DICHOSO EL PUEBLO ESCOGIDO POR DIOS.

 




DICHOSO EL PUEBLO ESCOGIDO POR DIOS.

Muchos son los elegidos y poco los escogidos  (Mt 22, 14). Dios ha elegido a todos para ser santos e inmaculados en el amor (Ef 1, 4) Elegidos desde antes que el mundo fuera creado. Elegidos en Cristo con una elección gratuita, inalterable y funcional. Y determinó que fueran adoptados como hijos suyos mediante de Jesucristo (Ef 1, 5) El Padre envió a su Hijo a toda la Humanidad (Jn 3, 16) y el Hijo los redimió para que los pecados fueran perdonados (Ef 1, 7) Cristo con su muerte abrió el camino para que el Espíritu Santo viniera a todos los hombres que creyeran en Jesús, lo obedecieran y lo amaran. (cf Ef 1, 8). San Juan dice: “Vino a los suyos pero ellos no lo recibieron. Fueron unos pocos los que sí lo recibieron. (cf Jn 1, 11- 12)

¿Qué es lo qué pasó? ¿Por qué si Dios los eligió por amor a todos, ahora son pocos los escogidos? La razón es que Dios a nadie salva a fuerzas. Tú eres libre para salvarte o para perderte. Frente a ti está la vida y  la muerte; la felicidad y la desdicha. Tú escoges lo que tú quieres. (Dt.  30 15) Frente a ti está el agua y el fuego, escoge meter la mano donde tú quieras (Eclo 15, 11) Eres libre para hacerlo.

Jesús nos habló de la parábola del sembrador. Cuatro clases de terrenos. Cuatro clases de oyentes que dieron diferente respuesta a la palabra. La Palabra es la semilla que es sembrada y cultivada. Tres terrenos no dieron fruto sólo uno de ellos dio fruto, unos sesenta o otros el treinta, y otros más, pero dieron fruto, porque creyeron en la Palabra y la cultivaron. (Mt 13, 1- 8) El libro del Génesis nos había dicho: “Trabaja y protege” (Gn 2, 15) Y el que no trabaje y no la cultive que no coma (cf 2 de Ts 3, 10) La fe es la respuesta que se da a la Palabra. Una fe sin obras es estéril es vacía y está muerta (Snt 2, 14)

El hombre escogido es el que ha creído en Jesús, ha lavado sus corazón con la sangre de Cristo de los pecados que llevan a la muerte. (Heb 9, 14) Es que ha recibido el perdón en virtud de la sangre de Cristo (Ef 1, 7) El hombre que tenga una fe viva, santa y agradable a Dios, es un hombre libre capaz de hacer el bien y capaz de rechazar el mal. (Rom 12, 1. 9) Los escogidos han pasado por la Pascua de Cristo, son miembros de la Nueva Alianza y son miembros vivos de su cuerpo por el bautismo (Gál 3, 26) Y son templos vivos del Espíritu Santo (1 de Cor 5, 19) Son aquellos que han dado el paso de la muerte a la vida, del pecado a la gracia. Escogidos son aquellos que han sido justificados por la fe de Jesucristo (Rm 5, 1-5; Gál 2, 16) Por esta justificación han recibido el perdón de los pecados y han recibido el don del Espíritu Santo. Por esta razón llevan una fe sincera, un corazón limpio y tienen una conciencia recta” (1 de Tim 1, 5)

Los hombres escogidos son los que tienen el traje de bodas. "«Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda, le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?" El se quedó callado. Entonces el rey dijo a los sirvientes: "Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.»"(Mt 22, 11- 14)

El traje de bodas era el “Don a los invitados.” ¿Cómo había entrado? ¿Por qué no traía el traje de bodas? Quizá había pensado mi traje es de lo mejor, lo compré en el extranjero, hasta es de mejor clase que el que me ofrecen. La pregunta del rey fue clara y precisa: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?" No hubo respuesta, se quedó mudo. Este hombre era elegido, pero no escogido, le faltaba el traje de bodas. Le faltaba la fe y la conversión. Le faltaba ua conciencia limpia y revestida de Jesucristo (Rm 13, 14)

¿Dónde se puede hoy limpiar la conciencia? Jesús le dio a su Iglesia las llaves del Reino: "A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»" (Mt 16, 19) Esta promesa de Jesús es cumplida después de la Resurrección: "Se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»" (Jn 20, 19- 23) El quirófano para el Nuevo Nacimiento es los Sacramentos del Bautismo y de la Reconciliación, llamado, también, Penitencia o Confesión. Se recibe el perdón de los pecados y se recibe el don del Espíritu Santo.

Después sigue la conversión voluntaria y consciente: "Si es que habéis oído hablar de él y en él habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús a despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo que se corrompe siguiendo la seducción de las concupiscencias, a renovar el espíritu de vuestra mente, y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad."(Ef 4, 21- 24) Despojarse del hombre viejo equivale a despojarse del traje de tinieblas para revestirse de Jesucristo (Rm 13, 12- 14) Y ponernos el traje de bodas.

Ahora ¿que sigue? Buscar la unidad en la fe, crecer en el conocimiento de Dios hasta alcanzar la estatura del hombre perfecto, Cristo Jesús (Ef 4, 13) ¿Cómo hacerlo? "Rechazad, por tanto, toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias. Como niños recién nacidos, desead la leche espiritual pura, a fin de que, por ella, crezcáis para la salvación," (1 de Pe 2, 1- 2) Para crecer en salvación hemos de guardar los Mandamientos (Jn 14, 21), guardar la Palabra de Dios (Jn 14, 23) y practicar las Virtudes o la Bienaventuranzas (Mt 5, 3ss) Todo lo anterior consiste en abrazar la Cruz de Jesús para resucitar con él a una nueva vida (Gál 5, 24) Para luego dejarnos conducir por el Espíritu Santo (Gál 5, 25) Para llevar una vida en Cristo o según el Espíritu Santo, lo que equivale a vivir en Dios.

No ensuciemos el vestido blanco que recibimos en el Bautismo, si tenemos la desgracia de hacerlo, vayamos al Sacramento de la Confesión para que el Señor perdone nuestros pecados y nos regrese la santidad que habíamos perdido por el pecado.



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