Vosotros sois mis amigos, si hacéis
lo que yo os mando.
Iluminación:
Porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito, para que todo
el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.” (Jn 3, 16).
Introducción:
“En cierta ocasión, estando él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y
pecadores se sentaron a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos
los que le seguían.” (Mc 2, 15)
Jesús,
el Amigo que nunca falla, fiel y solidario
Para Jesús, amigo
significa amado y amiga significa amada. En Jesús el Amor es Amistad. Jesús
enseño con parábolas, pero su vida misma es una parábola: Se sentó a la mesa
con pecadores y publicanos para enseñarlos que también ellos son invitados a la
Mesa con el Padre celestial. Se hace amigos suyos, para luego ayudarles hacerse
amigos de su Padre, muy amado. Se hizo hombre para levantar a los caídos a la
dignidad de hijos de Dios; para hacer de
los que eran enemigos de Dios, una Familia de hermanos y amigos. “Vino a
anunciar la paz: paz a vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban
cerca. Por él, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu.
Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y
familiares de Dios” (Ef 2, 17- 19).
El amor puede ser unidimensional,
de un solo lado. Así, podemos decir que Dios nos ama, aún a pesar de que
nosotros no lo amemos. Podemos amar a una persona aunque, ella, no nos ame. En cambio en la amistad hace falta
la reciprocidad, somos amigos si nos amamos mutuamente. El amor de amistad
exige un mínimo de justicia: reconocimiento personal mutuo, aceptación mutua,
respeto incondicional mutua y el perdonarse mutuamente. El amigo verdadero se
preocupa de sus amigos, se hace responsable de los suyos y tiene siempre la
disponibilidad de servir a los que ama y considera sus amigos.
¿Qué
hace Jesús para hacernos sus amigos?
Lo primero es creer en
él, obedecerlo, amarlo y seguirlo. Nos llama a entrar en comunión con él y con
todos los miembros de su Cuerpo. El profeta Oseas nos dice la importancia de la
escucha y obediencia de su Palabra: “Por eso voy a seducirla: voy a llevarla al
desierto y le hablaré al corazón. Te haré mi esposa para siempre; te desposaré
en justicia y en derecho, en amor y en compasión; te desposaré en fidelidad, y tú conocerás a
Yahvé. (Os 2, 16. 21- 22) San Pablo lo confirma la Alianza de Cristo: “Vino a
anunciar la paz: paz a vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban
cerca. Por él, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu.
Así pues, ya no sois extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y
familiares de Dios.” Ef 2, 17- 19) Para atraerlos hacia él, “les da su Palabra,
perdona sus pecados y les da Espíritu Santo”. A la luz de la Historia de salvación, nos libera, nos
reconcilia, nos transforma y nos promueve, tal como, lo dice la Escritura de
Cristo resucitado: “Entonces se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto, les
mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús
les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os
envío.» Dicho esto, sopló y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les
quedan retenidos.” (Jn 20, 19- 23) Así lo había dicho en la oración
sacerdotal: “Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has
dado, porque son tuyos; todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y mi gloria
se ha manifestado en ellos.” (Jn 17, 9- 10)
La
amistad verdadera es promotora de personas.
Hace bastantes años,
cuando yo no aún no conocía la Palabra de Dios, fui testigo de un encuentro
entre dos amigos que eran del estado de Guerrero, México. Estaba en Tijuana
queriendo pasar de manera ilegal para los Estados Unidos, ahí conocí a uno de
ellos, y le pregunté que como le iba hacer para pasar la frontera. Me dijo, mi
amigo que vive en los Angeles de California, me mandó mil dólares, la mitad se
la dejé a mi esposa y con la otra mitad me puse en camino. El viernes vendrá por
mí, así me lo ha prometido. Fui testigo de su encuentro, había alegría y
confianza. Escuché las palabras del que llegó: “Ya tienes trabajo para el
lunes, trabajarás conmigo en la construcción, vivirás en mi casa con mi
familia; luego traeremos a tu familia; para que tengas todo lo que yo tengo, carro
y casa y te ayudaré a tener papales de residencia. Mi deseo es que vivas bien y
que tengas lo que yo tenga o más”. Lo único que pude pensar fue algo que se
vino a mi mente: “De esos amigos quisiera ser yo.” Amigo solidario y servicial,
capaz de preocuparse, responsabilizarse y compartir lo suyo con sus amigos. Es
lo que Jesús nos dice: “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus
amigos.” (Jn 15, 13)
¿Qué
pide Jesús a sus amigos?
“Los promueve dando su
vida por ellos: No me habéis elegido vosotros a mí; más bien os he elegido yo a
vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto
sea duradero; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre él os lo
conceda. Lo que os mando es que os améis los unos a los otros.” (Jn 17, 16- 17)
La
gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. Como el Padre me amó, yo también os he amado;
permaneced en mi amor. Si guardáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de
mi Padre, y permanezco en su amor.” (Jn 15, 8- 10)
Permanezcan en mi amor. “déjense lavar los pies, para que luego ustedes laven
los pies a los demás (cf Jn 13, 13) Guarden mis Mandamientos y síganme como
discípulos míos para que donde yo esté. También ustedes estén. Sin seguimiento no
veremos la gloria de Cristo, no daremos gloria a Dios y no amaremos a nuestros
hermanos.
La
clave para ser amigos de Jesús.
Discípulo es aquel que
escucha la Palabra de Cristo y la obedece; acepta pertenecer a Jesús y a los
suyos. De manera que entra y vive en comunión con él y con los suyos para hacer
con ellos una Comunidad de vida y amor, cimentada en la Amor, la Verdad y la
Vida (cf Jn 14, 6) Es el modo para entrar a la alianza de amor y amistad, sellada
con la sangre de Cristo y hacernos sus hermanos y amigos, y por ende, hijos de
Dios. Tres cosas encuentro que brotan de la Alianza con Cristo: Amarlo,
Seguirlo y Servirlo. No son tres cosas, son una misma realidad. Permanezco en
su amor, sí permanezco en su Cruz, para darle vida a mi pecado y vivir
sirviendo apara Dios en favor de todos los hombres, Ese es el amigo de Jesús,
el que da la vida por él: “Para mí la vida es Cristo” (Flp 1, 21)
¿Quién es el que ama a
Jesús? “El que tiene mis mandamientos y los lleva a la práctica, ése es el que
me ama; y el que me ame será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré
a él.» «Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará; y vendremos
a él y haremos morada en él.” Jn 14, 21. 23) Ámame y sígueme para que puedas
ser un servidor y amigo mío. ¿Cómo? Guarda mis mandamientos (1 Jn 2, 3) y configúrate
conmigo viviendo las “Bienaventuranzas.”
«Bienaventurados
los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los
Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la
tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados
los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán
llamados hijos de Dios. Bienaventurados
los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de
los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan, y cuando,
por mi causa, os acusen en falso de toda clase de males. Alegraos y regocijaos, porque vuestra
recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a
los profetas anteriores a vosotros. (Mt 5, 3- 12)
Esta es la Carta Magna
de Jesús para sus amigos para amar lo que él ama y servir con amor a los otros,
como él nos amó primero )cf 1 Jn 4, 10. 19) Recordando las instrucciones de la
Madre: «Haced lo que él
os diga.» (Jn 2, 5) para que sean sus amigos y sus discípulos: Nadie tiene mayor amor que el que da
su vida por sus amigos. Vosotros sois
mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.” (Jn 15, 13- 14) Por ese camino seremos también
hijos de Dios.
No podemos a servir a dos señores. No podemos amar a Jesús,
el Señor y amar al mundo. Quién se decida ser amigo de Cristo, Jesús, que rompa
la amistad con el mundo y tome la firme determinación de seguir a Cristo y amar
a sus hermanos. No nos bajemos de la Cruz de Cristo para no salir de su Amor y
caer en el pozo de la muerte.
Para el día de san
Valentín.
Publicar un comentario