SALIÓ DE ALLÍ Y VINO A SU PATRIA Y SUS DISCÍPULOS LE SIGUEN




Salió de allí y vino a su patria y sus discípulos le siguen.

Iluminación. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? (Mc 6, 2)

Jesús se encentra en “Zenit” de su Misión. Con la fuerza con el cual fue ungido en su Bautismo recorre los caminos de Galilea, Samaria y Judea. Está dedicado totalmente a sembrar el Reino de Dios en el corazón de los hombres y de la cultura. La gente lo oía y algunos lo escuchaban, pero todos se maravillaban de enseñanza por su sabiduría y por su fuerza milagrosa. Todos se preguntan: ¿De dónde le viene esto? No sabían lo que había sucedido en el río Jordán.

¿Qué enseñaba Jesús? Todo lo referente al reino de Dios. “Mi Padre les ama” “Conviértanse y crean en el Evangelio.” Enseñaba “el arte de vivir en comunión, de amar y el arte de servir.” Su Palabra estaba acompañada por sus milagros y por exorcismos, y de manera especial por su estilo de vida, su testimonio de vida, él hacia lo que decía, su vida era íntegra. Sus discípulos cada día crecían en número y en calidad. A ellos les enseñaba de manera muy especial, mientras que a la gente sólo les enseñaba con parábolas.

Su fama crecía y las multitudes de gente lo seguían, para oírle y para que los curara de sus enfermedades: “Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron. Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida, recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían que él estaba. Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados.” (Mc 6, 53, 56)

¿Sus vestiduras eran milagrosas? San Lucas nos habla de una mujer que fue sanada al tocar el vestido de Jesús:  "Si logro tocar siquiera su ropa, quedaré sana." Al instante cesó su hemorragia, y se dio cuenta de que su cuerpo había quedado libre de esa aflicción. ¡Hija, tu fe te ha sanado! --le dijo Jesús--. Vete en paz y queda sana de tu aflicción. (Mc 5, 24- 23). Era mujer enferma por doce años. Había perdido toda esperanza, ero alguien le habló de que Jesús amaba a todos los hombres y que en él había poder para curar a los enfermos ya que ahora estaba en la ciudad, ella se puso en camino, busco a Jesús, tuvo la iniciativa, logró su salud, tanto corporal como espiritual.

Hoy día nosotros, ¿dónde podemos tocar las vestiduras de Jesús? Recordemos las palabras de la epístola a los hebreos: “fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe, el cual, en lugar del gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia y = está sentado a la diestra = del trono de Dios.” (Hb 12, 2) El profeta Isaías nos habla de unas vestiduras muy especiales: “Con gozo me gozaré en Yahveh, exulta mi alma en mi Dios, porque me ha revestido de ropas de salvación, en manto de justicia me ha envuelto como el esposo se pone una diadema, como la novia se adorna con aderezos.” (Is 61, 10) Jesús es el mismo ayer, hoy y mañana, y tiene poder para sanarnos por la fe, con la fe y en la fe. ´Dónde podemos tocar sus vestiduras? San Pablo nos dice el cómo, dónde y a qué horas?

 “Y esto, teniendo en cuenta el momento en que vivimos. Porque es ya hora de levantaros del sueño; que la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos con decoro: nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias.” (Rom 13, 11- 14) En la carta a los Efesios nos dice: “Despojaos del hombre viejo y revestíos del Hombre nuevo,” Jesucristo. El mismo mensaje nos dice en la carta a los Colosenses: Buscad las cosas de arriba donde está Cristo sentado a la derecha del Padre… y dónde estás escondido con Cristo en Dios… dad muerte a  todo lo viejo y revestíos de Jesucristo: de entrañas de misericordia, de humildad y de mansedumbre… (Col 3, 1- 12)

Las vestiduras de Jesucristo, de Jesucristo crucificado, resucitado y glorificado, están a nuestro alcance huyendo de la corrupción y de nuestras pasiones juveniles para dedicarnos a cultivar las virtudes y los sentimientos de Jesús (Flp 2, 5; 2 Tim 2, 22) Revestirse de Cristo es el mejor camino para sanarnos de las heridas de nuestro corazón. Es llenarnos de Cristo. De Amor, de Verdad y de Vida, (Jn 14,6) de Misericordia, Humildad y Mansedumbre (Col 3, 12) De Amor fraterno y de Caridad (2 Pe 1, 8) Adquirir estas Vestiduras son señal de conversión sincera y de que estamos adquiriendo una vida integra, honesta y sincera. Salud del alma y del espíritu. Es la respuesta a la palabra de Cristo:  «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; = y hallaréis descanso para vuestras almas. = Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» (Mt 11, 28- 30).

Tengamos la confianza y la certeza de que las vestiduras de Jesús no son de cartón, ni de madera, de de bronce ni de plata ni de oro. La eucaristía está en la custodia, y la custodia no son las vestiduras de Jesús. Las vestiduras de Jesús son de Luz, de verdad, de bondad y de justicia. No tengamos miedo desvestirnos del traje de tinieblas y revestirnos de Luz, esto es posible con la “Ayuda de Dios  y con nuestros esfuerzos.




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