Objetivo: Mostrar como “La
Doctrina Social Cristiana” coloca la dignidad humana en el ser de la persona
misma que ha sido creada a imagen y semejanza de Dios, para que perdamos el
miedo de ponerla en práctica.
Iluminación: El Concilio Vaticano II nos ha dicho que a consecuencia
del pecado, nuestra conciencia se oscurece y no es tan evidente reconocer la
dignidad de la persona humana (GS 21). San Pablo nos aclara lo anterior
diciendo: “una mente embotada por el pecado no puede conocer a Cristo”. (Ef
4,17) No puede conocer la verdad y no puede poseer el amor que llevan a la
vida; porque el corazón se ha endurecido, se ha perdido la moral y se cae en el
desenfreno de las pasiones (Ef 4,18)
1. Todos los seres humanos son iguales en dignidad.
Por ello todos poseen los mismos
derechos y obligaciones fundamentales. A la mujer se le debe reconocer – por
respeto que se debe a su dignidad de persona humana- la igualdad con el hombre en todos los
derechos ordenados a la participación en la vida cultural, económica, social y
política del Estado. La dignidad humana es la sede de todos los derechos y
deberes que hacen referencia, tanto, a hombres como mujeres.
2.
Los Derechos
Humanos en la enseñanza de la Iglesia.
En la enseñanza del Magisterio de la
Iglesia y de la Sagrada Escritura, encontramos los derechos humanos dichos de
manera negativa: No matarás, No robarás, No levantarás falso testimonio, No
codiciarás los bienes ajenos, No cometerás adulterio. Desde el siglo XII
A.de C. en los Mandamientos de la Ley de Dios encontramos los derechos de Dios
y del hombre. La Iglesia cada vez que predica la conversión y el amor al
prójimo está invitando a guardar los derechos humanos cuya finalidad es la
misma que la de los Mandamientos de la Ley de Dios: El Amor y el Servicio al
prójimo y a todo ser humano.
3.
¿Qué dice la Biblia?
Para la Biblia toda persona tiene una
dignidad absoluta e inalienable porque es capaz de abrirse al Absoluto. Ni las
cosas ni las personas dan la dignidad a los seres humanos. El hombre posee dicha
dignidad porque ha sido creado por el Absoluto a su imagen y semejanza, porque
está llamado a resucitar y a participar de la vida personal e intima de Dios
por toda la eternidad. La dignidad humana es la sede de todos los derechos y
deberes de la persona.
“Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra; hombre y mujer los
creó.” (Gn 1, 26-27) Para la Sagrada Escritura Hombre y Mujer, ambos son
poseedores de una misma dignidad y de una igualdad esencial; a la misma vez,
existe una diversidad y una complementariedad. “Dios formó al hombre con polvo
del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser
viviente” (Gn 2, 7) El hombre es grandeza y a la vez es miseria; es grande y es
finito. Necesitado de una ayuda que sea
adecuada: “No es bueno que el hombre esté sólo, démosle una ayuda adecuada” (Gn
2, 18)
4. ¿Qué dice la Iglesia?
Toda la Doctrina Social Cristiana gira
en torno a la persona humana, a sus derechos y a su dignidad. La dignidad
humana es centro, eje y objeto de la enseñanza social de la Iglesia. Pero la
dignidad no entendida de manera abstracta, sino considerando al ser humano
concreto, histórico, real. De manera que estimule a las personas a la acción y
al compromiso.
El ser humano, ser social por
excelencia, no fue creado para vivir en solitario, el hombre solo no se
realiza, necesita de los demás y los demás necesitan de él. “De cualquier árbol
del jardín podrás comer, más del árbol de la ciencia del bien y del mal, no
comerás, porqué el día que comieras de él morirás sin remedio” (Gn 2, 17)
Siglos más tarde el Deuteronomio repite al Pueblo las mismas palabras del
Génesis: “Frente a ti está la vida o la muerte, la bendición y la maldición” (Dt 30, 15)
La Literatura sapiencial nos remite a
lo mismo: Dios a dado al hombre libre albedrío. Dios quiere que todo hombre sea
responsable de sí mismo y de los demás: Protagonista de su propio destino:
“Dios ha puesto frente a ti el agua y el fuego, la vida o la muerte” (Eclo 15,
16) Dios propone y el hombre dispone.
5. La Gran mentira
En el papel, según la
ley de Dios y de los hombres todos somos iguales, todos tenemos derechos y
deberes, todos tenemos acceso al bien común, pero en la práctica, de acuerdo a
lo que vemos y conocemos por la experiencia, no obstante, existan muchos
avances y muchos sean los logros que se han obtenido en favor de la
reivindicación de la Mujer, la realidad es que existe aún mucha opresión,
explotación y marginación de la Mujer en todos los países y culturas. Mucho
falta por hacer. La causa de la opresión y explotación, de la miseria de
muchos, del sufrimiento y minusvalía de las mujeres por parte de una sociedad
enferma y enfermiza es la “gran mentira” que hace aparecer para muchos como si
la mujer fuera un ser inferior al hombre. “La gran mentira” genera “la Inversión de valores”. Esta inversión es la “madre del Vacío existencial”
·
Pensar que vales por lo que tienes. Las cosas no son el
fundamento de tu dignidad. Tu valor no te lo da la moda, los trapos, el carro,
la casa ni siquiera otras personas, ni tu aspecto físico.
·
Pensar que vales por lo que haces o por lo que sabes.
Todo eso es accidental. Lo esencial, es lo que eres: persona, un ser valioso en
sí mismo, una perla preciosa. (Carlos Talavera Ramírez).
“La Dignidad es esa “Perla preciosa” que eres
tú mismo y llevas en lo más profundo de tu ser y que usando las palabras de la
Biblia (Gn 2, 15) has de “cuidar y cultivar”. Cuida, protege, defiende lo que
realmente eres: un ser único e irrepetible porque Dios te hizo original.
Cultiva los dones y talentos, la capacidad que tienes para amar y para caminar.
Publicar un comentario