EL HIJO DEL HOMBRE ESTARÁ EN EL SENO DE LA TIERRA TRES DÍAS Y TRES NOCHES

 

EL HIJO DEL HOMBRE ESTARÁ EN EL SENO DE LA TIERRA TRES DÍAS Y TRES NOCHES

"Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos: «Maestro, queremos ver una señal hecha por ti.» Mas él les respondió: «¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide, y no se le dará otra señal que la señal del profeta Jonás. Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta generación y la condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón."(Mt 12, 38- 42)

¡Generación malvada y adúltera! Palabras duras las que les dice Jesús a los escribas y fariseos. ¿Por qué les habla de esta manera? Por su incredulidad, por la dureza de su corazón. Querían que Jesús les hiciera señales, milagros para que ellos pudieran creer. Son de cerviz dura habían escuchado las palabras del Maestro y lo habían visto hacer milagros pero no creían en él. Querían una señal especial, tal vez en el cielo por que en la tierra otros los hacían. (Mt 16, 1) Jesús no hacen milagros por simple curiosidad o por simple charlatanería, menos por simples caprichos. La única señal que les dará es la de Jonás, es decir la señal de la resurrección, la esencia y el corazón de nuestra fe.

El día del Juicio vendrán los ninivitas a juzgarlos y a condenarlos porque convirtieron y se salvaron. Y aquí hay un que es más grande que Jonás. Vendrá la reina del Mediodía ha juzgarlos y a condenarlos porque ella vino de los confines de la tierra a ver a Salomón y a escuchar su sabiduría, y aquí hay uno más grande que Salomón. Jesús está invitando a sus oyentes lo que les va a pasar si no creen y se convierten. Jesús es más grande que Jonás y que Salomón y está aquí, entre ustedes, pero me rechazan y quieren matarme. Así se cumplen las palabras de san Juan: “Vino a los suyos, y ellos no lo recibieron”  Apenas unos pocos lo aceptaron y Dios les concedió poder hacerse hijos de Dios(Jn 1, 11-12)

Yo soy la luz del Mundo (Jn 8, 12) Estoy aquí para salvarlos, “Yo soy” la salvación y “Yo soy” el Salvador. “He venido a traerles vida eterna y vida en abundancia” (cf Jn 10, 10) “Yo soy la Puerta” siempre abierta para que entren todos los que crean y se conviertan (Mc 1, 15) Jesús invita a todos a salvarse. "«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»"(Mt 11, 28- 30)

Jesús vino abrir las tumbas con la predicación de su Palabra, para que se descubran nuestros pecados y reconozcamos nuestros enfermedades. Él es la Medicina para sanarnos de nuestros males. Él viene a sacarnos del pozo de la muerte, del reino de las tinieblas y a llevarnos a nuestro suelo: el Cuerpo de Cristo, la Comunidad cristiana (Ez 37, 12-14; Col 1, 13-14) Jesús es el Liberador que ha venido hacernos libres de la esclavitud de la Ley, y ha venido a traernos al Espíritu Santo (Gál 4, 4- 6) Para que el divino Espíritu sea nuestro Paráclito nos consuele, nos defienda, nos enseñe y nos conduzca a Cristo (Rm 8, 14) Y actualice en nuestras vidas la “Obra que Cristo” realizó hace más de dos mil años. Murió para el perdón de nuestros pecados y resucitó para darnos vida eterna (Rm 4, 25) El corazón de la fe es la muerte y la resurrección de Jesús, el Hijo de Dios que nos amó y se entregó por nosotros (Ef 5, 2)

¿Qué tenemos que hacer para salvarnos, para tener vida eterna? No tenemos que ir al Cielo porque ya el Cielo vino a nosotros. No tenemos que cruzar los mares para ir al encuentro de Jesús en algún retiro al otro lado del mundo. No tenemos que tener dinero para comprar su salvación porque es gratuita, no se compra y no se vende. Lo único que podemos hacer es creer, creer, creer. Creer que Dios nos ama, nos perdona, nos salva y nos da Espíritu Santo. Todo lo anterior manifestado en la persona de Jesús, el Hijo de Dios. Él es el Don de Dios a los hombres. Jesús es nuestro Salvador porque ha muerto por nosotros y ha resucitado para que tengamos vida eterna (Jn 6, 39- 40) Jesús está vivo y está más cerca de nosotros que nosotros de nosotros mismos.  Él quiere y puede vivir en nuestros corazones. Quiere hacer de nuestros corazones su Morada (Ef 3, 17)

"Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo." (Apoc 3, 20) Jesús no entra a su Casa con las manos vacías. ¿Qué lleva en sus manos? Lleva la espada de doble filo, su Palabra de paz, de Amor y de Gozo. Palabra poderosa que nos confirma y nos convence que Dios nos ama, nos perdona y nos salva. Con un filo nos corta, nos poda y con el otro filo nos sana, nos consuela, nos enseña, nos libera y nos corrige. Ahora podemos afirmar con su Palabra: "Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para conseguir la justicia, y con la boca se confiesa para conseguir la salvación. Porque dice la Escritura: Todo el que crea en él no será confundido."(Rm 10, 9- 11) Lo primero es creer en el corazón para ser justificados y luego, confesar con los labios que Jesús es nuestro Salvador, nuestro Maestro y nuestro Señor. La Palabra que entra por los oídos, baja luego al corazón y de ahí sale por los labios, por las manos y por los pies.

Jesús es el Autor y el Consumador de nuestra fe. (Heb 12, 2) Es el primero en amarnos y en dar su vida por nosotros (cf1 de Jn 4, 10) Él es la semilla de nuestra fe, (Mt 13, 24) y es el Fundamento (1 de Cor 3, 11) Él siembra, riega y hace que la Palabra nazca y la haga crecer, hasta dar frutos de vida eterna.(1 de Cor 3, 7; Jn 15, 8) No tengamos miedo creer en Jesús, creer es confiar en él obedecerlo y amarlo, seguirlo y servirle. La salvación que Cristo nos ofrece, conlleva el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo. Con este don Jesús derrama su amor su paz y su gozo en nuestros corazones (cf Rm 5,5) Creer en Jesús es creer en su Evangelio y vivir su Palabra para que él viva por la fe en nuestros corazones (Ef 3, 17) Y entonces podremos tomarnos de la mano de Dios y de los hombres.

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