TODO BAUTIZADO ES LLAMADO A SER SANTO.

 


TODO BAUTIZADO ES LLAMADO A SER SANTO.


“Que el Señor os haga aumentar y rebosar en amor de unos con otros y con todos, así como os amamos nosotros, para que conservéis vuestros corazones intachables en santidad ante Dios, Padre nuestro, cuando venga nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.”  (1Ts 3, 12-13) Todo bautizado es llamado a la santidad, para todos es la invitación: "más bien, así como el que os ha llamado es santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta, como dice la Escritura: Seréis santos, porque santo soy yo.” (1 de Pe 1, 15- 16)

"Por lo tanto, ceñíos los lomos de vuestro espíritu, sed sobrios, poned toda vuestra esperanza en la gracia que se os procurará mediante la Revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os amoldéis a las apetencias de antes, del tiempo de vuestra ignorancia” (1 de Pe 1, 13- 14) Sin caridad no hay santidad.

“Creced, pues, en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. A él la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.” (2 de Pe 3, 18) La gracia increada es el Dios mismo que se nos ha dado en su Hijo y en el Espíritu Santo (Jn 3, 16; 1 de Cor 6, 19) Cristo que habita por la fe en nuestro corazón es el don de Dios, es Gracia, que entra en nuestra vida por la escucha de su Palabra (Rom 10, 17: Ef 3, 17) Las palabras del Bautista son actuales: “Conviene que yo disminuya para que el crezca” (Jn 3, 30)

Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima. ¡Mire cada cual cómo construye! Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo."(1 de Cor 3, 10- 11) Para poner el cimiento hay que hacer la “Opción por Jesucristo” que consiste en hacer la firme determinación de seguir a Jesucristo y rechazar lo que el mundo ofrece: el poder, el tener, y el placer ( 1 de Jn 2, 15) “Romper con el pecado” (1 de Jn 1, 8) “Guardar los Mandamientos” (1 de Jn 2, 3) “Guardarse de los falsos profetas” (1 de Jn 2, 18) Sabiendo que donde hay amor hay santidad, amemos a Dios y amemos a los hombres. (cf Jn 14, 21. 23).

¿Qué poner sobre el cimiento?  "Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. El, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego. " (1 de Cor 3, 12- 15) Ahora podemos entender el sentido de las pruebas: purificar nuestra fe:

"Por lo cual rebosáis de alegría, aunque sea preciso que todavía por algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas, a fin de que la calidad probada de vuestra fe, más preciosa que el oro perecedero que es probado por el fuego, se convierta en motivo de alabanza, de gloria y de honor, en la Revelación de Jesucristo. A quien amáis sin haberle visto; en quien creéis, aunque de momento no le veáis, rebosando de alegría inefable y gloriosa; y alcanzáis la meta de vuestra fe, la salvación de las almas." ( 1 de Pe 1, 6- 9)

La Gracia nos lleva a las pruebas para ser purificados y santificados. Salimos de la prueba con rostro de profetas, con fe firme, férrea y fuerte para luchar contra el mal y para hacer el bien. (cf Rm 12, 9) El que camina en la Gracia es como un árbol que está plantado a la orillas de un río, sus raíces están siempre en el agua, sus ramas están verdes, sus hojas son medicinales y sus ramas dan fruto los doce meses del año (cf Jer 17. 8) Esto equivale a vivir en comunión con Jesucristo, sin él, no hay fruto (Jn 15, 5) No hay amor, no hay santidad.

Tres cosas nos pide el llegar los creyentes a ser santos: Guardar sus Mandamientos, guardar sus Palabra y practicas las Bienaventuranzas.(Jn 14, 21. 23; Mt 5, 3- 11) Todo unido a la Oración. Para poder construir sobre el cimiento que es Cristo. El crecimiento en la Gracia es integral: alma, cuerpo y espíritu (1 de Ts 5, 21) El crecimiento es hacia abajo, hacia dentro, hacia arriba y hacia fuera. El amor está en las raíces, en el adentro, en el afuera y hacia arriba:

"Por eso doblo mis rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, para que os conceda, según la riqueza de su gloria, que seáis fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios." (Ef 3, 17- 19)

La santidad pide unir al amor otras virtudes: "Así, pues, os conjuro en virtud de toda exhortación en Cristo, de toda persuasión de amor, de toda comunión en el Espíritu, de toda entrañable compasión, que colméis mi alegría, siendo todos del mismo sentir, con un mismo amor, un mismo espíritu, unos mismos sentimientos. Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo, buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás. Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo” (Flp 2, 1- 5)

La vida en santidad pide cultivar las virtudes que son hijas de la fe: La fortaleza, la sencillez de vida, la pureza de corazón, la santidad, la ciencia, y el amor. Juntamente con la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza que son las virtudes cardinales. La Gracia nos lleva a la tenacidad, que es constancia, a la piedad, al amor fraterno y a la caridad. Quien tenga estas cosas abunda en el conocimiento de Dios, y el que no las tiene se ha olvidado de su antigua purificación de sus pecados. (2 de Pe 1, 5- 10)

“Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48) “Sed misericordioso como vuestro Padre celestial es misericordioso” (Lc 6, 36) “Sed santos como Dios es santo” (1 de Pe 1, 15) Para alcanzar estas metas, sólo viviendo de encuentros con Jesús. Él es el Buen Pastor que nos busca hasta encontrarnos y se deja encontrar por los que lo buscan de todo corazón. (cf Lc 15, 4; Jer 29, 13). ¿Dónde podemos encontrarnos con él? Él mismo nos ha puesto los lugares:

En su Palabra, en la oración, en los sacramentos, especialmente la Confesión y la Eucaristía. En su Familia o Comunidad: “dónde dos o tres se reúnen en mi nombre, yo estos y en medio de ustedes” (Mt 18, 20) En las obras de misericordia: tuve hambre y me diste de comer, estuve desnudo y me vestiste…. (Mt 25, 40) y en el Apostolado: “Yo estaré con ustedes todos los días (Mt 28, 20). Encuentros liberadores porque nos quita las cargas;  gozosos porque experimentamos el triunfo de su resurrección y reconciliadores por nos reconcilia con su Padre y con los hermanos.

Recordemos que Dios es amor y todo el que ama ha nacido de Dios y le pertenece a Él. La señal que hemos pasado de la muerte a la vida es el amor. El que ama es santo. (cf 1 Jn 4, 7- 8) El que ama, lucha para no pecar, y está abierto al servicio. (cf Jn 13, 13. 34- 35)



 

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