BENDITO SE DIOS PADRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO QUE NOS HA BENDECIDO

 


BENDITO SE DIOS PADRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO QUE NOS HA BENDECIDO.

Esto dice el Señor: “Si el pecador se arrepiente de los pecados cometidos, guarda mis preceptos y practica la rectitud y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá; no me acordaré de los delitos que cometió; vivirá a causa de la justicia que practicó. ¿Acaso quiero yo la muerte del pecador, dice el Señor, y no más bien que enmiende su conducta y viva? Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, no se recordará la justicia que hizo. Por la iniquidad que perpetró, por el pecado que cometió, morirá. Y si dice: ‘No es justo el proceder del Señor’, escucha, casa de Israel: ¿Conque es injusto mi proceder? ¿No es más bien el proceder de ustedes el injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere; muere por la maldad que cometió. Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá”. Ez 18, 21-28

Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá. El que se arrepiente de sus pecados debe practicar la rectitud es decir, ha de guardar los Mandamientos de la ley de Dios y debe practicar las Obras de Misericordia: "Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él."(1 de Jn 2, 29) Justo para el Antiguo Testamento es el que hace el bien, el que obedece la ley de Dios: "Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y estará su follaje frondoso; en año de sequía no se inquieta ni se retrae de dar fruto."(Jer 17, 8)

Pero, Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, no se recordará la justicia que hizo. Si el justo abandona la Casa del Padre para irse a un país lejano, y vive como un libertino, entra en la muerte (Lc 15, 11ss; Rm 6, 23) Si el justo abandona lo Sagrado para irse a lo profano: abandona la Palabra, la Oración, los Sacramentos, las obras de Misericordia, las Virtudes cristianas para irse a llevar una vida mundana, pagana pecaminosa, de seguro que morirá en el pecado. A esto se le llama secularismo, que nos lleva al Ateísmo, al vacío de Dios y de su Amor.

Recordemos las Palabras del Señor Jesús: Conmigo o contra mí, el que no junta desparrama (M 12, 30) El Señor nos habló de dos caminos: el de la Luz y el de las tinieblas, el camino angosto y el camino ancho. Nosotros inventamos un camino no tan ancho ni tan angosto, en este caminamos, pero, la Palabra de Dios a ese camino se le llama tibieza: "Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca."(Apoc 3, 15- 16) El camino de Jesús es angosto, hay que despojarse del ropaje y de las maletas que estorban para entrar por la puerta estrecha: "«Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran."(Mt 7, 13- 14)

Si el justo abandona su camino de justicia, se va y se pierde, pero, si  un día regresa a Casa como el hijo pródigo, el Padre lo acoge, lo recibe con sus brazos abiertos y le perdona todas sus fechorías, toda su inequidad. Porque Dios no quiere la muerte del Pecador, sino que se convierta y viva (Ez 33, 11) Dios es un Padre misericordioso. Es Perdón y su alegría es recibir a los pecadores que se llegan a él con un corazón contrito y arrepentido.

No basta con arrepentirse, hay que caminar, hay que crecer, como plantitas que se cultivan para que crezcan y lleguen a dar fruto en abundancia. Después que nuestros pecados han sido perdonados ha habido un Nuevo Nacimiento, como lo dice el apóstol Pedro: "Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias. Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación, si es que habéis gustado que el Señor es bueno."(1 de Pe 2, 1- 3) La leche espiritual es la Palabra de Dios acompañada por la oración, esto nos da el crecimiento para caminar en la verdad y poder llegar a practicar las Obras de Misericordia.

Para irnos integrando a la construcción del edificio espiritual que es Cristo Jesús, sabiendo que nada de lo que es carne y sangre entra en el Reino de Dios (de Cor 15, 50) "Acercándoos a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios, también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo. "(1 de Pe 2, 4- 5)

Como piedras vivas ofrecemos un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Que ese sea nuestro culto espiritual. Que es aceptar la voluntad de Dios y someternos a ella. (Rm 12, 1) Piedras vivas y sacrificios vivos son los que están en Gracia de Dios, los pecados fueron perdonados y hemos recibido la vida eterna, el don del Espíritu Santo.

Ahora somos hijos de Dios en Cristo Jesús, redimidos por su sangre y santificados por la acción del Espíritu Santo (Ef 1,5- 8) "En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados." (Rm 8, 14- 17)

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor;"(Ef 1, 3- 4)



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