LA CONVERSIÓN
CRISTIANA ES CAMINAR CON JESÚS.
Iluminación:
" «Se te ha declarado,
hombre, lo que es bueno, lo que Yahveh de ti reclama: tan sólo practicar la
equidad, amar la piedad y caminar humildemente con tu Dios.»"(Miq
6, 8)
Jesucristo resucitado
irrumpe en nuestras vidas para hacer de nosotros una “Nueva creación.” Divide
nuestra vida en dos, en un antes y en un después. El antes éramos tinieblas, ahora
somos luz. "Porque en otro
tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de
la luz; pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad."(Ef
5, 8- 9) Antes seguíamos a cualquier espíritu que no viene de la fe y por eso llevábamos
una vida mundana y pagana, una vida de pecado. San Pablo nos advierte: "Pero
el que come dudando, se condena, porque no obra conforme a la fe; pues todo lo
que no procede de la buena fe es pecado."(Rm 14, 23) Una vida en la
carne, pero ahora, vivimos según el Espíritu (Gál 5, 16) La vida en la carne no
es grata a Dios porque no hay fe como tampoco hay amor. (Heb 11, 6; Rm 8, 8;
Gál 5, 6)
La vida espiritual comienza en nuestra vida cuando Dios nos
envía una Palabra, la escuchamos y la obedecemos. Empezamos a caminar en la fe,
la esperanza y en la caridad. Cimientos de la vida nueva. Cristo habita en
nuestro corazón por las virtudes teologales (Ef 3, 17ss) La presencia de Jesús
resucitado en nuestra vida es luz en nuestro camino y nos enseña a discernir lo
que es bueno y lo que es malo: nos enseña a rechazar lo malo y hace lo bueno
(Rm 12, 9) Cambia nuestra manera de pensar pagana por una nueva manera de
pensar nueva; adquirimos la mente de Cristo. "Y no os acomodéis al mundo
presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de
forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable,
lo perfecto."(Rm 12, 2) Para luego bajarnos como a Zaqueo de
nuestros monopolios de grandeza (Lc 19, 1-10) O cómo bajó a Pablo de Tarso del
caballo (Hch 91ss)
Ha comenzado nuestra conversión y ha empezado la lucha, el
combate espiritual. La lucha es contra el pecado y sus aliados: el mundo, el
maligno y la carne. Tres textos bíblicos la describen: "Y a vosotros que
estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales vivisteis en otro
tiempo según el proceder de este mundo, según el Príncipe del imperio del aire,
el Espíritu que actúa en los rebeldes... .entre ellos vivíamos también todos
nosotros en otro tiempo en medio de las concupiscencias de nuestra carne,
siguiendo las apetencias de la carne y de los malos pensamientos, destinados
por naturaleza, como los demás, a la Cólera..."(Ef 2, 1- 3)
Otro texto es de Pedro: "Sed sobrios y velad. Vuestro
adversario, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resistidle
firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos que están en el mundo soportan
los mismos sufrimientos."(1 de Pe 5, 8- 9)
El otro es de Juan: "No améis al mundo ni lo que hay en
el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Puesto que
todo lo que hay en el mundo - la concupiscencia de la carne, la concupiscencia
de los ojos y la jactancia de las riquezas - no viene del Padre, sino del
mundo. El mundo y sus concupiscencias pasan; pero quien cumple la voluntad de
Dios permanece para siempre."(1 de Jn 2, 15- 17)
Toda la lucha se concentra en el Ego contra el Amor. El Ego
es el padre de todos los vicios y el Amor es el padre de todas las virtudes que
son vigor, fuerza y poder de Dios (Ef 6, 10) ¿Por qué la lucha? Porqué Dios
quiere que seamos protagonistas de nuestra liberación y de nuestra salvación,
que es gratuita, es don inmerecido, pero no barato. Hay que trabajar, y el que
no trabaje que no coma.(cf 2 de Ts 3, 10) Recordando siempre que Dios nos
quiere salvar, pero no a fuerzas. Somos libres para aceptar los dones de Dios y
para rechazarlos. Jesús nos ha dicho: “Conmigo o contra mí. El que no junta
desparrama (Mt 12, 30) “El reino de Dios está en tensión y es de los que lo
arrebatan” (Mt 11, 12) Jesús nos seduce, pero, no nos obliga (Jer 20, 7)
La clave de la victoria es la comunión con Cristo para
aprender de él. Caminar con él, hablar con él, orar con él, servir con él y
adorar a Dios con él y en él, por la acción del Espíritu Santo. Separados de
Cristo es volver a la fosa, a la sepultura, a la muerte. Es darle la espalda,
para dando media vuelta, abrazarnos del malo. Para servirlo y adorarlo, ser uno
de los de él. Qué hermoso es recordar las palabras de Pablo¨ "Por eso,
tampoco nosotros dejamos de rogar por vosotros desde el día que lo oímos, y de
pedir que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e
inteligencia espiritual, para que viváis de una manera digna del Señor,
agradándole en todo, fructificando en toda obra buena y creciendo en el
conocimiento de Dios; confortados con toda fortaleza por el poder de su gloria,
para toda constancia en el sufrimiento y paciencia; dando con alegría gracias
al Padre que os ha hecho aptos para participar en la herencia de los santos en
la luz. El nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del
Hijo de su amor,"(Col 1, 9- 13)
El camino para apropiaros de los frutos de la fe de los que
nos habla el Apóstol es la perseverancia, es la constancia en la obediencia en
la Palabra de Dios: "Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en
él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y
conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.»" (Jn 8, 31- 32) Lo
mismo que Pablo nos dice con otras palabras:
"Lo que importa es que vosotros llevéis una vida digna
del Evangelio de Cristo, para que tanto si voy a veros como si estoy ausente,
oiga de vosotros que os mantenéis firmes en un mismo espíritu y lucháis acordes
por la fe del Evangelio,"(Flp 1, 27)
Para poder luchar hay que tener las armas que entre otras son
la Palabra de Dios y la oración. De estas dos nacen las Virtudes cristianas con
los sentimientos de Cristo (Flp 2, 5) El origen de las Virtudes es Dios mismo.
Por eso Pablo nos recomienda: "Por
lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder. Revestíos de las
armas de Dios para poder resistir a las acechanzas del Diablo. Porque nuestra
lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra
las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los
Espíritus del Mal que están en las alturas. Por eso, tomad las armas de Dios,
para que podáis resistir en el día malo, y después de haber vencido todo,
manteneros firmes."(Ef 6, 10- 13) Las virtudes son la fuerza y
el vigor de Dios para luchar contra nuestro propio pecado.
Anhelar lo que Dios nos promete y amar lo que él nos manda
equivale a buscar a Dios de todo corazón con la seguridad que él se deja encontrar
por nosotros (cf Jer 29, 13) Como cumplimiento de su promesa: “Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me
ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced
discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he
aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.»"(Mt
28,18- 20)
En
la lucha no estamos solos, Jesús, la Iglesia, los Santos y los Ángeles nos
acompañan, están con nosotros. Oremos por los que están siendo sometidos a
diversas pruebas y por los que están el proceso de conversión. Oremos por los
que han caído para que se levanten y sigan caminando hacia la Meta, Dios mismo.
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