Llamados por Amor, con Amor y para Amar
Iluminación. “«Venid a mí todos los que estáis fatigados y
sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y
aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; = y hallaréis descanso para
vuestras almas. (Mt 11, 28-29)
1. Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre
él para oír la Palabra de Dios (Lc 5,1) ¿Porqué le gustaba a la gente
escuchar a Jesús? Incrédulos, quienes conocían sus orígenes humanos, se
preguntaban: “¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros?” (Mt 13,
54). Sin embargo, a los que le escuchaban y creían en Él, nacía en ellos la fe
y con la fe un cambio en la manera de pensar de Dios y en la manera de vivir.
Por eso san Juan dice a los que había creído en Jesús: “Permanezcan en mi
palabra y serán mis discípulos; conocerán la verdad y serán libres” (Jn 8, 31)
2. Cuando vio dos barcas que
estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban
las redes. La Palabra de Cristo lava, limpia, libera, consagra (Jn 17, 17) y
conduce a la salvación por la fe y a la perfección cristiana. (2 Tim 3, 14s) Con
la autoridad de la Palabra de Jesús, nace en el hombre el deseo verdadero de
cambiar de rumbo; la Palabra engendra confianza, esperanza y se despliega hacia
el amor. Bajarse de las barcas y lavar las redes es fruto de la escucha de la
Palabra como primer paso para después llegar a ser discípulos de Cristo.
Desprenderse “de los tesoros del corazón del hombre viejo, para lavar todas
nuestras dimensiones humanas. La escucha de la más hermosa verdad que podamos
escuchar de los labios de Jesús, enciende en nuestro corazón el juego del
evangelio (cf Lc 12, 49) “Mi Padre les ama” “Dios los ama a todos
incondicionalmente” (cf Jn 3, 16; 17, 23) Jesús, el Hijo de Dios no ha venido a
juzgar ni a condenar, sino a trae el Amor de Dios para que todo los que crean
en Él se llenen con su amor (Rm 5, 5) para que también puedan amar a Dios a los
demás y así mismo. El amor dice san Juan no consiste en que nosotros amemos a
Dios, sino en que Él nos amó primero (1 Jn 4, 10) De la misma manera nos dice:
Todo el que ama conoce a Dios, ha nacido de Dios y permanece en Él” (1Jn 4, 7)
3. Subiendo a una de las
barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y,
sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre. Creer en Jesús es confiar
en Él y en su Palabra. Jesús entró en la barca de Pedro, es decir, entró en la
vida de Pedro; entró en el corazón de Pedro para formarlo como discípulo, en el
amor de entrega y donación. Discípulo es aquel que escucha la Palabra y la
obedece, ese es el que escucha a Jesús, y al obedecerlo, le abre las puertas de
su corazón (cf Apoc 3, 20) Dos barcas, la Pedro y la de la sinagoga. Eligió la
Pedro, que años más tarde, romperá con la sinagoga figura de la ley para elegir
la salvación por la fe y presentarnos el itinerario de la fe que lleva a la
salvación (2 Pe 1, 3- 10)
4. Cuando acabó de hablar,
dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.» Jesús a
nadie exige lo que antes no le ha dado. Primero a creer en Él, después nos pide
amarlo y luego a servirlo. Después de un tiempo de formación en la fe y en el
amor, como a niños, dice a sus discípulos la importancia de la obediencia y del
trabajo apostólico para crecer en confianza, esperanza y amor a su Maestro y a la Misión confiada: “Boga mar adentro”
como si les dijera: “Dejad la orilla”, es decir la superficialidad y la
mediocridad, Dejad los infantilismos, sus guaridas y sus nidos (cf Lc 9, 58)
Para que no sean como niños acudidos por cualquier viento de doctrinas,
expuestos a la malicia humana (cf Ef 4, 14) El discípulo de Jesús tiene que
aprender a discernir lo que es bueno de lo que es malo. De lo que viene de Dios
o de otra fuente. Esto lo aprende de su Maestro que es reconocido como alguien
que habla y enseña con autoridad. En este sentido, alguien que reconoció su
autoridad le dijo a Jesús:”Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el
camino de Dios con franqueza, y que no te importa de nadie, porque no miras la
condición de las personas” (Mt 22, 16).
5. Simón le respondió:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en
tu palabra, echaré las redes.» Que descubrimiento en de Pedro y los otros
discípulos, de noche, en las tinieblas del pecado se pesca nada, sólo en la
obediencia a la Palabra; sólo bajo las moción del Espíritu Santo y en la
obediencia a la voluntad de Dios manifestada en Cristo, los discípulos podrán
dar fruto. Como lo dirá Jesús en el camino de la formación: “Sin mí nada podéis
hacer (Jn 15, 4) En toda obra de evangelización, Dios toma la iniciativa, al
hombre le corresponde dejarse conducir por la acción del Espíritu de Cristo.
Trabajar de noche es hacerlo con protagonismos, en competencias, envidias,
buscando los primeros lugares, buscando el interés personal o de grupo.
Trabajar de noche es confundir, dividir, sofocar, meter miedos, manipular,
causar lástimas… Jesús, con toda su autoridad, habló con contundencia, sin
ningún miramiento, y es por esto que se hizo merecedor de burlas, enemistades,
persecución y, finalmente, la muerte. Jesús hablaba así, con autoridad, porque
no pretendía quedar bien con nadie ni buscaba el aplauso de nadie. Él lo dijo:
“Yo no busco mi gloria” (Jn 8, 50).
6. Y, haciéndolo así, pescaron
gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. En la
obediencia a la Palabra podemos decir que “todo lo que se siembra con amor
crece muy alto. La obediencia a la Palabra nos va dejando un corazón lleno de
confianza, esperanza y amor. “Lo que se siembra, es lo que se cosecha.” Miremos
el ejemplo de Jesús que enseña y predica con autoridad, es el vivo ejemplo de
la coherencia; es más, Jesús predica con su vida. Él no sólo dice la verdad,
-Él es la VERDAD- (Jn14, 6), sino que además es creíble. Su vida es su mejor
predicación y sus obras son las que dan testimonio de Él (Jn 5, 36). En Jesús
la palabra es confirmada con los hechos (Mc 16, 20). Jesús no busca éxitos,
sino frutos espirituales para la gloria de su Padre y el bien de los demás. El
que busca su propia gloria, vive en la malicia, se engaña así mismo, genera
envidias y se convierte en un charlatán (cf 1 Pe 2, 1)
7. Hicieron señas a los
compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y
llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. En la enseñanza de Jesús se
aprende a vivir en comunión, en reciprocidad y en igualdad fundamental entre
los obreros de la via del Señor. Es un gesto de humildad cuando se reconoce la
ayuda mutua, compartir con los demás. Todos somos valiosos e importantes. La
obra del Señor requiere reconocer que la fuerza está en la Unidad de todos.
Nunca aceptemos que ya estamos completos y que no necesitamos de los demás. No
tenemos el monopolio del Espíritu. Aceptemos que los pobres nos evangelizan.
8. Al verlo Simón Pedro, cayó
a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre
pecador.» Pedro cae de rodillas, este es el embrión de la humildad apostólica
que debe de acompañar al apóstol a lo largo de toda la vida para con un corazón
agradecido confesar que fue elegido por amor y no por méritos personales. Esta
humildad la podemos encontrar en Moisés, Isaías, Jeremías, Pablo y sobre todo
en la humilde esclava del Señor ( Ex 3, 4, 10; Is 6, 6; Jer 1,6; 1 Cor 15, 9;
Lc 1, 38)
9. Pues el asombro se había
apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían
pescado. Después de ver las maravillas que el Señor hace en nuestra vida y en
la de otros, el discípulo ha entrado en la “experiencia de Dios” Experiencia
cimentada en la Verdad, en la Caridad y en la Libertad de Dios (cf 2 Cor 3, 18)
10. Y lo mismo de Santiago y
Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No
temas. Desde ahora serás pescador de hombres.» Después de la “experiencia de
Dios” viene el llamado y la respuesta. “Ámame y Sígueme” Acepten mi Misión y me
Destino. La respuesta al llamado es posible cuando el discípulo ha encarnado la
doble certeza: Dios me ama y yo también lo amo y con un corazón agradecido
responde al llamado con su vida, con prontitud y disponibilidad, con un “Heme
aquí, Señor para hacer tu voluntad.”
11. Llevaron a tierra las
barcas y, dejándolo todo, le siguieron. A sus Apóstoles el Señor les pidió
dejarlo todo: “Una vida mundana, pagana, de pecado” Después por el camino les
pidió dejar trabajo, familia y bienes materiales. Después les pide huir de los
ruidos internos y externos, de criterios e intereses humanos para irse
configurándose con su Maestro, en sentimientos, pensamientos, intereses,
preocupaciones y luchas (Flp 2, 5) A los suyos Jesús, Maestro y Señor les pide
“vivir en Comunión” “Amarse recíprocamente” y “Lavarse mutuamente los pies” De
acuerdo al ejemplo que Él dado a toda la Humanidad.
“«Venid a mí todos los que estáis
fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi
yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; = y hallaréis
descanso para vuestras almas. (Mt 11, 28-29)
“Vosotros me llamáis “el Maestro” y
“el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os
he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.
Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho
con vosotros. (Jn 13, 13- 15)
“Os doy un mandamiento nuevo: que
os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también
vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos
míos: si os tenéis amor los unos a los otros.” (Jn 13, 34- 35)
El llamado es por Amor, con Amor y
para Amar. Para salir de situaciones menos humanas a situaciones más humanas,
de estás, a situaciones como creyentes, discípulos misioneros, a la
configuración con Cristo (Mt 5, 3- 11)
Publicar un comentario