NADIE PUEDE ARREBATARLAS DE LA MANO DEL PADRE.
“¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías,
dínoslo claramente”. Jesús les respondió: “Ya se lo he dicho y no me creen. Las
obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no
creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco
y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las
arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y
nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y yo somos uno”. (Juan 10, 22-30)
Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de
mi mano.
Jesús es el Verbo de Dios y es la acción de Dios. Es la mirada y la boca
de Dios; de manera que podemos decir que la mano de Dios es Jesús. El que está
en la mano de Jesús puede mover montañas. Así lo ha dicho el mismo Jesús: «Por vuestra poca fe. Porque yo os
aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte:
"Desplázate de aquí allá", y se desplazará, y nada os será imposible.»
(Mt 17, 20)- La mano del Padre es su Hijo Jesús que 4es Uno con el Padre.
¿Qué
es la fe? Para que creamos en Jesús.
La
fe es un don de Dios a los hombres, podemos aceptarla o rechazarla.
La
fe es Luz que ilumina nuestro camino hacia el Padre y nuestros corazones, La fe
es un poder que actúa en nuestros corazones para aceptar la Voluntad de Dios.
La fe es un Poder para hace el bien y rechazar el mal. La fe es Amor, padre de
yodas las virtudes. Virtudes como la humildad, la puereza y la santidad. La fe
es un Alguien, es una Persona llamada Jesús, el Hijo de Dios, el Mesías para
los judíos y Cristo para los griegos. Cristo habita por la fe en nuestro corazones
(Ef 3, 17)- Para ser nuestro Salvador, nuestro Maestro y nuestro Señor, como lo
dijo santo Tomás: “Mi Señor y mi Dios (Jn 20. 28)-
¿Cómo
entra Jesús en nuestro Corazón?
Juan
Nos dice: Mira que estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré
con él y él conmigo. (Apoc 3, 20)- Pablo nos dice: Por tanto, la fe
viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo. (Rm
10, 17)- Mateo nos dice: Así pues, todo el
que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre
prudente que edificó su casa sobre roca” (Mt 7, 24)- Lucas nos dice: Pero
él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de
Dios y la cumplen.» (Lc 8, 21)-
San Pablo nos dice
que la fe como virtud teologal viene con el Bautismo:
Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, todos los
bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego;
ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en
Cristo Jesús. (Gál 3, 26- 28)- Para la Biblia la fe teologal es inseparable de
la esperanza y de la caridad: Habiendo,
pues, recibido de la fe l
a
justificación, estamos en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien
hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos
hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún; nos
gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la
paciencia; a paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la
esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. (Rm 5, 1- 5)-
El amor de Dios derramado en nuestros corazones es la caridad,
virtud teologal. Don de Dios a los que
escuchan su Palabra y la obedecen.
La caridad
brota de una fe sincera y de un corazón limpio (1 de Tm 1, 5)- Por eso Pablo
nos dice: Vuestra caridad sea sin fingimiento; detestando el mal,
adhiriéndoos al bien; amándoos cordialmente los unos a los otros; estimando en
más cada uno a los otros; con un celo sin negligencia; con espíritu fervoroso;
sirviendo al Señor; con la alegría de la esperanza; constantes en la
tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de los
santos; practicando la hospitalidad (rm 12, 9- 13)- El amor de Dios o caridad
es la señal que hemos pasad de la muerte a la vida (1 de Jn 3, 14)- Hemos
pasado de las tinieblas a la Luz. (Ef 5, 7- 9)-
Jesús es nuestro Salvador,
nuestro Maestro y nuestro Señor. Fe y Amor, unidos por la Esperanza son
inseparables. De las tres la más grande es la Caridad (1 de Cor 13, 13)-
Así lo dice san Pablo: que Cristo habite por
la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis
comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y
la profundidad, y conocer el
amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando
hasta la total Plenitud de Dios. A Aquel que tiene poder para realizar todas
las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al
poder que actúa en nosotros, a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por
todas las generaciones y todos los tiempos. Amén. (Ef 3, 17- 21)-
La fe viene de lo que se escucha la Palabra
de Cristo, trasmitida a nosotros por los Apóstoles: Vayan y prediquen todo lo
que les he enseñado; bauticen en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, yo estaré con ustedes hasta el fin de los tiempos (cfr Mt 28, 19- 2)- La
fe no es un sentimiento ni es fruto de la imaginación, viene de lo que se
escucha, la Palabra que ja llegado a nosotros por medio de los Apóstoles.
Los Apóstoles reciben de Jesús la Palabra y
la Tradición que es la Autoridad de predicar, anunciar y enseñar la Palabra; La
Autoridad o Potestad de perdonar los pecados y celebrar la Eucaristía (Jm 20,
23)- Y de ordenar a nuevos Apóstoles, obispos, sacerdotes y diáconos. Como lo
dice Jesús resucitado: Díceles Jesús: «Traed algunos de los peces
que acabáis de pescar.» (Jn 21, 10)-
Solo los que creen en la
Persona de Jesús, en su Palabra y en su Obra, pueden entender que con la muerte
de los Apóstoles no se termina la Iglesia, ella continua hasta la Vida eterna
Para pasar la eternidad con Cristo.
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