Jesús Maestro
de Oración
Introducción
Nadie es tan
rico que no pueda recibir y nadie es tan pobre que no pueda dar. Si el ser
humano depende de otro ser humano, ¿cuánto mas no dependeremos todos de Dios? Quien
clama a Dios deposita en El toda su confianza y espera ser escuchado. Y Dios es
tan omnipotente que puede mover cielos y tierra y actuar en favor de sus criaturas
según el designo de su bondad.
La necesidad de orar es uno de los mayores logros del cristiano.
Cuando nace esta necesidad, entonces es cuando comienza una fuerte comunión con
Cristo, que puede cambiar toda nuestra vida. Esta necesidad e oración es un don
del Espíritu Santo. Por el camino de la oración se avanza en la conversión
cristiana y en conocimiento de Dios
.
Jesús reza a
Dios que es Padre de infinita bondad y ternura, cercano y atento al más mínimo
latido del corazón de sus hijos. Y Jesús nos enseña a dirigirnos a El,
llamándole padre y sintiendo su proximidad amorosa.
La enseñanza de
Jesús sobre la oración
- “No todo
el que me dice Señor, Señor entrará en la Casa de mi Padre (Mt 7, 21)
- “Cuando
oréis no seáis como los hipócritas” (Mt 6) Oraciones largas con palabras
rebuscadas, querían quedar bien y que les fuera mejor.
- “Mi
alimento es hacer la voluntad de mi Padre y llevar a cabo su obra” (Jn 4,
34)
Orar siempre
sin descanso (Lc 18, 1)
La eficacia de
nuestra oración no es la abundancia de nuestras palabras, sino la
perseverancia, lo inquebrantable y la persistencia tenaz. Lc. 11, 5- 8. Dios
puede tardar, y nuestra paciencia puede llegar a su límite, pero eso no es
razón para dejar de pedir y cansarse de esperar. La viuda que clama ante el
juez inicuo hasta llegar a aturdirlo muestra lo ilimitada que debe ser nuestra
oración: ¿No va a hacer Dios justicia a sus elegidos que están clamando a El
día noche, y les va a hacer esperar?
Orar para no
caer en tentación
Orar para pedir
trabajadores.
Orar para pedir
el Espíritu Santo (Mt. 7, 11). "El Padre que está en los cielos dará cosas
buenas a quien se las pida"
En la enseñanza
de Jesús la oración ocupa un lugar fundamental: "Pedid, y se os dará;
buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá" (Mt 7, 1ss) El sabe que la Vida
eterna es un don de Dios y una lucha espiritual por eso recomienda a sus
seguidores: “Oren siempre sin descanso”. El quiere que aprendamos a expulsar el
mal de nuestros corazones mediante la oración, por eso dice: “Oren para no caer
en tentación”.
Mc. 11, 23.
"Por eso es digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis
recibido y lo obtendréis".
Jn. 14, 13.
"Todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré".
Jesús mismo se
inserta en la inmensa corriente de los que han suplicado a lo largo de toda la
historia religiosa de la humanidad: En el monte de los Olivos suplicó al Padre
con sudor y lágrimas: "Padre no me dejes morir ahora" (Mc. 14- 36).
La carta a los Hebreos nos recuerda sobre la oración de Jesús que pidió al que
podía librarlo de la muerte (Heb. 5, 7).
Para entender
la legitimidad de la oración de petición hay que tener en cuenta las siguientes
consideraciones:
a) La primera
es tener una correcta Imagen de Dios. Dios es santo y trascendente, es además
en Misterio que no podemos abarcarlo con nuestra razón, pero El se hace cercano
y podemos llamarlo "Padre", y sabemos que nos escucha porque en lo
más profundo de nuestro corazón escuchamos su voz que nos dice:"tu eres mi
hijo amado y te amado con amor eterno"
b) En segundo
lugar hay que entender que Dios quiso asociarnos a su historia de salvación y a
su acción creadora. Nos ha dado la capacidad de humanizar la naturaleza. El
cristiano sabe que Dios escucha
realmente su oración, aún cuando Dios guarde silencio. Tenemos la promesa de
que El siempre nos escucha y que nuestra oración no es inadvertida a su
misterio de amor, ya que El puede darnos lo que le pedimos por otros caminos
que son inadvertidos para nosotros.
c) Por último
hay que comprender la profunda solidaridad que une a todos los hombres. Somos
seres en relación. Todos los seres humanos juntos formamos la gran familia de
Dios. Somos una misma familia, con un mismo origen, un mismo caminar y un mismo
destino. Tenemos la misión de abrirnos y solidarizarnos con los todos y cada
uno de los demás seres humanos. Compartir nuestras angustias y esperanzas con
los compañeros de camino.
¿Por qué tenemos que orar?
1.
Oramos para estar unidos a Dios como sus hijos. Oramos por que Cristo oraba y porque somos hijos de Dios y oramos como
hijos.
2.
Oramos porque sólo Cristo da el crecimiento. El orante reconoce su necesidad de caminar, de seguir adelante. Se reconoce
proyecto de Dios que necesita orar para pedir, dar gracias y alabar a Dios por
las maravillas que está haciendo en él.
3.
Oramos para que nuestra fe se
apoye en el poder de Dios, y no en nuestras propias
fuerzas. Sólo el orante podrá reconocer que lo que tiene es don de Dios.
4.
Oramos porque nuestra lucha no es contra los hombres, sino contra los Poderes espirituales, frente a los cuales nuestras
solas fuerzas son insuficientes para derrotarlos (Ef. 6,10ss). La oración es
una de las armas más poderosas de los cristianos, Satanás sencillamente le teme
a la auténtica oración.
5.
Oramos porque somos ministros de la multiforme gracia de Jesús. Somos sus canales, portadores de su Palabra, de su Luz y de su Gracia.
Quien ora está dispuesto siempre
para ministrar gracia divina a los hombres.
6.
Oramos para poder ser cristianos aprobados. Cuando el servidor pierde
de vista a Jesús es porque ha dejado de orar. Podrá estar trabajando mucho y
sin descaso, pero, la verdad es que un
Ministerio sin oración, es un auténtico
activismo, vacío de la verdadera esencia de la Evangelización: Jesús.
7.
Oramos para ser los hombres de la ofrenda a Dios por la salvación de
nuestros hermanos. (Rm12, 1)
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