3.- LA IGLESIA EXISTE PARA EVANGELIZAR

 

3.-   Iglesia existe para Evangelizar.

 

 

Objetivo: Manifestar el verdadero fin de la Iglesia: ser instrumento del Señor Jesús para llevar a término la obra redentora comenzada por él, para que los hombres en Cristo tenga vida eterna.

 

Iluminación: La Evangelización no se agota con la predicación y la enseñanza de una doctrina, sino que conduce  a la vida. Se da una intercomunicación entre la palabra y los sacramentos que produce la eficacia de la evangelización y es educación en la fe y vida en la gracia sacramental (EN 47)

 

1.    A modo de introducción.

 

El mayor remedio para combatir la pobreza, la ignorancia y los ateísmos, es la enseñanza viva y prolongada de la doctrina evangélica. No podemos negar que muchas veces se descuida esta enseñanza, se anuncian medias verdades, otras veces se dan las cosas por hechas (ya están evangelizados) o se le relega a un segundo plano. Por gusto o por dejarse llevar por la comodidad, pueden emplearse actividades cuyo resultado espiritual es más brillante que sólido. Se prepara la cosecha, pero se descuida la siembra, se construye rápidamente, pero se descuidan los cimientos. Se realizan actividades evangelizadoras buscando el lucro económico (se cobra en los congresos o en los retiros de evangelización dejando en duda la recta intención de los organizadores.) Otras veces se exagera en el costo de los estipendios por los sacramentos causando escándalo en los fieles que tienen una fe débil e incipiente... Llegan las primeras tempestades y todo se derrumba.

 

2.    ¿Qué es evangelizar?

  1. Evangelizar es ofrecer una Buena Noticia que se presenta a sí misma como el principio más hondo de salvación para el hombre. La Buena Noticia consiste en que Jesús de Nazaret, el Cristo de Dios, que pasó por el mundo haciendo el bien y que fue crucificado está vivo, presente y operante en los que creen el él para transformarlos en hombres nuevos, a su propia imagen .
  1. “Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro y renovar a la misma humanidad” (EN 14, 18). Evangelizar, es por eso,   sembrar el “poder de Dios” en el corazón de los hombres y de las culturas para instaurar el Reino del Señor, o sea, continuar como ministros de Cristo, su misma obra evangelizadora.
  1. Evangelizar es enseñar a la gente el arte de vivir en comunión. Evangelizar es anunciar la persona de Jesús, la adhesión a su persona, a su destino  y a su misión; dicho de otra manera, anunciar a Jesús, su obra redentora, su Reino y sus valores. Evangelizar es ante todo dar testimonio de una manera sencilla y directa, de Dios revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo (EN 26) Una clara proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de l gracia y de la misericordia de Dios (EN 27).
  1. Evangelizar es enseñar el arte de vivir en comunión con Dios, consigo mismo, con los demás y con la naturaleza. Todo bautizado está llamado a ser discípulo misionero de Jesús. Así lo dice Aparecida: “Discípulos Misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos tengan en él vida eterna” (DA 3) para que el mundo pueda tener vida en Cristo.

 

3.    La acción evangelizadora.

La Iglesia evangeliza cuando proclama el primer anuncio, cuando celebra la Eucaristía y demás sacramentos, cuando da testimonio de la caridad de Cristo, cuando reconcilia a los hombres; cuando ayuda a crecer en la fe y en humanidad. La Iglesia Evangeliza dando vida. Para esto necesitamos la “unción poderosa del Espíritu Santo”. “Como el Padre me envió también yo os envío. Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”. A quienes perdonéis los pecados…” (Jn 20, 21-23)

 

En la Liturgia, la Palabra se hace acontecimiento. Digámoslo con toda claridad: La iniciativa evangelizadora viene de Dios, autor de las promesas, pero se requiere la cooperación del evangelizador a modo de acción instrumental. Lo anterior nos lleva a comprender lo que es la “pastoral de la Iglesia”: >>>continuar o hacer presente la acción liberadora y salvadora de Cristo en la Historia para que los hombres creyendo, tengan en Él vida eterna<<<

 

  1. ¿Cuál es el contenido de la Evangelización?

Lo esencial del anuncio del Evangelio es proclamar que Jesús de Nazaret es el Cristo de Dios; “es nuestra paz” (Ef 2, 14) “es nuestra vida” (Col 3, 4)  “es nuestra sabiduría”, “nuestra justicia”, “redención y santificación” (1 de Cor 1, 30), es nuestro “único fundamento” (1 de Cor 4, 11) y “nuestra única esperanza” (Col 1, 27). Es también la Cabeza de la Iglesia y la Plenitud de todo.  Lo primero es saber que Cristo salvador, es el centro de la evangelización (1 de Cor 1, 17ss), que Él, actúa por medio de la Iglesia para dar a los hombres el contenido, que no es otro, que la salvación anunciada, proclamada y realizada por Jesús redentor, y es, hoy dia actualizada en nuestras vidas por la acción del Espíritu Santo.

La evangelización cristiana proclama con fuerza y poder: a Jesús Hijo de Dios (vida, muerte y resurrección), predica la fe y la conversión, administra el bautismo, la eucaristía, el perdón de los pecados, el don del Espíritu Santo, enseña sobre los valores del Reino, la dignidad del hombre y los derechos que le asisten, la práctica de las virtudes, la última venida de Jesús al final de los tiempos, la comunión eclesial (EN 37).

La oración y el testimonio de vida, las obras de caridad y los compromisos concretos, personales y sociales son parte de una gama de posibilidades; son parte del contenido de la Evangelización. Puede darse la preferencia momentánea en alguno de los puntos, sea por la vocación de cada uno, sea por las instancias actuales de la acción del Espíritu Santo, sea por las necesidades concretas de una comunidad humana, pero nunca debe olvidarse la riquísima gama que abarca la acción evangelizadora.

 

5.    ¿Qué medios tenemos para evangelizar?

“No habrá nunca evangelización posible sin acción del Espíritu Santo” (EN 75) La salvación anunciada y comunicada por Jesús y su Iglesia no pone su esperanza en los medios humanos, sino en la fuerza de Dios. El Señor Jesús no envió a los “Doce” con las manos vacías para que realizaran la misión de anunciar el Evangelio, perdonar los pecados, sanar los enfermos y expulsar el mal (Mc 3, 12-13), los “ungió” con el Espíritu Santo, el primer y principal evangelizador; es Él quien impulsa a cada evangelizador a  anunciar el Evangelio. (EN 75).

 

Hay, en la Iglesia, diversidad de ministerios, pero, unidad de misión. Cristo ha confiado a los apóstoles y a sus sucesores, el cargo de enseñar, santificar y gobernar en su nombre y con su poder. El Papa Pablo VI nos dejó dicho: “Bástenos recordar algunos sistemas de evangelización, que por un motivo u otro tiene una importancia fundamental:

El testimonio de vida, una predicación viva, la liturgia de la Palabra, la catequesis, la utilización de los medios de comunicación social, el contacto personal, la función de los Sacramentos y la Piedad popular (EN 40-48)

Hoy podemos decir que la Palabra, los Sacramentos y las Obras de Misericordia son lugares y medios para evangelizar, es decir, para dar vida. Evangelización, ya sea personal o comunitaria, por medio de retiros, talleres de capacitación, catequesis, congresos, grupos de oración y estudio bíblico. La Iglesia evangeliza cuando hace apostolado de casa en casa, visita los enfermos, los presos, atiende a los pobres mediante dispensarios médicos y comedores públicos, etc.

EL Documento de Apostolado para los Laicos nos dice: “Pero los laicos, hechos participantes del cargo sacerdotal, profético y real de Cristo, asumen en la Iglesia y en el mundo su parte en lo que es la misión del pueblo de Dios… Los laicos sacan de su unión misma con Cristo el deber y el derecho de ser apóstoles…los sacramentos, y sobre todo la Eucaristía, comunica, y alimenta en los laicos, esa caridad que es como el alma de todo apostolado” (El apostolado de los laicos, 11-3)

 

6.    Los Carismas en la Iglesia.

Un carisma, sencillamente, podemos decir que es, el instrumento de trabajo que Dios  en Cristo por el Espíritu pone en nuestras manos para que contribuyamos en la construcción de la Iglesia. Es una manifestación de la Gracia de Dios en favor de toda la comunidad. El sentido del carisma siempre será el bien común, son dados para edificar la Iglesia, ayudarnos a crecer en Santidad.

Para la “misión” que el Señor ha dado a su Iglesia, la ha dotado de carismas, tanto, ordinarios como extraordinarios con la finalidad de construir el “Cuerpo de Cristo”. En la eclesiología de san Pablo encontramos esta distribución de dones que tienen como objetivo el bien común. Para esto Cristo concede a unos ser profetas, a otros ser apóstoles y a otros ser maestros. A unos más ser evangelizadores y a otros ser pastores.

  • El profeta es el que abre brecha; tumba monte, anuncia, denuncia y renuncia a sus propios criterios para predicar los caminos de liberación y denunciar los caminos de opresión.
  • El apóstol viene después del profeta a confirmar el trabajo que se ha hecho y a organizar nuevas formas de trabajo y nuevos ministerios.
  • El maestro profundiza lo realizado por los carismas anteriores; es un catequista que explica y ahonda las verdades de la fe.
  • El evangelizador es un sembrador, que siembra y riega los corazones con la Palabra de Dios, llevando a los hermanos en un proceso de crecimiento a enamorarse de Jesús, de la Iglesia y de la humanidad.
  • El pastor guía y conduce a los pastos de discernimiento y conocimiento de Dios. El pastor es también un acompañante, un amigo que camina junto con el rebaño dando su vida y enseñando a dar vida con su palabra y con su testimonio. “Y esto para capacitar a los fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo”. El pastor no es peor ni mejor que los demás.

Los carismas que nos presenta san Pablo son  cada uno de ellos “don y respuesta”. Son el fruto de la acción pastoral debidamente llevada  “en la comunión con Dios, mediante la vida de oración, la predicación o enseñanza, las oblaciones y los sacrificios, la organización y la puesta en común de los dones que Dios derrama en su Pueblo. Son ya frutos de la acción pastoral, de la evangelización.

En esta perspectiva las acciones de los “obreros de la Viña”, según Esquerda Bifet, aparecen como los signos eclesiales de la evangelización, portadores de gracia y salvación y tienen como finalidad “implantar la Iglesia” es decir, enraizar en la vida humana la epifanía y la cercanía de Dios. Estos signos son manifestación de las tres vertientes de la pastoral: la Palabra, el sacerdocio y el signo de la realeza o de la organización de la comunidad: Profetas, Sacerdotes y Reyes. (Espiritualidad misionera de Esquerda Bifet. Pág. 103).

                                                                                

7.    ¿Cuál es el fruto de la acción pastoral?

 

1)             Fruto de la acción pastoral es el “hombre nuevo” remido y justificado por Cristo (Rm 5, 1-5; 2 Cor 5, 17); al apropiarse de los frutos de la redención ha sido reconciliado con Dios y con los miembros del Cuerpo de Cristo…se ha adherido a la persona de Jesucristo con todas sus implicaciones teológicas y morales ilustradas por el Magisterio (I en A 52); ha aceptado el evangelio como norma para su vida…y toma la decisión de seguir a Cristo. (cnf 2 Cor 5, 15) El Apóstol Pablo nos hace dos exhortaciones que nos ayudan comprender este estilo nuevo de vida. 

“Os exhorto hermanos por la misericordia de Dios a que ofrezcáis vuestros cuerpos como hostia vida, santa y agradable a Dios, este ha de ser vuestro culto espiritual.” (Rm 12, 1) Esta palabra de Pablo nos ayuda a entender que en la Iglesia nadie estorba, todos son importantes y todos, desde su pobreza, enfermedad o fracaso son útiles a los intereses del Reino. El sufrimiento y el dolor tienen un sentido oblativo que nos hace decir: “Los pobres también nos evangelizan”.

“Hermanos os exhorto a que llevéis una vida del llamamiento que han recibido”.  Es el llamado a la santidad, a vivir como hijos de Dios, de acuerdo al Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo (Fil 1, 29). ¿Qué implica vivir este Evangelio? Un estilo de vida que ha sido vivido por Jesús que nos invita a aprender de Él: Manso y humilde corazón. Pablo nos recuerda: sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el espíritu con el vínculo de la paz. (Ef 4, 1ss)

 

2)             No podemos olvidar que otro fruto de la acción apostólica son los nuevos Agentes de Pastoral, los nuevos discípulos y apóstoles que se han aventurado en el seguimiento de Cristo. Hombres y mujeres que han tenido un encuentro personal con Jesús el Señor que los llevado a encarnar la “doble certeza” en sus vidas: La certeza de saberse amados y elegidos por Dios y la certeza de su amor a Dios y a la Iglesia. Cuando esta doble certeza se ha enraizado en el corazón de los creyentes, entonces se puede hacer la “opción por Cristo” aceptando todas las implicaciones que conlleva el seguimiento.

3)             Un fruto precioso de la Evangelización son las Comunidades florecientes convocados por la Palabra, alimentadas por la Eucaristía, revestidas con ministerios y servicios, caminan de la mano de Jesús y de María en comunión con sus pastores y trabajan en la edificación de Comunidad parroquial. Comunidades que son “verdaderas lámparas vivas de fe, esperanza y cridad (I en A 52)

 

8.    Para profundizar el Tema.

  • Leer y reflexionar en grupos el Himno Cristológico de Efesios 1, 3- 10, que nos revela el Plan salvador de Dios a favor de toda la humanidad.
  • Compartir en Plenario lo que la Palabra haya revelado a cada uno de los integrantes de los grupos.
  • Despedirse con una oración abierta y compartida pidiendo a Dios que realice su Plan de Vida y dando gracias al Señor por todas las manifestaciones amorosas y liberadoras que estamos viendo en nuestra vida y en los demás.

                                      

 

 

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