en Cristo”.
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Tres son las invitaciones de Jesús a orar sin desfallecer:
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“Orar siempre sin
desfallecer”. (Lc. 18,1)
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“Velad y orar para que no
caigáis en la tentación” (Mt. 26, 41)
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“Estad en vela, pues,
orando en todo tiempo para que tengáis
fuerza y escapéis a todo lo que está por venir” (Lc. 21, 36)
3. ¿Cuál debe ser nuestra
respuesta?
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La Fidelidad a la multiforme gracia de
Dios (1 Cor 4, 1) Fidelidad a Jesucristo y al Espíritu Santo. Es fidelidad al
amor: si oramos, principalmente, es
porque amamos a Cristo.
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La Constancia: es lo prueba la
autenticidad de nuestra fe. En los momentos de aridez hemos de tener mayor
fidelidad.
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La Sinceridad: frente a Dios somos
trasparentes, pero, a Dios le gusta que nuestra fe no se aparte de nuestra
vida: oración y vida: orar como hijos; orar como hermanos y orar como
servidores.
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La confianza infinita. Es la actitud del
que todo lo espera de Dios. La oración nos abre un camino de esperanza y
fidelidad, porque sabe que toda lo que pida al Señor en su nombre se lo
concederá, si está dentro del proyecto de la voluntad divina. (cf Lc. 11, 9)
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El deseo interior de dar a conocer a Dios. El deseo de Dios que debe ir unido al deseo de otros conozcan, amen
y sirvan a Cristo y a su Comunidad. Este deseo es como el motor de arranque de
la vida de oración auténtica y verdadera. Cuando el deseo de Dios se enraíza en
el corazón, podemos decir, que es entonces cuando la oración es permanente; ya
se esté despierto o ya se duerma, en la calle o en la Iglesia, el cristiano
siempre está en oración.
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La solidaridad. El cristiano íntimamente
unido a sus hermanos y a los acontecimientos del mundo se convierte en un
intercesor. Su actitud de intercesión le hace sentir los procesos y calamidades
del mundo como propios. El orante ora por la paz del mundo, el hambre, los
enfermos, los problemas propios y de los demás. Todo lo lleva al corazón para
llevarlo al Padre en la Oración.
4. Condiciones Externas para Orar.
¨ El Lugar de la oración
Podemos
orar en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, pero de modo especial, es
bueno tener un lugar apropiado para la oración.
¨ El tiempo de la oración
“Estad
siempre alegres en el Señor” (Fil. 4, 4), es decir en todo tiempo, Para san
Pablo cualquier lugar y a cualquier hora es buena para orar. “os lo repito
estad alegres. Que vuestra mesura sea conocida de todos los hombres. El Señor
está cerca. No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión,
presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica,
acompañadas de la acción de gracias” (Fil. 4, 5-6). Como respuesta a esta
oración Pablo nos presenta una promesa: “Y la paz de Dios, que supera todo
conocimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”
(Fil. 4,7)
5. La Necesidad de orar.
La
necesidad de orar es uno de los mayores logros del cristiano. Cuando nace esta
necesidad, entonces es cuando comienza una fuerte comunión con Cristo, que
puede cambiar toda nuestra vida. Esta necesidad de oración es un don del
Espíritu Santo. Por el camino de la oración se avanza en la conversión
cristiana.
6. El Contenido de la Oración: ¿Qué se ora?
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Lo primero que se ha de
hacer es orar por la propia vida. Presentar la vida a Dios, dar gracias y
ofrecerla. Todo ponerlo en las manos de Dios: los logros y los fracasos. Se
pide luz, se da gracias, se invoca el poder de Dios en las necesidades.
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Orar siempre por lo que se
va a predicar o a enseñar a los demás. La experiencia de fe, ha de ser orada,
dialogada con Dios, interiorizada.
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La oración por los demás
ha de tener en cuenta los diversos estados de ánimo, la dureza del corazón, los
problemas, de cualquier clase, etc.
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Los acontecimientos del
mundo no pueden ser ajenos al cristiano que ora. Su actitud de solidaridad le hace
sentir los progresos y calamidades del mundo como propios
7. ¿Cómo orar?
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Como admiración por todo
lo que Dios ha llevado a cabo en medio de su pueblo.
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Como invocación de ayuda
para ser fieles a aquello que el Señor espera de cada uno de nosotros.
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Como petición de perdón,
con profundo sentido de humildad por el pecado cometido, ya que nuestra frágil
condición humana nos hace caer en el pecado.
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Como agradecimiento y
alegría por los beneficios recibidos.
Es
importante que la oración descubra toda la riqueza de sus posibilidades de
respuesta a la Palabra de Dios y no degenere en formas rutinarias que ahoguen
su espontaneidad. Cada uno de nosotros ha de encontrar su método de oración,
para hacer su propia oración individual. El método ayuda al crecimiento espiritual.
8. ¿Con quién se ora?
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La oración individual. Es la oración a
solas con el Señor, necesaria cada día para ir dando solidez a nuestro ser
cristiano.
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La oración comunitaria. Con el grupo de
oración. La oración se ha de comenzar siempre pidiendo la luz del Espíritu
Santo y ha de terminar dando siempre gracias a Dios. Además de estas dos
oraciones el grupo puede incluir otras oraciones espontaneas.
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Con la Comunidad. La
oración por excelencia es la Eucaristía. Pero toda comunidad debe tener otro momento
comunitario de oración donde todos podamos expresar nuestros anhelos y nuestras
necesidades.
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Todo servidor de la
comunidad debe hacerse presente para orar con sus hermanos y compañeros de
trabajo.
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Orar con toda la Iglesia
en encuentros, congresos, retiros, etc.
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