9. LA ENSEÑANZA DE JESÚS.

9.  La enseñanza de Jesús.

Objetivo: Profundizar en el conocimiento del Proyecto de Dios a favor de toda la Humanidad, para poder tomar la firme decisión de seguir a Cristo y vivir como él vivió

Iluminación: Y mientras ellos iban por el camino, uno le dijo: Te seguiré adondequiera que vayas. Y Jesús le dijo: Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. A otro dijo: Sígueme. Pero él dijo: Señor, permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre.…(Lc 9, 57ss)

1.      Jesús enseña sobre el “don de Dios”.

Jesús de Nazaret, es un buscador de perlas preciosas, de corazones rotos, de vidas destruidas. Es también Aquel que se deja encontrar, se hace el encontradizo. El Evangelio de Juan nos habla de su encuentro con una mejor conocida como la samaritana, mujer que había ido de hombre en hombre, de experiencia en experiencia en búsqueda de la felicidad.  El Señor, sentado en brocal del pozo de Jacob, la espera, le dirige su palabra, le hace una petición: “Dame de beber”. Ella se niega y le recuerda que la enemistad que existe entre judíos y samaritanos. Jesús no se da por vencido y vuelve a decirle: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva” (Jn 4, 1ss). El don de Jesús es el Agua Viva, el don de su Espíritu. A eso ha venido de junto al Padre, a traernos al Espíritu Santo, o como dijo el Papa Benedicto XVI: “Ha venido a traernos a Dios”.

Jesús Maestro enseña con sus palabras, con sus milagros, exorcismos y con su vida. Su vida misma es una parábola: se sienta a la mesa con pecadores para enseñarnos que los pecadores, también son llamados a sentarse a la Mesa con el Padre Celestial. Jesús se hace amigo de pecadores, para enseñarnos que Dios quiere ser amigo de todos. La Buena Nueva de Jesús llena de aliento a los excluidos, también ellos son invitados al “Banquete de Bodas” (Mt 9, 10- 13; Mc 2, 15- 17).

Jesús habla con toda verdad: “Entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición” (Mt 7, 13) El camino que lleva a la vida es angosto porque al hombre que quiera caminar en él, y entrar por la “puerta estrecha”, no se le entregan las cosas hechas, se entrega la semilla, para que cultive, trabaje la tierra y llegue un día a comer los frutos de la cosecha. Esto exige esfuerzos, purificación, cultivo de buenos hábitos; de virtudes y valores, especialmente, los valores del Reino. El camino es estrecho por que exige esfuerzos, dedicación, empeño y corazón. El sentido de la vida no está expuesto a la charlatanería o la simple curiosidad. El pueblo dice que Dios dijo: “Ayúdate que yo te ayudaré”. Yo nunca lo he encontrado en la Biblia, sin embargo está cargado de una gran verdad: “Dios no hace por ti, lo que tú puedas hacer por ti mismo” (San Agustín). Dios no hace milagros donde el hombre puede dar una respuesta.

Jesús sana y libera a los hombres, para luego ponerlos en camino: “Levántate toma tu camilla y vete a casa” (Mc 2, 11) Cada milagro, cada sanación, cada exorcismo que el Señor hace a favor de una persona, es una “enseñanza” con la cual nos dice que el reinado del mal, ha llegado a su fin; para dar lugar al reinado de Dios. “Si los demonios son el expulsados por el Dedo de Dios, significa que el Reino de los cielos ha llegado a Ustedes” (Lc 11, 20)

Hoy día muchas son las personas que en todo le echan la culpa a los demonios, razón por la que recurren a los Ángeles en busca de protección. Pero no sólo a los Ángeles, sino también a toda clase de agoreros y adivinos, lo que está prohibido en la Biblia (Dt 18, 12ss) ¿Dónde queda la libertad del hombre? ¿Está o no está llamado a ser protagonista de su propia historia? ¿Dónde queda su responsabilidad? Gastan, derrochan y se complican la vida, para luego exigir un milagro que solucione sus problemas económicos. Legiones de hombres y mujeres llenan hoy día las casas de gurús, brujos, adivinos, espiritistas, espiritualistas y charlatanes esperando que les arreglen la vida, les adivinen el futuro, les ayuden a conseguir fortunas, les den protección contra las fuerzas oscuras y les quiten su dinero. Si sólo escucháramos la Palabra de Jesús: “Éfetta”, es decir, “ábrete” a la Palabra, a la acción del Espíritu; ábrete a la verdad, a la voluntad de Dios; el resultado sería un “hombre nuevo”, regenerado y reconstruido. Marcos nos describe con detalle lo que Jesús hizo con el endemoniado de Gerasa: lo liberó de una legión de demonios, y el que antes era el terror de la comarca, ahora lo encuentran sus paisanos: sentado, vestido y en sano juicio; es un hombre dispuesto a seguir a Jesús; quiere ser de su grupo, Jesús, sencillamente lo envía como su primer misionero a tierra de paganos (Mc 5, 1ss).

1.     La ignorancia religiosa

El apóstol Pablo nos ha dicho con toda claridad: “Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (2 Tim 2, 4) ¿Cómo pueden llegar los hombres al conocimiento de la verdad? La respuesta a esta pregunta siempre será: “por medio de la evangelización y de la catequesis de la “Palabra de verdad” (Jn 17, 17) El Apóstol nos dicho con toda certeza: “El hombre con mente embotada no puede conocer a Cristo” (Ef 4, 17). La mente embotada es aquella que está revestida de tinieblas: mentira, falsedad, y toda clase de maldad. No dudemos en decir que la “ignorancia religiosa” es causa de perdición para mucha gente que desconoce la verdad del Evangelio, que se niegan a ser protagonistas de su propio destino y constructores de su propia historia; personas que evaden su realidad para poner su vida en las manos de oportunistas y de charlatanes.

Digamos con toda certeza: Dios quiere que todo hombre sea protagonista de su propio destino (cfr Eclo 15, 15s); que tome las riendas de su vida en sus manos, camine con los pies sobre la tierra, con su mirada puesta en el futuro, pero, dando respuestas, hoy, a cada momento de su existencia; con otras palabras, Dios quiere que todo hombre se haga responsable de sí mismo, para que luego llegue a hacerse responsable de los demás, especialmente, de los menos favorecidos. Dejemos de culpar a otros por todos nuestros fracasos. Muchos culpan al gobierno, a los padres, a la iglesia, a los demonios, de esta manera se auto justifican y tratan de esconder su mediocridad, su falta de juicio y su falta de proyección.

2.     ¿Qué se entiende por demonio en la época de Jesús? 

Todos los estudiosos modernos de la Biblia, tanto católicos como no católicos, están de acuerdo en decir que en la época de Jesús se le llama demonio a toda realidad que impide que el reino de Dios crezca en el corazón de los hombres y a la vez, hacer que la vida del hombre se convierta en sepultura, en caos, en vacío, en tinieblas. ¿De qué demonios se trata? ¿Se trata de debilidades humanas o de seres espirituales? ¿Se trata de barreras y obstáculos que serían ausencia de bien, de luz, de verdad o realmente serán mensajeros del Mal que vagan por el mundo para la destrucción de los hombres? La Iglesia nos ha dicho que quien niegue la existencia del Demonio, se sale de la enseñanza de la Iglesia. Pablo VI dijo: El Demonio es un ser espiritual, perverso y pervertidor”. Por lo pronto, confiando en la enseñanza de la Escritura y de la Iglesia, me propongo en esta reflexión presentar lo que Dios nos ha propuesto, hablando del Paraíso: “Protégelo y cultívalo” (Gn 2, 16).

Dios quiere que todo hombre sea jardinero, cultivador de su propio corazón, de su propia historia, de su propio destino. Sólo entonces entenderemos la advertencia que nos hace San Pablo: “No descuides el don de Dios” (2 Tm 1, 7). Jeremías dice a sus contemporáneos y hoy nos dice a nosotros: “Cultiven el barbecho del corazón” (Jer 4, 3). A la luz de estas recomendaciones podemos entender la seriedad de las palabras del Apóstol: “El que no trabaje que no coma” (2 Ts 3,10). “El que robaba, no robe más, y póngase a trabajar honestamente con sus manos para ganar algo y poder ayudar a los necesitados” (Ef 4, 28). Tomar en serio la vida es comprometerse con el Plan de vida que Dios: “Aborrezcan el mal y amen apasionadamente el bien” (Rom 12, 9) Teniendo presente la exhortación del Apóstol Pablo: “No te dejes vencer por el mal, al contrario, vence con el bien al mal” (Rom 12, 21).

3.     ¿Cuál es el daño que hacen?

Descuidar el don de Dios, abandonarlo o enterrarlo, equivale a dejar que los vicios o los demonios invadan la casa para que hagan de ella: “Una cueva de ladrones”, en vez de lo que debería ser: “Una casa de Dios” (Jn 2, 16); descuidarlo, no protegerlo o abandonarlo equivale a dejar que los obstáculos nos desvíen del camino; los vacíos existenciales o las realidades negativas, dependiendo del nombre que se les quiera dar, hagan de la vida del hombre, un caos, confusión, sepultura. Demonios, vicios o debilidades, son enemigos a vencer, erradicar, superar y echar fuera para que no obstruyan el proceso del crecimiento humano. Demonios serían entonces los que estorban a las personas para que no lleguen ni alcancen su realización personal y comunitaria. ¿Serán los que confunden, meten miedo, dividen, aplastan, destruyen y dan muerte? ¿Será su acción el desviar a los hombres del “Camino” que lleva a la Casa del Padre, como también obstaculizar el camino para que no se alcance la realización personal y comunitaria? De lo que sí estamos seguros de la estrategia del mal. Se hace pasar por ángel de luz para impresionar e impactar a sus víctimas. La obra de Dios la hacen aparecer como mala, aburrida, tediosa y sin sentido; mientras que lo malo lo hacen aparecer como lo bueno, lo útil, lo que hace feliz. (cfr 2 Cor 11, 14)

Podemos hablar de los demonios de la fama, del prestigio, del poder, del tener, del placer realidades en sí mismas buenas, pero, al no darles el correcto sentido hacen que la vida de los hombres se convierta en desierto, en caos, en confusión, en vacío y, en no pocos casos, lleven a la frustración de la vida. Se puede tener fama, prestigio y poder, pero, para que estás realidades no pierdan al hombre, a éste, se le pide vivir en la verdad que viene del amor y lleva al amor; toda  realidad negativa como el odio, el rencor, la pereza, el alcoholismo, el consumismo, el afán de riquezas, el hedonismo, pueden ser llamados también demonios o caminos torcidos que obstruyen la realización personal y comunitaria.

Para nuestra reflexión hablamos de un demonio que sería la fuente de otros tres: la mentira, que nos lleva a la confusión, la parálisis y la frustración, que a su vez, se desencadenan en una legión de ellos que al invadir a las personas, a las familias o a las comunidades, buscan la desintegración, la división y la destrucción de todo lo bueno, lo útil, lo justo, lo perfecto…  para convertir a las personas en simples bosquejos de personas que no responden a lo que deben ser.

Leer y meditar por grupo las palabras del Señor Jesús: Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.… (Mt 16, 24s)

Oración: Dios nuestro que has reconciliado a la humanidad entera por medio de tu Hijo, concede al pueblo cristiano prepararse con fe viva y entrega generosa a celebrar las fiestas de Pascua. (Oración colecta del IV Domingo de Cuaresma).

Reflexión por grupo
Plenario para compartir experiencias

Oración individual y comunitaria

Publicar un comentario

Whatsapp Button works on Mobile Device only

Start typing and press Enter to search