Iluminación:
Se le presentaron su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a
causa de la gente. Le avisaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y
quieren verte.» Pero él les respondió:
«Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la
cumplen.» (Lc 8, 19- 21)
Aceptar
y someterse al Plan de Dios, significa creer y seguir a Cristo.
Pablo lo ha predicado:
Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los
hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad”. (1 Tim 2, 4).
Todos judíos y gentiles, este es el secreto que estuvo oculto por siglos y
generaciones y que se ha revelado en Cristo. “En efecto, nos ha dado a conocer
el misterio de su voluntad, conforme al benévolo proyecto que se había propuesto
de antemano,” (Ef 1, 9) Conocer el Misterio de su Voluntad, hace referencia al
“Proyecto, al Plan de vida, al Designio de amor que Dios ha revelado en la
historia. Proyecto que Dios ha manifestado en la Plenitud de los tiempos,
enviando a su Hijo Jesús para levantarnos del pozo de la muerte y para darnos
al Espíritu Santo; (cf Gál 4, 4- 6) para transformarnos en hijos de Dios en
Cristo (cf Ef 1, 5) El Plan de Dios es Cristo Jesús que ha venido a realizar la
Obra del Padre (cf Jn 4, 34) “con el fin de realizarlo en la plenitud de los
tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y
lo que está en la tierra. A él, por
quien somos herederos, elegidos de antemano según el previo designio del que
realiza todo conforme a la decisión de su voluntad, para que alabemos su gloria los que ya antes
esperábamos en Cristo. Cristo es la cabeza de todo y de todos. Cabeza no es el
que está por encima, el que domina, el que aplasta, en sentido religioso, es el
“principio de vida,” el primero en morir y el primero en resucitar para dar
vida eterna a todos los que crean en su Nombre y para ser “juez” de vivos y de
muertos.
Tu
madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte.
Se le presentaron su madre y sus hermanos,
pero no podían llegar hasta él a causa de la gente (Lc 8, 19) Jesús está en la
casa de Cafarnaúm, enseñando a una gran multitud de discípulos que abarrotaban
la casa de manera que nadie podía entrar. Le avisan: te llaman tu madre y tus
hermanos. Jesús aprovecha la oportunidad para dar una enseñanza sobre el Reino,
al que nadie entra por los lazos de la carne y de la sangre, sino por la fe y
la conversión (cf Mc 1, 14- 15) No se entra por que hay familias o personas muy
devotas, familiares o amigos con poder religioso, todos incluyendo su Madre, si
se quiere entrar según el Plan de Dios,
hay que creer y obedecer la palabra:
“No todo el que me dice señor, señor, entra en la casa de mi Padre, si
no los que hacen la voluntad de Dios (Mt 7, 21) Y María, fue la primera
creyente y la primera discípula de Cristo Jesús, su hijo: “He aquí la esclava
del Señor, hágase en mi según su Palabra” (Lc 1, 38) Como primera
evangelizadora, habla de su corazón, habla de su experiencia de salvación, dice
a los sirvientes de una Boda y hoy, a todos nosotros: “Hagan lo que él les
diga” (Jn 2, 5). Por la obediencia a la Palabra de Dios pudo proclamar en el
Magnificat: El todo poderoso ha hecho obras grandes por Mi (cf Lc 1, 49) Desde
el Designio de salvación de Dios podemos decir, que Dios, Poderoso y Santo,
podía habernos salvado por cualquier camino, pero, su voluntad, fue salvarnos
por la fe en Cristo Jesús, y quiso darnos a Jesús por medio de María, la
humilde aldeana de Nazaret (cf Lc 1, 26; Gál 4, 4) Jesús confirma el Plan de
Dios sobre María al compartir su Madre con nosotros: “He ahí a tu Madre”
(Mt 1, 18; Jn 19, 25) Con la fuerza del
Espíritu dice: “Todoas las generaciones me llamaran “bendita y bienaventurada”
(Lc 1, 42. 49)
Creer
en Jesús implica creerle a Jesús.
¡Creo en Jesús¡ Pero,
¿Le creo a Jesús? ¿Su Palabra es norma para mi vida y luz en mi camino? No nos
engañamos, sólo el cree en Jesús y abraza la voluntad de su Padre, manifestada
en su Hijo, está realmente en camino de Salvación. El Mandato del Padre es
creer en Jesús y amarse unos a los otros como él nos amó a nosotros (1 Jn 3,
23) Primero es creer, para después amar a Dios y a los hombre, porque Dios nos
amó por primero (cf 1 Jn 4, 10) Una fe sin obediencia está vacía y desnuda de
vida y de verdad, es tan sólo una creencia que se lleva como conocimiento, para
que haga vida, hemos de bajarla al corazón para amar, conocer y servir al Señor
Jesús que dice a los religiosos de su época y a nosotros: “¿Porque me dicen
señor y no hacen lo que yo les digo? La obediencia a Cristo implica en “Guardar
sus Mandamientos” y en Guardar sus Palabras, para de este modo amar a Dios y
amar al prójimo (cf Jn 14, 21. 23).
La
Iglesia en el Plan de Dios.
Jesús llamó a un grupo
de galileos para que estuvieran con él y para enviarlos hasta los confines de la
tierra (Mc 3, 13- 14) Los preparó para que continuaran en la historia “La Obra
redentora” que él la había realizado desde la Cruz, murió para perdonar los
pecados de los hombres y para reunirlos y hacer de todos un sólo cuerpo:
“Porque él es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el
muro divisorio, la enemistad, y anulando en su carne la Ley con sus
mandamientos y sus decretos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre
Nuevo. De este modo, hizo las paces y
reconcilió con Dios a ambos en un solo cuerpo, por medio de la cruz, dando en
sí mismo muerte a la Enemistad. Vino a anunciar la paz: paz a vosotros que
estabais lejos, y paz a los que estaban cerca. Por él, unos y otros tenemos
libre acceso al Padre en un mismo Espíritu. (cf Ef 2, 14- 17)
El
Gran envío de Jesús a sus Apóstoles y desde ellos a toda la Iglesia.
En
Mateo: Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha
sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a
todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y estad
seguros que yo estaré con vosotros día tras día, hasta el fin del mundo.” (Mt
28, 18- 20)
En
Marcos: Luego les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad
la Buena Nueva a toda la creación. El
que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstos son los signos que acompañarán a los
que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas,
agarrarán serpientes en sus manos y, aunque beban veneno, no les hará daño;
impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.” (Mc 16, 15- 18)
En
Lucas: Después les dijo: «Lo ocurrido confirma las
palabras que os dije cuando todavía estaba con vosotros: Es necesario que se
cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los
Salmos acerca de mí.» Entonces, abrió sus mentes para que comprendieran las
Escrituras, y les dijo: «Está escrito que el Cristo debía padecer y resucitar
de entre los muertos al tercer día y que
se predicaría en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las
naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas.
«Ahora voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. De momento
permaneced en la ciudad, hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto.”
(Lc 24- 45- 49)
En
Juan: Entonces se presentó Jesús en medio de ellos y les
dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los
discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con
vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.» Dicho esto, sopló y les
dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.(Jn 20, 19- 23)
En
Pablo: De este modo, Dios ha realizado su designio eterno
en Cristo Jesús, Señor nuestro, quien,
mediante la fe en él, nos da valor para llegarnos confiadamente a Dios. Por eso
os ruego que no os desaniméis por las tribulaciones que por vosotros padezco,
pues ellas son vuestra gloria. (Ef 2, 11- 13) “Él mismo dispuso que unos fueran
apóstoles; otros, profetas; otros, evangelizadores; otros, pastores y maestros,
para organizar adecuadamente a los santos en las funciones del ministerio. Y
todo orientado a la edificación del cuerpo de Cristo,” (Ef 4, 11- 13)
La
Misión de Cristo, en el Plan de Dios, es ahora la Misión de la Iglesia.
«Me ha sido dado todo
poder en el cielo y en la tierra” “Como el Padre me envió, también yo os envío”
“Para que seáis revestidos de poder desde lo alto.” “Él mismo dispuso que unos
fueran apóstoles; otros, profetas; otros, evangelizadores; otros, pastores y
maestros, para organizar adecuadamente a los santos en las funciones del
ministerio. Y todo orientado a la edificación del cuerpo de Cristo que es la
Iglesia.” La Iglesia ha recibido los “dos denarios” que el Buen Samaritano le
entregó al encargado del Mesón (cf Lc 10, 35) Dos denarios: La Palabra y los
Sacramentos, para dar vida a los hombres y llevarlos al conocimiento de la
verdad. En proyecto de Dios, los Apóstoles dicen confiados en la Palabra de su
Maestro y Señor: “El que crea y sea
bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.” El origen de la Misión es
el Padre, que envía a su Hijo. Jesús resucitado envía a su Iglesia con el poder
del Espíritu Santo para perdonar los pecados y reconciliar a los hombres con
Dios y entre ellos. “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes,
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y
enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado.” Tanto, el Bautismo, como
los otros Sacramentos están dentro del Plan de Dios.
Sin la sabiduría del
Espíritu Santo, (cf Ef 1, 8) el hombre frustra el “Designio de Dios”, negando a
la Madre, a la Iglesia y a los Sacramentos. Son muchos los creyentes que dicen:
el Bautismo no es necesario para la salvación, negando, también, los demás
Sacramentos. Escuchemos lo que dice la Escritura: “Toda la gente que le
escuchó, incluso los publicanos, reconocieron la salvación que Dios les ofrecía
y se hicieron bautizar con el bautismo de Juan. Pero los fariseos y los
legistas, al no aceptar su bautismo, frustraron el plan que Dios tenía para con
ellos.” (Lc 7, 29.30). Si eso fue el bautismo de Juan que decir del bautismo de
Jesús. San Pablo confirma el “Proyecto de Dios” confiado a los hombres: “Lo
digo porque el que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es
nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos
reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.”
(2 Cor 5, 17- 18). Frustramos el “Proyecto de Dios al cambiar la Palabra de
Dios por tradiciones humanas: “Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la
tradición de los hombres.” (Mc 7, 8- 11)
A
modo de conclusión: “Quien os escucha a vosotros, a mí me
escucha; quien os rechaza a vosotros, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí,
rechaza al que me ha enviado.” (Lc 10, 16). “Vino a los suyos y no lo
recibieron, pero, a los que lo recibieron les concedió poder para llegar hijos
de Dios (cf Jn 1, 11-12) Por el Nuevo Nacimiento que se da en Bautismo para
pasar de la muerte a la vida, del pecado a la gracia (cf Jn 3, 5- 1)
Padre por tu Hijo te pedimos que nos des el Espíritu Santo para que realiza en nuestras vidas tu Plan de Salvación
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