YO SOY EL BUEN PASTOR QUE DA LA VIDA POR SUS OVEJAS.

 

YO SOY EL BUEN PASTOR QUE DA LA VIDA POR SUS OVEJAS.



Iluminación: Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. (Jn 10, 12- 13)

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y escucharán mi voz; y habrá un solo rebaño, un solo pastor. Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre.»(Jn 10, 14- 18)

¿Qué ha hecho Jesús por mí para ser mi pastor?

Me busco y me encontró hasta buscarme. ¿dónde me buscaba?  En el pozo de la muerte convertido en huesos secos y cubierto de lodo y de basura (Ez 37. 12) Me llamó a salir del exilio, la tierra de la servidumbre y salir fuera de la sepultura. Me llamó con su Palabra a ponerme en camino de éxodo para ir a la Tierra Prometida. Por un Camino lleno de experiencias gozosas, liberadoras, gloriosas y luminosas. Por un Camino estrecho en el que la Palabra era luz para mis pies (Slm 119, 105) Luz que me hizo reconocer mis pedos, arrepentirme, para ir y pasar por la Puerta estrecha: Cristo Crucificado y recibir el perdón y la paz (cf Mt 7, 13- 14) Salir de la muerte para entrar a la Vida, a la libertad, a la Gracia de Dios. A lo que el buen Pastor le llamó “Nuevo Nacimiento.” (Jn 3, 1- 5)

Me llevaste de la mano y sobre tus hombros a una Parroquia, y ella me diste una Comunidad para que aprendiera a orar, a leer tu Palabra, a predicar y a servir como Comunidad. Todo era un vivir de encuentros con el Buen Pastor. Era un aprender llevados de tu mano, en medio de muchas dificultades y debilidades, hacia el discipulado y hacia el servicio.

Aprendí de mis errores que eres Paciente, Compasivo y Misericordioso: Me hacías descansar en las verdes praderas, me lavabas y purificabas en las aguas vivas y me conducías con tu vara y tu cañado por lugares tenebrosos en medio de luchas, tentaciones y pruebas. (Slm 22) En medio de debilidades y caídas, aprendí que tú Amor y tú Fuerza son superiores y están por encima de todo: “Mi Gracia te basta” “Mi Amor es todo lo que yo necesito” (cf 2 de Cor 12, 9)

Que hermoso es ver la mano del Buen Pastor que escribe derecho en renglones torcidos. Que convierte la debilidad en fortaleza, que nos enseña a sacar de lo malo lo bueno: “Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; más el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables, y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a favor de los santos es según Dios. Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio.” (Rm 8, 26- 28)

Tu eres mi Pastor y yo te pertenezco que tu Palabra sea mi Luz en mi Camino y que tu Voluntad sea la delicia de mi vida para que yo permanezca en tu Amor y nunca me baje de tu Cruz. (Jn 15. 9: Gál 5. 24) Que sea siempre fiel a tu Voluntad, a tu Palabra y a tu Obra, (1 de Cor 4, 1)

Gracias Buen Pastor por tu Paciencia, por tu Compasión y por tu Misericordia en mi caminar como hijo, como discípulo y como servidor. Te pido el don de la escucha y de la obediencia a tu Palabra. Te agradezco por haberme llamado a servirte en tu Iglesia.

 

 

 

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