JESÚS NUESTRO CORDERO PASCUAL HA SIDO
INMOLADO
Tirad
fuera la levadura vieja para que seáis una masa nueva, ya que ahora sois panes
ázimos, pues Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado. Así, pues,
celebremos nuestra fiesta no con la vieja levadura ni con levadura de malicia y
perversidad, sino con los panes ázimos de pureza y verdad. (1Co 5, 7-8)
Jesús,
murió y resucitó, es decir, la muerto y ha resucitado, y ha sido constituido
“Señor y Cristo” (Hch 2, 36) Ha sido inmolado y sacrificado por todos los
hombres para que sus pecados sean perdonados, y ha resucitado para darnos vida
eterna, para darnos Espíritu Santo (Rm 4, 25)
Para
celebrar la “Fiesta de la Pascua” recordemos nuestro Bautismo: “Morimos con
Cristo, fuimos sepultados con él y resucitamos con él” (Rm 6, 4-10) En el
Bautismo se actualiza la “Nueva Alianza” por la cual le pertenecemos a Cristo,
nos comprometemos a amarlo y a servirlo, según el Mandamiento Nuevo: Ámense los
unos a los otros como yo les he amado” (Jn 13, 34) "Pues todos sois hijos de Dios por la fe
en Cristo Jesús. En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido
de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer,
ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús." (Gál 3,26- 28)
“Pues
todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.” ¿Cómo poder vivir como
hijos de Dios? La obra del Espíritu Santo es actualizar en nuestra vida, hoy,
la Obra de Cristo, para que creamos en él, nos justifique, nos salve, nos
santifique y nos glorifiqué. "En efecto, todos los que son guiados por el
Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de esclavos
para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos
que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!" (Rm 8, 14- 15) El Espíritu Santo nos
lleva a Cristo, nos hace sus creyentes, sus discípulos y sus apóstoles; realiza
en nosotros la conversión cristiana: libres de todo pecado y nos reviste con la
armas de luz, con la armadura de Dios (Rm 13, 13) Es lo que nos indica el
Apóstol Pablo: “celebremos nuestra fiesta no con la vieja levadura ni con
levadura de malicia y perversidad, sino con los panes ázimos de pureza y
verdad.”
Lo
que equivale a “Huir de las pasiones de la juventud y a dedicarse a buscar a
Dios en la práctica del bien y de sus Mandamientos” (cf 2 Tim 2, 22) Lo que
equivale a seguir a Cristo para vivir como él vivió. ¿Cómo vivió Jesús? Vemos
cuatro cosas que podemos resaltar en su vida: La gloria a Dios, su Padre; una
vida empapada de oración, noches enteras dedicadas al encuentro con su Padre;
una vida dedicada a los pobres, enfermos y a los pecadores; y una vida pobre,
sin riquezas. Jesús eligió una vida pobre, según las palabras de san Pablo:
“Siendo generoso, se hizo pobre para enriquecernos con su riqueza (2 Cor 8, 9)
A esa vida es la que él invita a sus discípulos: “ser alabanza de la Gloria de
Dios, ser orantes, dándose en servicio a los demás y sin apegos y sin estorbos
para realizar la Obra del Padre.” (Ef 1,13; Mc 1, 35; Jn 13, 13; Jn 4, 34) Para
que realicemos lo anterior Jesús, nos dejó su Carta Magna: “las
Bienaventuranzas”. Cada una de ellas, son un perfil de la persona de Jesús. Hay
una promesa de Jesús para quienes las viven: "Jesús le respondió: «Si
alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y
haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que
escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado." (Jn 14,23) Damos
gloria a Dios cuando ponemos en práctica sus Palabras, las Bienaventuranzas, es
el camino para que los hijos de Dios, vivan y caminen en Amor y en Verdad, en
Vida, en Justicia y en Libertad (Jn 14,6; Ef 4, 24; 2 Cor 3, 18).
Escuchemos
a san Pablo decirnos como tenemos que celebrar nuestra Pascua: "En
efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo
estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida
que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó
y se entregó a sí mismo por mí. No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si
por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en
vano." (Gál 2,19- 21)
"En
cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad,
bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley. Pues
los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus
apetencias. Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. No
busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los otros y envidiándonos
mutuamente." (Gál 5, 22- 26)
Es
la invitación del Apóstol a vivir los panes ázimos de pureza y verdad, justicia
y santidad, es decir vivir en la Gracia de Dios. Para poder así vivir en la
libertad de los hijos de Dios (Gá 5, 1) Lo anterior equivale a vivir como Jesús vivió, toda su vida fue donada, entregada, crucificada, resucitada y glorificada. Fue una vida llena y guiada por el Espíritu Santo.
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