8. LA HUIDA A EGIPTO

 

8.        LA HUIDA A EGIPTO

 

1.- La Huida a Egipto.

El Ángel habla, no con María, sino con José, le dice: “Levántate toma al Niño y a su Madre y huye a Egipto y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle.” Él se levantó, tomó de noche al Niño y a su Madre y se retiró a Egipto. (Mt 2,13ss).

La huida a Egipto se debe comprender a la luz de la historia de la Salvación. Responde a una profecía del profeta Oseas “De Egipto he llamado a mi Hijo” (11,1) Egipto es el lugar donde fueron esclavizados los hebreos a lo largo de 430 años. Egipto significa para Israel la tierra de la opresión y de explotación.

Apenas nacido, el tirano Herodes se enfurece y José, la madre con el Niño tienen que huir y trasladarse más allá de la frontera de su patria para irse a un país extraño donde reina el misterio de la impiedad: Tentaciones y pruebas a lo largo de un viaje largo y molesto.

El término “De Noche” en sentido bíblico expresa el momento de las tinieblas, la hora de Satanás. El momento en que reina el pecado. Jesús el Liberador del pecado, tiene por el momento, que huir cubriéndose con las sombras de la noche. Ya llegará su Hora, cuando el Príncipe de las tinieblas sea echado fuera y los hombres sean liberados de su poder.

2.- Razones de la huida a Egipto.

·         Para salvar la vida del Niño por medios naturales y sin intervención milagrosa alguna. Enseñándonos a nosotros a huir de todos los peligros que atentan contra nuestra salvación y a no tentar a Dios pidiéndole milagros cuando está a nuestra mano realizar algunas cosas.

·         Para que se cumpliese la profecía de Oseas: “De Egipto llamé a mi hijo”. Esta profecía se refiere a Israel que Dios sacó de Egipto por medio de Moisés, liberándolo así de las garras del Faraón. El Evangelista la aplica a Jesús, el hijo por excelencia de Dios. También puede ser aplicada a cualquiera de nosotros los que hemos sido rescatados de la servidumbre del pecado.

·         Para que recibieran los paganos de Egipto las primicias de la futura redención de Cristo, que había de extenderse al mundo entero.

·         Huye a Egipto para que los que sufren persecución por el nombre de Cristo, los que toleran persecuciones, los que aguantan injurias, permanezcan con fortaleza, luchen con valentía, no abandonen la Iglesia, sino que se acuerden siempre que el Señor sufrió siempre de manos de los pecadores.

 

3.- La actitud de José.

José no se escandalizó, no obstante hacía poco tiempo que el Ángel le había anunciado que el Niño salvaría a su pueblo, y ahora no era capaz de salvarse a sí mismo, si no que tenía la necesidad de huir. La razón es que aún no era tiempo de hacer maravillas. Esto parece contrario a las promesas, pero José no dice nada porque es un varón fiel. Nada pregunta, sino que obedece, cree y soporta todas las pruebas con valentía. Acepta de Dios los trabajos, las fatigas y las alegrías del Nacimiento de Jesús. Para la lengua semita José significa: “otra vez y otra vez”. José es el hombre que obedece una y otra vez. Es el siervo prudente y fiel.

La causa de la huida, como dijimos antes, es el alboroto en la ciudad y la furia de Herodes, pero además, responde al cumplimiento de la profecía de Oseas. Tres cosas podemos decir sobre Egipto: Es la tierra del Faraón que sometió a Israel a la servidumbre, figura del pecado. Egipto es también lugar de refugio, primero para los descendientes de Jacob que fueron allá para no morirse de hambre; después la sagrada Familia huye allá para no morir en las manos de Herodes.

Podemos decir que Jesús es Maestro desde el mismo momento de su Nacimiento. Él nos enseña con su propia vida. Nos enseña con su vida lo que es la vida cristiana: un camino lleno de experiencias dolorosas, pero también gozosas. El dolor de la huída y el gozo del regreso a la Patria. Su vida misma es una parábola, con la experiencia del destierro se afirma como el Siervo doliente de Yahveh. Nos muestra el carácter sacerdotal de una vida consagrada totalmente a la voluntad del Padre: “Heme aquí Oh Dios para hacer tu voluntad” (Heb 10, 9), rezó Jesús al entrar en el mundo de los hombres y a lo largo de toda su existencia terrena.

4.- La vuelta de Egipto.

No sabemos cuánto fue el tiempo que la sagrada Familia permaneció en Egipto pero la mayoría está de acuerdo en afirmar que la estancia en Egipto no duró más de unos cuantos meses. Como quiera que sea el Evangelista nos relata la vuelta de Egipto en la siguiente forma:

Muerto Herodes, he aquí que el Ángel del Señor se apareció a José en sueños diciéndole: “Levántate toma al Niño y a su Madre y marcha a la tierra de Israel”. Ya no dice huye, sino marcha. Es la vuelta a casa, al terruño para reunirse con los suyos.

Se levantó el destierro, pudo volver a su patria e ir a instalarse en Nazaret en vez de en Belén para que se cumpliera la Escritura: “Será llamado Nazareno” (Mt 2, 23).

Para nosotros es salir de la servidumbre del pecado, el exilio, tierra de esclavitud, para ponernos en camino de “éxodo”, e ir hacia la tierra prometida, tierra que mana leche y miel. “levantaos puertas antiguas, se acerca vuestra liberación”.

 

5.- Aplicación a nuestra vida.

·         La vida cristiana no es una vida conformista y fácil. El cristiano ha de aprender a luchar y a vencer las fuerzas del mal, las pruebas y los peligros que la vida le vaya presentando. El camino es angosto y está lleno de obstáculos, internos o externos, pero en cada uno de ellos el cristiano tiene la oportunidad de madurar y de dar gloria a Dios.

·         Las pruebas de la vida son experiencias liberadoras que purifican la fe y dan crecimiento espiritual cristiano. Sólo los que sufren maduran y tienen una enseñanza para los demás.

·         Preocuparnos por los que no tienen casa, ni tierra, ni patria, por los que están de paso, sabiendo que Jesús fue forajido en tierra extranjera.

·         Ayudar a los demás en los momentos difíciles, momentos de carestía económica, de aridez espiritual, de sufrimiento y dolor para nuestros hermanos los hombres. El camino no es tan pesado cuando compartimos las cargas de los demás.

De la manera que María y José no estuvieron solos en su penoso viaje a Egipto al contar con la compañía de Jesús Niño, podemos afirmar también que nosotros contamos con la compañía de Cristo Resucitado en el camino de la vida en cada uno de los momentos difíciles de la vida.

 

6. Canto: Juntos como hermanos.

7. Oración: “Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta por Dios; mi boca se ríe de mis adversarios, porque gozo con tu salvación. Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor; los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan; la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras que la madre de muchos queda baldía”.

 


 

 

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