VENGAN A MÍ TODOS LOS QUE ESTAN FATIGADOS Y AGOBIADOS POR LA CARGA.

 

VENGAN A MÍ TODOS LOS QUE ESTAN FATIGADOS Y AGOBIADOS POR LA CARGA.


«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.» (Mt 11, 28- 30)-

 

De manera que la ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser justificados por la fe. Mas, una vez llegada la fe, ya no estamos bajo el pedagogo. Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. (Gál 3, 24- 26)- Porque el fin de la ley es Cristo, para justificación de todo creyente. (Rm 10, 4) La Ley no nos dio la Gracia de Dios, es Cristo el que nos da el Espíritu Santo: Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! ( Gál 4, 4- 6)-

 

Haced lo que él os diga, les dice María a los sirvientes de la boda.

Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga.» Juan 2, 4- 5)- La hora de Jesús es el viernes santo, el día que se ofreció para redimirnos de nuestros pecados, y abrió con su sangre el camino para que viniera el Espíritu Santo.

 

La religión de la ley no dio a sus seguidores “La Gracia de Dios”, es decir no les dio Espíritu Santo. Hay que esperar la fe, es decir, hay que esperar a Cristo. Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron. (Juan 2, 6- 8)- Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.» (Juan 2, 9- 10)-

 

Las seis tinajas de 100 litros cada una hacen referencia a la enseñanza de los judíos, el número seis es imperfección, genera fariseos rigoristas, legalistas y perfeccionistas, una religión sin amor. Hay que esperar que llegue Jesús y con su Palabra siembra el Reino de Amor en el corazón de los hombres, y de la escucha de su predicación nace y crece la fe, y por la fe somos justificados para perdona nuestros pecados y darnos Espíritu Santo. Gál 2, 16; Rm 5, 1)-

 

Las palabras de María: “Haced lo que él os diga” (Juan 2, 5)- son palabras dichas en clave de humildad, alianza y de amistad: Yo no soy, es Él en el que deben creer para salvarse. María invita a creer en Jesús para que creyendo se salven: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que Yo les digo”. (Juan 15, 14)- Hagan lo que Él les diga para que sean sus discípulos y luego sus apóstoles. Para que le pertenezcan lo amen y lo sirvan. María nos está diciendo que la fe es superior a la ley.

 

Jesús invita a los judíos a pasarse a la fe.

 

“Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso.” La carga es la ley con 613 preceptos, había que guardarlos todos para poder salvarse. Jesús solo presenta un precepto; el del Amor (Jn 13, 34)- Acepten mi yugo y aprendan de mi que soy manso y humilde de corazón para que tengan descanso para sus almas. El descanso es la paz, el gozo y el amor (Rm 14. 17)- que sólo pueden venir de la redención de Cristo. Porque Él es nuestro Descanso. Para entrar en ese descanso solo por la fe que nos capacita para romper con el pecado para entrar en su Descanso.

 

 

La lucha entre la Ley y la Fe.

En aquellos días, vinieron de Judea a Antioquía algunos discípulos y se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la ley de Moisés, no podrían salvarse. (Hechos 15, 1)

Este mensaje estremeció las entrañas de Paulo; mensaje que invitaba a volver a la esclavitud de la ley. Si hay que circuncidarse para salvarse, entonces Cristo murió y resucitó en vano y nuestra predicación es en vano. Y les recuerda a los gálatas: ¡Oh insensatos gálatas! ¿Quién os fascinó a vosotros, a cuyos ojos fue presentado Jesucristo crucificado? Quiero saber de vosotros una sola cosa: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por la fe en la predicación? ¿Tan insensatos sois? Comenzando por espíritu, ¿termináis ahora en carne? (Gál 3, 1- 3)-

 

Y a los romanos les dice: Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. (Rm 8. 15- 16)-

 

Por la fe han hemos sido justificados (Gál 2, 16) Y por la fe somos hijos de Dios (Gál 3 26)- Por la fe somos coherederos con Cristo de la herencia de Dios (Rm 8, 17)- Y por la fe somos levados a la salvación y a la perfección cristiana (2 de Tm 3, 14. 17)- La fe es vida, es luz es poder, es amor para que seamos revestidos de Cristo (Rm 13, 14)- Por la fe entramos al Reino de Dios y caminamos con la Túnica puesta y con las lámparas encendidas (Lc 12, 35)-

 

«No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda. (Mt 5, 17- 18)- Ha venido a darle el verdadero sentido a la Ley: el amor y el servicio. Los diez Mandamientos de la Ley de Dios pertenecen a la fe que Jesús sintetiza en dos: amor a Dios y amar al prójimo (Mt 22, 39- 39)- Jesús hizo el cambio de la ley de Moisés a la Ley de Cristo, la Ley del Amor. Y nos dejó el Mandamiento Regio: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.” (Juan 13,34- 35)-

 

 

 

 

 

 

 

 

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