Yo vengo a reunir a todas las naciones y lenguas; vendrán
y verán mi gloria.
Iluminación: ¡Alabad a Yahveh, todas las naciones, celebradle, pueblos
todos! Porque es fuerte su amor hacia nosotros, la verdad de Yahveh dura por
siempre. (Slm 117, 1-2)
La Iglesia será
formada con gente venida de todas las naciones. Esta es la voluntad de Dios, adquirirse
un Pueblo que sea reunido en virtud de la sangre de Cristo para que celebre un
culto en espíritu y en verdad. Un pueblo de sacerdotes profetas y reyes para
proclamar el “deseo santo de Dios” que quiere salvar a todos los hombres y que
lleguen al conocimiento de la verdad ( 2 Tim 2, 4).Deseo que ni todos los
pecados de todos los hombres han podido anularlo. La profecía del Tercer Isaías
lo describe al decirnos: 19. Pondré en ellos señal y enviaré
de ellos algunos escapados a las naciones: a Tarsis, Put y Lud, Mések, Ros,
Túbal, Yaván; a las islas remotas que no oyeron mi fama ni vieron mi gloria.
Ellos anunciarán mi gloria a las naciones. 20. Y traerán a todos vuestros
hermanos de todas las naciones como oblación a Yahveh - en caballos, carros,
literas, mulos y dromedarios - a mi monte santo de Jerusalén - dice Yahveh -
como traen los hijos de Israel la oblación en recipiente limpio a la Casa de
Yahveh 21. Y también de entre ellos tomaré para sacerdotes y levitas - dice Yahveh.
¿Cuando se cumple
la profecía de Isaías.? Podemos afirmar la promesa del profeta se cumple en primer con
palabras de Pablo: “Pero, al llegar
la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo
la ley, 5. para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para
que recibiéramos la filiación adoptiva. 6. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a
nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre!. En segundo lugar con el cumplimiento de la muerte y
resurrección de Jesucristo que muere y resucita para reunir con su sacrificio a
judíos y gentiles: 11. Así que,
recordad cómo en otro tiempo vosotros, los gentiles según la carne, llamados =
incircuncisos = por la que se llama = circuncisión = - por una operación
practicada en la carne - 12. estabais a la sazón lejos de Cristo, excluidos de la
ciudadanía de Israel y extraños a las alianzas de la Promesa, sin esperanza y
sin Dios en el mundo.13. Mas ahora, en Cristo Jesús, vosotros, los que en otro
tiempo estabais lejos, habéis llegado a estar cerca por la sangre de Cristo.14. Porque
él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que
los separaba, la enemistad,15. anulando en su carne la Ley de los mandamientos con sus
preceptos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo
la paz (Ef 2, 11- 15) En tercer lugar, al integrarnos a Jesucristo por La fe y
el bautismo, entramos a formar parte de la Nueva Alianza (Rm 6; Gál 3, 6- 27)
Escuchemos al Misionero del Padre como
responde a una pregunta tan actual hoy como el siglo primero: Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras
caminaba hacia Jerusalén. 23. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» En la
época de Jesús, los judíos decía que sólo el pueblo de la Antigua Alianza se
salvaría, los demás pueblos serían excluidos. Hoy día escuchamos decir algunos
que sólo se salvarán los de su “capilla”; otros han dicho que sólo serán salvados
144,000; otros más han afirmado que sólo que tengan los sacramentos de la
Iglesia. Muchos son los que juzgan y condenan a los que no son de su Iglesia o
denominación. Es decir juzgan y condenan a la luz de la “letra” que mata, y
sin, el espíritu que da vida, Matel en el evangelio nos dice: “No todo el que
me dice señor, señor, entra en la casa de mi Padre, sino los que hacen la
voluntad de mi Padre” (Mt 7, 21-22: cf Lc 8, 49) El mandato de Dios, es decir, la voluntad de
Dios en Juan lo propone como “Creer en Jesús y amar a los hermanos) 1 Jn 3, 23)
El Señor no responde directamente a la pregunta, aprovecha la oportunidad para
darnos una enseñanza.
El
les dijo: 24. «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os
digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. 25. «Cuando
el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis
fuera a llamar a la puerta, diciendo: “¡Señor, ábrenos!” Y os responderá: “No
sé de dónde sois.” 26. Entonces empezaréis a decir: “Hemos comido y bebido
contigo, y has enseñado en nuestras plazas”; 27. y os
volverá a decir: “No sé de dónde sois. = ¡Retiraos de mí, todos los agentes de
injusticia!” = 28. «Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando
veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios,
mientras a vosotros os echan fuera. 29. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y
se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. 30. «Y hay
últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.» Dos caminos y
dos puertas- Uno angosto y el otro es ancho.
Muchos nos hemos imaginados tres caminos, además de los dos caminos, imaginaos
otro, el camino de en medio, uno que ni es tan ancho y tan angosto. Uno
corresponde a lo que san Juan llama: camino de tibieza, ni tan frío ni tan caliente.
Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre. Hasta he escuchado
decir, son creyente, pero no fanático. Soy creyente, pero no practicante. Soy
católico bautizado, pero hago lo que yo quiero, y así muchos creyentes viven
una vida mundana, pagana, pecaminosa, mezclan lo frío con lo caliente, la luz
con la tinieblas, la fe con creencias ajenas a la revelación de la Biblia, y la
Palabra, es clara: “Los tibios los vomitaré de mi boca” (Apoc 3, 15s).
“No te conozco” “No sé quién eres” Lo que significa “no me amas” Se trata de un
conocimiento amoroso. “No has guardado mis Mandamientos” No has amado a tu
hermano”. El Misionero del Padre, Jesús, el Señor, al encontrarse a una de sus ovejas
perdidas les dice:”Mi Padre te ama”, “Andas equivocado, vuelve al camino que te
lleva a la casa de mi Padre” “Con un corazón contrito y arrepentido orienta tu
vida hacia lo que todavía no eres, pero que vas a llegar a ser”*** Un hombre
nuevo*** ***Un hijo de Dios, hermano de los demás y un servidor del Reino***
Hay un llamado a entrar al Reino de Dios; un llamado a convertirse a
Jesucristo, a su Evangelio y por ende a su Reino. Después del encuentro con
Cristo, con esperanza, con optimismo y alegría recorrimos el camino de la fe “despojándose
del hombre viejo y revistiéndose el hombre nuevo.” El camino es estrecho y
lleno de obstáculos y lleva a Jerusalén, la ciudad en la que Jesús adquirió su
título de “Siervo de Dios” dando su vida en favor de la Humanidad. A sus
seguidores los promueve como discípulos misioneros para que lleven el Anuncio
de la Buena Nueva y decir al mundo que Dios ha redimido a los hombres, está
cambiando los corazones y perdonando los pecados. Los que crean y se bauticen,
se salvan y se convierten en discípulos misioneros de Jesús al servicio del
Reino. (cf Mc 16, 15)
El camino de la fe, el primero en
recorrerlo fue Jesús, después de él
María, los Apóstoles y miles y miles que han aceptado la aventura de la fe como
testigos del amor de Cristo: “seguir las huellas de Jesús para seguir sus pasos
y ser sus colaboradores en la salvación de sus hermanos. Camino lleno de experiencias,
dolorosas, liberadoras, gozosas, luminosas y gloriosas. Escuchemos a un profeta
de Jesús decirnos: 4. “No habéis resistido
todavía hasta llegar a la sangre en vuestra lucha contra el pecado. 5. Habéis echado en
olvido la exhortación que como a hijos se os dirige: = Hijo mío, no
menosprecies la corrección del Señor; ni te desanimes al ser reprendido por él.
= 6. = Pues a quien ama el Señor, le corrige; y azota a todos
los hijos que acoge. = 7. Sufrís para = corrección = vuestra. Como a = hijos = os trata
Dios, y ¿qué = hijo = hay a quien su padre no = corrige? =Cierto que ninguna
corrección es de momento agradable, sino penosa; pero luego produce fruto
apacible de justicia a los ejercitados en ella 12. Por tanto,
= levantad las manos caídas y las rodillas entumecidas = 13. = y
enderezad para vuestros pies los caminos tortuosos, = para que el cojo no se
descoyunte, sino que más bien se cure.” (Heb 12, 4-7. 11- 13)
El camino de la fe está lleno de
tentaciones, pruebas, luchas. La
finalidad es la de fortalecerse con la energía de su Poder (Ef 6, 10) No
caminamos solo, el Señor nos guía y acompaña, vamos en comunión con una gran
multitud de hermanos. Con la ayuda de Dios y nuestros esfuerzos renunciamos a
todo lo que estorba para entrar por la puerta estrecha. Sin renuncias no hay
vida y no hay virtudes. Renunciar es despojarse del hombre viejo, huir de la corrupción
y de las pasiones desordenas (2 Tim 2, 22; 2 Pe 1, 4) Para vestirse con el
traje de bodas, con vestiduras de salvación y revestirse del hombre nuevo en
justicia y santidad, humildad, mansedumbre y misericordia (Ef 4, 24; Col 3, 12)
Estas son las vestiduras de Jesús, no las consideramos éxitos” sino “frutos de
la fe”.(Gál 5, 22) Es lo con un corazón justificado podemos ofrecer al Padre y
escuchar su Voz admirable, gozosa y liberadora: “Ven bendito de mi Padre a
participar del gozo de de tu Señor” “Ven a tomar posesión del Reino que mi
Padre les ha preparado desde antes de la creación del mundo.”
Con
la fuerza del Espíritu Santo y con nuestros esfuerzos adquirimos una voluntad firme, fuerte y férrea para amar
y servir. Con la voluntad firme y fuerte renunciamos a todo lo que no ayuda en
la liberación y salvación hasta llegar al sacrificio espiritual, grato a Dios
(Rm 12, 1) se le llama espiritual, porque viene de dentro, del corazón y se
ofrece por amor.
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