LA CONVERSIÓN CRISTIANA SEGÚN SAN PABLO




La conversión cristiana según el Apóstol Pablo.


 


1.     Para Pablo, la conversión es don de Dios y respuesta nuestra.

Para el Apóstol Pablo la conversión es un irse llenando de Cristo y a la misma vez, un irse despojando de todo aquello que no viene de la fe (Rom 14, 23). Es un irse revistiendo de Cristo, el Hombre Nuevo y despojándose del hombre viejo (Ef. 4, 24). Es la conversión que nos da una mente y un corazón nuevo; creer en Cristo Jesús para ir saliendo de las tinieblas para entrar en la Luz (1 Pe 2, 9) es salir del dominio de Satanás para entrar al dominio de Dios (Col 1, 13).

Para el Apóstol, la purificación del corazón, la conversión y la renovación de nuestras vidas sólo puede ser posible en la “obediencia a la Palabra de Cristo”. El Apóstol Santiago nos recuerda: “No se contenten con ser oyentes, hay que se practicantes (St 1, 22) Obediencia que nos pone en camino hacia la “Plenitud” de Cristo (Col 2, 9) y nos hace discípulos de Él: sin seguimiento, sin discipulado no conoceremos el amor de Dios que se ha manifestado en Cristo (Jn 14, 23). La purificación del corazón pide renuncias y sacrificios (2 Tim 2, 22). Sin renuncias no hay vida, no hay virtud, no hay libertad, no seremos servidores de Cristo, sino “de la carne” (cf 1 Pe 2, 1) Para Pablo conversión y la vida nueva tienen dos dimensiones: una es negativa y la otra es positiva:

2.     La conversión es despojarse.

Para Pablo la conversión es despojarse del traje de tinieblas: “Despojaos del hombre viejo: “Despójense de su conducta pasada, del hombre viejo que se corrompe con sus malos deseos (1 Cor 6, 18). Es un morir al pecado para vivir para Dios (Rom 6, 11). Despojarse del hombre viejo es quitarse el traje de tinieblas (Rom 13, 11ss); es apartarse del pecado; es huir de la lujuria (2 Tim 2,22); es darle muerte a todo lo terrenal: La inmoralidad sexual, la pasión desordenada, los malos deseos y la avaricia…Pero ahora dejen todo eso… (cfr Col 3, 5- 9). Con palabras del Pedro diríamos: “huyan de la corrupción para que puedan participar de la naturaleza divina” (2 Pe 1, 4).

3.     La conversión es revestirse.

Par el Apóstol la conversión es “Revestirse del hombre nuevo” “y renuévense en su espíritu y en su mente; y revístanse del hombre nuevo creado a imagen y de Dios en justicia y santidad” (Ef 4, 22- 24). Revestirse del Hombre Nuevo es revestirse de Cristo: “Por lo tanto como elegidos de Dios, consagrados y amados, revístanse de sentimientos de profunda compasión, de amabilidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia, de misericordia… que la paz de Cristo dirija sus corazones” (Col 3, 12ss). Revestirse con el “vestido nuevo”: “justicia, bondad y verdad” (Ef 5, 9). Es revestirse de Cristo, con la “armadura de Dios”; es ponerse el vestido de “Luz”. Para el Apóstol la Vida Nueva es don de Dios y lucha contra nuestro pecado y el pecado de los demás. Por eso en su oración pide a Dios: “Qué el Espíritu Santo fortalezca en ustedes el hombre interior”. Y que Cristo habite en ustedes por la fe para que puedan conocer el amor de Cristo a profundidad (cfr Ef 3, 16ss)

4.     La conversión como don y lucha.

En esta lucha Pablo nos exhorta a usar las “Armas de luz” que son las virtudes cristianas, sin las cuales “no habrá conocimiento ni fidelidad a Dios”; estaríamos desnudos y desprovistos de la “gracia de Dios” y sin las armas para luchar contra nuestra pecaminosidad: Dos textos de la Escritura nos confirman la lucha espiritual de los cristianos:

Ø  “Reconozcan el momento en que viven, que ya es hora del despertar del sueño: ahora la salvación está más cerca que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día se acerca; abandonemos las acciones tenebrosas y vistámonos con las armas de la luz” (Rom 13, 11- 12).

Ø  “Por lo demás, fortalézcanse con el Señor y con su fuerza poderosa. Vístanse la armadura de Dios para poder resistir los engaños del Diablo. Porque no estamos luchando contra seres de carne y hueso, sino contra las potestades… Por lo tanto tomen las armas de Dios para poder resistir el día funesto y permanecer firmes a pesar de todo” (Ef 6, 10- 13)  Sin lucha no hay victoria y sin victoria no hay corona

5.     Las armas de Pablo.

Para este guerrero de Crtisto su fuerza está en “Revestirse de Cristo.” Para configurarse con él; es un irse llenando de Cristo para tener su mente y sus sentimientos, sus preocupaciones y sus luchas, sus intereses y los criterios de Cristo Jesús (cfr Flp 2, 5). Pablo pudo decir “Para mi vida es Cristo” porque a la misma vez, Cristo es el centro de su vida, es su salvación, su justicia, su sabiduría, su redención, su consagración y redención (1 Cor 1, 30). Para el Apóstol su convicción de Apóstol de Cristo por voluntad del Padre y la experiencia de su Resurrección son verdaderas armas en su lucha contra el Mal (cf Ef 1,1; Flp 7,7s). Para Pablo la fe no es un sentimiento, es más bien una convicción profunda de que en comunión con Cristo, todo es posible, razón por la que pudo decir: “Todo lo puedo en Cristo Jesús que me fortalece” (Flp 4, 13)

6.     ¿Cómo logró Pablo este crecimiento espiritual?

¿Cuál es la clave del Apóstol? Tres son sus armas poderosas, verdaderas armas de Luz:
a) Una mente iluminada por la Verdad. b) Una voluntad firme, férrea y fuerte. c) y un corazón lleno de amor a Cristo y a la Iglesia.

Estas hermosas realidades en la vida del Pablo lo hacen decir: “Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que os ofrezcáis a vosotros mismos como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Tal debería ser vuestro culto espiritual” (Rom 12, 1). ¿Cómo puede esto hacerse realidad? Con la fuerza del Espíritu Santo y nuestros esfuerzos, renuncias y sacrificios, es decir, con la “Gracia de Dios” y nuestra colaboración podremos lograrlo: “Por eso te recuerdo que avives del don de Dios que recibiste por la imposición de mis manos. Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y templanza” (2 Tim 1, 7). La mezcla de la “gracia y nuestras renuncias y esfuerzos, dan a luz: una voluntad firme, férrea y fuerte para amar a Dios y al prójimo al estilo de Pablo. Voluntad que queda manifiesta en las “armas de Dios”

Cíñanse con el cinturón de la verdad. Vistan la coraza de la justicia. Calcen las sandalias del celo para propagar la Buena Nueva de la paz, Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, Pónganse el casco de la salvación, Empuñen la espada del espíritu que es la Palabra de Dios, y Vivan orando y suplicando, oren en toda ocasión, animados por el Espíritu (Ef 6, 14ss).

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