Con la fuerza de la Verdad
Iluminación: Decía, pues, Jesús a los judíos que
habían creído en él: «Si os mantenéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.» (Jn 8, 31- 32)
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era
caos y confusión: oscuridad cubría el abismo, y un viento de Dios aleteaba por
encima de las aguas. (Gn 1,1-2) Mirando nuestra realidad de nuestros países y
pueblos fácilmente, con una mirada seria podemos decir que hoy se puede
aplicar a la situación: “Caos,
confusión: tinieblas, una vida existencial vacía de valores humanos”
La fuerza de la mentira controla nuestra mente y nuestra
voluntad para orientarlas hacia el odio, hacía el pozo de la muerte. Crímenes,
fraudes, secuestros, luchas de clases, guerras, contaminación, deshumanización,
acepción de personas. El hombre ha perdido LA ORIENTACIÓN A SU VIDA. La única
razón es porque hemos invertido los Valore para perderse en el sinsentido.
La inversión de valores ha llevado a los hombres a la más grande
mentira: la idolatría. ¿Cuánto tienes cuánto vales? Ahora la sociedad enferma y
enfermiza dice; “Vales por lo que tienes $$$” “Vales por lo que sabes” “Vales
por lo haces”. El hombre, de ser un “Fin en si mismo” es convertido en medio,
en nada, en cosa, en instrumento, es manipulado y cuando ya no sirve a los interés
de los dioses es rechazado o quitado de en medio. Ha crecido en ese caos la indiferencia, el
individualismo, la acepción de personas, el relativismo, división y
desintegración, tanto, interior como exterior. Todo se va quedando en tinieblas
para ese mundo caótico.
Un universo Ordenado.
La Palabra de Dios nos muestra el camino para sanar los
corazones caóticos y exorcizar el mal de aquellos que se hayan confundidos: “Dijo
Dios: «Haya luz», y hubo luz. Vio Dios
que la luz estaba bien, y separó Dios la luz de la oscuridad; llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad
llamó «noche» (Gn 1, 3- 5) ¿Cómo llega la luz a los corazones? La Palabra de
Dios es luz que ilumina las tinieblas del
corazón para descubrir el desorden interior y exterior causado por la
confusión y el caos. “Tu palabra es antorcha para mis pasos, luz para mi
sendero” (Slm 119, 105)
La etapa de
iluminación.
Lo primero es la Iluminación que llega a los hombres por la
“Evangelización” que lleva a los hombres a la Verdad liberadora” (cf 1 Tim 2,
4). Para abandonar los terrenos del mal: “y separó Dios la luz de la
oscuridad; llamó Dios a la luz «día», y
a la oscuridad llamó “noche”. La Palabra
nos capacita para “discernir” el bien y el mal: “el día y la noche”. “Jesús les habló otra vez; les dijo: “Yo
soy la luz del mundo; la persona que me siga no caminará en la oscuridad, sino
que tendrá la luz de la vida.” (Jn 8, 12) La Palabra nos convence de somos
pecadores y nos lleva a la Verdad plena (Jn 16, 8- 13) Quien tiene la luz,
tiene la vida y no hace el mal. La evangelización viene a poner orden en casa.
La etapa de la separación.
No basta decirnos que somos pecadores, débiles o frágiles, la
fuerza de la palabra nos lleva al rompimiento con el mal: “Y éste es el mensaje
que hemos oído de él y que os anunciamos: Dios es Luz, y en él no hay tiniebla
alguna. Si decimos que estamos en comunión con él, pero resulta que caminamos
en tinieblas, estamos mintiendo y no actuamos conforme a la verdad. Pero si
caminamos en la luz, tal como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos
con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado. Primera
condición: romper con el pecado. Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos
y no hay verdad en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es
él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos:
«No hemos pecado», hacemos de él un mentiroso y su palabra no está en nosotros”
(1 de Jn 1, 5- 10).
La etapa de la
ornamentación.
Después de las etapas de Luz y separación, Dios sigue
trabajando y ahora viene la ornamentación de la tierra, del firmamento y del
mar, para luego hacer al hombre a imagen y semejanza suya: “Dijo Dios: «Hagamos
al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra; que manden en los peces
del mar y en las aves del cielo, en las bestias y en todas las alimañas
terrestres, y en todos los reptiles que reptan por la tierra” Creó, pues, Dios
al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó”
(Gn 1, 26- 27).
Iluminación, Separación y Ornamentación. Es el camino para
caminar en la Verdad que nos lleva a ser personas plenas, fértiles y fecundas,
con frutos se comparten con los demás.
Con la fuerza de la
Palabra somos “hombres nuevos”
“Él nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al
Reino de su Hijo querido, por quien recibimos la redención: el perdón de los
pecados” (Col 1, 13).
Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y no hay
verdad en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para
perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. Si decimos: «No
hemos pecado», hacemos de él un mentiroso y su palabra no está en nosotros (1Jn
1, 8- 10)
Estaremos seguros de conocerle si cumplimos sus mandamientos.
Quien dice: «Yo le conozco» y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la
verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra tenga por cierto que el amor
de Dios ha llegado en él a su plenitud (1Jn 2, 3- 5)
Con las lámpara
encendidas.
“Tened ceñida la cintura y las lámparas encendidas” (Lc 12,
35). Busquen las cosas de arriba donde esta Cristo,,,, (Col 3, 1- 4) Las lámparas son
las virtudes cristianas: La fe, la esperanza y la caridad, la humildad, la
mansedumbre, la justicia, la santidad, el amor fraterno….
En proceso de
conversión.
“Ellos mismos comentan cómo llegamos donde vosotros y cómo os
convertisteis a Dios, tras haber abandonado los ídolos, para servir a Dios vivo
y verdadero” (1 Ts 1, 9) Con la fuerza de la Verdad somos rompemos con los
ídolos, para orientar la vida hacia Dios siguiendo las huellas de Jesucristo
para ser “Ministros de su Evangelio”.
“Despojaos del hombre
viejo y revestíos del hombre Nuevo” (Ef 4, 23)
Despojaos de tinieblas y revestíos de luz, de Jesucristo (cf Rom 13,
11ss). Sin Luz no hay Vida, no hay Amor. Razón por la que hemos invocar al
Señor el “don de la evangelización y la caridad pastoral para que tengamos el
deseo profundo de ayudar a los hombres a ser de un Caos, a un Universo Ordenado.
Con la fuerza de la Verdad nos hacemos discípulos de Jesucristo, el Maestro y
Señor que lava los pies a los suyos para hagamos lo mismo que nos ha hecho (cf
Jn 13, 13ss).
En actitud de guerra
“Por lo demás, fortaleceos por medio del Señor, de su fuerza
poderosa. Revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las acechanzas
del diablo. Porque nuestra lucha no va dirigida contra simples seres humanos,
sino contra los principados, las potestades, los dominadores de este mundo
tenebroso y los espíritus del mal que están en el aire. Por eso, tomad las
armas de Dios, para que podáis resistir en el día funesto; y manteneros firmes
después de haber vencido todo” (Ef 6, 10- 13)
A la luz de la Palabra de Dios hemos de afirmar que no basta
con creer o tener una fe mediocre o superficial, es necesario, con la ayuda de
Dios y nuestros esfuerzos “ir mar adentro” y echar raíces en la fe: la
humildad, la mansedumbre y la misericordia.
El objetivo de toda evangelización para que sea auténtica es
la “Gloria de Dios y el amor y el servicio a los demás para ayudarles a llevar
una vida digna, como personas valiosas e importantes.
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