USTEDES SON LA CASA QUE DIOS EDIFICA.

 


USTEDES SON LA CASA QUE DIOS EDIFICA.

 Hermanos: Ustedes son la casa que Dios edifica. Yo, por mi parte, correspondiendo al don que Dios me ha concedido, como un buen arquitecto, he puesto los cimientos; pero es otro quien construye sobre ellos. Que cada uno se fije cómo va construyendo. Desde luego, el único cimiento válido es Jesucristo y nadie puede poner otro distinto ¿No saben acaso ustedes que son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Quien destruye el templo de Dios, será destruido por Dios, porque el templo de Dios es santo y ustedes son ese templo. 1 Cor 3, 9-11. 16-17

 Ustedes son la casa que Dios edifica. La casa es un edificio espiritual construido por Dios, cada uno de nosotros y por la Comunidad. El edificio tiene muchos elementos que unidos entre sí forman la estructura espiritual: el fundamento, los cimientos, las trabes, las columnas, las paredes, el techo, las puertas, la muralla que protege a la propiedad, los utensilios para los servicios, y más. Lo primero es el fundamento que es Cristo, luego se ponen los cimientos, sobre ellos las paredes, y luego todo lo que sigue. Lo que importa es la firme determinación de seguir adelante hasta alcanzar la Meta. Construir una Casa para que Dios habite en nuestro corazón. Para que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, habiten por la fe en nuestros corazones (Ef 3, 14- 19)

 En la construcción de este Templo, no basta con creer, La fe pide obras, que son las virtudes que son el vigor, el poder y la fuerza de Dios para que podamos construir nuestra obra con la ayuda de la Gracia de Dios. El fundamento es Cristo (1 de Cor 3, 11) Lo ponemos cuando “Tomamos la firme determinación de seguir a Cristo” Aceptándolo como nuestro Salvador, Maestro y Señor, Centro, Principio y Fin de nuestra vida. Esta es la Opción fundamental por Cristo, es el Troco que hunde sus raíces en Dios Padre, la sabia que pasa de las raíces al Troco es el Espíritu Santo. Del tronco salen las ramas que son nuestras actitudes, y de estas nacen y brotan las acciones que vienen a ser los frutos del árbol. Tronco, actitudes y acciones, todo viene de Dios, es su Obra ayudado con nuestros esfuerzos, renuncias y sacrificios.

 El relato evangélico: Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús llegó a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas con sus mesas. Entonces hizo un látigo de cordeles y los echó del templo, con todo y sus ovejas y bueyes; a los cambistas les volcó las mesas y les tiró al suelo las monedas; y a los que vendían palomas les dijo: “Quiten todo de aquí y no conviertan en un mercado la casa de mi Padre”. En ese momento, sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo de tu casa me devora.

 ¿Qué es lo que nos convierte en casa de ladrones? El pecado, los vicios, los ídolos, las ideologías, el traje de tinieblas, la corrupción (1 de Pe 2,1) Todo aquello que pertenece al séquito del hombre viejo (Ef 4, 23) Todo aquello que no viene de la fe y que nos lleva a pecar (Rm 14, 23) ¿Qué hacer con eso? Jesús dice quítenlo, con la fuerza del Espíritu Santo, cambien su manera de pensar de sentir y de vivir (cf Rm 12, 2) “Abandonen el mal y amen el bien (Rm 12, 9). Para que puedan ser Casitas de Oración, dejando de ser cueva de ladrones. Lo que significa fe y conversión para que puedan nacer de Dios, nacer de los Alto, nacer del agua y del Espíritu (Jn 1, 11- 12; Jn 3, 1-5) Con la Gracia de Dios somos llevados a la Cruz de Cristo para “Morir al pecado y vivir para Dios” (Gál 5, 24).

 Después intervinieron los judíos para preguntarle: “¿Qué señal nos das de que tienes autoridad para actuar así?” Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo reconstruiré”. Replicaron los judíos: “Cuarenta y seis años se ha llevado la construcción del templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?” La autoridad de Jesús viene de su Bautismo que fue sellado, ungido con el Espíritu Santo para que realizara la Obra del Padre: la liberación y la salvación de los hombres. La señal que Jesús ofrece a los fariseos es la señal de Jonás: la Resurrección. Morirá pero a los tres días resucitará con el poder de Dios. Para construir la Casa de Dios hemos de morir y hemos de resucitar a la vida Nueva.

 Los medios para construir la Casa de Dios. El primero es la Palabra de Dios escuchada y puesta en práctica. ".Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo."(Apoc 3, 20) Abrir las puertas del corazón equivale a obedecer la Palabra para que Cristo entre en nuestro corazón y haga su Obra. El que escucha la Palabra y la obedece está construyendo su casa sobre Roca, lo firme, lo estable y lo seguro. (Mt 7, 24)

 El segundo medio para la construcción es la Oración íntima, cálida y extensa: Oren para no caer en tentación (Mt 26, 41) Orar por que nuestra lucha es contra el poder del mal (Mt 6, 13; Ef 6, 10ss) Orar porque sólo Dios nos puede dar el crecimiento espiritual (1 Cor 3, 6) Orar para ser fieles administradores de la multiforme Gracia de Dios (1 de Cor 4, 1) Orar por que si Dios no está con nosotros trabajaremos en vano.

 El tercer medio para la construcción de la Casa de Dios es trabajar y proteger, (Gn 2, 15) las Obras de Misericordia, que son los frutos de la fe, la esperanza y la caridad. (1 de Ts 5, 8) Cultivar las virtudes como la Bondad, la Verdad y la Justicia (Ef 5, 9) La humildad, la mansedumbre, la caridad, la Paz (Col 3, 12) La prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza, la piedad, el amor fraterno y la caridad ( 2 de Pe 1, 5- 8)

 La Comunidad de la fe, sus hijas que son la continencia, la fortaleza, la sencillez de corazón, la pureza de corazón, la santidad, la ciencia y el amor, quien tenga estas virtudes que son hijas de la fe, tiene conocimiento de Dios en abundancia, su casa está firme y bien construida. Son las señales que hemos pasado de la muerte a la vida, hemos resucitado con Cristo, estamos en las manos de Dios (1 de Jn 3, 14) Lo que queda fuera de estas virtudes hijas de la fe, son desechadas, no pasan como piedras vivas para ser colocadas en la construcción del edificio espiritual.

 Otro medio para construirá la casa es la Liturgia de la Iglesia, especialmente, los Sacramentos, todos, pero especialmente el Bautismo, la Eucaristía y la Confesión. Sacramentos bien recibidos que han de estar unidos a la Palabra de Dios, a la Oración y a las Obras de Misericordia, para que sean verdaderos encuentros con Jesús el Cristo. Poe el Bautismo entramos en la Alianza del Señor para pertenecerle, amarlo y servirlo. En la Eucaristía celebramos la muerte y la resurrección de Cristo, su Pascua.

 Otro lugar para encontrarnos con Cristo para construir su Casa es la pequeña comunidad. “Dónde dos o tres se reúnen en mi nombre, yo estoy en medio de ellos” (cf Mt 18, 20) Ahí es un modo muy especial para construir a Iglesia, fundamento de la Verdad (2 de Tim 3, 15) La pequeña comunidad es Madre y Maestra, nos enseña a orar, a leer la Escritua y a servir con amor a todos.

Por último, podemos añadir el Apostolado que tiene como alma, la caridad, el amor. La Iglesia, toda, es enviada a servir, a evangelizar: "Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»"(Mt 28, 18- 20)

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por eso, cuando resucitó Jesús de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho aquello y creyeron en la Escritura y en las palabras que Jesús había dicho. (Jn 2, 13-22)

 Creer en la resurrección es creer en la persona de Jesús, en su obra, en su misión y en su destino. Quien cree en la resurrección inclina su corazón, su mente y su voluntad hacia la Vida, hacia el Amor, hacia la Verdad y hacia la Santidad para seguir a Jesús hasta la otra orilla, hasta el dolor, el sufrimiento y hasta la muerte. Hace de su vida una Ofrenda, viva, santa y agradable a Dios. Ese es su culto espiritual, aceptar la Voluntad de Dios y someterse a ella. (Rm 12, 1) Es el camino para ser santos como él es santo.

 

 

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