ENTRAD POR LA ENTRADA ESTRECHA; PORQUE ANCHA ES LA ENTRADA Y ESPACIOSO EL CAMINO QUE LLEVA A LA PERDICIÓN

ENTRAD POR LA ENTRADA ESTRECHA; PORQUE ANCHA ES LA ENTRADA Y ESPACIOSO EL CAMINO QUE LLEVA A LA PERDICIÓN

“.«No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! «Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. «Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran.” (Mt 7, 6- 14)

“.«No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen.” ¿Quiénes y cuáles son las perros y los cerdos?  Algunos han dicho que se trata de los paganos, de los gentiles o de los incrédulos. Lo ponemos en duda porque Dios los ama y quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 4) Entonces dirijamos nuestra mirada a nosotros mismos para no echar las perlas a nuestros instintos o a nuestros impulsos, es decir a la carne que es incompatible con la vida espiritual (cf Gál 5, 16) Es la vida mundana, vida pagana vida de pecado contra una vida espiritual que es conducida por el Espíritu Santo (Rm 8, 14) San Pablo nos dejó dicho: “Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor.” (1 de Cor 11, 27) El que quiera servir a dos señores, con alguno queda mal. La mezcla de los dos resulta en tibieza y a los tibios los expulsaré de mi boca (Apoc 3, 15)

“Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.”  Vigilad y orad para no caer en tentación” (Mt 26, 41) Orad para buscar el rostro de Dios para invocar su ayuda, su protección y sus dones. Oramos para pedir perdón por nuestros pecados y por los pecados de los demás; pedimos por la paz en las familias y en los países. Oramos porque nuestra lucha es con poderes espirituales para que no nos venzan. Oramos para pedir el crecimiento espiritual que sólo puede venir de Dios. Oramos porque somos hijos de Dios y por eso oramos como hijos. Oramos para que seamos fieles a la Voluntad de Dios que quiere santificarnos y quiere que su Reino llegue a nosotros.

Oramos a un Padre que es Amor, Misericordioso y Compasivo: nos ama, nos perdona, nos salva y nos da Espíritu Santo para que Él viva en nosotros como su Morada. Pidámosle; nuestra liberación, nuestra salvación y nuestra santificación. Pidámosle que vivamos como sus hijos haciendo siempre su Voluntad, en Cristo Jesús, por la acción del Espíritu Santo. Pidámosle por la Paz y la armonía, tanto interior como exterior para que todos vivamos como hermanos, según el Mandamiento regio de Jesús: 

"Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.»" (Jn 13, 34-35)

La puerta estrecha que es Jesús, siempre está abierta para recibirnos; para escucharnos, para darnos una buena acogida, para perdonarnos y darnos Espíritu Santo. Está abierta las 24 horas del día y de la noche, Él siempre nos espera. Razón por la que Jesús nos dice: esfuércense por entrar por la puerta estrecha, que esa sea vuestra preocupación para conocer al único Dios y a su Enviado, a Jesucristo nuestro Salvador, Maestro y Señor (Gál 2,20; Hch 2, 36) Jesús es el Maestro de la conversión, a tiempo completo, su vida es una enseñanza. Los evangelistas nos dicen que “Jesús empezó a recorrer toda la Galilea; enseñaba en las sinagogas de los judíos, proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba en el pueblo todas las dolencias y enfermedades” (Mt 4,23).

El criterio de oro, es el de Jesús: «Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. El criterio de plata es de Tobías. (Tb 4, 15) Quieres que te amen, ama y ama mucho para que mucho te amen. El árbol se conoce por sus frutos. El fruto bueno es el amor, el amor es raíz y culmen. Y todo el que ama conoce a Dios y permanece en Dios. El amor es paciente, tolerante y servicial (1 Cor 13, 4) Razón por la que Jesús nos dice: “Permanezcan en mi amor” Permanecer siendo amados, y permanece amando, adorando a Dios y sirviéndole. El amor pide esfuerzos, renuncias y sacrificios.

“Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella.” Jesús nos dice: “Yo soy la puerta” (Jn 10, 7) Entrar por su puerta significa subir con él a Jerusalén. Significa tomar su cruz cada día y seguirlo hasta la muerte. (Lc 9, 23) No hay lugar para las guaridas ni para los nidos (Lc 9, 58) Ni para enterrar a los muertos, ni para despedidas, como tampoco para vivir en el pasado (Lc 9, 60-62) Por eso pasar por la puerta estrecha exige esfuerzos, renuncias y sacrificios. La puerta estrecha es lo contrario a la puerta ancha en la cual hay comodidad, mediocridad y charlatanería. Las dos puertas hacen referencia a dos caminos, a dos reinos. En el camino de la Luz, que es el camino angosto Jesús es el capitán. En el camino ancho que equivale al reino de las tinieblas Satanás es el jefe, el capitán. ¿En cuál camino estamos? La respuesta nos pide otra pregunta: ¿Cuál voluntad estamos haciendo? La de Dios o la nuestra, tú tienes la respuesta.

“mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y poco son los que lo encuentran.” Y pocos son los que lo encuentran, con estas palabras Jesús nos dicen que son muchos los que lo rechazan: Vino a los suyos y ellos lo rechazaron, pero a lo que lo acogieron les dio poder llegar a ser hijos de Dios (cf Jn 1,11-12) Para este pequeño rebaño el Señor nos dice: "«No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino." (Lc 12, 32) El Reino de Dios es Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios nuestro Salvador, nuestro Señor y nuestro Dios. Creer en Él  es confiar, es obedecer, es amar a Dios para estar en sus manos. La fe que está en las manos de Dios, mueve montañas en la mente, en la voluntad y el corazón para vivir como Jesús y seguir sus huellas, entrando por la puerta estrecha, como sus discípulos y como sus apóstoles para amarlo y servirlo.



 


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