LA ESPERANZA NACE Y CRECE EN UN CORAZÓN HUMILDE Y SENCILLO

 


LA ESPERANZA NACE Y CRECE EN UN CORAZÓN HUMILDE Y SENCILLO

Él da vigor al fatigado y al que no tiene fuerzas, energía. Hasta los jóvenes se cansan y se rinden, los más valientes tropiezan y caen; pero aquellos que ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas; les nacen alas como de águila, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan.

La esperanza nace y crece en un corazón humilde y sencillo. La esperanza nace de la fe sincera que es acompañada de un corazón limpio y de una conciencia recta (1 de Tim 1, 5) Donde hay soberbia, mentira, envidia, hipocresía y maledicencia, no hay fe, tampoco hay amor. Si falta el amor, la fe y la esperanza están muertas. Las tres están unidas y son inseparables. De las tres la más grande es el amor, pero la más importante es la esperanza.

¿Quiénes son los que ponen su esperanza en el Señor? Los que creen en él. Los que confían, le obedecen y lo aman. La fe sin amor es estéril, igual que la esperanza sin amor está vacío, está muerto. Por eso san Francisco de Asís hablaba de una fe viva, de una esperanza cierta y de una caridad ardiente. "Así pues, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.

Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Nosotros, por el contrario, que somos del día, seamos sobrios; revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación."(1 de Ts 5, 6- 8) ""Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él. (Col 3, 1- 4) Las cosas de arriba son las Virtudes Teologales, son la GRACIA DE DIOS, nuestra fuerza, energía y poder. (Ef 6, 10) SON VIDA ESPIRITUAL que aparecen en nuestra vida por la escucha y obediencia de la Palabra de Dios.

Vigilad y orad para no caer en tentación. (Mt 26, 41) Al caer en tentación aparece la muerte espiritual en nuestra vida y las tres se van y quedamos vacíos de Dios, de amor, de verdad y de vida. Apagamos la Luz de Cristo (cf Jn 8, 12) ¿Cuándo se apaga la lámpara? Cuando se acaba el aceite o cuando la apagamos con el pecado. Quedamos en tinieblas. Sin la Gracia de Dios. Volvimos al exilio, a la tierra de la servidumbre y de la esclavitud. Recordemos que aunque nuestra fe sea pequeña, es poder para expulsar los demonios.

"Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra.»"(Mc 4, 30- 32) Todo empieza con la siembra de la semilla del Reino: la Palabra de Dios. Que al nacer hay que cultivarla y protegerla para que crezca y llegue a dar frutos de vida eterna. "El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: "Arráncate y plántate en el mar", y os habría obedecido.»"(Lc 17, 6) Expulsaríamos los espíritus que no vienen de la fe. (Rm 14, 23) Como son el individualismo, el conformismo, el totalitarismo, el relativismo, el secularismo, el ateísmo y las supersticiones, hechos con criterios mundanos y hasta diabólicos. Con la fe, la esperanza y la caridad podemos expulsar: La malicia, le mentira, la envidia, la hipocresía y las maledicencias ( 1 de Pe 1, 2) Lo que no viene de la fe, no viene de Dios. Hay que arrancarlo y echarla fuera y al fuego.

"«Toda carne es hierba y todo su esplendor como flor del campo. La flor se marchita, se seca la hierba, en cuanto le dé el viento de Yahveh (pues, cierto, hierba es el pueblo). La hierba se seca, la flor se marchita, mas la palabra de nuestro Dios permanece por siempre."(Is 40, 6- 8) La Palabra de Dios es viva y eficaz, pero hay que darle vida, poniéndola en práctica para que sea palabra crucificada y resucitada en quienes la escuchen y la obedezcan. Lo contrario sería palabra muerta.

No te arrodilles frente al oro y al poder, como tampoco a los lujos. No te arrodilles frente a los ricos ni frente a los poderosos. El mundo te ofrece el poder, el tener y el placer (1 Jn 2. 15) Nada de eso es Vida eterna, esta solo viene de Jesús, el Cristo que nos dijo: “Vengo para que tengan vida y vida en abundancia” (cf Jn 10, 10) Para tener esa Vida eterna, que ni se compra ni se vende, la hacemos nuestra por la fe en Cristo Jesús (Jn 6, 39- 40) El que pone su confianza en él, no queda defraudado. (2 de Tim 1, 12) No cae en frustración, como tampoco se avergüenza de Jesucristo (Rm 1, 15)

Como lo dice el profeta: pero aquellos que ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas; les nacen alas como de águila, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan. Los que ponen su esperanza en el Señor, confían en él, de él todo lo esperan: todo lo bueno, como es el perdón, la paz, la resurrección y el don del Espíritu Santo. Espera la salvación y la vida eterna. Con un corazón lleno de la Caridad pastoral, se lanza hacia adelante, y lo único que busca es experimentar la fuerza de la resurrección (Flp 3, 8) La Caridad es la triple disponibilidad de hacer la voluntad de Dios, siempre, en cualquier lugar y por cualquier circunstancia. Es la disponibilidad de salir fuera para ir a iluminar a otros con la Luz del Evangelio. La disponibilidad de dar la vida por realizar los otros dos objetivos.

La Caridad se forma con la unidad de la fe, la esperanza y la caridad, unida a la oración y a otros dones escatológicos. Es la respuesta al llamado de Jesús: Ámame y Sígueme.

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