LAS ORACIONES QUE SON PARA PONER PRUEBA A DIOS NO SON ESCUCHADAS.

 




LAS ORACIONES QUE SON PARA PONER PRUEBA A DIOS NO SON ESCUCHADAS.

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y se pusieron a discutir con él, y para ponerlo a prueba, le pedían una señal del cielo. Jesús suspiró profundamente y dijo: "¿Por qué esta gente busca una señal? Les aseguro que a esta gente no se le dará ninguna señal". Entonces los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla. (Mc 8, 11-13)

La Pedagogía de Dios para revelarse a los hombres no ha cambiado, es la misma, hoy que ayer y hace dos mil o cuatro mil años. Dios a todos ama, pero no a todos se manifiesta. Desprecia a los soberbios y enaltece a los humildes: "Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»" (Lc 18, 14)

Los fariseos habían visto muchos milagros que Jesús hacía. Había visto o escuchado de los milagros de la resurrección de Lázaro, de la del hijo de la vida de Naim y de la hija de Jairo. Eran testigos que le había dado vista a los ciego, había abierto los oídos a los sordos, caminar a los cojos y hablar a los mudos. Pero ahora quería un milagro del cielo. De seguro le tenían envidia, pero no querían ser como él, manso y humilde de corazón (Mt 11, 29) Le pedían un milagro, no como petición por algún enfermo o necesitado, ni para dar gracias, sino para “ponerlo a prueba.”

"¿Por qué esta gente busca una señal? Les aseguro que a esta gente no se le dará ninguna señal". Ni entonces ni ahora. “No tentarás al Señor tu Dios” Le dice Jesús al Diablo (Mt 4, 7). Cuando nuestra oración es sencilla, humilde y agradecida, Dios la escucha, puede o no responderla, pero él la escucha, no le hace al sordo. El es un Padre poderoso y tiene poder para darnos lo que necesitamos y mucho más. Es nuestro Padre, no ama, nos perdona y nos salva. Él es Amor, Perdón, Libertad y Santidad. Se preocupa por nosotros, nos escucha y se ha acercado para estar con nosotros. Pidámosle como hijos al Padre, al Hijo al Espíritu Santo como nos lo enseña nuestra Madre la Iglesia. Nuestra fe es Trinitaria. Pidámosle como hermanos, intercediendo unos por los otros, y démosle gracias en cualquier tiempo, el cualquier lugar y en cualquier circunstancia.

Jesús nos dejó un modelo de oración, el Padre Nuestro en el que encontramos tres peticiones en referencia a Él: “Santificado sea tu Nombre, Venga a nosotros tu Reino y hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo” Podemos afirmar que en la última petición de Hacer la voluntad de Dios se encierran las otras dos, pues la voluntad de Dios es nuestra Santificación y que su Reino que es Cristo, está en  nuestro corazón (Ef 3, 17) Pongamos nuestra necesidades y nuestras preocupaciones en sus manos porque él se preocupa por nosotros, Pidámosle perdón por nuestros pecado y aquel nos defienda de las tentaciones y del mal, pero no lo pongamos a prueba. Porque entonces se va, se aleja hasta la otra orilla: “Entonces los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.” Al otro extremo, Jesús busca los sencillos y a los humildes, no a los soberbios. Y cuando se encuentra con ellos los invita a bajarse de su Monopolio, de su caballo. De su grandeza.

Nosotros podemos poner a prueba a Dios cuando le exigimos un milagro. Cuando le queremos comprar nuestros favores o milagros. Cuando queremos manipularlo diciendo: si me haces este milagro, voy a creer en ti, y te voy a servir. Entonces no lo tratamos con a un Padre amoroso, sino como a un ídolo. Él es Dios y no es nuestro parche, nuestro ídolo (Mc 2, 22) Cuando le pedimos algo, pero, sin deseos de cambiar de vida, de corazón, y queremos seguir en el camino del pecado. Entonces el Espíritu Santo viene en nuestra ayuda e intercede por nosotros como conviene (Rm 8, 26) Jesús primero sana el corazón y luego el cuerpo (Mc 2, 11) Esa es su pedagogía, primero, lo espiritual y luego lo material. Primero hace de nosotros una Nueva Creación (2 de Cor 5, 17) “Dónde abundó el pecado, sobreabunda la misericordia y la gracia de Dios (Rm 5, 20).

Por eso, que nuestra oración sea humilde como la del publicano, (Lc 18, 13) agradecida como la del leproso, (Lc 17, 16) intercesora como la de la mujer cananea, (Mt 15, 22ss) confiada como la mujer impura por su hemorragia, (Lc 8, 43- 48) y sobre todo como la de Jesús: “Padre, en tus manos pongo mi espíritu” (Lc 23, 46). Tengamos como modelo de oración a María:

"Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador 48.porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia.- como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.»" (Lc 1, 46. 55)

Para María Dios es Señor, santo, salvador, todopoderoso , misericordioso y fiel, prometió salvación antiguamente, y hoy la está cumpliendo.

 

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